Me marqué el propósito de escribir un texto al mes, para esta, nuestra revista/muestrario digital denominada Sustrato. Las últimas semanas ando laburando en plena campaña navideña como librera a tiempo completo, así que la exploración de mis acontecimientos, sensaciones, objetivos o efervescencias no cuenta con demasiado tiempo para ser relatadas. No atesoro ningún tema o secreción en el que revolcarme, más allá de un cansancio y de una última vuelta por mis errores del año. No consigo ejercer ingenio o esbozar algún crochet emocional-literario. Por lo tanto, he decidido elaborar un par de listas para ejecutar una clausura eficaz del 2025 y manifestar bonanza con alborozo para el 2026 a mi poco requerida opinión. Comenzaré con las cosas que he aprendido este año (quién dice aprender, puede intercambiarse por aceptar/resignarse y/o integrar. Carajo, los verbos en castellano ¿eh?).
Ahí les va, reitero:
Las 25 cosas (útiles y no tanto) que he aprendido este 2025.
1. Preparar una cena de tres platos distintos para 30 personas y acabar disfrutando en el intento. Importante, asumir que prefieres habitar los fogones y que la manera con la que menos me cuesta expresar ciertos afectos, se basa en alimentar en una cena con velas a lxs amigxs. ‘Dans ma chambre’ de Jarvis Cocker mientras caramelizo higos para ver si funcionan en el emplatado con las gildas clásicas, un trozo de emmental y chile de árbol. Atentxs, que se viene libro en 2026/2027 de entrevistas, estigmas y estofados. Primer aviso. También me obsequiaron por mi cumpleaños un curso de cocina Nikkei, ¿lo mejor de todo? Mi talento natural para limpiar y cortar pescado. Atisbamos nueva profesión por si el libro de cuentos o el de estofados/entrevistas resulta ser un fiasco.

2. Vender libros de gente que detesto, vender libros a gente que detesto. La profesión de librera reporta múltiples placeres, pero requiere de una técnica específica para no esbozar una cara de tubérculo cuando te piden una copia del necesario libro del emérito, un par de ejemplares de ese nuevo premio planeta o lo último de nuestro buen señoro, Pérez-Reverte. O el último de Soto Ivars. Mira para eso no me hables. Qué difícil convalidar una existencia como feminista jacobina y trabajadora de cara al público.

3. Cualquier nudo ansioso se deshace a través de un rajoteo en concreción y disección con una amiga que te ejecuta punción seca con la precisión de una cirugía cerebral. Y mi fortuna de tener siempre a grandes cirujanas con pulsos de granito y temple de las mujeres del Batallón de la Muerte o las Soldaderas travestidas de la Revolución mexicana-pero a mi favor y cortesía-.

4. Siempre se cena antes del guateque o la fanfarria. Siempre. Ya no tenemos 13 años como para beber vodka a palo seco sin un bocata previo.
5. A los heterosexuales (mayoritariamente identificados con el género masculino) no les puede dar más igual las realidades que no habitan. Resulta muy difícil luchar contra ello, pero creo que nuestro combate debe ir por otro lado. Nos debe de sudar un poco el higo a estas alturas, las repercusiones aparecerán en algún momento. Creo en ello con firmeza tanto como en la sexualidad no definida de Pedro Pascal, todas sabemos que no nos decepcionará cuando descubramos el pastel.

6. No recaer en un TCA simplemente porque ha regresado un ambiente de recesión. Escuchadme mis amijas, no cedáis ni un paso. Mantengámonos fuertes para ocupar todo el espacio que nuestro cuerpo reclame. No se puede combatir el fascismo ni famélicas ni hambrientas. Da igual la propaganda, da igual las ruedas de prensa y el ozempic. Comed, bebed y se me mantienen ruidosas.
7. Nunca sabes que acontecimiento inesperado puede generarte un rebosamiento de felicidad (y agonía placentera). Cuando algo tremendo emerge y te golpea sin que puedas si quiera pararte a sopesarlo. Para mí, este 2025, ha sido una serie sobre un bisexual ruso y un homosexual japo-canadiense. Hablo de grandes amores gloriosos: C. Tangana/Rosalía, Orlando/Sasha, Fernando/Mauri, Fleabag/Hot Priest, Idgie/Ruth, Connell/Marianne, Aquiles/Patroclo, Elphaba/Glinda, Kafka/Milena Jesenká, Maurice/Alec, ... en 2025, el laurel lo portan Shane Hollander e Ilya Rozanov. Qué manera de causarnos conmociones e infiernos. Fluid en magnetismo, permitid que la vida os sonría en ficciones e itinerario gai.
8. A bajar las persianas si co-habitáis un primero, como os comenté en otro artículo de sustrato. O provocaréis que alguien desee entrar en vuestra morada a hurtaros vuestra marihuana y vuestros enseres sin importancia. Alardeando, se puede comparar al hecho de otra lección más orientada a una si sois sensibles y os encariñáis demasiado rápido, no os envolváis con espino de acero, pero construid canalones de piedra por donde supurar brea hirviendo si os atacan. No vaya a caer Constantinopla de nuevo sin un impulso al renacimiento. Hay tomas de la Bastilla que se mantienen en monarquías. Hay relaciones que apuñalan y que no nos aportan nada, si convivís en un primero con balcón.
9. Aprender a manejar el silencio, dejarlo reposar por un-fuckin-solo-momento. No sostengo bien los silencios y por ello a veces descarrilo como una ardilla que ha tratado de entumecerse con cocaína. Me he perdido cosas por terror de habitar ese espacio y el primer paso es reconocer que me sucede. Y trabajarlo sin ahogarme, no es algo que he aprendido, sin embargo, es algo que debo aprender. Sin chiste ni metralla ni desdén. Callaita y en sosiego. No a la inercia, sí a la plenitud.

10. Siempre que alguien te proponga ir a Casa Victoria en Madrid, debes decirle que sí. Se aplica a Europa Latina, al Pituka Petaka y a la Cafetería HD. Te acunan en citas, cenas de terapia, reuniones de trabajo o emplazamiento de llorera. Mis momentos más hermosos de este año sucedieron en esos emplazamientos.

11. No te fíes de alguien que te hable por Instagram, puede ser una estafa. Pueden querer colapsarte tu cuenta y tu personalidad, o robar algún órgano a una amiga. O meterse en su vagina, también. Fiaros solos de lxs desconocidxs que os ofrezcan cigarros o clínex en las puertas de los sitios previamente mencionados.
12. En caso de apagón, acude a tu librería favorita. En mi caso fue Pérgamo. Habrá cheves, mezcal, bocatas, sillas y gente por la que regalaría riñones. También una excelente curadoría de libros. Y un concierto privado de Paco Pecado en las sillas de fuera (las previas al hurto en el barrio Salamanca). Y no hagáis caso a las teorías conspiranoicas de los tramoyistas políticos, no acudáis al trabajo y punto.

13. No os fieis de Tolstoi. Miente y embauca. Espero superar mi empute en febrero de 2026, pero todo parece indicar que Нет. Broma. Superado. Edición de Alba. En realidad, este punto pertenece a una interacción reciente que aconteció en la cena de Navidad anual con mis amigas del colegio. El titular: ‘No regales tu sarcasmo a unos pijos borrachos en la calle Ponzano en Madrid’. Y más si has necesitado esquivar, apenas unos minutos antes, los lanzamientos de sus cubatas a la entrada de un garito. No captarán el estilete, pero te llamarán puta. Y la contestación, aunque bárbara, caerá en saco roto y no se apreciará. Y te llamaran puta de nuevo con los ojos de lechón decapitado. Y resonará un vacío, un... ¿le respondo con la misma jocosidad? ¿Otra vez? A alguien que no conoce el verbo trasquilar, no se le puede otorgar juegos de ingenio y sagacidad.

14. No existe nada en el mundo que se compare al sexo queer. En belleza, en intensidad y en erotismo. Total, nunca vamos a saber si perderemos nuestros derechos de un día para otro, todo se ejecuta con más plétora.

15. Techno ruso para sustituir a Taylor Swift (Cariño, tú sí que has sido una decepción internacional este 2025) en los ataques de ansiedad. Particularmente una lista que se llama: Hard Russian Techno cuya portada es una chica con un eyeliner cuestionable, armada con unas orejas de gato que medita ante una botella de vodka. Muy tumblr del 2009. Voy a quedarme sorda y sin pulmones, ya que escuchar ‘The Archer’ o ‘Tolerate it’ de Taylor Swift no me genera las ganas de fumeteo que esta playlist sí que consigue. Cuando me revientan los golpes por los cascos de manera agresiva, mi mirada se torna sombría-soviética y necesito sacarme un putini para completar el encuadre callejero y disociarme en el paseo hasta recobrar mis cualidades humanas. Para lograr respirar sin defecarme encima de nuevo. Un regalo de la ansiedad, cuando te colapsan varias funciones vitales al mismo tiempo y te manipulas para fingir normalidad y paso sin pausa.
16. Jamás, jamás, jamás, voy a poder evitar llorar cada vez que suene ‘Iris’ de Goo Goo Dolls, ‘Home Again’ de Michael Kiwanuka y ‘Movement 7’ del disco Promises de Floating Points con Pharoah Sanders y The London Symphony Orchestra. Da igual que me pille en un momento jubiloso de mi vida: una estaca entre las costillas y lagrimones por los hoyuelos. Qué divertidos resultan los ecos de una herida, ¿eh? El bofetón del recuerdo que aplasta casi de manera inconsciente.

17. La frivolidad moderada no desgasta la batalla, ni anula mi vertebramiento a una moral propia. La frivolidad puede ser un alivio blanco y entendible para una chica de limbo (en jerarquía social de sistema capitalista) frente a un mundo monstruoso por lo general. Sin justificarlo.

18. Si necesito huir, poseo el privilegio de huida y una cueva donde resguardarme. Que no se me olvide: privilegio de tomar decisiones y confrontar turba. Mi amiga Paula me envío en un audio desde un aeropuerto -camino a Santa Marta (Colombia)- una gran verdad: no hay mayor burbuja habitable que Europa.

19. Existe una canción de Juan Gabriel que define cada uno de mis últimos años. 2023: ‘Hasta que te conocí’ -25 minutos en el palacio de Bellas Artes.
2024: ‘Querida’.
2025: ‘Debo hacerlo’/ ‘No tengo dinero’.
2026: ‘Es mejor decir adiós’.
20. Se puede introducir el Kimchi a absolutamente cualquier receta. Hasta en el yogur. En la sopa, en la pasta, en el arroz, en una arepita, en la ensalada, en el postre, en un estofado, en un ceviche, en un tamal, en un cocido, en una ensaladilla rusa, en un tequeño. Escribidme y os comparto mi receta de zanahorias asadas con yogur, feta, jengibre, chile y kimchi. Y eneldo, nunca subestiméis al eneldo como especia. El eneldo como figura retórica del emplatado. Confiad.
21. Si alguien demuestra tibieza política respecto a lo que le rodea, claramente su sentido de la empatía se reduce a migajas. Ejerced vuestro privilegio de huida moderado. También si os cruzáis con alguien que se enorgullece de que Christopher Nolan es su director favorito. Alguien que no dudará en no romper el pacto patriarcal o en señalar comportamientos cuestionables si no le afectan de manera directa en su burbuja. El mundo no pertenece a los tibios porque no saben ni planchar unos calcetines zurcidos sin entrar en colapso.

23. Lijar los adjetivos de mis textos. El aprendizaje de mutilación textual. Me encanta zambullirme en el barroco, pero... un poquito de por favor, una frase no debería durar tres milenios y ornamentarse como si se tratase de la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava de Madrid, ejemplo divino y exuberante del estilo churrigueresco madrileño en esta nuestra capital castiza. ¿Veis? Podría haber dicho de manera sencilla: dejarme de ostias y basta de recargar las frases con múltiples chucherías. Al menos una miqueta. Tijeretear el arbusto de vocablos. Podar el exceso.

23. Nunca voy a escribir de manera limpia, ni elegante. No poseo las habilidades de Natalia Ginzburg, de Joan Didion o de Mariana Travacio. Asumo mi torbellino trash, mi talante sucio y la imposibilidad de mantenerme profunda durante más de un párrafo. Y no pasa nada. No puedo fingir ser una escritora que no soy, he frenado en el intento. Mi nicho es mi fango y mi nube.
24. Si queréis superar cualquier decepción, empezad a estudiar un idioma de cero. Os lo prometo por el amor de Bowie (mi gate), que, si lo llego a saber, hubiese superado todos los quiebres en la mitad de tiempo. Las desazones eróticas afectivas se vuelven minucia cuando debes aprenderte tres abecedarios nuevos para conjugar en el orden contrario a lo que tu lengua vernácula te ha inculcado. Recordad, las decepciones pueden empeorar, pero vuestro aprendizaje solo va a ascender cuesta arriba. Si esta lección hubiera aflorado en mi adolescencia, ya sería fluida en japonés, ruso y húngaro.
25. Kneecap. Y no añadiré más señoría. Kneecap en Kobetamendi. Gora Palestina Askatuta. Kneecap bajo una tormenta. Kneecap en filmin. Kneecap cantando en gaélico irlandés y hermanándose con la multitud en Euskal Herria. Kneecap cagándose en el colonialismo desde un monte en el norte de Españita. Españita, Europa.

Y hasta aquí. Me hubiera gustado alcanzar a terminar la otra lista complementaria también, pero vais a tener que esperar unos días más. Escribiré en Nochebuena, en el día de Navidad y en el sábado por la tarde después de envolver con sobres más de doscientos libros. Puede que me emborrache, puede que cambie algún punto. Nunca una adivina que puede suceder después de un vodka con Sprite el 25 de diciembre. Nunca se sobreviene un instante de clarividencia cuando el aprieto acucia, nunca se aprende lo que una necesita cuando toca.
Agur.
Fundido a negro.
Créditos en plata.
Comienza a sonar: ‘Please dont go’ de Double you.
‘Babe, I love you so
I want you to know
That I’m gonna miss your love
The minute you walk out that door’
Nos vemos en el 2026, pendejxs.