No sex #25: Edades distintas

El amor no tiene edad, lo que tiene edad es el poder, el dinero y la situación de vida. Eso sí es cuantificable y medible y afecta directamente a cómo una pareja se relaciona.

Si hablo de los años es para usarlos como excusa. Querría decirte que, para el mundo, los hombres mayores parecen interesantes y las mujeres, en cambio, parecen más invisibles. Querría decirte que no me preocupa tanto la edad como el desbalance de poder, la asimetría de los vínculos. Lo que rompe e importa son las vidas distintas, las prioridades, las necesidades. 

No se trata de un número, de una cantidad de años acumulados, ni siquiera de un historial médico, un estado civil, guerras vividas, siglos atravesados, etapas de internet. Se trata de que el desbalance en una pareja pone en riesgo la libertad y la autonomía de alguno de los dos. La cabeza me hierve: cuando veo estos vínculos siempre temo que una de las partes pueda quedar sometida a los designios de la otra.

Veamos distintas casuísticas:

  • Hombres saliendo con mujeres mucho más jóvenes: tradicionalmente han sido las relaciones que más hemos podido ver en la ficción y en la realidad (véase Laura Escanes y Risto Mejide). Lo que ocurre es que en muchas ocasiones el hombre tiene una posición socioeconómica bastante privilegiada y la mujer, por edad y por recorrido (quizás ni siquiera le ha dado tiempo), no la tiene. 
  • Mujeres saliendo con chicos más jóvenes: menos común pero diría que en los últimos años veo más casos. Tenemos el caso extremo (una Demi Moore con Ashton Kutcher) pero también tenemos a chicas que de repente encuentran en el desparpajo de alguien de cinco años menos lo que no encuentran en el de su edad o algo mayor, que viene con más mochila (y también más experiencia).

Repaso con cuidado entre mis recuerdos y encuentro a Call me by your name: “Is it better to speak or to die?” repiten en toda la película. Vale, ya, qué hace uno, ¿no lo vive? Encuentro a Lolita de Nabokov y su transformación en un objeto deseado. Me pregunto muchísimas cosas: cuánto nos absorbe el oscuro deseo de algo que, en principio, no es adecuado perpetrar, cuánto hay de morbo en lo secreto. 

Me pregunto si hay, por detrás, una voluntad de colmar y controlar o si tan sólo es enamoramiento inevitable y químico. Si nos cansamos de buscar entre lo conocido, de dar vueltas en nuestra generación y sobre los mismos temas, para escapar en búsqueda de otros retos diferentes. Lo desconocido es exótico, lo que me dan es distinto de lo que me dieron. Me pregunto si hay, por detrás, una necesidad de ser cuidados o de cuidar que es más fuerte que la pulsión que se genera cuando dos partes, más similares, tienen que decidir el rumbo que tomar juntas. Me pregunto si sólo queremos ser cuidados o cuidar y llega a dar igual el vínculo mucho más allá de eso.

El amor no tiene edad, lo que tiene edad es el poder, el dinero y la situación de vida. Eso sí es cuantificable y medible y afecta directamente a cómo una pareja se relaciona, cómo configura ese vínculo y cómo lo va construyendo. ¿Impedir el amor? Nunca (dentro de la legalidad, entiéndase). Pero sí quiero fijarme en el relato de por qué, de qué se busca en esas edades distintas: si es estabilidad, seguridad, certezas, apegos, cariño. O si, al contrario, es emoción, osadía, inocencia.

No tengo soluciones, no me gusta dictar sentencia de lo que no estoy segura. Sólo me queda ponerme en modo protector y decir que tengamos cuidado y acordémonos siempre de saber identificar las dinámicas de nuestras parejas para entender el partido que estamos jugando. Sólo eso. Porque sólo así se puede construir algo sólido y real. Lo demás se lo lleva el viento y uno no quiere estar preso de vientos que le pueden acabar rompiendo los cimientos del propio hogar.

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El amor no tiene edad, lo que tiene edad es el poder, el dinero y la situación de vida. Eso sí es cuantificable y medible y afecta directamente a cómo una pareja se relaciona.

Si hablo de los años es para usarlos como excusa. Querría decirte que, para el mundo, los hombres mayores parecen interesantes y las mujeres, en cambio, parecen más invisibles. Querría decirte que no me preocupa tanto la edad como el desbalance de poder, la asimetría de los vínculos. Lo que rompe e importa son las vidas distintas, las prioridades, las necesidades. 

No se trata de un número, de una cantidad de años acumulados, ni siquiera de un historial médico, un estado civil, guerras vividas, siglos atravesados, etapas de internet. Se trata de que el desbalance en una pareja pone en riesgo la libertad y la autonomía de alguno de los dos. La cabeza me hierve: cuando veo estos vínculos siempre temo que una de las partes pueda quedar sometida a los designios de la otra.

Veamos distintas casuísticas:

  • Hombres saliendo con mujeres mucho más jóvenes: tradicionalmente han sido las relaciones que más hemos podido ver en la ficción y en la realidad (véase Laura Escanes y Risto Mejide). Lo que ocurre es que en muchas ocasiones el hombre tiene una posición socioeconómica bastante privilegiada y la mujer, por edad y por recorrido (quizás ni siquiera le ha dado tiempo), no la tiene. 
  • Mujeres saliendo con chicos más jóvenes: menos común pero diría que en los últimos años veo más casos. Tenemos el caso extremo (una Demi Moore con Ashton Kutcher) pero también tenemos a chicas que de repente encuentran en el desparpajo de alguien de cinco años menos lo que no encuentran en el de su edad o algo mayor, que viene con más mochila (y también más experiencia).

Repaso con cuidado entre mis recuerdos y encuentro a Call me by your name: “Is it better to speak or to die?” repiten en toda la película. Vale, ya, qué hace uno, ¿no lo vive? Encuentro a Lolita de Nabokov y su transformación en un objeto deseado. Me pregunto muchísimas cosas: cuánto nos absorbe el oscuro deseo de algo que, en principio, no es adecuado perpetrar, cuánto hay de morbo en lo secreto. 

Me pregunto si hay, por detrás, una voluntad de colmar y controlar o si tan sólo es enamoramiento inevitable y químico. Si nos cansamos de buscar entre lo conocido, de dar vueltas en nuestra generación y sobre los mismos temas, para escapar en búsqueda de otros retos diferentes. Lo desconocido es exótico, lo que me dan es distinto de lo que me dieron. Me pregunto si hay, por detrás, una necesidad de ser cuidados o de cuidar que es más fuerte que la pulsión que se genera cuando dos partes, más similares, tienen que decidir el rumbo que tomar juntas. Me pregunto si sólo queremos ser cuidados o cuidar y llega a dar igual el vínculo mucho más allá de eso.

El amor no tiene edad, lo que tiene edad es el poder, el dinero y la situación de vida. Eso sí es cuantificable y medible y afecta directamente a cómo una pareja se relaciona, cómo configura ese vínculo y cómo lo va construyendo. ¿Impedir el amor? Nunca (dentro de la legalidad, entiéndase). Pero sí quiero fijarme en el relato de por qué, de qué se busca en esas edades distintas: si es estabilidad, seguridad, certezas, apegos, cariño. O si, al contrario, es emoción, osadía, inocencia.

No tengo soluciones, no me gusta dictar sentencia de lo que no estoy segura. Sólo me queda ponerme en modo protector y decir que tengamos cuidado y acordémonos siempre de saber identificar las dinámicas de nuestras parejas para entender el partido que estamos jugando. Sólo eso. Porque sólo así se puede construir algo sólido y real. Lo demás se lo lleva el viento y uno no quiere estar preso de vientos que le pueden acabar rompiendo los cimientos del propio hogar.

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