Ganar es un destello

Ganar es un cometa. Pasa una vez en la vida y el resto del tiempo, es esperanza.

El ganador esperará solo en la meta, respirando con dificultad sin nadie que le abrace en su llegada. Los más lentos llegarán juntos, habiendo advertido el paisaje rocoso, el olor de las matas, colibríes en las montañas, las hojas violetas de las Jacarandas descansando inmóviles en su pelo. La lentitud te hace humano. En lo fugitivo nada se posa, nada es sostenible en la piel de los que buscan siempre subir más alto. Sin excepción, los últimos serán siempre los primeros. 

*

Con la E. Criatura capaz de devorar infinidad de cuerpos sin saciarse. 

Espectro. No. Engaño. No. ¿Egoísmo?. No. 

Éxito. 

Éxito. Sí. 

Y el éxito cómo es. El éxito que forma tiene. 

Dime simplemente a qué se parece para que pueda reconocerlo cuando se cruce conmigo, si es que se cruza conmigo algún día. Para recordar a alguien necesito saber en qué medida le brillan los ojos. Dime cómo son los ojos del éxito. 

Me gustaría saber como se llega al triunfo, avísame si existe un mapa. 

Todo el mundo habla de ganar y yo nunca he estado allí. No sé ni donde queda. 

Creo que es una especie de sustancia, un ser mutable, camaleónico. Sé que cambia de tamaño y color según quien lo alcance. Si me preguntas a mí, te diré que ganar es un globo verdoso. Un globo verdoso que siempre busca la altura. Yo lo vi, juraría, en la feria del pueblo. Se quiso estampar contra el roble y toda la plaza corrió hacia él antes de que estallara en sus ramas. Lo atrapé yo, me aplaudieron muchísimo, vitorearon mi nombre y fue como viajar por un momento entre algodones. En ese momento era blando y escurridizo, al bajarme del árbol estalló y se acabó el aplauso. Dos segundos me duró en las manos. Se fue al cielo pronto. Luego se transformó en algo parecido al aire y mutó, se hizo más grande todavía. Supongo que se cansó de mi cuerpo y se metió en la boca de otro. Lo único que sé del triunfo es que ha debido crecer mucho desde la última vez que nos vimos. Si me lo encuentro ahora por la calle, tampoco sé si yo podría reconocerle. 

Ganar es un planeta no visto. Ganar es un misterio.

¿Es suave el triunfo? ¿Quema? ¿Te araña cuando lo acaricias? 

¿Es malo? 

¿Muerde? 

¿Se puede tocar? 

Ganar es un cometa. Pasa una vez en la vida y el resto del tiempo, es esperanza. Ganar es un parpadeo. Acaba de pasar. Ya se ha ido. 

¿Has pedido un deseo? 

Ganar es un destello. 

Tienes que mantener la cabeza firme o lo perderás de vista. 

El éxito somos nosotras dos agarradas de la mano. 

Si entro a tu casa no encontraré oro, pero sí mi futuro. 

El premio es el cuento que nuestras madres nos contaban antes de dormir. Un animal místico. No tiene color ni huele a nada en particular, dicen que es translúcido y volátil como un paisaje oceánico. Paula dice que es verde, que no es algo que puedas llevarte a casa de recuerdo en los bolsillos y regalarle a tu hermana, que ganar no es un souvenir. J decía que era una estrella en el suelo, un azulejo de purpurina pisoteado, un nombre grabado en la acera con forma de astro de doce puntas, puesto ahí como para que te hagas la foto y sonrías, la subas al Facebook y todos de comenten perfecta.

Tu dijiste que el triunfo era una función en la que no teníamos hueco. 

En la estación de tren Jesús juró que la meta era la posibilidad de una vida tranquila con Lucía. Ahora sí, creo, podría reconocerlo si me alcanza. 

Dime algo más. Todavía no le pongo forma al triunfo. ¿Se come? Y si se come, ¿engorda? ¿es sano? ¿empalaga? ¿se te queda atascado en la garganta? ¿Es dulce o amarga la victoria? 

Sigo sin saber a qué sabe ganar, pero debe ser algo delicioso cuando está en boca de todos. 

Me gustaría saber qué opinan los ganadores de esto, los héroes, los triunfadores, los que han llegado. 

Ellos saben el camino que nosotros desconocemos. Ellos nos van a prometer que la victoria es algo que sirve para mucho : te hace digno, te aporta un nombre verificado en redes, un contrato indefinido y un despacho, te vuelve el centro de todas las miradas de lujuria. Te da una pareja y una casa con mascota, isla en la cocina y encimeras de mármol, protege el valor, dispersa la tristeza, aumenta la baja autoestima. Si el éxito hubiera sido un monstruo no se habrían quedado a su lado. O sí. Igual nos dicen que es necesario afrontarlo. Es lo que dicen siempre los ganadores, ¿verdad?. Que los pájaros vuelan, las lluvias limpian, el dinero es el fin, el dolor se silencia, las madres son madres y ya está, el poder da el triunfo y los seres humanos siempre vencen. 

Que triste. Dicho así, parece que sí muerde. ¿Es eso un ganador, un ser dependiente de una luz fugitiva? 

Si para ellos. 

Para mí sigue siendo un globo verde.

Ahora lo pienso y me parece una cosa diminuta. 

Te he dicho que el triunfo es un ser camaleónico. 

Si te acercas a mi ganar se transformará en otra cosa. Yo escuché los colibríes y dejé a medias la competición. No soy una persona que le tema al abandono, ellos sí. Ellos no te dejarían tirarte en el pasto porque detenerse en la tierra es sinónimo de derrota, pero un cuerpo que huye es un cuerpo que no toca, no huele, no presta atención a las montañas. Yo jamás te haría tal cosa. Lejos del podio, desde este país de los perdedores en el que estamos ahora, puedo advertir cómo te brillan las pupilas por dentro. 

Deja de correr. Tienes algo en las pestañas. 

¡Acaba de pasar! ¿La has visto? Un cometa. 

¿Era el éxito? 

Creo que sí. Lo tenías en los ojos. En un pestañeo, ha desaparecido.

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Ganar es un destello

Ganar es un cometa. Pasa una vez en la vida y el resto del tiempo, es esperanza.

El ganador esperará solo en la meta, respirando con dificultad sin nadie que le abrace en su llegada. Los más lentos llegarán juntos, habiendo advertido el paisaje rocoso, el olor de las matas, colibríes en las montañas, las hojas violetas de las Jacarandas descansando inmóviles en su pelo. La lentitud te hace humano. En lo fugitivo nada se posa, nada es sostenible en la piel de los que buscan siempre subir más alto. Sin excepción, los últimos serán siempre los primeros. 

*

Con la E. Criatura capaz de devorar infinidad de cuerpos sin saciarse. 

Espectro. No. Engaño. No. ¿Egoísmo?. No. 

Éxito. 

Éxito. Sí. 

Y el éxito cómo es. El éxito que forma tiene. 

Dime simplemente a qué se parece para que pueda reconocerlo cuando se cruce conmigo, si es que se cruza conmigo algún día. Para recordar a alguien necesito saber en qué medida le brillan los ojos. Dime cómo son los ojos del éxito. 

Me gustaría saber como se llega al triunfo, avísame si existe un mapa. 

Todo el mundo habla de ganar y yo nunca he estado allí. No sé ni donde queda. 

Creo que es una especie de sustancia, un ser mutable, camaleónico. Sé que cambia de tamaño y color según quien lo alcance. Si me preguntas a mí, te diré que ganar es un globo verdoso. Un globo verdoso que siempre busca la altura. Yo lo vi, juraría, en la feria del pueblo. Se quiso estampar contra el roble y toda la plaza corrió hacia él antes de que estallara en sus ramas. Lo atrapé yo, me aplaudieron muchísimo, vitorearon mi nombre y fue como viajar por un momento entre algodones. En ese momento era blando y escurridizo, al bajarme del árbol estalló y se acabó el aplauso. Dos segundos me duró en las manos. Se fue al cielo pronto. Luego se transformó en algo parecido al aire y mutó, se hizo más grande todavía. Supongo que se cansó de mi cuerpo y se metió en la boca de otro. Lo único que sé del triunfo es que ha debido crecer mucho desde la última vez que nos vimos. Si me lo encuentro ahora por la calle, tampoco sé si yo podría reconocerle. 

Ganar es un planeta no visto. Ganar es un misterio.

¿Es suave el triunfo? ¿Quema? ¿Te araña cuando lo acaricias? 

¿Es malo? 

¿Muerde? 

¿Se puede tocar? 

Ganar es un cometa. Pasa una vez en la vida y el resto del tiempo, es esperanza. Ganar es un parpadeo. Acaba de pasar. Ya se ha ido. 

¿Has pedido un deseo? 

Ganar es un destello. 

Tienes que mantener la cabeza firme o lo perderás de vista. 

El éxito somos nosotras dos agarradas de la mano. 

Si entro a tu casa no encontraré oro, pero sí mi futuro. 

El premio es el cuento que nuestras madres nos contaban antes de dormir. Un animal místico. No tiene color ni huele a nada en particular, dicen que es translúcido y volátil como un paisaje oceánico. Paula dice que es verde, que no es algo que puedas llevarte a casa de recuerdo en los bolsillos y regalarle a tu hermana, que ganar no es un souvenir. J decía que era una estrella en el suelo, un azulejo de purpurina pisoteado, un nombre grabado en la acera con forma de astro de doce puntas, puesto ahí como para que te hagas la foto y sonrías, la subas al Facebook y todos de comenten perfecta.

Tu dijiste que el triunfo era una función en la que no teníamos hueco. 

En la estación de tren Jesús juró que la meta era la posibilidad de una vida tranquila con Lucía. Ahora sí, creo, podría reconocerlo si me alcanza. 

Dime algo más. Todavía no le pongo forma al triunfo. ¿Se come? Y si se come, ¿engorda? ¿es sano? ¿empalaga? ¿se te queda atascado en la garganta? ¿Es dulce o amarga la victoria? 

Sigo sin saber a qué sabe ganar, pero debe ser algo delicioso cuando está en boca de todos. 

Me gustaría saber qué opinan los ganadores de esto, los héroes, los triunfadores, los que han llegado. 

Ellos saben el camino que nosotros desconocemos. Ellos nos van a prometer que la victoria es algo que sirve para mucho : te hace digno, te aporta un nombre verificado en redes, un contrato indefinido y un despacho, te vuelve el centro de todas las miradas de lujuria. Te da una pareja y una casa con mascota, isla en la cocina y encimeras de mármol, protege el valor, dispersa la tristeza, aumenta la baja autoestima. Si el éxito hubiera sido un monstruo no se habrían quedado a su lado. O sí. Igual nos dicen que es necesario afrontarlo. Es lo que dicen siempre los ganadores, ¿verdad?. Que los pájaros vuelan, las lluvias limpian, el dinero es el fin, el dolor se silencia, las madres son madres y ya está, el poder da el triunfo y los seres humanos siempre vencen. 

Que triste. Dicho así, parece que sí muerde. ¿Es eso un ganador, un ser dependiente de una luz fugitiva? 

Si para ellos. 

Para mí sigue siendo un globo verde.

Ahora lo pienso y me parece una cosa diminuta. 

Te he dicho que el triunfo es un ser camaleónico. 

Si te acercas a mi ganar se transformará en otra cosa. Yo escuché los colibríes y dejé a medias la competición. No soy una persona que le tema al abandono, ellos sí. Ellos no te dejarían tirarte en el pasto porque detenerse en la tierra es sinónimo de derrota, pero un cuerpo que huye es un cuerpo que no toca, no huele, no presta atención a las montañas. Yo jamás te haría tal cosa. Lejos del podio, desde este país de los perdedores en el que estamos ahora, puedo advertir cómo te brillan las pupilas por dentro. 

Deja de correr. Tienes algo en las pestañas. 

¡Acaba de pasar! ¿La has visto? Un cometa. 

¿Era el éxito? 

Creo que sí. Lo tenías en los ojos. En un pestañeo, ha desaparecido.

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