Álvaro ‘Corazón Rural’ y Aguilera Munro

Por
Álvaro Boro
15/10/2025

Se apartó completamente del régimen. Llamaba a Franco “hijo de puta”. Se dedicó a inventar cosas, canalizar agua, poner altavoces para óperas en su finca de cerdos.

Álvaro González Esteban, más conocido como Álvaro ‘Corazón Rural’, indaga entre las sombras de una España rota para rescatar la figura de un hombre tan incómodo como fascinante: el aristócrata y capitán Gonzalo de Aguilera Munro, apodado ‘Capitán Veneno’. En ‘Capitán Veneno. Aguilera Munro: oficial de prensa de Franco’ (Libros del KO), el autor traza un retrato descarnado de un personaje inclasificable, entre la violencia y la cultura, la contradicción, la brillantez y el delirio.

P-¿Se habla lo suficiente de la Guerra Civil española y con suficiente rigor?

R- En el ámbito académico sí, los historiadores han llegado a ciertos consensos y se han cerrado círculos tanto sobre la Guerra Civil como el franquismo y la Transición. El problema viene de otro lado: políticos y periodistas viven en una dimensión paralela, divergente, incluso psicodélica. Ahí se genera una distorsión muy notable de los temas históricos, donde todo acaba reducido a debates neuróticos sobre culpas y orígenes, lo que intoxica cualquier intento de claridad.

P-¿Cuándo se jodió España y pasamos a ser un país tan polarizado?

R- Es difícil señalar un momento. En los años 30 hubo polarización y está bien estudiada, con factores como el contexto europeo del auge de los fascismos y la reacción a la Revolución Rusa, con una población muy joven que encendía las pasiones. Hoy, la polarización también es multifactorial: desigualdad, falta de horizontes vitales, una tecnología que excita los instintos bajos. Lo cierto es que hemos pasado de una época de consensos, como la llegada de la democracia, a otra de crispación, y quizá el hilo común sea precisamente la desigualdad.

P-Escribe: “Las historias orales de la Guerra Civil española las carga el diablo”.

R- Muchas de esas historias no pueden contrastarse. Las guerras generan relatos que se repiten, como mitos o folclore. Pasa incluso en otras guerras, gente distinta que cuenta exactamente la misma historia como si fuera suya.

P-Defina al capitán Aguilera Munro en pocas palabras.

R- Inclasificable. Es imposible meterlo en ninguna categoría fija. En él encuentras una cosa y su contraria constantemente.

P-Violento, culto, anticlerical, aristócrata, monárquico, anticapitalista, favorable a la eugenesia. Una joyita. Un tipo extraño para casar con la doctrina franquista.

R- Coincidió en tiempo y lugar con el franquismo, pero no tenía nada que ver con él. Era un anacronismo: defendía un poder aristocrático medieval, odiaba el clericalismo, detestaba los totalitarismos.

P-¿Dónde dio con este personaje? No tiene una relevancia histórica significativa.

R- Lo encontré primero en la biografía de Franco de Paul Preston, y luego lo vi aparecer en foros sobre la Guerra Civil. Me sorprendió que siendo tan peculiar, tan literario, hubiese pasado tan desapercibido para la historia oficial.

P-¿Por qué lo de ‘Capitán Veneno’?

R- Es un mote que le cayó por su carácter. Venía de un personaje literario: un militar agrio, misógino y malencarado. Cuando vieron cómo se comportaba Aguilera como oficial de prensa, el apodo vino solo.

P-¿Cómo eran los corresponsales extranjeros que estaban en España durante el conflicto?

R- Tan diversos como los periodistas de hoy, desde profesionales comprometidos con los derechos humanos hasta simpatizantes del fascismo, espías, idealistas de izquierdas o aventureros que veían España como un país pintoresco en guerra. Para algunos era una aventura exótica.

P-Todos los testigos eran complicados para los golpistas. Aguilera, como oficial de prensa, tuvo una importante labor.

R- En los primeros meses, las alianzas no estaban claras y era clave que la opinión pública extranjera no viera al bando sublevado como salvaje o exterminador. Aguilera fue esencial para controlar esa narrativa, que no trascendiera lo que realmente estaba ocurriendo.

P-Respaldó rápidamente el golpe de estado, pero rechazaron su participación en el frente.

R- Exacto. Abandonó Madrid y se fue a Salamanca, pero no le dieron destino. Lo rechazaban en todos lados, lo cual es llamativo porque el ejército necesitaba gente. Era un tipo antipático, problemático, y lo apartaban. Le encontraron hueco en la oficina de prensa gracias a que hablaba idiomas.

P-Sin embargo, era un hombre valiente.

R- Sí, tenía un punto temerario. Atravesaba líneas enemigas sin saber quién controlaba el territorio, conducía como un loco. Había estado en África y eso lo curtió. No se asustaba fácilmente.

P-Controlaba a la prensa, a la vez, con métodos salvajes y guante de seda.

R- A algunos periodistas los amenazaba de muerte si se salían de su control y a otros los agasajaba o manipulaba para tenerlos contentos.

P-¿Fue su verborrea propaganda o era realmente así?

R- Era así, era su forma de hablar. Estaba en sintonía con el contexto de violencia y barbarie del inicio de la guerra. Sus palabras reflejan ese clima, pero también su personalidad.

P-Señala en el libro que Unamuno fue una de sus primeras víctimas.

R- Bueno, más que víctima, fue un producto. Aguilera llevó periodistas a entrevistarlo y logró arrancarle declaraciones que eran casi un calco de lo que decía Mola, lo de la civilización de los sublevados frente a la barbarie republicana. Queda la duda de si Unamuno lo decía convencido o coaccionado. Eso lo discuten los historiadores.

P-Aguilera Munro sostenía teorías descabelladas, pero a las que supo dar un matiz intelectual o culto.

R- Sí, eran cosas que hoy nos parecerían de bar, pero él sabía envolverlas con referencias cultas. Jugaba con la hipérbole, la exageración, buscaba crear titulares. 

P-En las fotos aparece como un dandy. Tenemos también conocimiento de sus actitudes “seductoras de carácter donjuanesco”.

R- Iba siempre con pañuelo de seda, botas altas y fusta. Bailarín excelente, amante de las mujeres. Salió a ligar hasta muy mayor. Era un donjuán, incapaz de comprometerse con nadie. Eso también habla de sus trastornos emocionales.

P-No tuvo una infancia fácil.

R- Horrible. Su madre era de origen humilde, y fue despreciada por la familia aristocrática del padre. Él lo vivió. Lo mandaron a internados en Inglaterra y Alemania, con un ambiente durísimo, sobre todo para un extranjero. Eso marcó al niño para siempre.

P- Pionero de la radio, fue el primero en hablar en castellano a todo el país desde la BBC de Londres.

R- Sí, otra contradicción más. Fracasa en los estudios, es el último de su promoción y, sin embargo, autodidacta, descubre la radio, la domina y la introduce en España.

P- Gran amante de los libros, una de sus primeras preocupaciones era el estado de su biblioteca que había dejado en Madrid durante la contienda.

R- Su afecto más duradero fue por los libros. Perdió su biblioteca y dedicó muchas horas a recuperarla. Consiguió un tercio. Trataba cada ejemplar con esmero. Era su refugio frente al mundo.

P-Terminó la Guerra Civil y dejó de prestar servicios a la dictadura de Franco, acabó repudiándola. Pasó gran parte aislado, leyendo, estudiando y escribiendo. También se entregó al fútbol. Y a la invención tecnológica.

R- Se apartó completamente del régimen. Llamaba a Franco “hijo de puta”. Se dedicó a inventar cosas, canalizar agua, poner altavoces para óperas en su finca de cerdos. Era su mundo delirante, pero coherente con su aislamiento.

P-Ya mayor, acabó con la vida de sus hijos.

R- Sí, ya con la cabeza muy tocada, convencido de que lo querían traicionar. Alimentó una paranoia que acabó en tragedia.

P-¿Cuándo perdió Aguilera Munro cualquier atisbo de humanidad?

R- Se fue apagando lentamente. El aislamiento, la desilusión o la ruina personal. Todo lo fue consumiendo. Al final, queda un hombre vencido por sí mismo.

P-Qué gran tuitero nos hemos perdido.

R- Sin duda. Hubiera sido un fenómeno: verborreico, excesivo, provocador, culto, contradictorio. Tenía esa mezcla irresistible de brillantez y locura.

P-¿Qué advertencia o aprendizaje deja la figura del Capitán Aguilera?

R- El Capitán Aguilera representa la decadencia y contradicción de la aristocracia, un sistema anacrónico difícil de modernizar. Se siente llamado a estar por encima de los demás, pero no puede, lo que le genera frustración y tormento. Las rígidas normas familiares agravan estos conflictos, provocando tensiones y trastornos. Aguilera muestra cómo aferrarse a privilegios obsoletos conduce a comportamientos enajenados. Su figura advierte que mantener estructuras antiguas es insostenible y causa sufrimiento en la sociedad moderna.

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Álvaro ‘Corazón Rural’ y Aguilera Munro
Se apartó completamente del régimen. Llamaba a Franco “hijo de puta”. Se dedicó a inventar cosas, canalizar agua, poner altavoces para óperas en su finca de cerdos.
Por
Álvaro Boro
15/10/2025

Álvaro González Esteban, más conocido como Álvaro ‘Corazón Rural’, indaga entre las sombras de una España rota para rescatar la figura de un hombre tan incómodo como fascinante: el aristócrata y capitán Gonzalo de Aguilera Munro, apodado ‘Capitán Veneno’. En ‘Capitán Veneno. Aguilera Munro: oficial de prensa de Franco’ (Libros del KO), el autor traza un retrato descarnado de un personaje inclasificable, entre la violencia y la cultura, la contradicción, la brillantez y el delirio.

P-¿Se habla lo suficiente de la Guerra Civil española y con suficiente rigor?

R- En el ámbito académico sí, los historiadores han llegado a ciertos consensos y se han cerrado círculos tanto sobre la Guerra Civil como el franquismo y la Transición. El problema viene de otro lado: políticos y periodistas viven en una dimensión paralela, divergente, incluso psicodélica. Ahí se genera una distorsión muy notable de los temas históricos, donde todo acaba reducido a debates neuróticos sobre culpas y orígenes, lo que intoxica cualquier intento de claridad.

P-¿Cuándo se jodió España y pasamos a ser un país tan polarizado?

R- Es difícil señalar un momento. En los años 30 hubo polarización y está bien estudiada, con factores como el contexto europeo del auge de los fascismos y la reacción a la Revolución Rusa, con una población muy joven que encendía las pasiones. Hoy, la polarización también es multifactorial: desigualdad, falta de horizontes vitales, una tecnología que excita los instintos bajos. Lo cierto es que hemos pasado de una época de consensos, como la llegada de la democracia, a otra de crispación, y quizá el hilo común sea precisamente la desigualdad.

P-Escribe: “Las historias orales de la Guerra Civil española las carga el diablo”.

R- Muchas de esas historias no pueden contrastarse. Las guerras generan relatos que se repiten, como mitos o folclore. Pasa incluso en otras guerras, gente distinta que cuenta exactamente la misma historia como si fuera suya.

P-Defina al capitán Aguilera Munro en pocas palabras.

R- Inclasificable. Es imposible meterlo en ninguna categoría fija. En él encuentras una cosa y su contraria constantemente.

P-Violento, culto, anticlerical, aristócrata, monárquico, anticapitalista, favorable a la eugenesia. Una joyita. Un tipo extraño para casar con la doctrina franquista.

R- Coincidió en tiempo y lugar con el franquismo, pero no tenía nada que ver con él. Era un anacronismo: defendía un poder aristocrático medieval, odiaba el clericalismo, detestaba los totalitarismos.

P-¿Dónde dio con este personaje? No tiene una relevancia histórica significativa.

R- Lo encontré primero en la biografía de Franco de Paul Preston, y luego lo vi aparecer en foros sobre la Guerra Civil. Me sorprendió que siendo tan peculiar, tan literario, hubiese pasado tan desapercibido para la historia oficial.

P-¿Por qué lo de ‘Capitán Veneno’?

R- Es un mote que le cayó por su carácter. Venía de un personaje literario: un militar agrio, misógino y malencarado. Cuando vieron cómo se comportaba Aguilera como oficial de prensa, el apodo vino solo.

P-¿Cómo eran los corresponsales extranjeros que estaban en España durante el conflicto?

R- Tan diversos como los periodistas de hoy, desde profesionales comprometidos con los derechos humanos hasta simpatizantes del fascismo, espías, idealistas de izquierdas o aventureros que veían España como un país pintoresco en guerra. Para algunos era una aventura exótica.

P-Todos los testigos eran complicados para los golpistas. Aguilera, como oficial de prensa, tuvo una importante labor.

R- En los primeros meses, las alianzas no estaban claras y era clave que la opinión pública extranjera no viera al bando sublevado como salvaje o exterminador. Aguilera fue esencial para controlar esa narrativa, que no trascendiera lo que realmente estaba ocurriendo.

P-Respaldó rápidamente el golpe de estado, pero rechazaron su participación en el frente.

R- Exacto. Abandonó Madrid y se fue a Salamanca, pero no le dieron destino. Lo rechazaban en todos lados, lo cual es llamativo porque el ejército necesitaba gente. Era un tipo antipático, problemático, y lo apartaban. Le encontraron hueco en la oficina de prensa gracias a que hablaba idiomas.

P-Sin embargo, era un hombre valiente.

R- Sí, tenía un punto temerario. Atravesaba líneas enemigas sin saber quién controlaba el territorio, conducía como un loco. Había estado en África y eso lo curtió. No se asustaba fácilmente.

P-Controlaba a la prensa, a la vez, con métodos salvajes y guante de seda.

R- A algunos periodistas los amenazaba de muerte si se salían de su control y a otros los agasajaba o manipulaba para tenerlos contentos.

P-¿Fue su verborrea propaganda o era realmente así?

R- Era así, era su forma de hablar. Estaba en sintonía con el contexto de violencia y barbarie del inicio de la guerra. Sus palabras reflejan ese clima, pero también su personalidad.

P-Señala en el libro que Unamuno fue una de sus primeras víctimas.

R- Bueno, más que víctima, fue un producto. Aguilera llevó periodistas a entrevistarlo y logró arrancarle declaraciones que eran casi un calco de lo que decía Mola, lo de la civilización de los sublevados frente a la barbarie republicana. Queda la duda de si Unamuno lo decía convencido o coaccionado. Eso lo discuten los historiadores.

P-Aguilera Munro sostenía teorías descabelladas, pero a las que supo dar un matiz intelectual o culto.

R- Sí, eran cosas que hoy nos parecerían de bar, pero él sabía envolverlas con referencias cultas. Jugaba con la hipérbole, la exageración, buscaba crear titulares. 

P-En las fotos aparece como un dandy. Tenemos también conocimiento de sus actitudes “seductoras de carácter donjuanesco”.

R- Iba siempre con pañuelo de seda, botas altas y fusta. Bailarín excelente, amante de las mujeres. Salió a ligar hasta muy mayor. Era un donjuán, incapaz de comprometerse con nadie. Eso también habla de sus trastornos emocionales.

P-No tuvo una infancia fácil.

R- Horrible. Su madre era de origen humilde, y fue despreciada por la familia aristocrática del padre. Él lo vivió. Lo mandaron a internados en Inglaterra y Alemania, con un ambiente durísimo, sobre todo para un extranjero. Eso marcó al niño para siempre.

P- Pionero de la radio, fue el primero en hablar en castellano a todo el país desde la BBC de Londres.

R- Sí, otra contradicción más. Fracasa en los estudios, es el último de su promoción y, sin embargo, autodidacta, descubre la radio, la domina y la introduce en España.

P- Gran amante de los libros, una de sus primeras preocupaciones era el estado de su biblioteca que había dejado en Madrid durante la contienda.

R- Su afecto más duradero fue por los libros. Perdió su biblioteca y dedicó muchas horas a recuperarla. Consiguió un tercio. Trataba cada ejemplar con esmero. Era su refugio frente al mundo.

P-Terminó la Guerra Civil y dejó de prestar servicios a la dictadura de Franco, acabó repudiándola. Pasó gran parte aislado, leyendo, estudiando y escribiendo. También se entregó al fútbol. Y a la invención tecnológica.

R- Se apartó completamente del régimen. Llamaba a Franco “hijo de puta”. Se dedicó a inventar cosas, canalizar agua, poner altavoces para óperas en su finca de cerdos. Era su mundo delirante, pero coherente con su aislamiento.

P-Ya mayor, acabó con la vida de sus hijos.

R- Sí, ya con la cabeza muy tocada, convencido de que lo querían traicionar. Alimentó una paranoia que acabó en tragedia.

P-¿Cuándo perdió Aguilera Munro cualquier atisbo de humanidad?

R- Se fue apagando lentamente. El aislamiento, la desilusión o la ruina personal. Todo lo fue consumiendo. Al final, queda un hombre vencido por sí mismo.

P-Qué gran tuitero nos hemos perdido.

R- Sin duda. Hubiera sido un fenómeno: verborreico, excesivo, provocador, culto, contradictorio. Tenía esa mezcla irresistible de brillantez y locura.

P-¿Qué advertencia o aprendizaje deja la figura del Capitán Aguilera?

R- El Capitán Aguilera representa la decadencia y contradicción de la aristocracia, un sistema anacrónico difícil de modernizar. Se siente llamado a estar por encima de los demás, pero no puede, lo que le genera frustración y tormento. Las rígidas normas familiares agravan estos conflictos, provocando tensiones y trastornos. Aguilera muestra cómo aferrarse a privilegios obsoletos conduce a comportamientos enajenados. Su figura advierte que mantener estructuras antiguas es insostenible y causa sufrimiento en la sociedad moderna.

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