Antes de hablar propiamente de El Ghorba, voy a intentar darle un poco de contexto. De lo que es el disco, y ya lo siento, contexto, lo que se dice contexto, malamente, puesto que carezco del conocimiento sobre músicas de culturas no occidentales que tenía, por ejemplo. Luis Lles, a quien creo que El Ghorba le hubiese gustado una barbaridad y podría haber hecho un artículo jugosísimo sobre él de haberse publicado en la época en la que todavía se prodigaba en prensa musical o en el catálogo impreso de la añorada tienda Discos Del Sur. Un artículo de esos que daban ganas de comprar el material del que se leía y se quedaba uno, además de con la firme intención de dar con ese disco del que se ocupaba el artículo, con tres o cuatro nombres de los del contexto dado también apuntados por si sonaba la flauta de verlos asomar en alguna cubeta bien en una nueva visita a la tienda antedicha o en otra al mítico repositorio de saldos1 denominado en el registro mercantil La Metralleta, tienda madrileña de segunda mano que actuaba cual imán sobre cualquier aficionado a la música que se aventurase -aun sin saberlo- en su radio de influencia magnética por mucho que pretendiese ir a otros quehaceres y lugares. Un poco lo que eran los artículos de Murki y Galactus en el siempre didáctico Mondo Brutto cuando instruían a los lectores sobre cantantes rumanas, pop hawaiano, excentricidades no tan lejanas como lo puedan ser el yodel y músicas de latitudes directamente trans-oceánicas y exóticas.
Ahora se puede buscar cualquier cosa online y acceder a ello al momento, saturarse de todo lo que hay que saber sobre lo que sea al instante (y estructurado al arrojar la información casi de forma mnemotécnica para que arraigue en quien lo lea) y a otra cosa, pero me seguiría flipando poder leer a alguien que de verdad controle del tema ubicando El Ghorba. Diciendo de dónde viene y a dónde va, de qué se impregna y a qué otros es probable que empape. Se equivoque o acierte. No sé. Es como que de la música pop nacional y anglosajona ya lo sabemos todo y cualquier texto sobre dichas músicas no dirá nada (o, directamente, molestará o se considerará incompleto o erróneo), mientras que de algo así, además de ayudar a modo de guía, abundaría en la sensación de estar entrando en un mundo nuevo y misterioso por tampoco tener ni la menor idea de las referencias usadas para contextualizar. Un mundo construido con instrumentos comunes al que nos es conocido y un mundo que, a la vez, por la lengua usada, por la manera de tocar los instrumentos, por lo que sea, resulta vagamente familiar pero fascinante en lugar de anodino o ya transitado.
De Rachid sí que puedo decir un par de cosillas. Le conozco de tiempo atrás, de vernos en saraos musicales. Un tío bien majo. Un día de hace creo que algo menos de dos años Ignacio Garibaldi me dijo, al preguntarle qué planes tenía para futuros lanzamientos de Discos Garibaldi, que tramaba sacar un LP de Rachid2. Considero Discos Garibaldi un sello exquisito y de culto por las maravillas que ha ido sacando3 de grupos que ya me eran familiares de antes pero, incluso por encima de ello, por haber sacado grupos de los que ni idea tenía hasta ver prensado el vinilo y gustarme tanto o más que los que ya conocía. Sumando lo uno y lo otro, me moría de ganas de oír qué era ese misterioso material que Ignacio llevaba tanto tiempo rumiando en sacar pero nunca terminaba por salir. A fin de cuentas, era la apuesta personal de alguien que no sólo es que se haya mojado a la hora de recomendar grupos ajenos al scroll infinito de las redes sociales, sino que también dicha apuesta comprometía su patrimonio (sin entrar en detalles, por muy lo-fi que sea lo de grabar y sacar material en vinilo, que sepáis que siempre que algo ve la luz implica que una o varias personas han tenido que pagar no menos de dos mil pavazos en la versión más rudimentaria del producto final) y era no a tres o cuatro canciones que caben en los siete pulgadas que por lo general saca, no: esta era un larga duración, lo que décadas ha llamábamos larga duración, disco, ele pé o, si era del género música progresiva, ladrillo infumable.
Otro día, en un concierto organizado por el Club Del Disco de Hortaleza en el Espacio Danos Tiempo, por fin pude ver a Rachid y escuchar lo suyo, oír sus canciones. Quedé hipnotizado. No entendía nada de lo que cantaba por ser en otra lengua4 y, lejos de frustrarme aquello, fue un valor añadido: el hecho de no saber qué decía, si bien es algo que me fastidia por fijarme mucho en las letras de las canciones5, me retrotrajo a cuando de pequeño sólo hablas y entiendes tu lengua natal y te ves expuesto a canciones en otras lenguas de las que ni idea tienes pero cuya música te arrolla6 o te calma o hace lo que sea que te haga y, encima, la voz, al no entenderla, convierte la escucha en un misterio, en un acertijo que a lo mejor descubrirás más adelante (aprendiendo dicha lengua, buscando una traducción de la letra, lo que sea) qué significa... o no. Que siga el misterio, que no se resuelva jamás. Que la letra signifique la infinitud de significados que le quieran atribuir quienes escuchan la canción, el unívoco que le otorga su autor o ninguno. Luego David Beef (que produce el disco) tocó su inmortal Cariño y Rachid, creo recordar, la adaptó en directo cantando Habibi. Fue muy guay aquello, muy bonito. Ojalá más conciertos de La Estrella De Rachid.
¿Y entonces qué pasa con El Ghorba? Pues que a veces algunas guitarras calmas recuerdan a Ry Cooder, otras más oscurillas a los pasajes ensimismados y reflexivos de aquella joya que fue La Varieté de la inigualable Alison Statton (Young Marble Giants) con su proyecto Weekend, ciertos pasajes animados a Julio Bustamante y, en un momento caribeño muy concreto, al tema principal de Michael Land para el videojuego Monkey Island. Salvo esas reminiscencias, que además son más casuales que conscientes, todo lo demás suena misterioso y resulta imposible abandonar la escucha del disco desde que empieza hasta que termina. Un disco que pese a tener otras coordenadas no se siente ajeno en ningún momento, ni por ser extrañamente familiar deja de resultar una especie de secreto recién descubierto a cada canción que suena.
Así que lo de Rachid es una de las grandes sorpresas de este 20257 y algo que se agradece sobremanera en un panorama donde todo es la copia de la copia8 (en gran medida por intentar replicar todo el mundo los clichés que consideran son la receta del éxito sin darse cuenta que son mucho, muchísimo más importantes que eso para trascender en el tiempo intangibles irreplicables como puedan serlo la personalidad o tener algo distinto que decir o una manera diferente de decirlo...sin olvidarnos de la responsabilidad de la nefasta prensa cultural, por lo general cortapegas de notas de prensa firmados por entusiastas de absolutamente todo9). Pero, por encima de cualquier otra consideración, El Ghorba es un disco que, lejos de quedar obsoleto con el transcurso del tiempo, más bien es probable que los años permitan ver con la distancia necesaria para no caer en un juicio precipitado que atemporal es lo que mejor le define.

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1No pocas veces provenientes de envíos promocionales (cuando todavía se estilaba aquello en la industria musical, en la etapa analógica anterior a la digital) posteriormente liquidados en lote por un periodista en apuros económicos, e igual de habitual que los lotes procediesen de herencias, de divorcios y de robos de maletas y bolsas de pinchadiscos.
2Por alguna razón se ve que ha constituido un nuevo sello para sacarlo, Discos Centeneros. Para mí, a todos los efectos, es una nueva referencia de Discos Garibaldi.
3Ahora que ha habido vuelta a la eterna polémica de “qué es el indie” a colación del nuevo producto de la presunta banda musical La Paloma, de aquí, de España, si las cosas hay que explicarlas a través de ejemplos, para mí Discos Garibaldi es el ejemplo palmario. Por los fascinantes artistas que han ido sacando siete pulgadas en el sello (Ataque De Caspa, La Estrella De David, Jonston, Estrella Fugaz, Hazte Lapón, Caliza, Emilio José, Anti, Corazón, Pablo Prisma, Miguelito Nubesnegras... es, más que un sello, un censo de artistas con una aproximación al arte que no reniega de lo mercantil pero que ni de lejos esa es su primera obsesión), por los medios (nulos) con los que han grabado lo que han sacado y, claro está, por la ética de quien lleva el sello, que lo hace a fondo perdido sin más intención que ir sacando una serie de artefactos los cuales considera que aportan un poco de alegría a la vida. Luego, para una definición genérica de indie, pues lo de siempre: el indie, en lo ético, en lo estético y en lo sonoro, es Dan Tracey (Television Personalities). Después ya los matices y acotaciones que se quieran realizar, pero el indie se explica con la vida y obra de Dan.
4 Habrá gente que diga que eso ya lo hizo mucho antes Rosa OT en sus comparecencias habladas en rueda de prensa y... sí, es verdad.
5 Esto es una de las razones de que con presuntas bandas como La Paloma o Anabel Lee, cada vez que oigo algo de ellos, como persona hipocondríaca y aprensiva que soy, no pueda disfrutar nada de lo que cantan por preocuparme mucho que no les hayan hecho una resonancia cerebral a su debido tiempo y el tumor se extienda afectando además de a las ya evidentemente afectadas facetas neurocognitivas a la psicomotricidad y el control de esfínteres.
6 Sólo diré cinco palabras: Txoria Txori, de Mikel Laboa.
7 El top 3 de discos aquí publicados este 2025, con trampa, lo completan El Material de Primogénito López (Holanda Bajo El Mar, 2025) y Frenopático Interior de Altos Hornos (2025, Sonido Guisandro)
8Popscene de Blur lleva más de tres décadas clavando el panorama:
“And imitation comes naturally
But I never really stopped to think how
And everyone is a clever clone
A chrome coloured clone am I”
9 Esto no va con mala idea, ojo: me parece fenomenal que coexistan los espacios más enfocados al componente mercantil del pop, es decir, los espacios que se ocupan de la música mainstream puesto que generan ingresos colaterales precisamente gracias a la existencia de dicha industria, a saber: Jenesaispop, Mondo Sonoro, etc etc. Digamos que a una persona que le interesa en la misma medida lo nuevo que saque, yo qué sé, Ava Max o Katy Perry pero también necesite saber si Autoescuela, Trippin´You o Buenatarde sacan canción sin tener que ir a stalkearles sus cuentas, como es mi caso, pues esa persona sabrá echar un vistazo regularmente a los primeros emplazamientos digitales o a lugares tipo Foro Exiliados para estar al tanto de qué novedades hay acorde a sus intereses. La responsabilidad, en ese sentido, no es del medio, sino del usuario. Ya somos mayorcitos para saber dónde buscar lo que necesitamos saber y sorprenderse a estas alturas porque en Mondo Sonoro tengan un nivel analítico propio de una cabra con narcolepsia es casi más responsabilidad de quien se siga exaltando a estas alturas que del propio medio, que ha sido la misma puta basura siempre en ese aspecto pero que cumple de maravilla con la que es su labor de informar de las novedades del ámbito del que se ocupan.