Perderse en Girona (y no volver)

Se me ocurrió hacer una selección de lugares con alma que salpicaran la comarca.

Evento relacionado
al
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No sabía que el nombre de Girona venía del término ibérico Gerunda y que aludía a una ciudad “sobre una roca” o “en lo alto” de ella. Roma lo heredó, y el idioma actual apenas lo ha tocado. Girona (Gerona) es, desde hace años, mi segundo hogar. Una de mis rutinas preferidas cuando estoy por la zona es subir a pie la montaña de Torroella y sentarme en lo alto de uno de los torreones del castillo que miran al mar. Allí leo, medito, escucho música o simplemente observo en silencio las Illes Medes. Hace unos meses, en una de esas tardes en que el mundo se ordena solo, se me ocurrió hacer una selección de lugares con alma que salpicaran la comarca. La idea nació en la cima de una montaña que para mí es “casa”, una pequeña atalaya a la que vuelvo siempre que necesito espacio propio.

Igual que uno se siente más uno mismo en un color que le gusta —como decía Verner Panton—, con los lugares pasa exactamente lo mismo. Los neurocientíficos aseguran que ser conscientes de la belleza del entorno reduce el estrés, mejora la salud e incluso puede prolongar la vida. Razón de más para compartir esta pequeña constelación de sitios bellos, cuidados y cargados de buena vibra.

Arkhe (Pals) — Un hotel boutique pensado para la calma

Arkhé es un proyecto familiar que ha convertido varias casas del casco antiguo de Pals en un refugio de seis suites donde la estética limpia, la calma y la alimentación consciente van de la mano. Martí, su propietario, defiende la idea de healthy stay: desayunos cuidados, detalles de bienestar y una narrativa que celebra la armonía entre diseño, arte y paisaje. Su aportación al territorio es doble: recuperar la arquitectura tradicional y ofrecer una alternativa turística más sosegada y de calidad dentro del Empordà. Me gusta pensar que Pals fue decisiva en la vida y la inspiración literaria de Josep Pla: su refugio natural para practicar, con total entrega, la vida lenta.


Mas Oms (Montnegre) — Una masía ecológica entre mar y montaña

Mas Oms, masía del siglo XIV, renace en manos de Céline y Julien como un hotel rural ecológico donde todo gira en torno a la huerta, la calma y el respeto por el entorno de Les Gavarres. Los desayunos caseros —que te prepara la propia familia— son un ritual en sí mismos, igual que las cenas en directo del chef Alex Caldero, que cambia el menú a diario según lo que encuentra en la huerta y el mercado. Erica Jong decía que “el arte es siempre un intercambio de energía”; en Mas Oms esa energía circula con generosidad. Es el ejemplo perfecto de que los lugares los hacen las personas: sin la familia que lo habita, este proyecto no tendría la misma alma.


Castell Vallgornera (Peralada) — Historia que vuelve a abrirse

El castillo de Vallgornera, con raíces medievales y una fuerte vinculación familiar, renace como hotel boutique que combina legado histórico, piezas originales y una puesta en escena contemporánea. A las puertas de Peralada, es un refugio ideal para huir del ruido: leer horas junto a la piscina, abrir una botella de vino en el patio interior y dejar que anochezca sin relojes.


Can Bassa (Madremanya) — Una masía familiar, un refugio en el Empordà

Can Bassa, masía rehabilitada y gestionada desde la cercanía, ofrece habitaciones y casas rurales con vistas al campo y un espíritu profundamente ligado al encanto medieval de Madremanya. Pedro e Isabel cuidan cada detalle: los desayunos bajo las bóvedas, las recomendaciones personalizadas, la sensación de que el tiempo aquí corre distinto. Un paseo en bici por los pueblos cercanos, una comida donde ellos te indiquen, un baño de última hora en la “bassa”, un libro en el jardín al atardecer… No hay excusa ni fallos: esta escapada es obligatoria.


Casa Merceditas (Corçà) — La hospitalidad de pueblo más auténtica

En plena trama histórica de Corçà, Casa Merceditas —una casa centenaria rehabilitada por Cecilia— apuesta por preservar muros, atmósfera y esencia. Las habitaciones llevan nombres de arquitectas icónicas y la filosofía es clara: alojar al viajero como un vecino más. Silencio, buen desayuno y mucha cercanía. Su valor está en conservar el tejido tradicional y ofrecer una experiencia genuina del Baix Empordà, lejos del turismo de masas. Aquí lo de sentirse “como en casa” es literal.


Puig Francó (Camprodon) — Hotel, trial y paisaje pirenaico

En la Vall de Camprodon, Puig Francó combina hotel boutique, restaurante y una marcada vocación deportiva vinculada al trial y al motor. Karin y Alejandro, que retoman el proyecto familiar, aportan nueva energía y estrenan equipo en el restaurante Mític, donde probamos un arroz memorable de la mano de Silvia y Montse. Desde la habitación viví uno de los amaneceres más bellos que recuerdo, seguramente frecuente, dada la panorámica privilegiada del hotel.


Mas del Sol (Vall-llobrega) — El templo del sol

En plena Costa Brava, esta masía convertida en boutique hotel celebra el jardín, la piscina y la gastronomía local. El confort rústico marca el tono, junto a actividades que invitan a desconectar entre viñas y paisaje agrícola. Su aportación al territorio es clara: un turismo experiencial que une costa y campo y que impulsa el producto local. La arquitectura da protagonismo a los espacios comunes —el jardín y la piscina— para disfrutar de la luz y la vida exterior durante todo el día.


Casa Oliver (Cervià de Ter) — Una casa de ensueño

Casa Oliver es una casa histórica rehabilitada con mimo para acoger familias o grupos de amigos. Su propuesta mezcla diseño, calidez y versatilidad: retiros, encuentros, celebraciones o, simplemente, un fin de semana de pausa absoluta. Seis habitaciones, dos salones, un jardín con piscina y una preciosa casa de cristal para practicar yoga al amanecer o montar una cena comunal. Perfecta para reunir a esos amigos que ves menos de lo que te gustaría, o para una escapada familiar sin prisa y sin necesidad de salir de allí.


Offgrid Girona (La Garrotxa / Beuda) — Desconexión contemporánea y sostenibilidad

Offgrid nace como refugio rústico-lujoso diseñado por Gerard Greene y su equipo para ofrecer desconexión real en La Garrotxa: sostenibilidad, diseño y gastronomía local en una masía restaurada con filosofía slow y comunitaria. Sencillez bien entendida, actividades al aire libre y una mirada profunda hacia el paisaje. El aperitivo al atardecer junto a la piscina fue uno de los momentos más bonitos del día; después, ya con frío, entramos en el salón para disfrutar de un festín comunal preparado por el chef. Otro gran secreto en el que perderse todos los días que uno pueda.

Este último hotel resume, incluso en su nombre, la intención de la mayoría: Offgrid es una declaración de intenciones. Pienso en las palabras de Whitney Goodman, que propone dejar de perseguir la felicidad para ser más felices. Cada uno conecta, desconecta o reconecta a su manera; estos lugares solo facilitan que hacerlo sea un poco más sencillo.

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No sabía que el nombre de Girona venía del término ibérico Gerunda y que aludía a una ciudad “sobre una roca” o “en lo alto” de ella. Roma lo heredó, y el idioma actual apenas lo ha tocado. Girona (Gerona) es, desde hace años, mi segundo hogar. Una de mis rutinas preferidas cuando estoy por la zona es subir a pie la montaña de Torroella y sentarme en lo alto de uno de los torreones del castillo que miran al mar. Allí leo, medito, escucho música o simplemente observo en silencio las Illes Medes. Hace unos meses, en una de esas tardes en que el mundo se ordena solo, se me ocurrió hacer una selección de lugares con alma que salpicaran la comarca. La idea nació en la cima de una montaña que para mí es “casa”, una pequeña atalaya a la que vuelvo siempre que necesito espacio propio.

Igual que uno se siente más uno mismo en un color que le gusta —como decía Verner Panton—, con los lugares pasa exactamente lo mismo. Los neurocientíficos aseguran que ser conscientes de la belleza del entorno reduce el estrés, mejora la salud e incluso puede prolongar la vida. Razón de más para compartir esta pequeña constelación de sitios bellos, cuidados y cargados de buena vibra.

Arkhe (Pals) — Un hotel boutique pensado para la calma

Arkhé es un proyecto familiar que ha convertido varias casas del casco antiguo de Pals en un refugio de seis suites donde la estética limpia, la calma y la alimentación consciente van de la mano. Martí, su propietario, defiende la idea de healthy stay: desayunos cuidados, detalles de bienestar y una narrativa que celebra la armonía entre diseño, arte y paisaje. Su aportación al territorio es doble: recuperar la arquitectura tradicional y ofrecer una alternativa turística más sosegada y de calidad dentro del Empordà. Me gusta pensar que Pals fue decisiva en la vida y la inspiración literaria de Josep Pla: su refugio natural para practicar, con total entrega, la vida lenta.


Mas Oms (Montnegre) — Una masía ecológica entre mar y montaña

Mas Oms, masía del siglo XIV, renace en manos de Céline y Julien como un hotel rural ecológico donde todo gira en torno a la huerta, la calma y el respeto por el entorno de Les Gavarres. Los desayunos caseros —que te prepara la propia familia— son un ritual en sí mismos, igual que las cenas en directo del chef Alex Caldero, que cambia el menú a diario según lo que encuentra en la huerta y el mercado. Erica Jong decía que “el arte es siempre un intercambio de energía”; en Mas Oms esa energía circula con generosidad. Es el ejemplo perfecto de que los lugares los hacen las personas: sin la familia que lo habita, este proyecto no tendría la misma alma.


Castell Vallgornera (Peralada) — Historia que vuelve a abrirse

El castillo de Vallgornera, con raíces medievales y una fuerte vinculación familiar, renace como hotel boutique que combina legado histórico, piezas originales y una puesta en escena contemporánea. A las puertas de Peralada, es un refugio ideal para huir del ruido: leer horas junto a la piscina, abrir una botella de vino en el patio interior y dejar que anochezca sin relojes.


Can Bassa (Madremanya) — Una masía familiar, un refugio en el Empordà

Can Bassa, masía rehabilitada y gestionada desde la cercanía, ofrece habitaciones y casas rurales con vistas al campo y un espíritu profundamente ligado al encanto medieval de Madremanya. Pedro e Isabel cuidan cada detalle: los desayunos bajo las bóvedas, las recomendaciones personalizadas, la sensación de que el tiempo aquí corre distinto. Un paseo en bici por los pueblos cercanos, una comida donde ellos te indiquen, un baño de última hora en la “bassa”, un libro en el jardín al atardecer… No hay excusa ni fallos: esta escapada es obligatoria.


Casa Merceditas (Corçà) — La hospitalidad de pueblo más auténtica

En plena trama histórica de Corçà, Casa Merceditas —una casa centenaria rehabilitada por Cecilia— apuesta por preservar muros, atmósfera y esencia. Las habitaciones llevan nombres de arquitectas icónicas y la filosofía es clara: alojar al viajero como un vecino más. Silencio, buen desayuno y mucha cercanía. Su valor está en conservar el tejido tradicional y ofrecer una experiencia genuina del Baix Empordà, lejos del turismo de masas. Aquí lo de sentirse “como en casa” es literal.


Puig Francó (Camprodon) — Hotel, trial y paisaje pirenaico

En la Vall de Camprodon, Puig Francó combina hotel boutique, restaurante y una marcada vocación deportiva vinculada al trial y al motor. Karin y Alejandro, que retoman el proyecto familiar, aportan nueva energía y estrenan equipo en el restaurante Mític, donde probamos un arroz memorable de la mano de Silvia y Montse. Desde la habitación viví uno de los amaneceres más bellos que recuerdo, seguramente frecuente, dada la panorámica privilegiada del hotel.


Mas del Sol (Vall-llobrega) — El templo del sol

En plena Costa Brava, esta masía convertida en boutique hotel celebra el jardín, la piscina y la gastronomía local. El confort rústico marca el tono, junto a actividades que invitan a desconectar entre viñas y paisaje agrícola. Su aportación al territorio es clara: un turismo experiencial que une costa y campo y que impulsa el producto local. La arquitectura da protagonismo a los espacios comunes —el jardín y la piscina— para disfrutar de la luz y la vida exterior durante todo el día.


Casa Oliver (Cervià de Ter) — Una casa de ensueño

Casa Oliver es una casa histórica rehabilitada con mimo para acoger familias o grupos de amigos. Su propuesta mezcla diseño, calidez y versatilidad: retiros, encuentros, celebraciones o, simplemente, un fin de semana de pausa absoluta. Seis habitaciones, dos salones, un jardín con piscina y una preciosa casa de cristal para practicar yoga al amanecer o montar una cena comunal. Perfecta para reunir a esos amigos que ves menos de lo que te gustaría, o para una escapada familiar sin prisa y sin necesidad de salir de allí.


Offgrid Girona (La Garrotxa / Beuda) — Desconexión contemporánea y sostenibilidad

Offgrid nace como refugio rústico-lujoso diseñado por Gerard Greene y su equipo para ofrecer desconexión real en La Garrotxa: sostenibilidad, diseño y gastronomía local en una masía restaurada con filosofía slow y comunitaria. Sencillez bien entendida, actividades al aire libre y una mirada profunda hacia el paisaje. El aperitivo al atardecer junto a la piscina fue uno de los momentos más bonitos del día; después, ya con frío, entramos en el salón para disfrutar de un festín comunal preparado por el chef. Otro gran secreto en el que perderse todos los días que uno pueda.

Este último hotel resume, incluso en su nombre, la intención de la mayoría: Offgrid es una declaración de intenciones. Pienso en las palabras de Whitney Goodman, que propone dejar de perseguir la felicidad para ser más felices. Cada uno conecta, desconecta o reconecta a su manera; estos lugares solo facilitan que hacerlo sea un poco más sencillo.

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