Mercados predictivos, Nostradamus y la Segunda Ola de los Cryptobros

Por
Raül López
17/11/2025

Llevo dos años siguiendo la pista a la plataforma Polymarket. Pronostico que tendremos una Segunda Ola de Cryptobros a-la-NFT, pero mucho más tóxica y llena de estafas.

Evento relacionado
al
·

Algo que disfruto mucho de las catástrofes mundiales es que, cada vez que una noticia de índole global sacude el mundo, alguien encuentra un tweet donde un colgado lo predecía con escalofriante detalle años antes:

Tras un breve instante de elevación espiritual regreso al suelo con renovada admiración por dos conceptos recurrentes en mi cabeza: el survivor bias – no pondré la imagen de la avioneta – y el Teorema de los Monos Infinitos.

Cada diciembre, millones de boomers participan en el sorteo del Gordo de la Lotería. A su vez, miles de usuarios algo más jóvenes participan en una tradición española mucho más importante anunciando su Necroporra para el año siguiente en redes sociales. Consiste en nombrar unas cuantas celebridades que, o bien por edad, o bien por estilo de vida, o bien por pura inquina, creemos que van a fallecer durante los próximos doce meses. Alguno lo confunde con su carta a los Reyes Magos. Muchos de los aciertos de la quiniela fúnebre de este año han sido Jean-Marie Le Pen, el Papa Francisco o Tejero.

Total, que llevo dos años siguiendo la pista a la plataforma Polymarket. Inicialmente, por curiosidad tecnológica y social. Actualmente, como algo que debo mantener a un crucifijo de distancia. Polymarket es un mercado predictivo donde sus usuarios pueden comprar “acciones” de un evento cuyo precio está atado a la probabilidad consensuada de que dicho evento ocurra.

La variedad de eventos roza lo macabro. La gente puede apostar diariamente a si habrá un bombardeo sobre Gaza ese día, si nos invadirán los aliens antes de que acabe el año o si aparecerá una sex-tape de Trump antes de que acabe el mes. La frivolidad empala el sentido común.

 

Sobre el papel, diré, hay cosas que me parecen atractivas. ¿Un termómetro democrático de posibles eventos cercanos? ¿Sin manipulación de los grandes medios? ¿The ultimate Ferreras’ kink?

 

Años de estar pegado a la pantalla le dan a uno una especie de sexto sentido para los eventos canónicos de nuestro país. Poder pagarme una mariscada acertando cuándo lanzará el PSOE su siguiente cortina de humo tras un escándalo es algo supuestamente divertido que jamás haré. O incluso permitiría capitalizar ese mindset tan extendido de que nothing ever happens.

 

El problema, ahora bien, es evidente: los mecanismos para ahogar a la clase obrera no se crean ni se destruyen, sólo se retuercen tecnológicamente. Los mercados predictivos son la intersección de las casas de apuestas con el mercado bursátil. El ludópata profesional, el del turno partido en la máquina tragaperras del bar con barra de zinc, evolucionó al adicto al póker online y apuestas deportivas durante la última década. Su gremio creció en número y jornada laboral, bajando gravemente en edad media. Ahora, está brotando una plataforma dónde ya ni siquiera se le exigiría estar al corriente de qué jugadores de la segunda división serbia están lesionados, si no que se le permitiría utilizar su intuición para absolutamente cualquier cosa, cualquier día y a cualquier hora. La última casa de apuestas.

 

Por suerte para ellos, Mamá Europa y su regulacionismo nos protegen – un poco – de la tecnosfera – en comparación con otros países, claroi. En España, por ejemplo, cae legalmente en una zona gris vasco y se exige la verificación KYC (Know Your Customer – una forma de identificarte nominalmente cuando utilizas plataformas digitalesii) para poder operar en Polymarket.

 

Durante las elecciones a la alcaldía de Nueva York, Polymarket agresivizó su estrategia en redes dejando claro su objetivo demográfico principal: el hombre joven, descontento y solitario. Parece que hay unos cuantos.

 

Una estética y lenguajes sutiles – a veces – pero ya reconocibles, que nos recuerdan a ciertas cuentas españolas “de las que te hacen pensar” o (y digo esto muy personalmente) a la PopCrave.

 

La forma de depositar, operar y retirar fondos en los mercados predictivos es – 😮 – con criptomonedas (el blockchain de Polygon en este caso). De nuevo, no puedo negar los aromas dulces que desprende este modelo: operaciones anónimas pero transparentes, seguras, sin intermediarios y agnósticas de cualquier entidad. El llamado trustware. Pero, una vez más, la historia y la deriva sloppera de Polymarket nos enseñan que cualquier tesis tecnológica flaquea ante la avaricia humana.

 

Lo que temo, auguro, pronóstico y abiertamente predigo aceptando cualquier cuota es lo siguiente: en cuanto la tecnología y su popularidad estén asimiladas (ya han firmado muchos acuerdos con grandes empresas como Google y tienen usuarios de la corte de Tom Brady o Elon Musk), tendremos una Segunda Ola de Cryptobros a-la-NFT, pero mucho más tóxica y llena de estafas. España tiene el caldo de cultivo idóneo. Me imagino a cierto streamer en directo diciéndole a su chat que apuesten ahora mismo sobre si creen que va a pasarse el próximo nivel de un videojuego (siendo capaz de actuar [¡nada lo impide!] a favor o en contra de eso, efectivamente especulando sobre si mismo). Me imagino los lunes noche con miles de adolescentes apostando sobre las expulsiones de Operación Triunfo. Me imagino, cómo le dije a Fer hace unos meses, que pronto la gente podrá “invertir” en influencers, en función de si creen que van a tener éxito o no, una especie de patronaje para financiar sus recursos (editores de vídeo, viajes, colaboraciones…). Y me cuesta muy poco imaginar cómo un par de improbables casos de éxito asegurarán a millones de jóvenes españoles que pueden llegar a comprarse una vivienda digna apostando sobre eventos de su día a día. ¿Acaso no solemos repetir que a España no te la acabas nunca?

 

 

---

i Polymarket fue baneado en Estados Unidos en 2022. Ahora parece que, m á g i c a m e n t e, pronto podrá volver a operar

ii Esto, a su vez, podría conllevar en el futuro otros problemillas. ¿Apostaste a que X partido perdería las elecciones y las ha ganado? Whoops, ostracismo digital. Véase también: el país entero de China.

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Algo que disfruto mucho de las catástrofes mundiales es que, cada vez que una noticia de índole global sacude el mundo, alguien encuentra un tweet donde un colgado lo predecía con escalofriante detalle años antes:

Tras un breve instante de elevación espiritual regreso al suelo con renovada admiración por dos conceptos recurrentes en mi cabeza: el survivor bias – no pondré la imagen de la avioneta – y el Teorema de los Monos Infinitos.

Cada diciembre, millones de boomers participan en el sorteo del Gordo de la Lotería. A su vez, miles de usuarios algo más jóvenes participan en una tradición española mucho más importante anunciando su Necroporra para el año siguiente en redes sociales. Consiste en nombrar unas cuantas celebridades que, o bien por edad, o bien por estilo de vida, o bien por pura inquina, creemos que van a fallecer durante los próximos doce meses. Alguno lo confunde con su carta a los Reyes Magos. Muchos de los aciertos de la quiniela fúnebre de este año han sido Jean-Marie Le Pen, el Papa Francisco o Tejero.

Total, que llevo dos años siguiendo la pista a la plataforma Polymarket. Inicialmente, por curiosidad tecnológica y social. Actualmente, como algo que debo mantener a un crucifijo de distancia. Polymarket es un mercado predictivo donde sus usuarios pueden comprar “acciones” de un evento cuyo precio está atado a la probabilidad consensuada de que dicho evento ocurra.

La variedad de eventos roza lo macabro. La gente puede apostar diariamente a si habrá un bombardeo sobre Gaza ese día, si nos invadirán los aliens antes de que acabe el año o si aparecerá una sex-tape de Trump antes de que acabe el mes. La frivolidad empala el sentido común.

 

Sobre el papel, diré, hay cosas que me parecen atractivas. ¿Un termómetro democrático de posibles eventos cercanos? ¿Sin manipulación de los grandes medios? ¿The ultimate Ferreras’ kink?

 

Años de estar pegado a la pantalla le dan a uno una especie de sexto sentido para los eventos canónicos de nuestro país. Poder pagarme una mariscada acertando cuándo lanzará el PSOE su siguiente cortina de humo tras un escándalo es algo supuestamente divertido que jamás haré. O incluso permitiría capitalizar ese mindset tan extendido de que nothing ever happens.

 

El problema, ahora bien, es evidente: los mecanismos para ahogar a la clase obrera no se crean ni se destruyen, sólo se retuercen tecnológicamente. Los mercados predictivos son la intersección de las casas de apuestas con el mercado bursátil. El ludópata profesional, el del turno partido en la máquina tragaperras del bar con barra de zinc, evolucionó al adicto al póker online y apuestas deportivas durante la última década. Su gremio creció en número y jornada laboral, bajando gravemente en edad media. Ahora, está brotando una plataforma dónde ya ni siquiera se le exigiría estar al corriente de qué jugadores de la segunda división serbia están lesionados, si no que se le permitiría utilizar su intuición para absolutamente cualquier cosa, cualquier día y a cualquier hora. La última casa de apuestas.

 

Por suerte para ellos, Mamá Europa y su regulacionismo nos protegen – un poco – de la tecnosfera – en comparación con otros países, claroi. En España, por ejemplo, cae legalmente en una zona gris vasco y se exige la verificación KYC (Know Your Customer – una forma de identificarte nominalmente cuando utilizas plataformas digitalesii) para poder operar en Polymarket.

 

Durante las elecciones a la alcaldía de Nueva York, Polymarket agresivizó su estrategia en redes dejando claro su objetivo demográfico principal: el hombre joven, descontento y solitario. Parece que hay unos cuantos.

 

Una estética y lenguajes sutiles – a veces – pero ya reconocibles, que nos recuerdan a ciertas cuentas españolas “de las que te hacen pensar” o (y digo esto muy personalmente) a la PopCrave.

 

La forma de depositar, operar y retirar fondos en los mercados predictivos es – 😮 – con criptomonedas (el blockchain de Polygon en este caso). De nuevo, no puedo negar los aromas dulces que desprende este modelo: operaciones anónimas pero transparentes, seguras, sin intermediarios y agnósticas de cualquier entidad. El llamado trustware. Pero, una vez más, la historia y la deriva sloppera de Polymarket nos enseñan que cualquier tesis tecnológica flaquea ante la avaricia humana.

 

Lo que temo, auguro, pronóstico y abiertamente predigo aceptando cualquier cuota es lo siguiente: en cuanto la tecnología y su popularidad estén asimiladas (ya han firmado muchos acuerdos con grandes empresas como Google y tienen usuarios de la corte de Tom Brady o Elon Musk), tendremos una Segunda Ola de Cryptobros a-la-NFT, pero mucho más tóxica y llena de estafas. España tiene el caldo de cultivo idóneo. Me imagino a cierto streamer en directo diciéndole a su chat que apuesten ahora mismo sobre si creen que va a pasarse el próximo nivel de un videojuego (siendo capaz de actuar [¡nada lo impide!] a favor o en contra de eso, efectivamente especulando sobre si mismo). Me imagino los lunes noche con miles de adolescentes apostando sobre las expulsiones de Operación Triunfo. Me imagino, cómo le dije a Fer hace unos meses, que pronto la gente podrá “invertir” en influencers, en función de si creen que van a tener éxito o no, una especie de patronaje para financiar sus recursos (editores de vídeo, viajes, colaboraciones…). Y me cuesta muy poco imaginar cómo un par de improbables casos de éxito asegurarán a millones de jóvenes españoles que pueden llegar a comprarse una vivienda digna apostando sobre eventos de su día a día. ¿Acaso no solemos repetir que a España no te la acabas nunca?

 

 

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i Polymarket fue baneado en Estados Unidos en 2022. Ahora parece que, m á g i c a m e n t e, pronto podrá volver a operar

ii Esto, a su vez, podría conllevar en el futuro otros problemillas. ¿Apostaste a que X partido perdería las elecciones y las ha ganado? Whoops, ostracismo digital. Véase también: el país entero de China.

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