(Esta reseña no contiene spoilers)
Que no se entere Carla Simón
Durante el último año empecé a reflexionar —casi siempre en tono de broma— sobre la necesidad de guardar ciertas cosas en secreto. No por mezquindad, sino por una intuición: que hay escenas que solo resisten si no se muestran. Cada tanto, después de algún viaje o conversación, di con la frase perfecta para definir esta sensación: que no se entere Carla Simón. Lo pensaba como una especie de advertencia: si ella lo ve, entonces estará perdido. Una ilusión absurda cuando se trata de evitar lo inevitable, y es que el primer escalón de la pirámide está condenado a perder su belleza a cambio del beneficio de una industria cinematográfica a duras penas politizada y cargada de grandes silencios.
Romería sale en pantalla y Vigo se muestra como un souvenir: goloso, barato y olvidadizo.
La historia de Romería se centra en Marina, una joven de 18 años que viaja desde Cataluña hasta Vigo en el año 2004 para indagar sobre su padre biológico, fallecido por sida a finales de los 80. El punto de partida es muy interesante, pero durante la primera hora y media, la película se instala en una especie de contemplación estética —una mirada lenta y pausada que se demora en los gestos mínimos— que se resiste a hacer avanzar la historia. Las gaviotas vuelan preciosas, los muebles guardan secretos y la ciudad es un decorado suave: tan frustrante que te cagas encima.
Marina carga con un conflicto que no se confronta. Es una herida abierta que supura hasta el final. Pero nunca, en ningún momento, quieres hacer por curársela.
Nací en Vigo, en el 99. Mis padres, ella de Ourense y él de Chapela, entraron en una etapa de cambios rápidos y demoledores tras el final del franquismo. Una fuerte crisis industrial que golpeó a zonas con tejido obrero como Vigo, muy dependiente del naval, la automoción y el puerto. En ese caldo de cultivo, la heroína encontró terreno fértil. Galicia, por su posición estratégica, también se convirtió en un punto clave de entrada de droga hacia Europa, lo que facilitó el acceso y la circulación de estupefacientes, no solo de heroína, sino también de cocaína y hachís (entre otras cosas). Vaya, que mientras Feijóo pilotaba la lancha con Marcial en las calles se morían los demás.
¿Qué hizo Carla Simón con esta información tan potente? Pues bien: te lleva al Casco Vello de Vigo, que fue un punto ligado al tráfico y consumo de droga desde finales de los 70. Un barrio obrero que sufrió con la adicción y la precariedad, ahora reconvertido en una zona turística y de ocio más. Se muestra como una verbena de pueblo, cargada de guirnaldas y gentes dispares, lejos de lo que representa la cultura gallega. Forzado y sin autenticidad, aparece un grupo de gaiteiros interpretando una tecno-muiñeira que la peña baila sin ton ni son mientras el guapo de Nuno, primo de Marina y personaje “importante”, la baila con esa gracia del pijo al uso de Vigo que no conoce su cultura y que paga la hierba con el dinero de su abuelo —que es astillero o tiene bodegas—.
Una puesta en escena que no solo desvirtúa el barrio, sino que además ignora por completo el dolor y la historia que realmente habita en esos espacios. Como si los gallegos saliéramos a bailar con la vaca y el sacho.
¿Cómo que Nuno es un chorbo gallego? Me cago en Diola
Nuno (Mitch, a secas), es insoportablemente aburrido. Tiene menos calle que una peonza. Habla como un eructo, como una digestión mala. Uf. Es como si añadiera la palabra “muñeca” a cada enunciado. Siento que tu daddy se muriera de sida, muñeca.
Tiene velero, un casoplón con vistas a la ría, cadenas de oro al cuello, la melenilla de nieto rebelde que no renuncia a la paga (ni al machismo). El primo que liga contigo, que podría besarte en cualquier momento.
Ese es —verdaderamente— Nuno. Coqueto e insoportable. De chorbo nada. Un chorbo es noble, humilde, amigo de sus amigos. No tiene un duro en la cartera pero te invita siempre a todo. Tiene familia en Xinzo y a su abuela tatuada en el brazo.

Marina (Llúcia Garcia) es una niña con una cara maja, linda, de belleza extraña (dentro del marco carlasimoniano). Su personaje no tira, no arranca. Te da un poco de rabia, incluso. Está muy centrada en su futura carrera como cineasta y eso tapa todo lo demás, que es lo verdaderamente importante.
Historial de Google Chrome: “Mejores canciones típicas Galicia alegres graciosas”
Carla quiso contarlo todo pero no le dio tiempo a nada. Siniestro Total, la Santa Compaña, la vida marinera (en veleros de lujo), mención especial al Morrazo (Cangas y Moaña), retranca gallega (de mala ejecución), algas para plano romántico, cantar el “Pousa Pousa” en medio de la comida, la Procesión de la Virgen del Carmen, las doñas con cardado y eye-liner azul duro, el cartel de Nunca Máis, delfines (que no son delfines), y —sin duda alguna— mi parte favorita: pronunciar dos palabras en gallego cada 30 minutos de película.
Mis dos reseñas de Google favoritas:
*Caso aislado de niño pijo de familia bien, tratado como una aventura hippie. Nada representativo de lo que fue lo más crudo de la droga y del SIDA. Fui espectador forzoso, por mi trabajo, en el barrio madrileño de San Blas, años 80. Fue terrorífico*
*Decepcionante, historia poco creíble y hasta irrespetuosa con los miles de personas afectadas por la heroína en los barrios de Vigo y resto de Galicia, que hemos tenido que sufrir esta desgracia. Camellos en las puertas de los institutos, muertos por sobredosis, familias destrozadas sin recursos, madres acompañando a los hij@s al Proyecto Hombre... y hemos tirado para adelante. He visto una ficción sobre un pijo de familia burguesa que aparta a su hijo como un "olvidado", y mientras tanto los currit@s de Citröen , astilleros... Álvarez.. tiraban del carro para no tirarse al mar por no ver una salida. Una familia burguesa que canta el "Pousa e Pousa" en el balcón de su chalet con las supervistas a la ría, de ciencia ficción vaya, por meter algo de gallego en la peli... un cartel de Nunca más...y el hijo del gallego que se va a Francia, el único que se salva del ambiente agónico de Vigo. Gracias por mostrarnos tan decadentes e utilizar nuestro mar. Lo mejor Siniestro, que nunca falla. Hay una que canta DE LA CIUDAD CONDAL TU ERES PERO A MI NO ME QUIERES*
Sueño con lo salvaje
No creo que sea una película mala, de hecho, me parece muy injusto decir que algo que sale de lo más íntimo se califique como malo. Tal vez, en lo personal, se escape de mis expectativas e ideales. Lo que deja también un gran arco de esperanza a todos los que sí queremos contar historias que hagan justicia, que se muestren políticas y rompan con este molde tan contemplativo de estos últimos años en el cine español. Necesitamos un cine que incomode, que muestre la realidad tal y como es. Fea, coja, peluda.
La belleza se encuentra en todas partes, es muy fácil de encontrar y de vender. Lo salvaje no. Lo salvaje está escondido. Estamos deseando verlo. Estamos deseando que nos dejéis contarlo.