A finales de junio de 2025 fuimos obsequiados con un titular que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en cíclico: los jóvenes son cada vez más machistas. Esta conclusión procede del último Informe Juventud en España (IJE), el cual incluye una encuesta, cuya recogida de datos se realizó a finales de 2023 y principios de 2024, con un nivel de calidad bastante alto: entrevistas cara a cara, tamaños de muestra que aseguran una precisión más que aceptable, un diseño muestral adecuado sin ser demasiado complejo (posiblemente sí lo haya sido su aplicación, pero el nivel de detalle de las fichas técnicas en nuestro país es el que es)… de forma que, mal que nos pese, no podemos matar al mensajero en este caso. La metodología de las encuestas no es la principal culpable del titular.
¿Significa esto que tenemos que rendirnos al apocalipsis de la convivencia entre generaciones futuras? Ojalá el mundo de las encuestas fuera tan fácil. En realidad, este tipo de titulares suelen basarse en preguntas que van al grano, sin ambages: si una persona joven se considera feminista o no, si se considera de izquierdas o de derechas… pero claro, el hecho de que alguien autorreporte ser feminista o ser de izquierdas no necesariamente significa que sea alguna de esas cosas, por extraño que parezca. Sin entrar en conceptos sociológicos: una persona puede decir que es feminista pero luego tener pensamientos y actitudes que van totalmente en contra del movimiento feminista. ¿Se le debería considerar dentro del colectivo, según los datos? Si nos fijamos únicamente en su autorreporte, sí. Lo que vendría a ser no predicar con el ejemplo, vaya. Y esto, evidentemente, es una limitación.
Aquí es donde entra el papel de la metodología de encuestas: una forma de evitar estos errores (hasta cierto punto) es considerar que nuestra característica de interés es un “factor” que se manifiesta a través de la posición que tiene la persona en varios temas, de forma más objetiva. Es decir, en lugar de preguntar directamente si se considera feminista o no, le preguntamos por su visión sobre las manifestaciones y huelgas del 8M, sobre la igualdad entre géneros, etc. etc.
Y aquí estamos de suerte: el propio IJE incluye una variedad de preguntas de este tipo1, e incluso algunas de ellas ya se hicieron en estudios anteriores, lo que permite una comparación con otras épocas y ver si efectivamente los jóvenes son más o menos machistas que hace unos años (concretamente 2019, que es cuando se tomaron los datos del último IJE anterior a este, el Informe Juventud en España 2020).
Para empezar, vemos una distinción interesante que se plantea en el estudio: en esta encuesta, se hizo el experimento de preguntar a una mitad de la muestra (dividida de forma aleatoria) por el feminismo y a la otra mitad por la igualdad de género. Dado que en ambos casos el apoyo se plantea como una escala del 1 (no me preocupa nada) al 10 (me preocupa mucho), el análisis lo podemos hacer en base a qué porcentaje de personas da una puntuación por encima de un umbral; aquí planteé tres: cuántas con un 6 o más, cuántas con un 7 o más y cuántas con un 8 o más, pero siempre con el objetivo en mente de comparar con el IJE 2020. Finalmente, y por no sobrecargar los gráficos, he optado por cortar en el 7, que arroja unos porcentajes en un punto intermedio entre las otras dos posibilidades. El IJE 2020, por su parte, distingue entre niveles de apoyo “Alto”, “Medio” y “Bajo” a pesar de que también se utilizaba una escala (en aquel caso, de 0 a 10). Compararemos con el nivel de apoyo alto, aunque evidentemente aquí toca hacer un acto de fe asumiendo que ambos grupos dieron respuestas semejantes.
Los resultados muestran que si preguntamos por la identificación por la lucha con la igualdad de género se obtiene un mayor porcentaje de respuestas a favor que si preguntamos por la identificación con el feminismo. He aquí una prueba de que la redacción de las preguntas y los conceptos que se incluyen en ellas tienen una influencia directa en los resultados. Pero hay más.

Si comparamos entre 2019 y 2024, vemos efectivamente unas caídas en el nivel de identificación tal que, si hacemos la media aritmética de todas las franjas de edad (sí, mi gente: en el IJE 2020 no dieron los resultados totales, únicamente desglosados por edades), andan en torno al 10-15%. Se intuye, por tanto, que el apoyo a la causa debe haber disminuido un poco… pero sin dejar de ser mayoritario entre mujeres y casi mayoritario entre hombres.
Pero como ya hemos comentado antes, aquí se pregunta directamente por el concepto. Si nos acercamos a él a través de los asuntos que lo componen, la película cambia (sobre todo en la parte retrospectiva): al preguntarles por el miedo al volver a casa por la noche, la remuneración del trabajo doméstico o el lenguaje inclusivo, la disminución en el porcentaje de acuerdo no llega al 10%. Tan sólo las afirmaciones referidas a las cuotas de género en las empresas o a la violencia de género (de nuevo: ¿será porque menciona un término clave?) se detectan unas caídas en el apoyo más o menos similares a las del feminismo que veíamos antes… y en ambas el acuerdo sigue siendo mayoritario.

De hecho, ¿significan estas caídas en el porcentaje de acuerdo que ahora hay más jóvenes en desacuerdo? No necesariamente: si analizamos el porcentaje de personas que se muestran en desacuerdo con cada una de las afirmaciones, vemos que, en la mayoría de los casos, los porcentajes de 2019 a 2024 apenas se han movido. Sólo en la afirmación sobre el lenguaje inclusivo y en las ya mencionadas de las cuotas y la violencia de género se observan crecimientos en torno al 10% (en los dos últimos casos, sólo entre hombres). Es decir, en prácticamente todos los casos ese porcentaje que falta entre quienes están de acuerdo se ha ido principalmente a la opción “ni de acuerdo ni en desacuerdo”, la opción tibia.

Todas estas respuestas se dan en un contexto en el que, efectivamente, parece que los jóvenes también manifiestan ser más de derechas o al menos mostrar más apoyo a partidos de derechas que de izquierdas. Ahora bien: en el estudio también se recoge el porcentaje de jóvenes a favor de asuntos como el matrimonio entre personas del mismo sexo, la ocupación de viviendas vacías o la enseñanza religiosa en las escuelas, por los cuales también se preguntó en 2011 tal y como refleja el Informe Juventud en España de 2012. Los resultados muestran, salvo en el caso de la ocupación de viviendas vacías (y quizá el de la pena de muerte), porcentajes similares entre ambos estudios a pesar de los 12 años de diferencia y del (siempre auto-percibido) viraje a la derecha de la juventud.

De todas formas, esto también lo podemos plantear como un fenómeno transversal: ¿no será que, en general, el conjunto de la sociedad está también virando a la derecha? En el propio IJE de 20242 se realiza una comparación de respuestas en la escala de auto-ubicación ideológica (del 1 -extrema izquierda- al 10 -extrema derecha-) entre los jóvenes y entre la población general según el barómetro del CIS de la época… y se observa que las respuestas son bastante similares en ambos grupos.
Viendo los datos que emanan de estos informes, ¿qué mensaje podemos llevarnos a casa? Con todos los respetos y (por supuesto) respetando las distancias entre una cosa y otra, decir que “los jóvenes son más machistas” es un poco como levantarse por la mañana y decir “hoy estoy más cerca de la muerte que ayer”. Es decir, ambas afirmaciones son correctas, pero obvian una parte de la historia; concretamente, que los jóvenes no son mucho más machistas que antes y que, viendo los porcentajes de acuerdo ante afirmaciones concretas que reconocen la lacra de la violencia de género, su implicación en la lucha feminista o el miedo que sienten las mujeres al volver a casa, no parece del todo justo calificarles como machistas, mayoritariamente hablando. De la misma forma que el hecho de que hoy seas más mayor que ayer no significa que te vayas a morir mañana ni que hayas dejado de estar en la flor de la vida. Yo, por lo menos, me lo pensaré dos veces antes de hablar de los jóvenes como si fueran mi saco de boxeo particular.
Puedes consultar el código de R que he empleado para elaborar todos los gráficos y análisis de este artículo en mi repositorio de Github.
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1 En este artículo no se entra en ningún momento a valorar la redacción de las cuestiones planteadas en la encuesta, pero es evidente que cualquier ambigüedad en ellas podría haber afectado a los resultados finales.
2 Informe Juventud en España (2024), Volumen 1, p. 310