Buscas al padre de tus hijos

Por
Claudia Vila
30/10/2025

Quieres que tus amigas te presenten a todos sus amigos, pero estás harta de conocerles. Cuando te lo proponen te molesta. “Que yo estoy bien sola, ¡joder!”

Es una purga cautelosa y profunda. Las citas son exámenes. Se disfruta menos y se analiza más: el reloj biológico —ojalá fuera de pared, pero lo cargas en la muñeca— se impone al amor ligero. No sabes nada, che. Lo que aconseja la abuela es que jamás te cases y que tengas amantes desparramados. “¿Con cuántos hombres te has encamado?”. Lo que aconseja la madre es que mantengas la autonomía. “Si cada uno tiene su casa, mejor”. Lo que aconseja papá es un novio formal, que ya es hora. Lo que aconsejan las amigas es lo que le dijo Samantha Jones a Carrie Bradshaw. “Estamos tan jodidas como tú. Es como un ciego guiando a otro”. 

Nunca fuiste tan libre como ahora porque puedes elegir con quién y cómo compartir tu vida, pero ya no tienes 21 sino 30. Hasta tu amiga la que estuvo con todos los guiris de la ciudad se ha echado novio. Congela tus óvulos. Descarga Tinder, Bumble, Hinge, Instagram, LinkedIn. En lugar de pasarlo bien, elabora en tu cabeza una lista de pros y contras, de green y red flags. Escucha atenta. Un paso en falso le hundirá a él en el hoyo de los noes y a ti en la desesperación. Ni te dejes llevar ni te permitas disfrutar. ¿A que te pesan la mano y el brazo? Ya no te queda tiempo.

Para cuando te quitas las botas al entrar en casa ya no tienes claro si estás probando el amor o has organizado un casting: ¿Dónde quedó esa chica díscola que subía los zapatos encima de la mesa y perdía los paraguas? ¿Dónde habrás guardado la mochila con la que hiciste el Interrail? ¿Recuerdas que alguna vez te lanzabas con arrojo a un chico solo porque te gustaba el caracol que se le hacía en la nuca y tenías claro que nada, pero dijiste sí, y al salir de su habitación cerraste la puerta con lentitud, para no despertarle, sabiendo que esto acabaría aquí, con la emoción, de hecho profunda, de que nunca iría a más y quedaría en eso, en un compinche para explorar el músculo, la postura, el ruido? Todo cabía en esa madrugada sin respuestas y, sin embargo, esta noche tu mente solo descifra si este otro cumple los requisitos para ser tu novio: no-no-no-sí. Como un test de la Superpop que te resuelve si pegas más con Robert Pattinson, Yon González o el cantante de Tokio Hotel. Tan absurdo y fantasioso.

Estás exhausta y ellos no se dan cuenta. Ibas amarrada a tus amigos, pero los hombres se quedan atrás. Aún pueden equivocarse cien veces más. Te daría rabia, pero siempre fue así. No es cuestión de ir cavilando, es lo que hay: serán unos padres viejos, pero pueden decidir. La duda es más bien cuántos a los 40 serán los que vengan a la cita navideña con una universitaria lánguida. Una parte de ti querrá ignorarla, le girarás la cara y jamás aludirás a lo que ella comenta. Si se convierte en el centro, cambiarás de tema. Te descubrirás amargada por la envidia y el miedo. Te recordará a esas películas de mujeres maduras inseguras en las que tú te sentías identificada más con Mariel Hemingway que con Meryl Streep. No la quieres mirar a los ojos por si te cruzas contigo.

La irreverente y divertidísima Jemima Kirke (que también en la foto de portada), un modelo de conducta

¿El padre de tus hijos se impuso a tu gran amor? En un vídeo comentan que un buen marido no tiene por qué ser un buen compañero de crianza. “¿¡Qué!?”. A ver cómo los distingues. Quieres que tus amigas te presenten a todos sus amigos, pero estás harta de conocerles. Cuando te lo proponen te molesta. “Que yo estoy bien sola, ¡joder!”. Te aterra que te vinculen a esa caza. Aunque participes, tú sabes que no eres así. Todavía te perteneces a ti misma.

Relájate. Sal a correr y diluye tu duda en el sudor. Gana dinero para conseguir que entre la miseria y tú siempre os separe, al menos, una cortina. Rodéate de tus iguales y mantenlas despiertas con chismes, propuestas y cartas. Sé impredecible y deshonesta. Di, con sensatez: “No es mi problema. Tú verás”. Diviértete. Pide un mar, como Francisca Aguirre, porque lo demás es “pequeño, insuficiente, pobre”. Y como ella propone: “No contestes,/ acógete a las reglas/ y que den testimonio de ti/ los puntos suspensivos”. Mañana quién sabe, pero hoy sí. Hoy café negro, coloretes, arándanos, moto, purpurina y un cigarro tonto, si te cunde. Mira al futuro y consigue que no te escupa.

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Es una purga cautelosa y profunda. Las citas son exámenes. Se disfruta menos y se analiza más: el reloj biológico —ojalá fuera de pared, pero lo cargas en la muñeca— se impone al amor ligero. No sabes nada, che. Lo que aconseja la abuela es que jamás te cases y que tengas amantes desparramados. “¿Con cuántos hombres te has encamado?”. Lo que aconseja la madre es que mantengas la autonomía. “Si cada uno tiene su casa, mejor”. Lo que aconseja papá es un novio formal, que ya es hora. Lo que aconsejan las amigas es lo que le dijo Samantha Jones a Carrie Bradshaw. “Estamos tan jodidas como tú. Es como un ciego guiando a otro”. 

Nunca fuiste tan libre como ahora porque puedes elegir con quién y cómo compartir tu vida, pero ya no tienes 21 sino 30. Hasta tu amiga la que estuvo con todos los guiris de la ciudad se ha echado novio. Congela tus óvulos. Descarga Tinder, Bumble, Hinge, Instagram, LinkedIn. En lugar de pasarlo bien, elabora en tu cabeza una lista de pros y contras, de green y red flags. Escucha atenta. Un paso en falso le hundirá a él en el hoyo de los noes y a ti en la desesperación. Ni te dejes llevar ni te permitas disfrutar. ¿A que te pesan la mano y el brazo? Ya no te queda tiempo.

Para cuando te quitas las botas al entrar en casa ya no tienes claro si estás probando el amor o has organizado un casting: ¿Dónde quedó esa chica díscola que subía los zapatos encima de la mesa y perdía los paraguas? ¿Dónde habrás guardado la mochila con la que hiciste el Interrail? ¿Recuerdas que alguna vez te lanzabas con arrojo a un chico solo porque te gustaba el caracol que se le hacía en la nuca y tenías claro que nada, pero dijiste sí, y al salir de su habitación cerraste la puerta con lentitud, para no despertarle, sabiendo que esto acabaría aquí, con la emoción, de hecho profunda, de que nunca iría a más y quedaría en eso, en un compinche para explorar el músculo, la postura, el ruido? Todo cabía en esa madrugada sin respuestas y, sin embargo, esta noche tu mente solo descifra si este otro cumple los requisitos para ser tu novio: no-no-no-sí. Como un test de la Superpop que te resuelve si pegas más con Robert Pattinson, Yon González o el cantante de Tokio Hotel. Tan absurdo y fantasioso.

Estás exhausta y ellos no se dan cuenta. Ibas amarrada a tus amigos, pero los hombres se quedan atrás. Aún pueden equivocarse cien veces más. Te daría rabia, pero siempre fue así. No es cuestión de ir cavilando, es lo que hay: serán unos padres viejos, pero pueden decidir. La duda es más bien cuántos a los 40 serán los que vengan a la cita navideña con una universitaria lánguida. Una parte de ti querrá ignorarla, le girarás la cara y jamás aludirás a lo que ella comenta. Si se convierte en el centro, cambiarás de tema. Te descubrirás amargada por la envidia y el miedo. Te recordará a esas películas de mujeres maduras inseguras en las que tú te sentías identificada más con Mariel Hemingway que con Meryl Streep. No la quieres mirar a los ojos por si te cruzas contigo.

La irreverente y divertidísima Jemima Kirke (que también en la foto de portada), un modelo de conducta

¿El padre de tus hijos se impuso a tu gran amor? En un vídeo comentan que un buen marido no tiene por qué ser un buen compañero de crianza. “¿¡Qué!?”. A ver cómo los distingues. Quieres que tus amigas te presenten a todos sus amigos, pero estás harta de conocerles. Cuando te lo proponen te molesta. “Que yo estoy bien sola, ¡joder!”. Te aterra que te vinculen a esa caza. Aunque participes, tú sabes que no eres así. Todavía te perteneces a ti misma.

Relájate. Sal a correr y diluye tu duda en el sudor. Gana dinero para conseguir que entre la miseria y tú siempre os separe, al menos, una cortina. Rodéate de tus iguales y mantenlas despiertas con chismes, propuestas y cartas. Sé impredecible y deshonesta. Di, con sensatez: “No es mi problema. Tú verás”. Diviértete. Pide un mar, como Francisca Aguirre, porque lo demás es “pequeño, insuficiente, pobre”. Y como ella propone: “No contestes,/ acógete a las reglas/ y que den testimonio de ti/ los puntos suspensivos”. Mañana quién sabe, pero hoy sí. Hoy café negro, coloretes, arándanos, moto, purpurina y un cigarro tonto, si te cunde. Mira al futuro y consigue que no te escupa.

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