Kneecap no son la historia

En mitad del dilema económico y moral en el que músicos y público se debaten en sí tienen que hacer alarde de principios rechazando participar en festivales vinculados al fondo de inversión proisraelí KKR, Kneecap se han convertido, a la vez, en estrellas del cine independiente y en el gran chivo expiatorio de la guerra por el relato.

El viernes 11 de abril de 2025 se celebraba la primera jornada del festival Coachella, antaño histórica celebración de la transgresión cultural, actualmente reconocida como los “Juegos Olímpicos de los influencers”. Espacio del hiperconsumo camuflado en simulacro de diversión, oda al ‘fomo’ y a la liminalidad. La música, pese a que se sigue poniendo en una tarima por encima del resto del espacio, se ve obligada a reclamar un protagonismo que no se da por hecho y entre el programa de conciertos se cuelan unos intrusos. 

Kneecap comienza su set en el escenario Sonora a las 6:10 de la tarde, en emisión por ‘streaming’ para You Tube. En un inciso entre canciones, la banda utiliza las pantallas del escenario para proyectar las palabras “FUCK ISRAEL FREE PALESTINE” mientras Móglaí Bap clamaba que “si no le llaman genocidio, ¿cómo c*** le llamamos?”. La emisión se corta de inmediato para dejar fuera estas reclamaciones políticas. Ante esta avalancha de contacto con la realidad abortada, las preguntas pertinentes giran en torno a saber qué motivaba a Kneecap a aparecer en un lugar como Coachella o cómo fue posible que Coachella ignorase a quién estaba dejando actuar en su festival.

@desertsun.news The Irish hip hop trio #Kneecap brought an overtly political message to their Friday Coachella set. Last week, the band claimed their pro-Palestinian message was cut from the livestream. They said on social media they would sort out the issue. However, Goldenvoice did not stream any of the performances from the Sonora tent on Friday, leaving Kneecap's message offline once again. "If you're not calling it a genocide, what the (expletive) are you calling it?" bandmember Mo Chara said. "I'd love to not to have to get political but (expletive) nothing is changing. And don't get it twisted. The American government can stop this tomorrow morning." For more, head to our site linked in our bio. #coachella #coachella2025 #music #festival ♬ original sound - The Desert Sun

Uno de los métodos predilectos que usaba el IRA para castigar y torturar, ya sea a las fuerzas británicas del Ulster o los narcotraficantes locales, era el disparo en la rótula. Con esta motivación, nace la decisión preliminar de tres chavales del Oeste de Belfast de llamar a su banda de rap ‘Kneecap’. La decisión representa, por un lado, el explícito rechazo a la invasión imperial británica en la isla irlandesa, y por el otro lado, una burla contra sí mismos que se acaba de comprender tras el visionado de ‘Kneecap’, la historia personal en forma de película que ha provocado que su sátira política traspase los límites de las islas.

Con la oportunidad de que la sangre dejara de correr entre republicanos irlandeses y las unionistas británicos tras el Acuerdo del Viernes Santo de 1998, Mo Chara (Liam Óg Ó hAnnaidh), Móglaí Bap (Naoise Ó Cairealláin), y DJ Próvaí (J.J. Ó Dochartaigh), nacidos en 1997, 1993 y 1991 exorcizan a través de su música la necesidad terapéutica de desdramatizar el dolor de sus mayores a base de humor embrutecido. Los chavales sólo quieren gozarla, follar y drogarse en raves, pero uno no elige nacer en una sociedad con cicatrices tiernas, por lo que no han tenido más remedio que militar políticamente y seguir batallando en frentes, aunque por fortuna, diferentes a los de sus antepasados. Sus esfuerzos reivindicativos no solo se concentran en la defensa de la soberanía y sus raíces culturales, sino también, como se escenificó en Coachella, Kneecap muestra una visión de solidaridad internacionalista mediante causas como la del genocidio del pueblo palestino.

Kneecap se presenta en Sundance sobre la recreación de un Jeep del Servicio de Policía de Irlanda del Norte vandalizado. Michael Buckner/Deadline/Getty Images

Su propuesta musical parte del año 2017 incurriendo en una decisión autolimitante a ojos de cualquier A&R: rapear en irlandés para negarse a olvidar una lengua con una comunidad cada vez más minorizada, prueba evidente de que las motivaciones de ‘Kneecap’ no nacen de la construcción de un artefacto sonoro viral. Sin embargo, chocaron involuntariamente con un desarrollo de resultado contradictorio. El deseo de reclamar la existencia propia sorteó la propia barrera idiomática e, inesperadamente, alcanzaron la globalidad"

Michael Fassbender puso el fuel financiero al servicio de la banda para producir un ‘biopic’ en el que los tres miembros autointerpretarían su camino hacia la creación del grupo. ‘Kneecap’, estrenada en 2024, emula el desasosiego existencial propio de ‘Trainspotting’ y el puenteo poético de la realidad de ‘24 Hours Party People’. El trío vehicula su protagonismo para, más allá de descojonarse de sus anécdotas, trasladar una crónica generacional respecto a la convivencia y los legados reivindicativos. Relacionada con su faceta principal, la música, la película enfrasca contextualmente a la perfección el espíritu ketamínico de sus canciones, representando la interesante convivencia entre la obediencia estricta a los deberes de militancia cultural y de clase con el deseo de fuga de la cárcel mental a través del consumo de químicos.

Siete galardones en los Premios del Cine Independiente Británico y un premio en Sundance provocaron la ruptura de las fronteras de su fama. Aunque no previeron tal tamaño de proyección, ‘Kneecap’ se anticipó a través de su película al doble filo que la fama presentaba ante ellos. En un fragmento de la película, narran en primera persona lo siguiente: “En Irlanda hay 80.000 hablantes nativos de irlandés, solo 6000 de ellos viven en el norte de Irlanda. De ellos, tres nos hemos convertido en raperos. No sé si nos hemos convertido en famosos por talento, o si solo ha sido suerte. Es raro convertirte en famoso cuando vienes de un lugar donde ni siquiera querían que existieras”.

En el uso de la virtud, la banda no presenta sus principales propósitos. Sus letras no intentan ser conmovedores himnos políticos, sino más bien reformular la idea del ‘storytelling’ de la tradición de canción rebelde irlandesa o la de nombres de mayor trascendencia internacional, como el de Sinead O’Connor, para reconfigurarla a través de las licencias literarias que admitan el rap, el ‘grime’ o el ‘breakbeat’. Su potencial se encuentra en la evidente energía juerguista incendiaria, que recuerda al ejemplo más próximo de Chill Mafia. Sin embargo, las posiciones políticas de Kneecap superan la postura superficial de la rendición de cuentas frente al nicho de audiencia, dotando a su música el valor trascendental de implicarse en su tiempo y lugar.  

“A veces el cambio llega como un ruido de fondo. Como una roca empujada por un acantilado que no se puede controlar, pero al caer va a chocar contra algo y te puedo asegurar que lo destrozará”

Fragmento de ‘Kneecap’, película de 2024 dirigida por Rich Peppiatt

Conforme a su crecimiento, Kneecap ha ido acumulando amenazas en diferentes frentes a su propuesta con independencia de su éxito cinematográfico. Un año antes de ello, la banda solicitó una ayuda pública para la promoción de artistas en el exterior financiada por la British Phonographic Industry. La ayuda sería concedida hasta el momento en que Kemi Badenoch, Secretaria de Estado de Comercio Internacional, cargo del entonces gobierno conservador y actual líder de los ‘tories’, se involucrase deliberadamente en que la banda no recibiera dicha ayuda por “tener letras antibritánicas”. Ante tal agravio, Kneecap reclamaron su derecho a obtener la ayuda, ganando el juicio. Este sería el primer aviso de lo que ha ido escalando hacia una caza mayor de su discurso político.

En base a una tirada de archivo de sus actuaciones a partir del escándalo generado en Coachella, Kneecap ha sido motivo de comentario de tertulias televisivas de la altura del polemista británico Piers Morgan dando foco a los respingos de Sharon Osbourne, Fox News, o del antaño miembro de Sex Pistols John Lydon dando lecciones de moral desde un equivalente del patrio Espejo Público llamado ‘Good Morning Britain’. 

Sharon Osbourne en el programa ‘Piers Morgan, Uncensored’ demostrando que todavía no ha entendido la canción de Black Sabbath ‘War Pigs’.

Si las palabras “el único tory bueno es el tory muerto, mata a tu parlamentario local” o las celebraciones por la muerte de Margaret Thatcher sobrepasaron el límite de transgresión para estos miembros de la comisión del ‘salseo’ de media hora de Twitter y televisión, para otras han encontrado una respuesta más preocupante desde el ámbito jurídico. En el reciente 21 de mayo, Mo Chara fue acusado formalmente por la policía londinense de un delito de “ofensa terrorista”, tras haber mostrado una bandera de Hezbollah durante un concierto en la ciudad en noviembre de 2024.

Entre la corriente mediática y los cargos judiciales, han visto seriamente afectada la continuidad de su gira, por la que no parece asegurado en qué fechas serán capaces de aparecer en función de los boicots y posicionamientos de los diferentes actores de la industria musical de las islas. Si cuatro días después de hacerse pública la acusación Kneecap pudieron saltar al escenario del ‘Wide Awake Festival’ de Londres, en otro sentido, ya se anunció desde el festival ‘TRNSMT’ en Glasgow que quedaban fuera del cartel para el 11 de julio, alegándose “razones de seguridad”.

Frente al despliegue de persecución y control de la narrativa, Kneecap, bajo el apoyo de bandas como Massive Attack, Fontaines D.C., Primal Scream, Pulp o The Murder Capital, lanzó un comunicado en respuesta a la imputación judicial titulado ‘Kneecap are not the story’. Ellos declaran que, en mitad de este “carnaval de distracción”, desde esferas de poder y de mayor responsabilidad política que la de una banda de música, se alimenta la impunidad con la que las tropas israelíes cometen un genocidio sobre el pueblo palestino.

En una actualidad musical inundada de consumo de ‘experiencias’ históricas y ausente de manifiestos, Kneecap recuerda la imposibilidad de poner un foso ético entre lo que sucede sobre las tablas del escenario, rodeadas de logos que convierten la música en ‘branded content’, y la realidad más hostil. Ante la posición de sus contrarios, Kneecap, como símbolo de militancia política desde las artes, deberá decidir si sigue siendo un intruso en el circuito oligopolístico de festivales y giras, o si su lugar está en la alternativa de las trayectorias paralelas al uso de la cultura como rehén.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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Kneecap no son la historia

En mitad del dilema económico y moral en el que músicos y público se debaten en sí tienen que hacer alarde de principios rechazando participar en festivales vinculados al fondo de inversión proisraelí KKR, Kneecap se han convertido, a la vez, en estrellas del cine independiente y en el gran chivo expiatorio de la guerra por el relato.

El viernes 11 de abril de 2025 se celebraba la primera jornada del festival Coachella, antaño histórica celebración de la transgresión cultural, actualmente reconocida como los “Juegos Olímpicos de los influencers”. Espacio del hiperconsumo camuflado en simulacro de diversión, oda al ‘fomo’ y a la liminalidad. La música, pese a que se sigue poniendo en una tarima por encima del resto del espacio, se ve obligada a reclamar un protagonismo que no se da por hecho y entre el programa de conciertos se cuelan unos intrusos. 

Kneecap comienza su set en el escenario Sonora a las 6:10 de la tarde, en emisión por ‘streaming’ para You Tube. En un inciso entre canciones, la banda utiliza las pantallas del escenario para proyectar las palabras “FUCK ISRAEL FREE PALESTINE” mientras Móglaí Bap clamaba que “si no le llaman genocidio, ¿cómo c*** le llamamos?”. La emisión se corta de inmediato para dejar fuera estas reclamaciones políticas. Ante esta avalancha de contacto con la realidad abortada, las preguntas pertinentes giran en torno a saber qué motivaba a Kneecap a aparecer en un lugar como Coachella o cómo fue posible que Coachella ignorase a quién estaba dejando actuar en su festival.

@desertsun.news The Irish hip hop trio #Kneecap brought an overtly political message to their Friday Coachella set. Last week, the band claimed their pro-Palestinian message was cut from the livestream. They said on social media they would sort out the issue. However, Goldenvoice did not stream any of the performances from the Sonora tent on Friday, leaving Kneecap's message offline once again. "If you're not calling it a genocide, what the (expletive) are you calling it?" bandmember Mo Chara said. "I'd love to not to have to get political but (expletive) nothing is changing. And don't get it twisted. The American government can stop this tomorrow morning." For more, head to our site linked in our bio. #coachella #coachella2025 #music #festival ♬ original sound - The Desert Sun

Uno de los métodos predilectos que usaba el IRA para castigar y torturar, ya sea a las fuerzas británicas del Ulster o los narcotraficantes locales, era el disparo en la rótula. Con esta motivación, nace la decisión preliminar de tres chavales del Oeste de Belfast de llamar a su banda de rap ‘Kneecap’. La decisión representa, por un lado, el explícito rechazo a la invasión imperial británica en la isla irlandesa, y por el otro lado, una burla contra sí mismos que se acaba de comprender tras el visionado de ‘Kneecap’, la historia personal en forma de película que ha provocado que su sátira política traspase los límites de las islas.

Con la oportunidad de que la sangre dejara de correr entre republicanos irlandeses y las unionistas británicos tras el Acuerdo del Viernes Santo de 1998, Mo Chara (Liam Óg Ó hAnnaidh), Móglaí Bap (Naoise Ó Cairealláin), y DJ Próvaí (J.J. Ó Dochartaigh), nacidos en 1997, 1993 y 1991 exorcizan a través de su música la necesidad terapéutica de desdramatizar el dolor de sus mayores a base de humor embrutecido. Los chavales sólo quieren gozarla, follar y drogarse en raves, pero uno no elige nacer en una sociedad con cicatrices tiernas, por lo que no han tenido más remedio que militar políticamente y seguir batallando en frentes, aunque por fortuna, diferentes a los de sus antepasados. Sus esfuerzos reivindicativos no solo se concentran en la defensa de la soberanía y sus raíces culturales, sino también, como se escenificó en Coachella, Kneecap muestra una visión de solidaridad internacionalista mediante causas como la del genocidio del pueblo palestino.

Kneecap se presenta en Sundance sobre la recreación de un Jeep del Servicio de Policía de Irlanda del Norte vandalizado. Michael Buckner/Deadline/Getty Images

Su propuesta musical parte del año 2017 incurriendo en una decisión autolimitante a ojos de cualquier A&R: rapear en irlandés para negarse a olvidar una lengua con una comunidad cada vez más minorizada, prueba evidente de que las motivaciones de ‘Kneecap’ no nacen de la construcción de un artefacto sonoro viral. Sin embargo, chocaron involuntariamente con un desarrollo de resultado contradictorio. El deseo de reclamar la existencia propia sorteó la propia barrera idiomática e, inesperadamente, alcanzaron la globalidad"

Michael Fassbender puso el fuel financiero al servicio de la banda para producir un ‘biopic’ en el que los tres miembros autointerpretarían su camino hacia la creación del grupo. ‘Kneecap’, estrenada en 2024, emula el desasosiego existencial propio de ‘Trainspotting’ y el puenteo poético de la realidad de ‘24 Hours Party People’. El trío vehicula su protagonismo para, más allá de descojonarse de sus anécdotas, trasladar una crónica generacional respecto a la convivencia y los legados reivindicativos. Relacionada con su faceta principal, la música, la película enfrasca contextualmente a la perfección el espíritu ketamínico de sus canciones, representando la interesante convivencia entre la obediencia estricta a los deberes de militancia cultural y de clase con el deseo de fuga de la cárcel mental a través del consumo de químicos.

Siete galardones en los Premios del Cine Independiente Británico y un premio en Sundance provocaron la ruptura de las fronteras de su fama. Aunque no previeron tal tamaño de proyección, ‘Kneecap’ se anticipó a través de su película al doble filo que la fama presentaba ante ellos. En un fragmento de la película, narran en primera persona lo siguiente: “En Irlanda hay 80.000 hablantes nativos de irlandés, solo 6000 de ellos viven en el norte de Irlanda. De ellos, tres nos hemos convertido en raperos. No sé si nos hemos convertido en famosos por talento, o si solo ha sido suerte. Es raro convertirte en famoso cuando vienes de un lugar donde ni siquiera querían que existieras”.

En el uso de la virtud, la banda no presenta sus principales propósitos. Sus letras no intentan ser conmovedores himnos políticos, sino más bien reformular la idea del ‘storytelling’ de la tradición de canción rebelde irlandesa o la de nombres de mayor trascendencia internacional, como el de Sinead O’Connor, para reconfigurarla a través de las licencias literarias que admitan el rap, el ‘grime’ o el ‘breakbeat’. Su potencial se encuentra en la evidente energía juerguista incendiaria, que recuerda al ejemplo más próximo de Chill Mafia. Sin embargo, las posiciones políticas de Kneecap superan la postura superficial de la rendición de cuentas frente al nicho de audiencia, dotando a su música el valor trascendental de implicarse en su tiempo y lugar.  

“A veces el cambio llega como un ruido de fondo. Como una roca empujada por un acantilado que no se puede controlar, pero al caer va a chocar contra algo y te puedo asegurar que lo destrozará”

Fragmento de ‘Kneecap’, película de 2024 dirigida por Rich Peppiatt

Conforme a su crecimiento, Kneecap ha ido acumulando amenazas en diferentes frentes a su propuesta con independencia de su éxito cinematográfico. Un año antes de ello, la banda solicitó una ayuda pública para la promoción de artistas en el exterior financiada por la British Phonographic Industry. La ayuda sería concedida hasta el momento en que Kemi Badenoch, Secretaria de Estado de Comercio Internacional, cargo del entonces gobierno conservador y actual líder de los ‘tories’, se involucrase deliberadamente en que la banda no recibiera dicha ayuda por “tener letras antibritánicas”. Ante tal agravio, Kneecap reclamaron su derecho a obtener la ayuda, ganando el juicio. Este sería el primer aviso de lo que ha ido escalando hacia una caza mayor de su discurso político.

En base a una tirada de archivo de sus actuaciones a partir del escándalo generado en Coachella, Kneecap ha sido motivo de comentario de tertulias televisivas de la altura del polemista británico Piers Morgan dando foco a los respingos de Sharon Osbourne, Fox News, o del antaño miembro de Sex Pistols John Lydon dando lecciones de moral desde un equivalente del patrio Espejo Público llamado ‘Good Morning Britain’. 

Sharon Osbourne en el programa ‘Piers Morgan, Uncensored’ demostrando que todavía no ha entendido la canción de Black Sabbath ‘War Pigs’.

Si las palabras “el único tory bueno es el tory muerto, mata a tu parlamentario local” o las celebraciones por la muerte de Margaret Thatcher sobrepasaron el límite de transgresión para estos miembros de la comisión del ‘salseo’ de media hora de Twitter y televisión, para otras han encontrado una respuesta más preocupante desde el ámbito jurídico. En el reciente 21 de mayo, Mo Chara fue acusado formalmente por la policía londinense de un delito de “ofensa terrorista”, tras haber mostrado una bandera de Hezbollah durante un concierto en la ciudad en noviembre de 2024.

Entre la corriente mediática y los cargos judiciales, han visto seriamente afectada la continuidad de su gira, por la que no parece asegurado en qué fechas serán capaces de aparecer en función de los boicots y posicionamientos de los diferentes actores de la industria musical de las islas. Si cuatro días después de hacerse pública la acusación Kneecap pudieron saltar al escenario del ‘Wide Awake Festival’ de Londres, en otro sentido, ya se anunció desde el festival ‘TRNSMT’ en Glasgow que quedaban fuera del cartel para el 11 de julio, alegándose “razones de seguridad”.

Frente al despliegue de persecución y control de la narrativa, Kneecap, bajo el apoyo de bandas como Massive Attack, Fontaines D.C., Primal Scream, Pulp o The Murder Capital, lanzó un comunicado en respuesta a la imputación judicial titulado ‘Kneecap are not the story’. Ellos declaran que, en mitad de este “carnaval de distracción”, desde esferas de poder y de mayor responsabilidad política que la de una banda de música, se alimenta la impunidad con la que las tropas israelíes cometen un genocidio sobre el pueblo palestino.

En una actualidad musical inundada de consumo de ‘experiencias’ históricas y ausente de manifiestos, Kneecap recuerda la imposibilidad de poner un foso ético entre lo que sucede sobre las tablas del escenario, rodeadas de logos que convierten la música en ‘branded content’, y la realidad más hostil. Ante la posición de sus contrarios, Kneecap, como símbolo de militancia política desde las artes, deberá decidir si sigue siendo un intruso en el circuito oligopolístico de festivales y giras, o si su lugar está en la alternativa de las trayectorias paralelas al uso de la cultura como rehén.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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