CANDOrroWEEN

Por
Ana Webb
3/11/2025

El evento se estructuraba en cuatro conciertos: Arctic Ñoquis (El diablo de Shanghai), Erin Memento, Ku!, y Diamante negro. Todos miembros del sello y juntos como en una reunión familiar

Halloween es una de esas fiestas hito del año similares a nochevieja; la noche promete ser algo realmente increíble, pero requiere de una planificación detallada y una organización previa. Hay gente que lo ama, gente que lo odia, yo personalmente disfruto de ese momento en el que escuchar música de temática Halloween en NTS y observar desde lejos la creatividad de la gente que sabe disfrazarse bien (yo no figuro en esa categoría). Suerte que este año había numerosos planes alineados que proporcionaban varias opciones al explorador musical madrileño. Uno de ellos el concierto despedida —o como él lo denominó, funeral— del proyecto de Lucas Vidaur, Confeti de Odio y el otro, al que tuve la suerte de acudir en cuerpo presente, de Candorro en la Sala el Sol. 

Candorro es un sello madrileño que crean los miembros de la banda Camellos por ilusión y “amor a la música” con la ambición de promover bandas de rock emergentes. El evento se estructuraba en cuatro conciertos: Arctic Ñoquis (El diablo de Shanghai), Erin Memento, Ku!, y Diamante negro. Todos miembros del sello y juntos como en una reunión familiar en la que conoces por primera vez a tu primo lejano. Estas cuatro apariciones se extendían en un tiempo récord, pues cada bolo duró aproximadamente media hora (menos el de Diamante Negro, aunque este tampoco llegó a durar una hora completa). La temática de disfraces no estaba establecida al 100%, pero el ambiente era parecido al del último día del Canela Party. Ver a una banda tocar disfrazada es divertido, aunque se sufre al observar la angustia de quien está bajo esas luces del infierno con una máscara de papel de aluminio, como el bajista de Ku!

El primer concierto, Arctic Ñoquis, era un tributo a Arctic Monkeys —en concreto, el primer disco Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not (2006) en orden— interpretado por los miembros de la banda barcelonesa El Diablo de Shangai. Todo el mundo salió de ahí diciendo algo parecido: “joder hacia mucho que no escuchaba esto”, “he sentido que tenia 15 años otra vez”, “hacia mucho que no cantaba esas canciones”, y cosas por el estilo. La verdad que yo también sentí algo parecido. Cuando se juntan este tipo de canciones que todas nos sabemos de memoria, la cosa parece más un karaoke que un concierto, pero esa nostalgia trajo un disfrute perfecto como introducción a la noche. El directo sonaba muy bien, y aunque me costaba escucharle bien del todo, Juan Trías de Bes (alias Juanito) clavó el tono y el acento de Turner hasta el punto de que en un momento pensé que igual era medio-inglés. Luego me enteré que no, pero su investigación era tan exhaustiva que había hecho variaciones de la voz basadas en otros directos de los Arctic. El disfraz que eligieron era además un guiño al que llevaron los Arctic en los Brit Awards de 2007 cuando ganaron a mejor album britanico. 

Arctic Ñoquis (El diablo de Shangai)

La siguiente en salir fue Erin Memento en formación de banda, con bajo y batería. Erin tiene una fuerte presencia sobre el escenario, vestida con un sombrero de cowboy, una chaqueta larga de piel de serpiente y una funda de guitarra con forma de ataúd. Se nota que se siente agusto, y ocupa el espacio de una forma que todas deberíamos aprender. La cantante lleva ya muchos años tocando en diferentes proyectos tanto en solitario como en bandas, y ha vivido en Los Ángeles. Se mudó originalmente para estudiar Ingeniería de sonido y producción en el Musicians Institute, y volvió más adelante atraída por el panorama musical y las influencias latinas de la ciudad. El directo de Erin activó el lado más sensible del público con un rock alternativo con guiños al shoegaze (sobre todo en el tema nuevo que presentó), y unas letras que, acompañadas por sus riffs de guitarra dulces y brillantes, generaban una bola de sonido realmente emocionante. El talento de Memento es evidente, y su presencia sobre el escenario en este evento resultó muy necesario, no solo porque fue la única mujer que presentó su proyecto, sino porque en estos contextos de conciertos frenéticos, es refrescante escuchar un proyecto que muestre vulnerabilidad y ternura sin renunciar a una gran potencia sónica. 

Erin Memento

Tras otra pequeña pausa aparece Ku!, banda valenciana que Fernando ha descrito como un “chicle de orbit con cafeína”. Ese toque kraut que menciona Fer en su texto me recuerda no solo al ritmo exaltado de Parquet Courts sino también en ocasiones a la complejidad musical de la banda australiana King Gizzard and The Lizard Wizard en temas como “Rápido“, sobre todo en esos momentos en los que la voz acompaña las notas del riff de guitarra. El sonido de Ku! recuerda a un ambiente estadounidense del oeste, como ese episodio de Futurama en el que el el alienígena Kif viaja a Marte a conocer a la familia de su novia Amy. En este sentido el disfraz de cowboys alienígenas es idóneo para esta asociación. Una de las canciones más disfrutables de la noche y que todo el mundo bailó con efusividad fue esa cover de Luis Miguel “No culpes a la noche (será que no me amas)”, que a su vez es una versión españolizada de “Blame it on a boogie” de los Jackson 5. En concreto, creo que esta versión está adaptada a la perfección y que en el hook del estribillo hay un cambio muy acertado. 

Ku!

Los últimos en salir fueron Diamante Negro, trío formado en 2018 en Barcelona. Aparecieron con una energía electrificante, tres chavales cada uno con una personalidad fuerte en su propia estética: el cantante Benoît evocando la energía de un Eduardo Benavente vampiro metido de speed, el batería, Pol con el pelo largo pelirrojo con una potencia imparable, y el bajo/guitarra Lucas, rubio de gafas y bigote cuya apariencia parece haberle convertido el personaje recurrente al que mencionar en las redes de la banda. En el concierto no paraban de pasar cosas, algo siempre de agradecer; se cambian de instrumento, sale una chica a tocar el bajo pintada entera de verde, tocan una cover de amaia, el cantante se baja a mezclarse con el público…, etc 

La energía de la gente venía reflejada directamente de lo ellos proyectaban. Todo el mundo bailaba, cantaba sin parar, rellenaba los huecos de la voz en los que Benoît paraba a coger aliento, y en consecuencia la banda acaban tocando sus canciones más rápidas de lo que aparecen en la grabación. En definitiva, Diamante Negro, generó una conexión directa con el público, haciéndonos partícipes de lo que estaba ocurriendo. Esta situación es lo que hace de un directo realmente memorable, aquel en el que la conexión genuina entre los miembros se ve proyectada sobre quienes están presenciando lo que ocurre sobre el escenario.

Halloween a veces promete demasiado, pero esta fiesta de Candorro fue de lo más divertida. Por muchos años más.

Diamante negro
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El evento se estructuraba en cuatro conciertos: Arctic Ñoquis (El diablo de Shanghai), Erin Memento, Ku!, y Diamante negro. Todos miembros del sello y juntos como en una reunión familiar
Por
Ana Webb
3/11/2025

Halloween es una de esas fiestas hito del año similares a nochevieja; la noche promete ser algo realmente increíble, pero requiere de una planificación detallada y una organización previa. Hay gente que lo ama, gente que lo odia, yo personalmente disfruto de ese momento en el que escuchar música de temática Halloween en NTS y observar desde lejos la creatividad de la gente que sabe disfrazarse bien (yo no figuro en esa categoría). Suerte que este año había numerosos planes alineados que proporcionaban varias opciones al explorador musical madrileño. Uno de ellos el concierto despedida —o como él lo denominó, funeral— del proyecto de Lucas Vidaur, Confeti de Odio y el otro, al que tuve la suerte de acudir en cuerpo presente, de Candorro en la Sala el Sol. 

Candorro es un sello madrileño que crean los miembros de la banda Camellos por ilusión y “amor a la música” con la ambición de promover bandas de rock emergentes. El evento se estructuraba en cuatro conciertos: Arctic Ñoquis (El diablo de Shanghai), Erin Memento, Ku!, y Diamante negro. Todos miembros del sello y juntos como en una reunión familiar en la que conoces por primera vez a tu primo lejano. Estas cuatro apariciones se extendían en un tiempo récord, pues cada bolo duró aproximadamente media hora (menos el de Diamante Negro, aunque este tampoco llegó a durar una hora completa). La temática de disfraces no estaba establecida al 100%, pero el ambiente era parecido al del último día del Canela Party. Ver a una banda tocar disfrazada es divertido, aunque se sufre al observar la angustia de quien está bajo esas luces del infierno con una máscara de papel de aluminio, como el bajista de Ku!

El primer concierto, Arctic Ñoquis, era un tributo a Arctic Monkeys —en concreto, el primer disco Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not (2006) en orden— interpretado por los miembros de la banda barcelonesa El Diablo de Shangai. Todo el mundo salió de ahí diciendo algo parecido: “joder hacia mucho que no escuchaba esto”, “he sentido que tenia 15 años otra vez”, “hacia mucho que no cantaba esas canciones”, y cosas por el estilo. La verdad que yo también sentí algo parecido. Cuando se juntan este tipo de canciones que todas nos sabemos de memoria, la cosa parece más un karaoke que un concierto, pero esa nostalgia trajo un disfrute perfecto como introducción a la noche. El directo sonaba muy bien, y aunque me costaba escucharle bien del todo, Juan Trías de Bes (alias Juanito) clavó el tono y el acento de Turner hasta el punto de que en un momento pensé que igual era medio-inglés. Luego me enteré que no, pero su investigación era tan exhaustiva que había hecho variaciones de la voz basadas en otros directos de los Arctic. El disfraz que eligieron era además un guiño al que llevaron los Arctic en los Brit Awards de 2007 cuando ganaron a mejor album britanico. 

Arctic Ñoquis (El diablo de Shangai)

La siguiente en salir fue Erin Memento en formación de banda, con bajo y batería. Erin tiene una fuerte presencia sobre el escenario, vestida con un sombrero de cowboy, una chaqueta larga de piel de serpiente y una funda de guitarra con forma de ataúd. Se nota que se siente agusto, y ocupa el espacio de una forma que todas deberíamos aprender. La cantante lleva ya muchos años tocando en diferentes proyectos tanto en solitario como en bandas, y ha vivido en Los Ángeles. Se mudó originalmente para estudiar Ingeniería de sonido y producción en el Musicians Institute, y volvió más adelante atraída por el panorama musical y las influencias latinas de la ciudad. El directo de Erin activó el lado más sensible del público con un rock alternativo con guiños al shoegaze (sobre todo en el tema nuevo que presentó), y unas letras que, acompañadas por sus riffs de guitarra dulces y brillantes, generaban una bola de sonido realmente emocionante. El talento de Memento es evidente, y su presencia sobre el escenario en este evento resultó muy necesario, no solo porque fue la única mujer que presentó su proyecto, sino porque en estos contextos de conciertos frenéticos, es refrescante escuchar un proyecto que muestre vulnerabilidad y ternura sin renunciar a una gran potencia sónica. 

Erin Memento

Tras otra pequeña pausa aparece Ku!, banda valenciana que Fernando ha descrito como un “chicle de orbit con cafeína”. Ese toque kraut que menciona Fer en su texto me recuerda no solo al ritmo exaltado de Parquet Courts sino también en ocasiones a la complejidad musical de la banda australiana King Gizzard and The Lizard Wizard en temas como “Rápido“, sobre todo en esos momentos en los que la voz acompaña las notas del riff de guitarra. El sonido de Ku! recuerda a un ambiente estadounidense del oeste, como ese episodio de Futurama en el que el el alienígena Kif viaja a Marte a conocer a la familia de su novia Amy. En este sentido el disfraz de cowboys alienígenas es idóneo para esta asociación. Una de las canciones más disfrutables de la noche y que todo el mundo bailó con efusividad fue esa cover de Luis Miguel “No culpes a la noche (será que no me amas)”, que a su vez es una versión españolizada de “Blame it on a boogie” de los Jackson 5. En concreto, creo que esta versión está adaptada a la perfección y que en el hook del estribillo hay un cambio muy acertado. 

Ku!

Los últimos en salir fueron Diamante Negro, trío formado en 2018 en Barcelona. Aparecieron con una energía electrificante, tres chavales cada uno con una personalidad fuerte en su propia estética: el cantante Benoît evocando la energía de un Eduardo Benavente vampiro metido de speed, el batería, Pol con el pelo largo pelirrojo con una potencia imparable, y el bajo/guitarra Lucas, rubio de gafas y bigote cuya apariencia parece haberle convertido el personaje recurrente al que mencionar en las redes de la banda. En el concierto no paraban de pasar cosas, algo siempre de agradecer; se cambian de instrumento, sale una chica a tocar el bajo pintada entera de verde, tocan una cover de amaia, el cantante se baja a mezclarse con el público…, etc 

La energía de la gente venía reflejada directamente de lo ellos proyectaban. Todo el mundo bailaba, cantaba sin parar, rellenaba los huecos de la voz en los que Benoît paraba a coger aliento, y en consecuencia la banda acaban tocando sus canciones más rápidas de lo que aparecen en la grabación. En definitiva, Diamante Negro, generó una conexión directa con el público, haciéndonos partícipes de lo que estaba ocurriendo. Esta situación es lo que hace de un directo realmente memorable, aquel en el que la conexión genuina entre los miembros se ve proyectada sobre quienes están presenciando lo que ocurre sobre el escenario.

Halloween a veces promete demasiado, pero esta fiesta de Candorro fue de lo más divertida. Por muchos años más.

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