La vida sexual de Steve Stifler 

Mezclar el tocino con la velocidad: el amor y la líbido | Pienso en tamaño XXL.‍ En Tú y Yo de mayores.

Leo por ahí que cuando sufres una ruptura amorosa, la fe del prójimo se instala como un virus. Volverás a enamorarte, dicen. Volverás a amar. 

Esa fe pegajosa, tan inútil como caprichosa, no es más que un intento por sobrevivir a un corazón roto. Unos la cargan de por vida y otros prefieren aceptar la pérdida. 

Decía Lili Álvarez: hay muchas parejitas, pero pocas parejas. Últimamente pienso en cómo se transforma la pareja y en cómo lo hace el amor. Me da igual si son amantes, secretos adúlteros o internautas ciegamente enamorados. Todos sufrimos de lo mismo.

En mi caso, el amor desempeña un papel fundamental —pero no determinante— en mi vida. Es decir, la ausencia del amor no me convierte en cazadora del mismo. No trasnocho esperando el tiro de escopeta perfecto. 

Cuando se rompe, queda la extrañeza de seguir viva. El presagio de una transformación.

Lo que sucede cuando te rompen el corazón no lo puede uno saber. No siempre después del amor hay más amor, y no pasa nada. Está bien. No te hará desgraciada, ni menos mujer. No es necesario seguir una biblia imaginaria de cómo ser una chica. Es excluyente, un tanto vergonzoso. Bridget Jones es una película y Mr. Wonderful un negocio.

El amante es aquel que ama. Un enamorado, un adorador. A veces tu amante tiene las llaves de tu piso de alquiler. Otras tan sólo hace por invitarte a una cerveza. No es mejor uno que otro, según las necesidades personales a cada quien le vendrá mejor una cosa u otra. 

Ahora yo estoy viviendo una historia de amor. Me nutre y me apasiona. Cuando es difícil encontramos el camino. Existe un equilibrio casi perfecto. Somos dos mujeres jóvenes que se desean. Un vínculo fuerte y fiel. Me pregunto por qué toda esta propaganda generacional me incita a buscar fuera. ¿Qué es eso que me estoy perdiendo que todo el mundo quiere?

Mezclar el tocino con la velocidad: el amor y la líbido 

Cavar una fosa.
Edificar una casa.

Sobre las ruinas de las ruinas,
ahora y siempre por los siglos de los siglos,
la vida siempre en obras.

El amor romántico siempre es el más difícil de detectar. Aunque aparentemente llegue en formas tan obvias y reconocibles. Ahora todo se emborrona. Cuanto más deseas a tu pareja menos encajas en la concepción del amor, más te empobreces. Cuanto más te desees a ti mismo —me perdonen, con cierto narcisismo—, serás un Dios, un genio del autoconimiento, El Mesías del sexo y del amor. 

Se puede encontrar el amor, sentirse deseada, querer pagar facturas de la luz, compartir bragas y cepillos de dientes. No es aburrido, ni empobrece.

Las relaciones esporádicas se han convertido en la viagra de a los que ya no se le pone dura. La escasa excusa del insaciable. Los que necesitan una vida sin edificar, llena de andamios, por si algún día toca abrirle a alguien la ventana. 

Cobardes negacionistas: la ilusión se transforma 

Llevarás las dos manos al volante y ella mirará por la ventana. Igual se molesta si te confundes de salida. Para dormir no te mirará a los ojos, puede dormirse de espaldas porque la base es firme, es sólida. Despertarás y, tal vez, no haya una nota encima de la mesa. Desearás lo perpetuo. 

No renunciarás a nada, visitar a tu abuela un domingo es casi orgánico. Seguirás teniendo los mismos gustos y, con certeza, alguno nuevo. Estarás más guapa, más ordenada. La esperanza se catapultará, un futuro mejor augura mientras el presente sigue rodando en bicicleta de alquiler, pedaleando sin manos. 

La ilusión solo se transforma, igual que tus tetas caerán, y las suyas. Recuerda: sólo sabrás cómo duermen los amantes cuando quieras amar hasta la eternidad. 

Los grandes vicios y virtudes del ser humano: los y las Don y Doñas Juan y Juanas del amor

Aquejados del mal del siglo XXI d.C, caracterizados por la ambición. Son difíciles de detectar, pues sus intenciones amorosas parecen ser perdurables. Grandes amigos de Mefistófeles. Si tuvieran un cuchillo serían asesinos en serie. 

Imagen

Quieren, como dice Goethe, del cielo las estrellas más hermosas, de la tierra los más sublimes deleites, y nada de lo que está próximo o lejano puede calmar la agitación profunda de su corazón. 

(Necesita sentirse ofendido para poder existir).

Depender de por vida de una droga. Ángeles de polvo y ceniza.

Para mí: el amor

Pienso en tamaño XXL.

En Tú y Yo de mayores.

La abuela tiene un nuevo cardado.

No hay nota en la cocina pero está la nevera llena.

Tengo tus besos pegados.

Podría ser un animal, una paloma. Una mujer que ya pasó a la historia.

Un axioma.

El horror es claro. Pero hay que entregarse a lo real.

(El dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, natural como el aire).

sustrato, como te habrás dado cuenta ya, es un espacio diferente. No hacemos negocio con tus datos y aquí puedes leer con tranquilidad, porque no te van a asaltar banners con publicidad.

Estamos construyendo el futuro de leer online en el que creemos: ni clickbait ni algoritmo, sino relación directa con escritores sorprendentes. Si te lo puedes permitir y crees en ello, te contamos cómo apoyarnos aquí:
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La vida sexual de Steve Stifler 

Mezclar el tocino con la velocidad: el amor y la líbido | Pienso en tamaño XXL.‍ En Tú y Yo de mayores.

Leo por ahí que cuando sufres una ruptura amorosa, la fe del prójimo se instala como un virus. Volverás a enamorarte, dicen. Volverás a amar. 

Esa fe pegajosa, tan inútil como caprichosa, no es más que un intento por sobrevivir a un corazón roto. Unos la cargan de por vida y otros prefieren aceptar la pérdida. 

Decía Lili Álvarez: hay muchas parejitas, pero pocas parejas. Últimamente pienso en cómo se transforma la pareja y en cómo lo hace el amor. Me da igual si son amantes, secretos adúlteros o internautas ciegamente enamorados. Todos sufrimos de lo mismo.

En mi caso, el amor desempeña un papel fundamental —pero no determinante— en mi vida. Es decir, la ausencia del amor no me convierte en cazadora del mismo. No trasnocho esperando el tiro de escopeta perfecto. 

Cuando se rompe, queda la extrañeza de seguir viva. El presagio de una transformación.

Lo que sucede cuando te rompen el corazón no lo puede uno saber. No siempre después del amor hay más amor, y no pasa nada. Está bien. No te hará desgraciada, ni menos mujer. No es necesario seguir una biblia imaginaria de cómo ser una chica. Es excluyente, un tanto vergonzoso. Bridget Jones es una película y Mr. Wonderful un negocio.

El amante es aquel que ama. Un enamorado, un adorador. A veces tu amante tiene las llaves de tu piso de alquiler. Otras tan sólo hace por invitarte a una cerveza. No es mejor uno que otro, según las necesidades personales a cada quien le vendrá mejor una cosa u otra. 

Ahora yo estoy viviendo una historia de amor. Me nutre y me apasiona. Cuando es difícil encontramos el camino. Existe un equilibrio casi perfecto. Somos dos mujeres jóvenes que se desean. Un vínculo fuerte y fiel. Me pregunto por qué toda esta propaganda generacional me incita a buscar fuera. ¿Qué es eso que me estoy perdiendo que todo el mundo quiere?

Mezclar el tocino con la velocidad: el amor y la líbido 

Cavar una fosa.
Edificar una casa.

Sobre las ruinas de las ruinas,
ahora y siempre por los siglos de los siglos,
la vida siempre en obras.

El amor romántico siempre es el más difícil de detectar. Aunque aparentemente llegue en formas tan obvias y reconocibles. Ahora todo se emborrona. Cuanto más deseas a tu pareja menos encajas en la concepción del amor, más te empobreces. Cuanto más te desees a ti mismo —me perdonen, con cierto narcisismo—, serás un Dios, un genio del autoconimiento, El Mesías del sexo y del amor. 

Se puede encontrar el amor, sentirse deseada, querer pagar facturas de la luz, compartir bragas y cepillos de dientes. No es aburrido, ni empobrece.

Las relaciones esporádicas se han convertido en la viagra de a los que ya no se le pone dura. La escasa excusa del insaciable. Los que necesitan una vida sin edificar, llena de andamios, por si algún día toca abrirle a alguien la ventana. 

Cobardes negacionistas: la ilusión se transforma 

Llevarás las dos manos al volante y ella mirará por la ventana. Igual se molesta si te confundes de salida. Para dormir no te mirará a los ojos, puede dormirse de espaldas porque la base es firme, es sólida. Despertarás y, tal vez, no haya una nota encima de la mesa. Desearás lo perpetuo. 

No renunciarás a nada, visitar a tu abuela un domingo es casi orgánico. Seguirás teniendo los mismos gustos y, con certeza, alguno nuevo. Estarás más guapa, más ordenada. La esperanza se catapultará, un futuro mejor augura mientras el presente sigue rodando en bicicleta de alquiler, pedaleando sin manos. 

La ilusión solo se transforma, igual que tus tetas caerán, y las suyas. Recuerda: sólo sabrás cómo duermen los amantes cuando quieras amar hasta la eternidad. 

Los grandes vicios y virtudes del ser humano: los y las Don y Doñas Juan y Juanas del amor

Aquejados del mal del siglo XXI d.C, caracterizados por la ambición. Son difíciles de detectar, pues sus intenciones amorosas parecen ser perdurables. Grandes amigos de Mefistófeles. Si tuvieran un cuchillo serían asesinos en serie. 

Imagen

Quieren, como dice Goethe, del cielo las estrellas más hermosas, de la tierra los más sublimes deleites, y nada de lo que está próximo o lejano puede calmar la agitación profunda de su corazón. 

(Necesita sentirse ofendido para poder existir).

Depender de por vida de una droga. Ángeles de polvo y ceniza.

Para mí: el amor

Pienso en tamaño XXL.

En Tú y Yo de mayores.

La abuela tiene un nuevo cardado.

No hay nota en la cocina pero está la nevera llena.

Tengo tus besos pegados.

Podría ser un animal, una paloma. Una mujer que ya pasó a la historia.

Un axioma.

El horror es claro. Pero hay que entregarse a lo real.

(El dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, natural como el aire).

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