En el Bar Urgel con Pablo Gallego Boutou

Escribo porque trato de atesorar las pocas cosas que amo. Porque creo que lo inacabado es digno, que la belleza es un ser a medias.

Conocí a Pablo Gallego Boutou hace unas semanas, en la Feria del Libro de Carabanchel. Lo que sabía de su libro la primera vez que le vi era lo que un rato antes me había contado Jesús, el librero de Derivas, la librería que nos había reunido a los dos para firmar en su caseta. Me contó que en el libro de Pablo había transcripciones directas de las conversaciones que escuchaba en el bar, que había también una voz poética muy marcada y que los estilos que convivían en la novela lo hacían sin ser un pastiche facilón. Lo abrí por una página cualquiera y lo que leí me gustó enseguida, tanto como para añadirlo al montón de los libros que yo me iba a llevar ese día: el último de Vila-Matas y la poesía completa de Mary Oliver. Un rato después llegó Pablo y él también me gustó enseguida. Supe que querría ser su amiga. 

Unos días después de aquello nos encontramos en la terraza del Urgel y, Pablo me esperaba saludando a un perro simpatiquísimo. Comenzamos hablando de las tensiones de su novela: las de las voces posibles que se articulan en el texto y cómo conversan entre ellas, también de las tensiones del afecto en los personajes. 

“No llevo casco, el frío, con el lenguaje no es fácil claudicar. Las palabras te inflaman. Espera, qué carajo le importará a la literatura todo esto”.

 P: Necesitaba generar un equilibrio dentro de la novela porque sentía que venía de la poesía. Incluso organicé un poco Bar Urgel como si fuera un poemario. Y esa tensión entre la voz más narrativa y la poética está ahí. Me han llegado a decir que los fragmentos que eran transcripciones eran inverosímiles. Y yo decía, si es que esto no está nada intervenido.

A: En la novela están la transparencia, la oralidad, y la voz poética. Pero conversan entre ellas, no hay un tono forzado.

P: A mí me daba vértigo, pero sentía que yo era las dos cosas. Es que yo soy esto, me decía. Todas esas voces también forman parte de nuestro mundo, de nuestro imaginario, de nuestros registros. Tenemos que salirnos del reglamento implícito de lo que es una buena novela. Es maravilloso que esos grandes escritores ya existan. Gabriel García Márquez ya existe, Blanca Varela ya existe. Qué alivio que no tengamos  que escribir nada grande. 

A: La voz narradora que se adentra en el Urgel, un lugar que en algún punto detesta, pero también ama, es consciente de esta ambivalencia, ¿no?

P: Totalmente. La entrada del personaje en el Urgel supone que entre en el universo de su padre, ausente en la novela. En un mundo que siempre le ha rechazado pero que también busca y necesita entender para entenderse a sí mismo. 

“El amor es para los hombres una larga cuerda que te ponen al cuello. No me han producido nunca el menor interés, aunque me haya dejado atar a una farola. Lo único que he admirado de ellos es la impostura los bolsillos de sus pantalones”.

Entonces, Pablo y yo hablamos de que esa tensión se produce necesariamente cuando uno está dispuesto a hablar con quien no está siempre de acuerdo, cuando se adentra fuera del lugar común. Esa también es la tensión afectiva de la conversación con nuestros padres. En un momento de la conversación, esto nos lleva a hablar de nuestra relación con Dios.

P: Mi relación con Él ha sido siempre de tensión.

A: ¿Crees que Dios está presente en el libro?

P: Y me arrepiento de no haber ahondado en ello, aunque ya no me lo reprocho. Siempre he sentido la religión como otro de esos lugares en los que no puedo entrar. Uno se pone corazas para sobrevivir, para sobreponerse a ese rechazo; ahora esa tensión se ha aflojado. Me sorprendo apelando a Dios en todo lo que escribo. Mira, lo digo y todavía me cuesta asumirlo. Al mismo tiempo no soy nada dogmático. Incluso cuando creo que sí.

“(...)la odié por haberme amado desde el principio, por verme desde el principio, porque su amor fue la constatación de que yo era lo que he sido siempre, y desde entonces, no quise dejarlo entrar. Y no ha habido tarea más ardua, misión más descarnada gesto más doloroso al que yo haya tenido que enfrentarme como el de aceptar el amor de mi madre y abrirme a él”.

A: ¿Escribes diferente después de haber publicado Bar Urgel?

P: Es verdad que no es lo mismo escribir cuando no has publicado o todavía no tienes agente literario. Intento conservar mi ingenuidad pero creo que es una tarea imposible; intentar mantenerme recién llegado. Con este libro he entendido que me gusta obsesionarme con el proceso, enajenarme con el desarrollo de una pieza. Ahí es cuando me doy cuenta de que hacerlo es habitar un mapa lleno de trampas. Está todo en el proceso. Y creo que es importante publicar, que un libro llegue a un otro. 

A: ¿Quién es el otro? ¿A qué interlocutor buscas? 

P: Pues… Escribo, y esto es algo que digo también en el libro, porque trato de atesorar las pocas cosas que amo. Porque creo que lo inacabado es digno, que la belleza es un ser a medias. Pero perdona, que te estoy contestando a la pregunta de por qué escribo, y no a la de para quién, jajjajaja.

A: Estaba pensando en la cita de Hölderlin con la que empieza Adelaida García Morales El Sur: ¿Qué podemos amar que no sea una sombra? Y me llama la atención que justo te hayas saltado esa pregunta. ¿El otro de Bar Urgel es una sombra?

P: Uf. Me encanta que hayas mencionado a Adelaida, porque su libro ha sido para mí, si no el más importante, uno de los tres libros más importantes durante la escritura de Bar Urgel. ¿Sabes? Ahora que la has mencionado, he pensado que he escrito esta novela para los hombres del bar Urgel. Sï, para esos hombres que eran como una sombra para mí.

A: ¿Y no te daba miedo que lo leyeran? ¿No te daba pudor? Porque en el libro está muy presente la dificultad de presentarte ante ellos. 

P: Sí, terrorífico. Pero me he repetido muchas veces mientras escribía una idea de Ada Salas que me encanta: un escritor que no publica es como un náufrago, uno que nunca llega a tirar una botella al mar para pedir ayuda. Algo así venía a decir. 

“El Bar Urgel es el lugar en el que se reúnen los hombres que más miedo me dan de este mundo”.

A: ¿Cuánto tiempo estuviste escribiendo Bar Urgel?

P: Desde 2021 y la terminé en enero de 2024. A trompicones al principio porque estaba pasando mucho tiempo aquí [en el propio bar] y no tenía el objetivo de escribir una novela. De hecho en el libro cuando Paco, el dueño del Urgel, le pregunta que qué está escribiendo, el protagonista miente, y responde que una tesis sobre las condiciones del individuo en términos de caída contemporánea. Vamos, una milonga. Pero es que eso pasó de verdad. Así que, mientras yo estaba aquí transcribiendo, Paco me dijo ¡hostia! si tenemos aquí un Nobel, venga que te invito a un pincho. Me pareció muy fuerte que después, cuando hice el Máster de Escritura Creativa, yo decidiera finalmente hacer de Bar Urgel una tesina de final de máster, que no estaba bajo ningún concepto planteada. 

En este vídeo aparece Julián, o Julio. Quizá el personaje de Bar Urgel con el que la voz narrativa vive una tensión más evidente. También, mientras hablamos, Pablo levanta la mirada y me dice: mira, por ahí viene el Comunista. Y asisto de repente, aunque ahora tenga dueños nuevos, a la posibilidad de mirar a través de una mirilla aquello que había visto ya en el libro. Le comento que me parece que la novela tiene posibilidades cinematográficas, me dice que no lo descarta. Hay un horizonte a largo plazo que todavía está más en el terreno de su deseo.

A: ¿Qué papel tienen para ti los amigos en el proceso de escritura?

P: Mira, yo soy una persona homosexual, hijo menor, mi hermano vive en Alemania, lejos. Igual te estoy dando detalles inútiles, jajajaja. Pero, no sé por qué, creo que es importante. He tenido una infancia en la que la soledad y la violencia han tenido más presencia de la que me gustaría. Hoy en día mis amigas son todo y creo en la importancia de la amistad como lugar, como no lugar, como cuerpo... Yo no deseo compartir con ellas solamente los procesos creativos cuando ya haya un resultado. Me gusta que nos abramos al proceso. Me interesa saber dónde están y sobre qué reflexionan cuando estamos escribiendo. Igual con las creaciones teatrales. Y no solo para que el otro nos de una tesis cerrada de lo que estamos haciendo. Hacerlo para encontrarnos, experimentar y para aprender, ¿no? Siempre que escribo me gusta invitar a mis amigas a cenar y comentar los textos, que los leamos en voz alta. 

A: Leyendo Bar Urgel ha habido momentos en los que he pensado en Facendera de Óscar García Sierra. Creo que hay una búsqueda similar. Últimamente me pregunto si es posible una nueva novela social con otros códigos, alejada del panfleto. Me pregunto si estas son las propuestas que tienen que ver con esta idea. ¿Crees que en Bar Urgel hay una idea de narrativa social? 

P: En el momento en el que yo me propongo estar en un bar y escribir sobre las cosas que pasan allí, la idea de narrativa social ya está presente. Es una idea que contempla también Eudora Welty en La palabra heredada: es fundamental encontrar el espacio para empezar a contar la historia. Conocí a Nieves Muriel en una charla en la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Ella se presentó y nos dijo: “yo no he venido aquí porque quiera, sino por obediencia. No sé si conocéis la raíz etimológica de la palabra obediencia, que viene de oboedescere: saber escuchar. Qué pena que ese verbo haya llegado pervertido hasta nuestros días convertido en la idea de ejecutar la voluntad de quien manda”. Siento que esto que decía Nieves Muriel tiene mucho que ver también con la idea de la mirada atenta de Josep María Esquirol. Para mí, tanto el espacio como el acto de la escucha están atravesados por lo social.

“(...)porque se escribe para decir las cosas que no se pueden decir y tienes que hacerme el favor porque hemos dejado de vernos sólo de lejos y yo sé que nos comunicamos por la mirada nuestra mirada es la distancia y mis poemas todas las palabras que me dan vergüenza”.

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En el Bar Urgel con Pablo Gallego Boutou

Escribo porque trato de atesorar las pocas cosas que amo. Porque creo que lo inacabado es digno, que la belleza es un ser a medias.

Conocí a Pablo Gallego Boutou hace unas semanas, en la Feria del Libro de Carabanchel. Lo que sabía de su libro la primera vez que le vi era lo que un rato antes me había contado Jesús, el librero de Derivas, la librería que nos había reunido a los dos para firmar en su caseta. Me contó que en el libro de Pablo había transcripciones directas de las conversaciones que escuchaba en el bar, que había también una voz poética muy marcada y que los estilos que convivían en la novela lo hacían sin ser un pastiche facilón. Lo abrí por una página cualquiera y lo que leí me gustó enseguida, tanto como para añadirlo al montón de los libros que yo me iba a llevar ese día: el último de Vila-Matas y la poesía completa de Mary Oliver. Un rato después llegó Pablo y él también me gustó enseguida. Supe que querría ser su amiga. 

Unos días después de aquello nos encontramos en la terraza del Urgel y, Pablo me esperaba saludando a un perro simpatiquísimo. Comenzamos hablando de las tensiones de su novela: las de las voces posibles que se articulan en el texto y cómo conversan entre ellas, también de las tensiones del afecto en los personajes. 

“No llevo casco, el frío, con el lenguaje no es fácil claudicar. Las palabras te inflaman. Espera, qué carajo le importará a la literatura todo esto”.

 P: Necesitaba generar un equilibrio dentro de la novela porque sentía que venía de la poesía. Incluso organicé un poco Bar Urgel como si fuera un poemario. Y esa tensión entre la voz más narrativa y la poética está ahí. Me han llegado a decir que los fragmentos que eran transcripciones eran inverosímiles. Y yo decía, si es que esto no está nada intervenido.

A: En la novela están la transparencia, la oralidad, y la voz poética. Pero conversan entre ellas, no hay un tono forzado.

P: A mí me daba vértigo, pero sentía que yo era las dos cosas. Es que yo soy esto, me decía. Todas esas voces también forman parte de nuestro mundo, de nuestro imaginario, de nuestros registros. Tenemos que salirnos del reglamento implícito de lo que es una buena novela. Es maravilloso que esos grandes escritores ya existan. Gabriel García Márquez ya existe, Blanca Varela ya existe. Qué alivio que no tengamos  que escribir nada grande. 

A: La voz narradora que se adentra en el Urgel, un lugar que en algún punto detesta, pero también ama, es consciente de esta ambivalencia, ¿no?

P: Totalmente. La entrada del personaje en el Urgel supone que entre en el universo de su padre, ausente en la novela. En un mundo que siempre le ha rechazado pero que también busca y necesita entender para entenderse a sí mismo. 

“El amor es para los hombres una larga cuerda que te ponen al cuello. No me han producido nunca el menor interés, aunque me haya dejado atar a una farola. Lo único que he admirado de ellos es la impostura los bolsillos de sus pantalones”.

Entonces, Pablo y yo hablamos de que esa tensión se produce necesariamente cuando uno está dispuesto a hablar con quien no está siempre de acuerdo, cuando se adentra fuera del lugar común. Esa también es la tensión afectiva de la conversación con nuestros padres. En un momento de la conversación, esto nos lleva a hablar de nuestra relación con Dios.

P: Mi relación con Él ha sido siempre de tensión.

A: ¿Crees que Dios está presente en el libro?

P: Y me arrepiento de no haber ahondado en ello, aunque ya no me lo reprocho. Siempre he sentido la religión como otro de esos lugares en los que no puedo entrar. Uno se pone corazas para sobrevivir, para sobreponerse a ese rechazo; ahora esa tensión se ha aflojado. Me sorprendo apelando a Dios en todo lo que escribo. Mira, lo digo y todavía me cuesta asumirlo. Al mismo tiempo no soy nada dogmático. Incluso cuando creo que sí.

“(...)la odié por haberme amado desde el principio, por verme desde el principio, porque su amor fue la constatación de que yo era lo que he sido siempre, y desde entonces, no quise dejarlo entrar. Y no ha habido tarea más ardua, misión más descarnada gesto más doloroso al que yo haya tenido que enfrentarme como el de aceptar el amor de mi madre y abrirme a él”.

A: ¿Escribes diferente después de haber publicado Bar Urgel?

P: Es verdad que no es lo mismo escribir cuando no has publicado o todavía no tienes agente literario. Intento conservar mi ingenuidad pero creo que es una tarea imposible; intentar mantenerme recién llegado. Con este libro he entendido que me gusta obsesionarme con el proceso, enajenarme con el desarrollo de una pieza. Ahí es cuando me doy cuenta de que hacerlo es habitar un mapa lleno de trampas. Está todo en el proceso. Y creo que es importante publicar, que un libro llegue a un otro. 

A: ¿Quién es el otro? ¿A qué interlocutor buscas? 

P: Pues… Escribo, y esto es algo que digo también en el libro, porque trato de atesorar las pocas cosas que amo. Porque creo que lo inacabado es digno, que la belleza es un ser a medias. Pero perdona, que te estoy contestando a la pregunta de por qué escribo, y no a la de para quién, jajjajaja.

A: Estaba pensando en la cita de Hölderlin con la que empieza Adelaida García Morales El Sur: ¿Qué podemos amar que no sea una sombra? Y me llama la atención que justo te hayas saltado esa pregunta. ¿El otro de Bar Urgel es una sombra?

P: Uf. Me encanta que hayas mencionado a Adelaida, porque su libro ha sido para mí, si no el más importante, uno de los tres libros más importantes durante la escritura de Bar Urgel. ¿Sabes? Ahora que la has mencionado, he pensado que he escrito esta novela para los hombres del bar Urgel. Sï, para esos hombres que eran como una sombra para mí.

A: ¿Y no te daba miedo que lo leyeran? ¿No te daba pudor? Porque en el libro está muy presente la dificultad de presentarte ante ellos. 

P: Sí, terrorífico. Pero me he repetido muchas veces mientras escribía una idea de Ada Salas que me encanta: un escritor que no publica es como un náufrago, uno que nunca llega a tirar una botella al mar para pedir ayuda. Algo así venía a decir. 

“El Bar Urgel es el lugar en el que se reúnen los hombres que más miedo me dan de este mundo”.

A: ¿Cuánto tiempo estuviste escribiendo Bar Urgel?

P: Desde 2021 y la terminé en enero de 2024. A trompicones al principio porque estaba pasando mucho tiempo aquí [en el propio bar] y no tenía el objetivo de escribir una novela. De hecho en el libro cuando Paco, el dueño del Urgel, le pregunta que qué está escribiendo, el protagonista miente, y responde que una tesis sobre las condiciones del individuo en términos de caída contemporánea. Vamos, una milonga. Pero es que eso pasó de verdad. Así que, mientras yo estaba aquí transcribiendo, Paco me dijo ¡hostia! si tenemos aquí un Nobel, venga que te invito a un pincho. Me pareció muy fuerte que después, cuando hice el Máster de Escritura Creativa, yo decidiera finalmente hacer de Bar Urgel una tesina de final de máster, que no estaba bajo ningún concepto planteada. 

En este vídeo aparece Julián, o Julio. Quizá el personaje de Bar Urgel con el que la voz narrativa vive una tensión más evidente. También, mientras hablamos, Pablo levanta la mirada y me dice: mira, por ahí viene el Comunista. Y asisto de repente, aunque ahora tenga dueños nuevos, a la posibilidad de mirar a través de una mirilla aquello que había visto ya en el libro. Le comento que me parece que la novela tiene posibilidades cinematográficas, me dice que no lo descarta. Hay un horizonte a largo plazo que todavía está más en el terreno de su deseo.

A: ¿Qué papel tienen para ti los amigos en el proceso de escritura?

P: Mira, yo soy una persona homosexual, hijo menor, mi hermano vive en Alemania, lejos. Igual te estoy dando detalles inútiles, jajajaja. Pero, no sé por qué, creo que es importante. He tenido una infancia en la que la soledad y la violencia han tenido más presencia de la que me gustaría. Hoy en día mis amigas son todo y creo en la importancia de la amistad como lugar, como no lugar, como cuerpo... Yo no deseo compartir con ellas solamente los procesos creativos cuando ya haya un resultado. Me gusta que nos abramos al proceso. Me interesa saber dónde están y sobre qué reflexionan cuando estamos escribiendo. Igual con las creaciones teatrales. Y no solo para que el otro nos de una tesis cerrada de lo que estamos haciendo. Hacerlo para encontrarnos, experimentar y para aprender, ¿no? Siempre que escribo me gusta invitar a mis amigas a cenar y comentar los textos, que los leamos en voz alta. 

A: Leyendo Bar Urgel ha habido momentos en los que he pensado en Facendera de Óscar García Sierra. Creo que hay una búsqueda similar. Últimamente me pregunto si es posible una nueva novela social con otros códigos, alejada del panfleto. Me pregunto si estas son las propuestas que tienen que ver con esta idea. ¿Crees que en Bar Urgel hay una idea de narrativa social? 

P: En el momento en el que yo me propongo estar en un bar y escribir sobre las cosas que pasan allí, la idea de narrativa social ya está presente. Es una idea que contempla también Eudora Welty en La palabra heredada: es fundamental encontrar el espacio para empezar a contar la historia. Conocí a Nieves Muriel en una charla en la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Ella se presentó y nos dijo: “yo no he venido aquí porque quiera, sino por obediencia. No sé si conocéis la raíz etimológica de la palabra obediencia, que viene de oboedescere: saber escuchar. Qué pena que ese verbo haya llegado pervertido hasta nuestros días convertido en la idea de ejecutar la voluntad de quien manda”. Siento que esto que decía Nieves Muriel tiene mucho que ver también con la idea de la mirada atenta de Josep María Esquirol. Para mí, tanto el espacio como el acto de la escucha están atravesados por lo social.

“(...)porque se escribe para decir las cosas que no se pueden decir y tienes que hacerme el favor porque hemos dejado de vernos sólo de lejos y yo sé que nos comunicamos por la mirada nuestra mirada es la distancia y mis poemas todas las palabras que me dan vergüenza”.

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

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