Mi semana de descanso y relajación en Chamartín

Por veraneo y encierre en la capital, todas acabamos reivindicando ‘La virgen de Agosto’

12 de agosto. 

Llevo encerrada en casa desde el sábado. He salido a tirar la basura y a realizarme como humana en el ejercicio del yoga. Hoy me planto frente al ordenador para tratar de escribir una migaja de algo para sustrato. Quiero... pff. Mira yo que sé. Tengo varias ideas. Adelante spoiler de títulos venideros: 

‘Como posar desnuda para unxs viejxs durante horas, me curó de la pésima relación que tenía con mi cuerpo’, ‘Las relaciones que desfilan por las puertas traseras no merecen la escritura’ o ‘Dumplings, desidia & The Gilded Age’. 

La fotos del artículo son de elena pronto

En algún momento se materializarán, al menos no en esta semana de clausura. 

Me planto y trato de dejarme llevar por un gorgoteo de pensamiento. Que salga lo que quiera el calor, que salga lo que quiera mi celibato. Acabo de terminarme ‘Mi año de descanso y relajación’. Soy esa privilegiada que cree que el encierre me mutará en una adulta funcional al acabar el verano. ¿Escribir sobre la resurrección de la funcionalidad? ¿Estrujar la idea del colapso? No voy a salir en las dos semanas que me quedan de vacaciones. Miento. Pasearé mi cuerpo en quejido por la verbena de la paloma y por las fiestas de Miraflores. Por veraneo y encierre en la capital, todas acabamos reivindicando ‘La virgen de Agosto’. Itsaso Arana va y dice la tía: 

Agostoesgenialqueyoqueséparahacer-
-loqueenotrosmomentosnonosdejarianhacer’. 

Que tía. 

Para mí, ha significado limpiar de forma maníaca toda mi casa y combatirla a golpe de palo santo. Decidir dejar mi trabajo y romantizar mi privilegiada precariedad de chiquilla treinteañera. Me dijo el tarot que me empeñase en escribir que llegarían las pesetas.                                           ¿Cuándo, cuándo, cuándo? 

Retomamos la primera verbena de Trueba: Jo, que viernes, chicas.  La luna llena de leo en acuario. Se sintió poderosa, se sintió extraordinaria. Pero éramos cinco amigas y la madre de una de nosotras, embozándonos margaritas, vino y tacos. Sencillo que nos envolviese lo EXTRAORDINARIO. Punto por punto. Se atravesó la marea humana chorreosa y maricona de la plaza que albergaba a las Azúcar Moreno. Misión fallida, evidentemente por que Madrid (sin ser moderna, qué, parece que nunca se llega a vaciar del todo). Banderines, churrascos, aceite, cerveza a cinco pavos, pis en las sandalias (por dios, no hagáis como yo que me enfundo en mocasines por pánico a la micción ajena), no queda tabaco. ¡Banderines!¡Lucecitas! El jueves empieza la Paloma y toca sacar de nuevo el clavel blanco, suplicar por reggeton/salsa en la calle. ¡Banderines! ¡Abanicos! Le dije a Daniela, en la paloma siempre me suceden cositas entrañables que me sacuden la vida y el nervio. Milagros o sablazos, así se narra de aleatorio el octavo mes. Un morreo desprevenido. Un cobro del gimnasio del que pensabas que habías negociado la baja. Sin embargo, después de mis días de descanso, limpieza y reparación, ando a estomago abierto a las señales místicas y estas parece que apoyan el celibato y al sosiego casero.  Al final de San Cayetano (o San Lorenzo, las fechas siempre se me presentan difusas e inexplicables en santería madrileña), David Andrés nos preguntó: cual es vuestro mayor miedo/que os genera felicidad. O algo así, eran las dos de la mañana, a veces el verbo generar tras cervezas y tropiezos, resulta demasiado elaborado. Menos para la gente literata, que, aunque se pimple 7 cervezas te dictan de memoria cualquiera de sus teorías literarias basadas en Faulkner o Susan Sontag. Che.  ¿Qué me da más miedo como humana blanca europea a día de hoy? Pues que me vuelvan a agredir sexualmente. Que me estafen. ¿Qué me da felicidad? Mi gato. Bailar. Acabar un puto texto que nutra mi vanidad hambrienta de validación. 

elena pronto

Imagínate, gestionar precariedades y privilegios y sartenes y abanicos. ¿no?

Lo que respondieron Daniela o David Andrés no os lo voy a confesar, yo hago verborrea de mis propios secretos, no de los del resto. Acá me gustaría reivindicar, mi despiporre en vulnerabilidad de superficie con un término que me apasiona, lo que yo llamo: chochocentrismo.

elena pronto

Ahora me he echado el tarot y me lo ha analizado el chat gpt, al parecer no termino de cerrar/encajar ciclos antiguos. Mi raíz anda atrancada y no me fluye la creatividad. Eso explica multitud de cosas, pero no me regala una respuesta/solución/consuelo. Me duele el cuerpo del yoga. Jo, que pasa, una para una actividad un mes y ya se le desborda el músculo. Que lata la disciplina. Que lata la creación de los chistes. Que lata escribir en el diario a pura muñeca. Revisito ‘La mujer singular y la ciudad’ de Vivian Gornick en busca de un chispazo de inspiración. Un libro con una energía butch que flipas, es como cuando a un gay de gimnasio le apasiona Muriel Sparks. 

Hace unos meses subrayé: ‘amargura marxista habitual’, ‘somos lo que confesamos ser’ y  ‘-querida, tes-oro, hermosa, ¿cóooooomo estás? 

Afirmo que esto es un chapurreo desesperado, una bola de paja. No todo sirve, Collins, no todo sirve. Un poema, se titula: ‘Vaca sin cencerro’. Así estoy, amigo de Vivian, como una vaca sin cencerro. Mustia y encerrada, pero burbujeante. Menos da una piedra y más otorga el agosto vacío de laburo convencional. 

Hoy, en un intento de reconectar con mi yo poético, me he obligado a releer las primeras páginas de ‘El libro de la Almohada’ de Sei Shonagon. Segunda frase, subrayo: ‘purpúreos jirones de nube’. Se me ocurre un poema sobre mi desidia, miento, se me fuerza en la mente, como embestirme y fingir conmigo misma que destilo poesía con solo leer una serie de vocablos que, leídas en voz alta, resultan bellas. 

‘Purrrrrpúreossssss jironessssss de nuuuuuuuube’ 

Di que sí, Blanca Varela de Chamartín. Atención al dato, Sylvia Plath del Bernabéu.

Agosto poético. 

¿Qué datos recoge una encerrada? Veamos, seguid conmigo. 

Penélope Cruz asiste al concierto de Bad Bunny en Puerto Rico. 

Taylor Swift aún no se pronuncia con el genocidio de Gaza, pero saca nuevo disco. 

Un incendio en tres Cantos. 

Nuevas fotos de Paul Mescal en la adaptación de Hammet.

Memes de por qué ahora hay una campaña de desprestigio a Pedro Pascal. 

The materialist se estrena en breves.

El estado genocida de Israel ha asesinado a Anas al-Sharif, Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher y Moamen Aliwa, Mohammed Noufal. 

¿agosto de privilegio?

elena pronto

Repaso textos pasados. Chochocentrismo. La segunda vez que realicé un curso de escritura con Begoña Méndez nos pidió que escribiésemos un texto relatando nuestra biografía. Esto lo uno con la Vivian Gornik, me acabo de acordar y os lo regalo por pura vanidad. Me cito: 

‘Mi autobiografía se debería titular, mujer queer a la espera en Europa o mariliendre (mujer con un maricón dentro, alejada de la terminología provinciana de recolectar gais como cromos, más bien, una filosofía y un sentimiento travestorro interior) aventurera. Mi autobiografía al ser la biografía de alguien cuyos problemas privilegiados se han sostenido en carencias, dinámicas violentas con lo social-íntimo y cargas culpables, debería empezar por el nacimiento. El nacimiento, para atravesar la adolescencia en dictadura materna y acabar en la adultez disociada. Aprecios feroces.’

Iba a empezar a usar substack para contar o subir todas estas pendejadas, pero Fernando de Sustrato, me lanzó esta pregunta mientras nos cruzábamos una tarde de Julio en la librería Pérgamo:  

¿Y por qué no me mandas todas tus mierdas a mí?

Ojo, cuidao, que mis vomitonas se estrellan en la incongruencia y no siempre guardan chistes. Ojo, cuidao, si  al final voy a enviar todas estas cosetas sin hilvanar... creo que es momento de que vosotrxs y yo nos conozcamos mejor. Digo, si voy a acabar exponiendo toda mi vida de manera clara y concisa, sin convertirla en poesía o cambiarme el nombre (a mí y a mis amix) en una novela sobre un festival de electrónica en un bosque. O si voy a hablar de Pales... Mi escorpio en venus marca que debería ser misteriosa, pero mi afán por excusarme ante el mundo convierte mi boquita en un altavoz con reverb de mi vida privada. También porque mi vida privada es de las cosas que más gracia tengo contando. No soy una intelectual, soy una kamikaze de la vivencia personal.  Como me dijo mi psicóloga al mes de empezar terapia: ‘Ahora dilo sin reírte, Rocío’.  

¿Mi psicóloga aplaudiría mi elección de encierre, mis días de descanso y relajación sin lexatin?  Procedo a contarle a un tipo del Hinge que me voy a hacer un cuscús de verduras y a ver el melodrama remake de Sabrina (la versión de Harrison Ford). No volveremos hablar no nos veremos en persona no voy a abandonar mi morada. Yo tengo morada, ¿sí? Me dice, me encanta el cuscús, los Soprano vibran cero energía queer.  ¿Sabes por qué se extinguieron los mamuts?

Estoy en mi agosto de celibato y depuración.

Y este es el texto que me ha salido para teorizarlo ante el horror.

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12 de agosto. 

Llevo encerrada en casa desde el sábado. He salido a tirar la basura y a realizarme como humana en el ejercicio del yoga. Hoy me planto frente al ordenador para tratar de escribir una migaja de algo para sustrato. Quiero... pff. Mira yo que sé. Tengo varias ideas. Adelante spoiler de títulos venideros: 

‘Como posar desnuda para unxs viejxs durante horas, me curó de la pésima relación que tenía con mi cuerpo’, ‘Las relaciones que desfilan por las puertas traseras no merecen la escritura’ o ‘Dumplings, desidia & The Gilded Age’. 

La fotos del artículo son de elena pronto

En algún momento se materializarán, al menos no en esta semana de clausura. 

Me planto y trato de dejarme llevar por un gorgoteo de pensamiento. Que salga lo que quiera el calor, que salga lo que quiera mi celibato. Acabo de terminarme ‘Mi año de descanso y relajación’. Soy esa privilegiada que cree que el encierre me mutará en una adulta funcional al acabar el verano. ¿Escribir sobre la resurrección de la funcionalidad? ¿Estrujar la idea del colapso? No voy a salir en las dos semanas que me quedan de vacaciones. Miento. Pasearé mi cuerpo en quejido por la verbena de la paloma y por las fiestas de Miraflores. Por veraneo y encierre en la capital, todas acabamos reivindicando ‘La virgen de Agosto’. Itsaso Arana va y dice la tía: 

Agostoesgenialqueyoqueséparahacer-
-loqueenotrosmomentosnonosdejarianhacer’. 

Que tía. 

Para mí, ha significado limpiar de forma maníaca toda mi casa y combatirla a golpe de palo santo. Decidir dejar mi trabajo y romantizar mi privilegiada precariedad de chiquilla treinteañera. Me dijo el tarot que me empeñase en escribir que llegarían las pesetas.                                           ¿Cuándo, cuándo, cuándo? 

Retomamos la primera verbena de Trueba: Jo, que viernes, chicas.  La luna llena de leo en acuario. Se sintió poderosa, se sintió extraordinaria. Pero éramos cinco amigas y la madre de una de nosotras, embozándonos margaritas, vino y tacos. Sencillo que nos envolviese lo EXTRAORDINARIO. Punto por punto. Se atravesó la marea humana chorreosa y maricona de la plaza que albergaba a las Azúcar Moreno. Misión fallida, evidentemente por que Madrid (sin ser moderna, qué, parece que nunca se llega a vaciar del todo). Banderines, churrascos, aceite, cerveza a cinco pavos, pis en las sandalias (por dios, no hagáis como yo que me enfundo en mocasines por pánico a la micción ajena), no queda tabaco. ¡Banderines!¡Lucecitas! El jueves empieza la Paloma y toca sacar de nuevo el clavel blanco, suplicar por reggeton/salsa en la calle. ¡Banderines! ¡Abanicos! Le dije a Daniela, en la paloma siempre me suceden cositas entrañables que me sacuden la vida y el nervio. Milagros o sablazos, así se narra de aleatorio el octavo mes. Un morreo desprevenido. Un cobro del gimnasio del que pensabas que habías negociado la baja. Sin embargo, después de mis días de descanso, limpieza y reparación, ando a estomago abierto a las señales místicas y estas parece que apoyan el celibato y al sosiego casero.  Al final de San Cayetano (o San Lorenzo, las fechas siempre se me presentan difusas e inexplicables en santería madrileña), David Andrés nos preguntó: cual es vuestro mayor miedo/que os genera felicidad. O algo así, eran las dos de la mañana, a veces el verbo generar tras cervezas y tropiezos, resulta demasiado elaborado. Menos para la gente literata, que, aunque se pimple 7 cervezas te dictan de memoria cualquiera de sus teorías literarias basadas en Faulkner o Susan Sontag. Che.  ¿Qué me da más miedo como humana blanca europea a día de hoy? Pues que me vuelvan a agredir sexualmente. Que me estafen. ¿Qué me da felicidad? Mi gato. Bailar. Acabar un puto texto que nutra mi vanidad hambrienta de validación. 

elena pronto

Imagínate, gestionar precariedades y privilegios y sartenes y abanicos. ¿no?

Lo que respondieron Daniela o David Andrés no os lo voy a confesar, yo hago verborrea de mis propios secretos, no de los del resto. Acá me gustaría reivindicar, mi despiporre en vulnerabilidad de superficie con un término que me apasiona, lo que yo llamo: chochocentrismo.

elena pronto

Ahora me he echado el tarot y me lo ha analizado el chat gpt, al parecer no termino de cerrar/encajar ciclos antiguos. Mi raíz anda atrancada y no me fluye la creatividad. Eso explica multitud de cosas, pero no me regala una respuesta/solución/consuelo. Me duele el cuerpo del yoga. Jo, que pasa, una para una actividad un mes y ya se le desborda el músculo. Que lata la disciplina. Que lata la creación de los chistes. Que lata escribir en el diario a pura muñeca. Revisito ‘La mujer singular y la ciudad’ de Vivian Gornick en busca de un chispazo de inspiración. Un libro con una energía butch que flipas, es como cuando a un gay de gimnasio le apasiona Muriel Sparks. 

Hace unos meses subrayé: ‘amargura marxista habitual’, ‘somos lo que confesamos ser’ y  ‘-querida, tes-oro, hermosa, ¿cóooooomo estás? 

Afirmo que esto es un chapurreo desesperado, una bola de paja. No todo sirve, Collins, no todo sirve. Un poema, se titula: ‘Vaca sin cencerro’. Así estoy, amigo de Vivian, como una vaca sin cencerro. Mustia y encerrada, pero burbujeante. Menos da una piedra y más otorga el agosto vacío de laburo convencional. 

Hoy, en un intento de reconectar con mi yo poético, me he obligado a releer las primeras páginas de ‘El libro de la Almohada’ de Sei Shonagon. Segunda frase, subrayo: ‘purpúreos jirones de nube’. Se me ocurre un poema sobre mi desidia, miento, se me fuerza en la mente, como embestirme y fingir conmigo misma que destilo poesía con solo leer una serie de vocablos que, leídas en voz alta, resultan bellas. 

‘Purrrrrpúreossssss jironessssss de nuuuuuuuube’ 

Di que sí, Blanca Varela de Chamartín. Atención al dato, Sylvia Plath del Bernabéu.

Agosto poético. 

¿Qué datos recoge una encerrada? Veamos, seguid conmigo. 

Penélope Cruz asiste al concierto de Bad Bunny en Puerto Rico. 

Taylor Swift aún no se pronuncia con el genocidio de Gaza, pero saca nuevo disco. 

Un incendio en tres Cantos. 

Nuevas fotos de Paul Mescal en la adaptación de Hammet.

Memes de por qué ahora hay una campaña de desprestigio a Pedro Pascal. 

The materialist se estrena en breves.

El estado genocida de Israel ha asesinado a Anas al-Sharif, Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher y Moamen Aliwa, Mohammed Noufal. 

¿agosto de privilegio?

elena pronto

Repaso textos pasados. Chochocentrismo. La segunda vez que realicé un curso de escritura con Begoña Méndez nos pidió que escribiésemos un texto relatando nuestra biografía. Esto lo uno con la Vivian Gornik, me acabo de acordar y os lo regalo por pura vanidad. Me cito: 

‘Mi autobiografía se debería titular, mujer queer a la espera en Europa o mariliendre (mujer con un maricón dentro, alejada de la terminología provinciana de recolectar gais como cromos, más bien, una filosofía y un sentimiento travestorro interior) aventurera. Mi autobiografía al ser la biografía de alguien cuyos problemas privilegiados se han sostenido en carencias, dinámicas violentas con lo social-íntimo y cargas culpables, debería empezar por el nacimiento. El nacimiento, para atravesar la adolescencia en dictadura materna y acabar en la adultez disociada. Aprecios feroces.’

Iba a empezar a usar substack para contar o subir todas estas pendejadas, pero Fernando de Sustrato, me lanzó esta pregunta mientras nos cruzábamos una tarde de Julio en la librería Pérgamo:  

¿Y por qué no me mandas todas tus mierdas a mí?

Ojo, cuidao, que mis vomitonas se estrellan en la incongruencia y no siempre guardan chistes. Ojo, cuidao, si  al final voy a enviar todas estas cosetas sin hilvanar... creo que es momento de que vosotrxs y yo nos conozcamos mejor. Digo, si voy a acabar exponiendo toda mi vida de manera clara y concisa, sin convertirla en poesía o cambiarme el nombre (a mí y a mis amix) en una novela sobre un festival de electrónica en un bosque. O si voy a hablar de Pales... Mi escorpio en venus marca que debería ser misteriosa, pero mi afán por excusarme ante el mundo convierte mi boquita en un altavoz con reverb de mi vida privada. También porque mi vida privada es de las cosas que más gracia tengo contando. No soy una intelectual, soy una kamikaze de la vivencia personal.  Como me dijo mi psicóloga al mes de empezar terapia: ‘Ahora dilo sin reírte, Rocío’.  

¿Mi psicóloga aplaudiría mi elección de encierre, mis días de descanso y relajación sin lexatin?  Procedo a contarle a un tipo del Hinge que me voy a hacer un cuscús de verduras y a ver el melodrama remake de Sabrina (la versión de Harrison Ford). No volveremos hablar no nos veremos en persona no voy a abandonar mi morada. Yo tengo morada, ¿sí? Me dice, me encanta el cuscús, los Soprano vibran cero energía queer.  ¿Sabes por qué se extinguieron los mamuts?

Estoy en mi agosto de celibato y depuración.

Y este es el texto que me ha salido para teorizarlo ante el horror.

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