After all, people move, relationships fall apart, and summer ends.
The best we can do is breathe and pray for the next one.
Natalia presumía de haber bailado la deliciosa salsa con un caleño que jamás volvió a ver. Ese fue mi primer verano en Nueva York. Como primer verano, también fue mí primer amor, y como todos los primeros amores, más sueño que recuerdo. Hoy llevo aquí un lustro, y cada verano ha sido un réquiem del último. Otro verano sin tinto. Los veranos son sudor, cucarachas, son ilusiones. Recuerdo mi infancia peninsular. Hasta el curso escolar, apenas veía a otros niños. Aquí no hay vuelta al cole, hay vuelta a Nueva York. Hasta las amistades padecen ferragosto.
Me despierto otro día más sin aire acondicionado, profundamente arrepentida de jamás haber escrito: Se sueña mejor en las casas pequeñas, en las grandes las ideas se pierden, enredadas en la polea del ascensor. Vivo nostálgica de un chalet sin adosar, prescrito en El Idealista. Mi piel solo sabe que la humedad no perdona en el andén del metro. Antes sin pueblo, ahora sin barrio. Para muchos de los mortales su sentencia estival es el labor day weekend verdugo de los summer Fridays. Septiembre tiene perdón de Dios. A veces es tan largo el amor como el olvido.
NUEVAYoL en vacaciones con sabor a Valencia del Bronx. Toñitas muere de éxito y pocos se han deleitado en sus margaritas de Sunny Delight (viaje astral) o el shot de cañita. Hay que ser peor y culpar a las Medallas condecoradas a $3. La salsa fina reencarna, y es imposible que pase de moda. Nueva York y sus veranos tampoco. El commute no tiene nada que envidiar a las peleas en coche camino a la casa de playa. Juntos somos más fuertes.
Natalia no volvió a ver al caleño y yo no volví a verla con los mismos ojos. No tienes pa’ tabaco cuando no sabes ni liarlo. La ciudad escapa aún estando en ella. Oh que será... ya es demasiado tarde, espérame. Fuegos artificiales. 4th of July. El entretiempo es tu estafa.
Llego tarde a las terrazas hijas del covid, no son happy hours. Las rebanadas de Nocilla tienen los ojos de cloro, ciegas de piscina. Necesito canciones para después de un verano, con el white noise del ventilador me conformo. Más arena que cal. Siestas donjuanistas, pegajosas, sin grito de puchero la ciudad abre sus ojos. Quien nace en verano suele morir de ello. Aquí no hay vírgenes a las que rezar en agosto.
Casilda García López desde Tierra Extraña
