Inés Fernández-Shaw: No soy sino un escenario
Del 6 de noviembre al 5 de diciembre. Comisaria: Inés Alonso Jarabo
En tiempos donde la apariencia se ha convertido en una ciencia y la vida entera se ofrece al espectáculo, Inés Fernández-Shaw indaga, desde la pintura, en esa identidad escindida que nos define. Sus figuras —cuerpos retorcidos, irreconocibles de forma estable— parecen atrapadas entre el yo y su reflejo, entre la conciencia que observa y el cuerpo que se deja ver. En ellas se condensa la tensión entre microcosmos y macrocosmos, entre lo íntimo y lo universal: la artista no se pierde en la pintura, se encuentra en ella.
Conscientes de la mirada que todo lo observa, sus obras asumen el escenario como un espejo donde la humanidad se contempla a sí misma. En este teatro sin guion que es la vida contemporánea, Fernández-Shaw participa y a la vez cuestiona la representación, devolviendo la pregunta al espectador: ¿somos los personajes o el escenario de nuestra propia existencia?
Inés Fernádez-Shaw (Madrid, 1999) es una artista visual cuya práctica se centra en la representación del cuerpo como vehículo de identidad inestable. A través de figuras retorcidas, agachadas, en tensión, construye una gramática visual atravesada por el extrañamiento, la autoobservación y la fragmentación del yo. Su formación interdisciplinar y su fascinación por los matices de la traducción lingüística influyen decisivamente en su modo de abordar la pintura como un acto de transposición entre pensamiento, carne e imagen.
Su práctica artística nace de una necesidad de verse y construirse desde fuera. Su trabajo se articula como una indagación sostenida sobre la identidad escindida, el cuerpo observado y la conciencia vigilante. Sus cuerpos, como ella misma, no se reconocen de forma estable: se transforman al ser vistos, se distorsionan al ser pensados, se fragmentan al ser traducidos. Desde ahí, el cuerpo se convierte en el principal soporte de una identidad en crisis.
Esta preocupación por la identidad se refleja tanto en el tratamiento plástico del cuerpo como en su aproximación al lenguaje. La artista convierte la pintura en un ejercicio de traducción encarnada: del pensamiento al cuerpo, del cuerpo a la imagen, de la imagen a la conciencia, y vuelta. La constante autorreferencialidad que atraviesa su obra responde a una imposibilidad de estar en el mundo sin estar viéndose desde fuera.
Desde sus primeras apariciones en la escena artística, como la exposición colectiva en Finca El Portón (Málaga), su obra ha resonado por su capacidad de reactivar el debate sobre la figuración desde una perspectiva íntima, conceptual y generacional. Shaw forma parte del programa Ponce+Robles LAB 20/30, enfocado en la promoción de artistas emergentes.
LAB 20/30 es un proyecto experimental concebido como una extensión de la galería Ponce+Robles, orientado a impulsar y profesionalizar la creación artística emergente en España.
La planta inferior de la galería albergará una programación específica dedicada a artistas nacidos entre 1990 y 2010, con el propósito de ofrecerles un espacio de visibilidad, diálogo y acompañamiento. Cada exposición contará con la participación de comisarios invitados, fomentando la colaboración intergeneracional y el desarrollo de un tejido profesional sólido en torno al arte contemporáneo español.
Con esta iniciativa, Ponce+Robles pone su estructura y experiencia al servicio de una nueva generación de artistas, abriendo un espacio de experimentación y pensamiento compartido dentro del contexto de la galería.
Artistas participantes:
Natalia Cardoso (Málaga, 1992), Inés Fernández-Shaw (Madrid, 1999), Nebraska Flores (Quito, 1999), Cayetana Llopís (Gijón, 1995), Julia Matías (Málaga, 2001) y Maiky Mayk (Zaragoza, 1990).
Comisarios invitados:
Inés Alonso Jarabo (Madrid, 1996), Sara Coriat (Madrid, 1989), Ricardo Pernas Reboredo (Zamora, 1989), Raquel Ponce Martín (Madrid, 1971), Alejandra Rodríguez Cunchillos (Zaragoza, 1986) y Álvaro Talarewitz (Madrid, 1994).


