Los domingos por la mañana son aburridos porque mamá y papá tienen que limpiar la casa y suben y bajan al trastero y yo tengo que jugar solo. Me gusta jugar solo, soy bueno inventando juegos, carreras de Monster Trucks o batallas de SuperThings, pero prefiero jugar con ellos. Mamá me ha prometido que cuando termine con la aspiradora, vamos a montar el Scalextric, pero no termina nunca. Odio el ruido de la aspiradora, odio cuando no me hacen caso. Tengo que encontrar un juego que les guste mucho. Mi papá siempre dice que cuando era pequeño, era el mejor jugando al escondite, pero yo sé que puedo ganarle. Voy a buscar el mejor escondite del mundo. Seguro que cuando se dé cuenta, se pone a jugar conmigo.
Ya está. Aquí no pueden encontrarme. Voy a ganar. Por fin ha terminado mamá con la aspiradora. Me late el corazón en los oídos. Pasa un rato hasta que oigo sus pasos. Pasos por toda la casa. Ya tienen que estar buscándome. Oigo también mi nombre. Papá me llama, pero yo no respondo. Luego se abre la puerta del patio y Bimba sale corriendo y ladrando. Sé que es la puerta del patio porque suena igual que mi bicicleta cuando me tiro por la rampa del parque y freno muy fuerte. Oigo hablar a papá y mamá, pero están muy lejos y no sé lo que dicen. Se abren y se cierran todas las puertas y los armarios y las ventanas. Oigo a mamá que se acerca hasta donde estoy, enciende la luz y casi me ve en el espejo, pero va muy rápido y no se da cuenta. Para ganar al escondite hay que buscar bien, como un detective. Siguen sin descubrirme, ya casi tengo el trofeo de campeón. Empiezan a gritar muy alto mi nombre. Se lo están tomando en serio, pero no podrán conmigo. Oigo de pronto un portazo. Es la puerta de casa.
Un silencio muy grande. Un silencio de verdad.
Seguro que mis papás se han rendido y se han sentado en el sofá. He ganado por fin. Ya puedo salir. Voy al salón y no veo a nadie. Todas las habitaciones están vacías. Creo que no es una broma. Los busco también en el patio y en los armarios y en la cocina, pero no están. Solo veo a Bimba tumbada al sol.
Estoy solo. Es la primera vez que estoy solo.
Tengo que hacer algo, pero no puedo pensar. Siento calor en la barriga y quiero llorar, pero no tengo lágrimas. Tengo miedo, pero salgo al portal, salgo a la calle. Todo está tranquilo. Grito muy fuerte: «¡Mamáaa!» y no pasa nada. Cuento hasta tres y vuelvo a gritar más fuerte todavía: «¡MAMÁAA!» Una vecina me mira por la ventana. Quiero volver a casa, pero no puedo entrar, no tengo llaves. Estoy a punto de sentarme en el bordillo a esperar, pero justo en ese momento, miro al final de la calle y veo a un hombre que sale corriendo del parque. Es mi papá que viene a por mí. Lo veo acercarse muy rápido y me quedo quieto. Vuelvo a sentir mucho miedo, pero ahora ya no es mi miedo. Es el miedo de papá. Tiene los ojos muy abiertos y una cara diferente. Me abraza muy fuerte. Tan fuerte que creo que vamos a explotar los dos. Luego viene mamá corriendo también. Está llorando y eso me da mucha pena. No entiendo si está contenta o está triste, pero nos abrazamos los tres.
Al llegar a casa la veo fumando. Papá también la ve, pero no le riñe. A mí tampoco me riñen. No hablamos de lo que ha pasado. Luego merendamos juntos y mamá está muy cariñosa conmigo. Jugamos a las cosquillas. Por la noche, a la hora del colacao y los dibus, es papá el que se pone a mi lado en el sofá. Me gusta tumbarme con él a descansar. No sé si se enfadará, pero tengo que preguntar:
— ¿Los mayores tenéis miedo, papá?
— Claro, hijo, igual que los niños. El miedo es algo normal.
Me dice eso y luego me rodea con su brazo. No está enfadado ni triste. Eso me deja tranquilo. Yo quiero que él esté tranquilo también.
— Papá, yo soy muy valiente. No quiero que tengáis miedo nunca. Vuestro miedo me da más miedo que el mío.
Lo miro de reojo y me está mirando. Creo que está sonriendo. Mamá ha salido de la ducha. Quiero tener los ojos abiertos, pero me pesan los párpados. Papá me coloca el pelo detrás de las orejas. Entra fresquito por la ventana. Bimba duerme en su cama. El capítulo va a terminar. El ruido del ventilador cada vez es más suave.