“... lo que también resulta muy extraño es que la democracia sea el adversario más encarnizado del pobre.”
(Durtal, página 350)
“Demons, darkness and evil are the prophecy that doomed mankind.
Hundreds, thousands of angels arousing the demon to conquer our soul.
So come now Children of the Demon.
Be strong and fight like an angel.”
Children of the demon (Aqualords)
Supe de la existencia de Huysmans, al igual que el 90% de la gente no del ámbito académico literario, gracias al Sumisión de Houellebecq. Resulta plausible visualizar durante la lectura de esta novela al francés fumador compulsivo también leyendo a Huysman y fascinado por reconocerse en él en todo. Mejor dicho: es del todo imposible no especular con que, de no existir los libros de Huysmans -y no haberlos leído Houellebecq antes de escribir los suyos-, el afamado clon físico del Señor Burns hubiese estructurado sus novelas y vehiculado opiniones personales sobre la contemporaneidad a través de los protagonistas de dichas novelas (obvios sosias suyos) de la forma en que nos es conocida a todos.
En Allá Lejos está todo Houellebecq. A saber: aparente trama que no conduce a ninguna parte ni va sobre nada en especial, protagonista extemporáneo a su propia contemporaneidad a causa de su perspectiva y posicionamiento sobre las cosas, opiniones dolosas sobre cualquier hecho, cuestión estética y/o espiritual relativos a la antedicha contemporaneidad, atracción y repulsión por el sexo en constante fricción... La otra alternativa, la de que Michel hubiese leído a Huysmans con una, dos o tres novelas ya publicadas, se antoja también posible y catárquica de darse para el autor, pues supondría la epifanía de reconocer en los pensamientos de una persona ya muerta a un alma gemela.
Con el antecedente de saber que Houellebecq, cuando reivindica autores en sus libros, suelen sacarse de ello -a poco que se indague- textos entre lo interesante y lo magnífico, fue ver en el Re-Read de Pamplona una edición Libro Amigo de Bruguera de Allá Lejos (completada con el V. de Pynchon y La Naranja Mecánica de Burgess por menos de 10 euros todo, ojo al lote y su precio) y arramplar con el libro sin dudarlo. Tras un intrascendente prólogo de Luis Antonio de Villena y ciertos choques iniciales con una traducción ambivalente entre lo meritorio (se antoja un verdadero dolor de cabeza enfrentarse a una adaptación de Huysman, escritor de léxico florido, aquí, además, con la complicación añadida de terminología medieval adyacente al derecho canónico) y lo atroz (ausencias de sílabas y cagadas por doquier, más culpa editorial que del traductor) se abordan las cien primeras páginas con una curiosidad que va en aumento y la sensación (refrendada ya en las páginas finales, cuando los Rosacruces se mentan de forma explícita) de que este libro a Umberto Eco le sirvió para urdir su sensacional El Péndulo De Foucault.
¿De qué va? Básicamente, de un escritor que aborda una investigación sobre la figura de Gilles De Rais, una de las figuras criminales más fascinantes que haya dado la Historia. La idea del protagonista es elaborar un libro sobre el susodicho Gilles de Rais, persona de extremos poco amiga de las medias tintas: de ser el más piadoso y batirse el cobre junto a Juana de Arco pasa a ser un ser obsesionado con la Magia Negra y el satanismo de tal manera que terminará torturando, violando y asesinando (no siempre por este orden) a centenares de niños. Todo ello con unos niveles de crueldad y sadismo difíciles de igualar: su cumbre sádica consistía en, durante las torturas, dar a entender a los torturados que pondría freno al suplicio para, al notar en su mirada esa esperanza que comienza a nacer, de inmediato seccionarles el cuello, arrancarles el corazón o meterles la polla en el ojo. Quepa decir que entre los logros de dudoso mérito de De Rais está uno bien curioso, el de la doble excomunión: una por satanismo y otra por sodomía. El Liga y Champions del mal en la Edad Media.
Obviamente empecé a bichear reseñas en Goodreads esperando encontrarme con alabanzas unánimes ante semejante exhibición de atrocidades. Cuál no sería mi sorpresa al leer a infinidad de gente diciendo que es un libro en el que no pasa nada y que carece de una trama concreta. Pero vamos a ver, ¿cómo que no pasa nada? ¿Hemos leído el mismo libro? Por un lado tenemos al protagonista dialogando con el pasado, consigo mismo, con sus amistades, con prelados y con fuerzas que ni ve ni entiende y ni siquiera sabe si cree en ellas. Por el otro, la novela histórica en base a las reconstrucciones de los juicios, en cierta forma semejante al Yo, Pierre Riviere, Habiendo Degollado A Mi Madre, Mi Hermana y Mi Hermano: aquí se somete a escrutinio actas procesales y diligencias judiciales del pasado para, de nuevo, al igual que ocurre en La investigación de Foucault, especular todo lo que se quiera sobre qué instigó el crimen para concluir nada concreto por imposibilidad manifiesta de desentrañar el Misterio*. Es más: aquí, más que enigma sobre qué siroco le dio a Gilles de Rais, resulta aún más desentrañable qué fuerza opera sobre los padres de los niños alienados para esa piedad colmena sobre el asesino al suplicar clemencia momentos antes de su ajusticiamiento.
A mí, particularmente, ya solo con lo hasta ahora enumerado Más Allá me parece sensacional. Y es que, además, añade comedia de enredo con el personaje de Jacinta (es divertidísimo el capítulo donde el protagonista lamenta haber yacido con ella y constata que la concupiscencia es asesina del deseo y su Misterio, algo eminentemente connatural a Houellebecq) y urde una trama ocultista en todo su tramo final con la visita a la Misa Negra y los debates de satanismo y teología que qué más da que sea algo que no lleva a ningún sitio. Bueno, qué más da no, sí que da: Allá Lejos es una novela sobre lo inconcluso, sobre la diatriba de no poder saber qué ocurrió en el pasado ni en qué se puede creer (el protagonista**, con matices, tiene unos problemas de fé semejantes a los que enfrentaba en protagonista de El Infierno Es La Ausencia De Dios, de Ted Chiang), sobre los tiras y aflojas del deseo y el sexo, sobre la decepción de llegar a una conclusión. Y, encima, con filtros de amor, geomancia, conjuros, campanarios y satanismo. Allá Lejos es una novela sobre el pasado y modernísima; quizá sólo existan previos a ella relatos detectivescos de Poe sobre gente que en el curso de una investigación se ve arrastrada a mundos que le deberían ser ajenos y que trastocan su estabilidad mental e integridad física, un tropo muy común en la literatura y el cine de masas del Siglo XX pero no especialmente recorrido de aquellas.
Allá Lejos es una obra maestra.
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*No es extraño que un libro así, con tantísima presencia del Misterio en su sentido de desentrañable e inescrutable, a Luis Buñuel le fascinase a extremos de ser uno de sus más afamados guiones (con Jean-Claude Carriere) sin película existente. ¿Las razones? Unos dicen que desistió por ser más fácil en lo práctico rodar Ese Oscuro Objeto Del Deseo; otros, que fue cuestión de desavenencias con el productor. ¿La mejor versión? La del propio Carriere, que atribuye a un Buñuel si bien ateo igual algo supersticioso decidir suspender todo por la coincidencia de estar involucrado en un proyecto sobre Satanás y sufrir de severos problemas gástricos, cuestión que, para Buñuel, guardaban una clara relación de causa-efecto.
**Durtal vive el drama de querer creer y no poder por varias razones, principalmente su férrea oposición a los Dogmas de fé. Aun así, siendo un personaje que no reniega de la lógica y la razón, cuando es testigo de la existencia de El Maligno este no le es suficiente tampoco para poder creer aunque sea usando un silogismo lógico elemental que tome por cierta la hipótesis de que Satán existe. En cierta manera es un precedente muy lejano del Mulder de Expediente X: quiere creer a toda costa pero no puede ir más allá del escepticismo.