Ayer empezaron las fiestas de Oviedo: San Mateo. Unas fiestas que harán estar a la ciudad de cachondeo durante 11 días, los habrá que más y los habrá que menos, por eso de la edad, la familia, la salud, la cartera o las limitaciones morales de cada quien.
Más allá de los bocatas en los chiringuitos de Porlier (o lo que queda de ellos, tras la desaparición del mítico modelo festivo ovetense), de las tapas en las casetas del Bombé o del recién creado y exitoso Menú del Indiano para SM; los de Oviedo se agarran al mojito como bebida hegemónica, pócima de los dioses, símbolo de la fiesta y combustible sublime para aguantar los días y las noches.
El mojito se convirtió ya hace años en la bebida oficial de estos días, en el reclamo de las calles de una Vetusta que sin perder su esencia lo es menos en este periodo. Todo empezó cuando el alcalde Masip y la Sociedad Ovetense de Festejos, a principios de los ochenta, se trajeron de Bilbao una idea de fiesta basada en el Aste Nagusia y sus famosas txoznas. Así diferentes asociaciones y partidos políticos respaldaron esta idea y en 1983 se ponían en las calles del Antiguo los primeros chiringuitos. Fue algo que revolucionó las fiestas ovetenses, no sin controversia con la ortodoxia, pero que encandiló a los jóvenes y las calles estaban a reventar. Así llegó el Rincón cubano, en solidaridad con el régimen comunista de Cuba y arropado por el PC. Estos, además de ritmos latinos y bailes hasta las tantas, ofrecieron en su barra el mojito. Así, el mítico cóctel cubano (una mezcla de ron, lima, azúcar, hierbabuena y soda) fue calando entre los vecinos, como lo hizo con Hemingway en sus tardes beodas en La Habana, hasta alzarse como bebida representativa de las fiestas mateínas.
Ya no hay Rincón Cubano ni chiringuitos tradicionales, pero en todas las barras nos encontramos con este cóctel como llamada a la grey para dejarse ahí el parné. Ya los hay de multitud de sabores, con variedad de tamaños y formatos y de una calidad bastante superior a lo que tomábamos mientras sonaba de fondo “Aquí se queda la clara, / la entrañable transparencia. / De tu querida presencia, / comandante Che Guevara”. Pero uno, si ha de quedarse, me quedo con aquellos a veces agrios y otras veces pura azúcar, porque en el recuerdo, en la memoria, todos los sabores que nos recuerdan a grandes momentos son inmejorables.
Deseo, con estas líneas, un feliz San Mateo a todo Oviedo e invito a todo el mundo a que se acerque y disfrute.