¿Quién sería capaz de atreverse a juzgar a alguien reconociéndose débil y celebrando su resiliencia? Siendo esa la premisa fundamental de la intención creativa, ¿quién puede estar en contra de eso? Pues sí, habrá que discernir entre verdad y mentira o negocio y pensamiento mágico dentro de los ‘retiros’ de los artistas de la industria.
Hasta no hace tanto parecía posible proyectarse hasta la extenuación, estar al pie del cañón de la economía de la atención y nunca bajarse. Entregarse a la hiperpresencialidad, la sobreestimulación y a la concepción posibilista en internet de que más es mejor. Pero las mentes y los cuerpos se agotan: los de los artistas que empalman giras y promociones durante años y los de los seguidores que se saturan del ritmo de ‘singles’, ‘focus tracks’, ‘remixes’ y ‘featurings’ algorítmicos. Es hora de recogerse; ‘The party is over’.
Está ‘subway take’ no hubiese sido posible quince años atrás, en la época en la que los ‘aftermovies’ del Tomorrowland y ‘Project X’ eran objetos de culto para una generación enganchada al ‘drop’ eterno del EDM y ‘trends’ como el ‘Harlem Shake’ que describieron una época en la que la fiesta era el medio y el fin en sí mismo.
Esta progresión del ciclo festivo de reventar, pasar la resaca y repetir ha cedido ante otras pasiones y aspiraciones de las que el nuevo estrellato comienza a presumir para también definir un cambio completo de época. Diversos referentes del panorama nacional han comenzado a exhibir su estado de salud físico y mental como parte de la conversación social en favor de su demostración de alineamiento con su propósito de éxito.

La música de la negación eufórica exprimía los cuerpos en base a que “los límites entre el trabajo y el ocio están borroneados por el requerimiento de que estemos siempre conectados”1. El signo de una época -con la ‘brat era’ como epitafio- se topa ante su reforma, una nueva forma de ostentación: La de quedarse en casa, borrarse las publicaciones de Instagram en las que espontáneamente buscaste tu pico de dopamina y desaparecer de todas las fiestas porque no hace falta construir más networking. La fama amenazó con consumirlo, por eso el artista ‘maldito’ floreció como gurú del despertar del cuerpo como templo del alma.
En respuesta al cambio de ciclo, máximos referentes del contexto ‘pop’ han realizado una lectura cultural del momento y, con mayor o menor honestidad, han intentado renovar su posición de poder en la industria.

En su regreso al circuito promocional, Quevedo entregaría en diciembre de 2024 más de una hora de entrevista para ‘El Club de la Corchea’ -podcast de actualidad sobre la escena urbana musical- en cuyo minuto 3 este foro sentaba en el centro de conversación la cuestión de cuántos kilos era capaz de levantar Quevedo en ‘press banca’, de donde surge la pregunta de su conductor: “¿ahora cuánto tiempo llevas de gym y demás…de cambio?”. En su año de ascetismo, Quevedo dio un único concierto que generó reacciones unánimes sobre esta excepcional aparición:

“Yo sabía que algo iban a decir. Además yo también salí con un outfit en el que quería que se notara el cambio” explicaba el artista en el mismo medio. Su año de descanso tenía una certificación de que no era un tiempo improductivo a través de su ‘glow up’. “En la música es algo es algo en lo que hay que priorizarse a uno mismo. (...) Hay algo que tienes que cuidar para también rendir en lo profesional”.
Continuando su estrategia de ‘rollout’, Quevedo también elegía conversar de igual a igual con Ibai, escenificando un encuentro empático entre empresarios de éxito que atravesaban un trance similar: el de salvar su salud física y mental una vez alcanzado el ‘burnout’ por la ‘rueda del éxito’. Delaossa, en febrero de este mismo 2025, encontraba su espejo en una conversación similar. En su caso, trataría con ‘Xokas’, un creador de contenido con el que comparte vivencias de éxito profesional, reconfiguración de rutinas y trabajo contra la ‘drogodependencia’. El rapero malagueño confesaba en este espacio de charla la construcción de su nuevo álbum, ‘La Madrugá’ en el punto de partida de su paso por un centro de desintoxicación.
De nuevo, la experiencia terapéutica fragua una narrativa de éxito. Delaossa lee la siguiente nota de su móvil para Xokas y su audiencia:
“He empezado este disco sintiéndome muy solo, fuera de mi hogar, lejos de mi gente, con problemas de autoestima y casi en depresión. Busco creatividad y no la encuentro, quiero amanecer y no sé cómo hacerlo. Quiero hacer el mejor disco de mi carrera y no entiendo cómo empezar. Estoy solo, borracho y drogado, queriendo escribir pero no sé sobre qué hacerlo. Es frustrante. Acabo de empezar este disco”
La manera en la que la abundancia se dibuja sana, en lugar de un éxito enfermo de tentaciones que provoca la corrupción de la persona, es a través de una versión adaptada de los significantes de bienestar de lo que en otras latitudes y con unas particularidades más nocivas -hola, Llados Fitness- se reconoce como Teología de la Prosperidad.
Fuck it, eso me da lástima
La rueda del falso éxito y la vida rápida, empezó a ser problemática
Ya me pasa'o el party, ya es hora de pasar página
Ahora ella me da cabeza en casa y la grabo en la handycam
Me hacía falta un respiro, otra perspectiva
Hacer una criba de amigos, sanarme con mi familia
Este año es pa' cuidarme y pa' curarme la rodilla
Y acabar La Madrugá, amén, que Dios nos bendiga
‘Nueva Season’, Delaossa (2025)
Sin embargo, ante la máxima de condensar éxito con bienestar, o en contrastar el privilegio de la deidad inundada en acólitos y seguidores con una humildad ‘papal’, vence ante cualquier otro ejemplo la creación audiovisual para la plataforma de video ‘Netflix’ llamada ‘Aitana: Metamorfosis’, estrenada el 28 de febrero de 2025. En ella, se realiza una planificación de deconstrucción de la artista inmaculada. En una búsqueda de tensión cinematográfica, se induce a una dirección exageradamente pautada por plasmar un perfil de ‘malditismo’ en una figura del entretenimiento tan unidimensional como es Aitana Ocaña.
Antes de haber buscado el retorno hacia el centro de sus ejes de armonía, Aitana buscaba sofocar sus problemas en torno a excesos de exigencias profesionales, además de un cuadro psicológico de hipocondría. Mediante la sanación de una astróloga y gurú que le indicó realizar su ‘revolución solar’ en el día de su cumpleaños, ella buscaría manifestar un año de salud y éxito en Yakarta, Indonesia. Finalmente, cambió de parecer y, pese a haber comprado el billete de vuelo para pasar un día a más de 12.000 kilómetros de su casa, decidió perder ese vuelo.
“Hola, creo que desde el momento en el que decidí hacer un documental es bastante importante contar en todo momento cómo te sientes. Me siento muy vulnerable compartiendo esto, pero llevo un mes muy triste. Me cuesta mucho entrenar, leerme un libro, ver una película. Me cuesta mucho ir a trabajar. Da miedo que no sea temporal, el estar triste. Da miedo que ya no me ilusione con lo que hago. Supongo que es simplemente una etapa y se pasará”.

En la cuesta hacia abajo de seis episodios hacia el colapso emocional por estrés, Aitana entrega en el último de sus capítulos un nada sorprendente viaje ascético como fórmula definitiva de sanación. Se observa cómo se enlazan imágenes en las que Aitana realiza clases de cerámica, sale a correr, cocina alimentos frescos, reconoce el inicio de un tratamiento con un psiquiatra, escribe y se relaciona con los paisajes vírgenes de Lanzarote. El protocolo de desconexión digital cae en la paradoja de ser documentado y empaquetado para un espectador.
El cuerpo ha pasado de ser un elemento a exprimir hasta la destrucción a una herramienta para la construcción de disciplina, orden, estoicismo y guiños de pensamiento mágico y religioso. La nueva ostentación permite seguir siendo un objeto de deseo, pero no ser un sujeto débil ante los placeres sencillos: la dopamina inmediata del posteo continuo en redes se transforma en una versión más selectiva y convencional de los movimientos marketinianos, las apariciones en eventos y reservados desaparecen en favor de rutinas de gimnasio, marcas personales en Strava y los retiros al campo -salir en un post de la Bresh hace tiempo que te delata como ‘charca’-.
También la degradación de internet como un espacio hostil y un algoritmo errante del que desconfiar está eliminando el peso de la cantidad de contenido en la red en favor de la calidad para la construcción de marca y las estrategias de lanzamiento. El analista cultural y consultor de estrategia de marca Eugene Healy (@eugbrandstrat) defiende una posición respecto al internet actual por la que “el mayor privilegio en la cultura de la sobreexposición es ser invisible”. La sobreexposición ahora mismo es síntoma de caos, de dependencia por pujar en la economía de la atención e incluso de vulgaridad.
Esta hornada de jóvenes artistas -llama la atención mostrarse de vuelta de todo con 23, 25 o 32 años- cumple con su ciclo particular de confesión y redención. Expone su vulnerabilidad, sale del foco para tomar control de su narrativa, construye un antagonista -su personaje mediático-, para poder moldear su imagen y alinear lo personal con el éxito profesional. En todos los casos, se descubre que el retiro es algo más parecido a una época de barbecho promocional que una amenaza real de descarrilamiento de la industria. Se estira una incertidumbre sobre la cual, la imagen renovada -el cuerpo normativo entendido como sano- es la prueba que manifiesta el nuevo éxito que brindar.

“Cuando eres un personaje así no hay espacio para que estés así, porque eres famosa, porque eres rica ¿Cómo vas a ser vulnerable? Yo el otro día le decía ‘ahora dentro de ser perfecta es que seas vulnerable”2
Nuria Andreu, mánager de Aitana, en ‘Aitana: Metamorfosis’.
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1Mark Fisher, ‘Los fantasmas de mi vida. Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos’.
2 Dias después del lanzamiento del documental, se conoció que habría sido despedida.