Los Yolos, Volumen 3

Retratan la Barcelona turistificada y caótica de 2025. Llaman a la acción, a la acción artística del día a día.

Los Yolos son un grupo de Barcelona. El mes pasado publicaron en la casa disquera Humo Internacional Volumen 3, su tercer larga duración. El disco es un testimonio genuino de la experiencia de estar vivo en la más Condal de las ciudades en pleno 2025, y apuntala un universo estético personalísimo. Es un disco nocturno, alucinado y combativo: un clásico instantáneo. 

Constituye un moderado misterio el motivo de la, hasta ahora, infravaloración de Los Yolos. Por un lado, tengo la sensación de que todos los que los hemos visto en directo los gatekeepamos, en cierta medida. Qué sí, que decimos que es uno de los mejores sino el mejor directo del underground español, que suenan bailables y poderosos a la vez, que el cantante es un frontman performativo de carisma arrollador y venido de otra época o planeta. Pero no lo decimos tanto como debiéramos y sospecho que en el fondo nos lo estábamos guardando un poco. Tampoco ayuda que apenas se prodiguen en redes sociales, cosa que no hace sino aumentar su misterio (su aura, como tan pertinentemente dice la juventud).

Otro motivo es que Los Yolos hacen un salto de rana a todas las trilladísimas influencias del indie español de los 90 y 2000. Aquí no hay Donosti Sound, ni guitarras Granada. Lo que han metido en la Yolococtelera1 es un poco de la actitud del rock radical vasco (y su versión Cornellá, La Banda Trapera del Río), mucho de un linaje casi olvidado de la vertiente power pop y new wave del pop español de los 80: Pistones, Ciudad Jardín (nuestros Orange Juice), Parálisis Permanente y, sobre todo, la intención artística-surrealista de Golpes Bajos, Radio Futura o los enormes Derribos Arias.

Pero lo importante de este batiburrillo que os acabo de soltar es cómo se traen las influencias al barrio del Raval en 2025.

Volumen 3 abre con un mantra que recorría el anterior disco. Nos siguen por delante, frase recitada como estandarte de los temas del disco: la paranoia, la psicosis y el judo mental con uno mismo. Pero estos temas, en el universo Yolos, se bailan de manera infecciosa. Tres menos cuarto es un absoluto temarral en el que cada instrumento que entra es mejor que el anterior, riff de guitarra, sinte celestial de peli o videojuego ochentoso, bajo sórdido, letras en italiano (?!) y absoluto groove general hasta desembocar en un estribillo coreable, hasta ahora el talón de aquiles yolístico. Dudaba si decir que los coros del estribillo me molestaban un poco, pero según escucho el disco esos coros medio-medio me parecen un detalle artesanal, punk, verdadero. Volumen 3 no es un disco perfecto ni pretende serlo:

Tres menos cuarto / se avecina un toque distinto
Estas cuatro paredes no me limitan

Tras una pelín más insípida Dinamismo del amor, aparece Así me sincero: un viaje al final de una noche lisérgica y melancólica en la ciudad condal:

Busco tu inteligencia y tu sensación / en otros cuerpos

Sé que es no real lo que hay en mi cabeza
Te echo de menos / qué le voy a hacer

Para acabar desembocando en un adictivo grito de socorro en forma de estribillo-laberinto con paredes de riff de guitarra:

Los días se hacen largos / y lucho contra mí mismo
Me persigo entre sueños / mi propia sombra 

Me acecha y me repite / ¡Busca la verdad, o te vas a estampar!

La Chicharra afronta directamente el asunto de la turistificación, y lo hace con una atmósfera sofocantemente veraniega y guirificada. A través del protagonista, nos damos un nocturno voltio por una Barcelona alucinada y opresiva:


Mi ciudad se ha convertido en un parque temático (...)
([Voz del metro] Pròxima Estació: Paral·lel)
Disociación en las Ramblas / Muñecos sirviendo paraguas
Y en la botiga del Barça … / (esto no lo entiendo pero oigo «reventadas»)


Los Yolos, en este disco, se inventan un universo. Una respuesta en el sentido artístico del intento de ordenar la realidad, un testimonio de qué puede o incluso debe trabajar la música pop con el entorno político y social de un momento determinado. Esto lo vienen haciendo Carolina Durante en Madrid, de manera no tan política sino más bien decadente y romántica-individualista2; Vera Fauna en Sevilla, con sus canciones de desencanto y desamor barrio-afectivo y, ahora, me parece que Los Yolos han dejado verdadera huella con este retrato de Barcelona. Un panorama confuso y caótico, signo de nuestro tiempo que no paro de ver en otras producciones culturales americanas vanguardistas (Geese, One Battle After Another).

En este sentido, me parece que Los Yolos aciertan por completo en leer el zeitgeist y en entregar este maravilloso disco de art-rock3 precisamente ahora. Y además lo hacen con una instrumentación que suena completamente personal. Riffs hasta arriba de chorus, base rítmica que sí se fija en bailar, producción detallista (que no plastificada) cuando hace falta a lo largo de todo el álbum. Pero lo más importante me parece el ejercicio de búsqueda de autenticidad y de expresión en forma de música pop.


Se nota que son algo ingenuos en canciones como Demasiado Hd. En ella, se muestran explícitamente decepcionados ante la generalizada falta de autenticidad y la carrera de ratas imperante y hasta aceptada como discurso de las bandas pop de este país. Los Yolos pelean contra el abandono a lo inconsciente, lo rápido, el consumo como la medida de todo; en definitiva, contra el slop. Como decía la semana pasada, dedicar recursos a productos más comerciales que culturales no tiene nada censurable pero, puestos a elegir, lo deseable es prestar atención a aquellas cosas que hacen pensar, que arriesgan, incluso que nos incomodan durante las numerosas ocasiones en las que nos ponen frente a un espejo. Los Yolos tienen esta osada vocación, que comparto en la medida de mis posibilidades. Lo bueno es que ellos se han inventado un estribillo coreable al respecto, que habita dentro de una canción sensacional, gobernada por un bajo ralentizado que recuerda mucho a Transmission (Joy Division) y unos sintes y riffs de guitarra de bailar mirando al suelo marca de la casa. Dicen, en Demasiado Hd:

Hace tiempo que vengo pensando / Qué mal que está repartido el pastel
Pastel tú, con tus ideas obsoletas / y tus letras huecas

90% marketing, 10% calidad / en todos los ámbitos de esta vida

Qué desilusión, qué desilusión...

Pero no se quedan en la queja, si no que llaman a la acción, la acción artística en el día a día. Dejo que se despidan ellos mismos tal y como cierran el disco en la magnífica, optimista y malencarada Shack Shack:

Todo está cogiendo un ritmo vertiginoso / Pon en duda lo que está a tu alrededor
Observa, dibuja, materialízalo en un papel / En el plano o el sonido
O simplemente, conversa, explícale a tu madre cómo te sientes / Aunque te cueste


En medio de la luz, se rinde la oscuridad / Camino Camino Camino Caminar es una acción del cuerpo

La mente en blanco te va a enseñar tu dirección
Sin dudas, sin miedos, observas, aprendes, entiendes / No hace falta más

---

1 Seguramente haya más grupos en esta línea, pero se me escapa un poco la escena más más underground actual de Barcelona

2 Lo cual tiene 0 unidades de malo, pero también es cierto (no es su culpa) que han generado un ejército de clones bostecibles, con esas guitarras prefabricadas, intentos de estribillos épicos gritados por doquier y letras sobre el bar en el que la conociste, la tarde en la que todo salió mal, etc, …

3 Etiqueta que seguramente ellos detesten, pero es que es lo que me parece que les hace justicia, si hubiéramos de etiquetarles por concisión

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Los Yolos, Volumen 3
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Los Yolos son un grupo de Barcelona. El mes pasado publicaron en la casa disquera Humo Internacional Volumen 3, su tercer larga duración. El disco es un testimonio genuino de la experiencia de estar vivo en la más Condal de las ciudades en pleno 2025, y apuntala un universo estético personalísimo. Es un disco nocturno, alucinado y combativo: un clásico instantáneo. 

Constituye un moderado misterio el motivo de la, hasta ahora, infravaloración de Los Yolos. Por un lado, tengo la sensación de que todos los que los hemos visto en directo los gatekeepamos, en cierta medida. Qué sí, que decimos que es uno de los mejores sino el mejor directo del underground español, que suenan bailables y poderosos a la vez, que el cantante es un frontman performativo de carisma arrollador y venido de otra época o planeta. Pero no lo decimos tanto como debiéramos y sospecho que en el fondo nos lo estábamos guardando un poco. Tampoco ayuda que apenas se prodiguen en redes sociales, cosa que no hace sino aumentar su misterio (su aura, como tan pertinentemente dice la juventud).

Otro motivo es que Los Yolos hacen un salto de rana a todas las trilladísimas influencias del indie español de los 90 y 2000. Aquí no hay Donosti Sound, ni guitarras Granada. Lo que han metido en la Yolococtelera1 es un poco de la actitud del rock radical vasco (y su versión Cornellá, La Banda Trapera del Río), mucho de un linaje casi olvidado de la vertiente power pop y new wave del pop español de los 80: Pistones, Ciudad Jardín (nuestros Orange Juice), Parálisis Permanente y, sobre todo, la intención artística-surrealista de Golpes Bajos, Radio Futura o los enormes Derribos Arias.

Pero lo importante de este batiburrillo que os acabo de soltar es cómo se traen las influencias al barrio del Raval en 2025.

Volumen 3 abre con un mantra que recorría el anterior disco. Nos siguen por delante, frase recitada como estandarte de los temas del disco: la paranoia, la psicosis y el judo mental con uno mismo. Pero estos temas, en el universo Yolos, se bailan de manera infecciosa. Tres menos cuarto es un absoluto temarral en el que cada instrumento que entra es mejor que el anterior, riff de guitarra, sinte celestial de peli o videojuego ochentoso, bajo sórdido, letras en italiano (?!) y absoluto groove general hasta desembocar en un estribillo coreable, hasta ahora el talón de aquiles yolístico. Dudaba si decir que los coros del estribillo me molestaban un poco, pero según escucho el disco esos coros medio-medio me parecen un detalle artesanal, punk, verdadero. Volumen 3 no es un disco perfecto ni pretende serlo:

Tres menos cuarto / se avecina un toque distinto
Estas cuatro paredes no me limitan

Tras una pelín más insípida Dinamismo del amor, aparece Así me sincero: un viaje al final de una noche lisérgica y melancólica en la ciudad condal:

Busco tu inteligencia y tu sensación / en otros cuerpos

Sé que es no real lo que hay en mi cabeza
Te echo de menos / qué le voy a hacer

Para acabar desembocando en un adictivo grito de socorro en forma de estribillo-laberinto con paredes de riff de guitarra:

Los días se hacen largos / y lucho contra mí mismo
Me persigo entre sueños / mi propia sombra 

Me acecha y me repite / ¡Busca la verdad, o te vas a estampar!

La Chicharra afronta directamente el asunto de la turistificación, y lo hace con una atmósfera sofocantemente veraniega y guirificada. A través del protagonista, nos damos un nocturno voltio por una Barcelona alucinada y opresiva:


Mi ciudad se ha convertido en un parque temático (...)
([Voz del metro] Pròxima Estació: Paral·lel)
Disociación en las Ramblas / Muñecos sirviendo paraguas
Y en la botiga del Barça … / (esto no lo entiendo pero oigo «reventadas»)


Los Yolos, en este disco, se inventan un universo. Una respuesta en el sentido artístico del intento de ordenar la realidad, un testimonio de qué puede o incluso debe trabajar la música pop con el entorno político y social de un momento determinado. Esto lo vienen haciendo Carolina Durante en Madrid, de manera no tan política sino más bien decadente y romántica-individualista2; Vera Fauna en Sevilla, con sus canciones de desencanto y desamor barrio-afectivo y, ahora, me parece que Los Yolos han dejado verdadera huella con este retrato de Barcelona. Un panorama confuso y caótico, signo de nuestro tiempo que no paro de ver en otras producciones culturales americanas vanguardistas (Geese, One Battle After Another).

En este sentido, me parece que Los Yolos aciertan por completo en leer el zeitgeist y en entregar este maravilloso disco de art-rock3 precisamente ahora. Y además lo hacen con una instrumentación que suena completamente personal. Riffs hasta arriba de chorus, base rítmica que sí se fija en bailar, producción detallista (que no plastificada) cuando hace falta a lo largo de todo el álbum. Pero lo más importante me parece el ejercicio de búsqueda de autenticidad y de expresión en forma de música pop.


Se nota que son algo ingenuos en canciones como Demasiado Hd. En ella, se muestran explícitamente decepcionados ante la generalizada falta de autenticidad y la carrera de ratas imperante y hasta aceptada como discurso de las bandas pop de este país. Los Yolos pelean contra el abandono a lo inconsciente, lo rápido, el consumo como la medida de todo; en definitiva, contra el slop. Como decía la semana pasada, dedicar recursos a productos más comerciales que culturales no tiene nada censurable pero, puestos a elegir, lo deseable es prestar atención a aquellas cosas que hacen pensar, que arriesgan, incluso que nos incomodan durante las numerosas ocasiones en las que nos ponen frente a un espejo. Los Yolos tienen esta osada vocación, que comparto en la medida de mis posibilidades. Lo bueno es que ellos se han inventado un estribillo coreable al respecto, que habita dentro de una canción sensacional, gobernada por un bajo ralentizado que recuerda mucho a Transmission (Joy Division) y unos sintes y riffs de guitarra de bailar mirando al suelo marca de la casa. Dicen, en Demasiado Hd:

Hace tiempo que vengo pensando / Qué mal que está repartido el pastel
Pastel tú, con tus ideas obsoletas / y tus letras huecas

90% marketing, 10% calidad / en todos los ámbitos de esta vida

Qué desilusión, qué desilusión...

Pero no se quedan en la queja, si no que llaman a la acción, la acción artística en el día a día. Dejo que se despidan ellos mismos tal y como cierran el disco en la magnífica, optimista y malencarada Shack Shack:

Todo está cogiendo un ritmo vertiginoso / Pon en duda lo que está a tu alrededor
Observa, dibuja, materialízalo en un papel / En el plano o el sonido
O simplemente, conversa, explícale a tu madre cómo te sientes / Aunque te cueste


En medio de la luz, se rinde la oscuridad / Camino Camino Camino Caminar es una acción del cuerpo

La mente en blanco te va a enseñar tu dirección
Sin dudas, sin miedos, observas, aprendes, entiendes / No hace falta más

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1 Seguramente haya más grupos en esta línea, pero se me escapa un poco la escena más más underground actual de Barcelona

2 Lo cual tiene 0 unidades de malo, pero también es cierto (no es su culpa) que han generado un ejército de clones bostecibles, con esas guitarras prefabricadas, intentos de estribillos épicos gritados por doquier y letras sobre el bar en el que la conociste, la tarde en la que todo salió mal, etc, …

3 Etiqueta que seguramente ellos detesten, pero es que es lo que me parece que les hace justicia, si hubiéramos de etiquetarles por concisión

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