Mucho antes de que yo llegase al mundo, ya me gustaba el anís de guinda. Nací predestinado a ello, porque mis abuelos, tanto de un lado como del otro, ya atesoraban en el mueble bar del salón y en la estantería de la despensa damajuanas reposando con guinda para ser disfrutadas en la mejor ocasión, que son todas. A quién no le va a gustar la guinda, lo mismo que el baptisterio romano del siglo primero después de Cristo, pero mejor.
Cuando Borja Alcázar me comentó que estaba organizando el I Campeonato Nacional de Guinda Casero en abreLatas, su restaurante, estuve tentado de participar, pero por uno y por otro, y porque el anís que hace mi padre donde mejor está es dentro de uno o de los amigos, preferí acudir como observador de este campeonato que acabó en una folixa pantagruélica donde dimos rienda suelta al hedonismo más contestatario y vivaz.
Con el premio se alzó Ramón Zapico, con un licor muy equilibrado, alto en azúcar y que entraba solo: una botella de estas no dura ni cinco minutos en una sobremesa. El contubernio contó, además de Borja, con la ayuda organizativa y de movilización de masas de David Castañón, uno de esos grandes que da Asturias a la hora de fomentar eventos donde se manduque. También hizo turné David Montes, que vino a rematar el tridente fantástico y saltimbanqui de la cocina asturiana.
Comimos, bebimos, bebimos y bebimos. Porque no sólo de guinda vive el hombre: cerveza, sidra, vino de cangas, el clarete RABICU que elabora Borja, cacharros y todo lo que uno pudiese pasar.

El jurado contó con auténticos profesionales pertenecientes al sindicato del bebercio: Francisco J. Alcázar, Jéssica M. Puga. J. Carlos Castañón, Arturo Valiente, Manolo Abaría y Sergio Carpio. Auténticos atletas del anís de guinda, que reconocieron el alto nivel de todos los participantes. Francisco J. Alcázar: “Hacemos de jurado según nuestro gusto, no digo que el ganador sea el mejor, que sí, pero fue el que más nos gustó, el que tomarías en casa con la familia y los tuyos”. También, mención especial a la tortilla con cebolla de Mariluz (madre de Borja y la otra pata de abreLatas), una de las mejores que comí en mi vida, quizá un poco sugestionado por lo bien que me lo estaba pasando, pero qué importa, de eso se trata.
Ya quedé emplazado para el del año que viene, y con la palabra dada de presentar mi licor -que es en verdad el de mi padre y Marga, que son los que lo hacen- al campeonato. Mientras tanto, beban guinda y celebren la vida.
