No Sex #36: Migajas

Aguantamos de citas, situationships, potenciales parejas y parejas mucho más de lo que aguantaríamos de cualquier amigo o de nuestra familia.

Las únicas sobras que deberíamos comer son las de la paella y las de pizza, ambos platos son fantásticos el día siguiente. Todo el resto es querernos más bien poco y perdernos las mieles del plato principal.

El término ‘migajero’ o ‘migajera’ hace referencia a aquellas personas que, en este caso en el amor, pero puede ser usado para muchas otras circunstancias vitales, se conforman con lo poquito que los otros le dan, es decir, algo así como comer sólo las sobras.

Paso a ilustrar: 

Sin un equilibrio de fuerzas las relaciones no acaban funcionando y acabas pensando que ese poquito que te dan es mucho más. Puesto que no se puede echar de menos lo que no se tiene, como si siempre fuese a hacer más frío afuera, generamos apegos como si sólo nos pudiese gustar esa persona en todo el planeta, esa persona que curiosamente no nos da lo que nosotros necesitamos.

Creo que nos quedamos ahí por falta de amor propio, por búsqueda inconsciente del estatus que da estar con alguien, por inseguridad o pof miedo a la soledad. Pero qué pena vivir de sobras pudiendo estar cocinando un plato principal. 

La mayoría de situaciones migajosas* están conformadas por pequeñas renuncias, no son grandes improperios, y sin embargo, van calando, como sedimentos minúsculos que hacen que tu criterio y tu voluntad se devalúen: te vas conformando y te vas apagando. Tú, que siempre deseaste que te dijesen ‘te quiero’, pues no me lo dice tampoco pasa nada. Tú, que piensas que el romanticismo se crea y acabas diciendo ‘tampoco hace falta’ y te sientas en el sofá a mirar la pared en lugar de ir de la mano a esa exposición que te apetecía. Tú, que le escribirías ‘buenos días’ todas las mañanas, no lo haces porque él no es así y a ti te da miedo abrumarlo siendo tú misma. Tú, que mueves siempre el culo para verle porque ‘lo tienes más fácil’. Tú, que te llevarías genial con sus amigos y acabas escondida pensando en qué tendrás defectuoso para no poder ir a aquel cumpleaños.

Si tenemos que pedir lo que pensamos que al otro debería nacerle: ¿perdemos nuestro valor? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por el amor de alguien que quizás no lo quiere dar? ¿O no lo quiere dar cómo nosotros necesitamos?

Porque está estudiado (por mí) que una gran muestra de vivir de migajas es justificar delante de tus amigos los feos que recibes: tú misma te ves atrapada en esos deseos que un día expresaste sin temor. Como si el hecho de borrarlos del discurso de la relación fuese la forma de no evidenciar que estás renunciando a ellos. Como si tus amigos fuesen tontos y hubiesen olvidado que te encanta tu cumpleaños y aquel idiota te lo arruinó siendo una seta.

Si es que ya lo decía el Corazón Partío:

Dar solamente aquello que te sobra

Nunca fue compartir, sino dar limosna, amor

Si no lo sabes tú, te lo digo yo

Otra clásica referencia es Carrie Bradshaw: mi adorada Carrie fue una gran migajera, tanto que si te metes en Tik Tok hay bastante vídeos de ‘momentos en los que Carrie es migajera’ y podríamos hacer una enciclopedia de momentos embarazosos en los que le hubiese venido mejor quedarse en casa y comerse un yogur.

A nadie le gusta que otros piensen que se está conformando, pero muchísimo más allá de lo que otros piensen: ¿qué piensas tú? ¿Por qué crees que merece la pena aguantar ahí? 

Hay veces que una tiene que cagarse en todo (disculpad) y tragar esa necesidad constante de ser amada y deseada por personas que no están dispuestas a dar lo mismo, y dejar de actuar como si conseguir ese amor enrevesado y entregado a minuciosas dosis fuese el trofeo de algún campeonato inventado. 

En definitiva, vivir un amor sostenido en migajas es dejar que el miedo a quedarte solo campe a sus anchas y anule la crítica. Aguantamos de citas, situationships, potenciales parejas y parejas mucho más de lo que aguantaríamos de cualquier amigo o de nuestra familia. Ese es el listón, uno que no existe cuando mendigamos las sobras. 

En más de una ocasión una tiene que tirar el trofeo por el balcón y dejar la estantería vacía, pero ni siquiera porque así pueda haber espacio para otra cosa, libros, un jarrón o unas velas preciosas. Tirarlo porque sí,  porque es feo y no vale nada, absolutamente nada.

---

*término inventado

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No Sex #36: Migajas
Aguantamos de citas, situationships, potenciales parejas y parejas mucho más de lo que aguantaríamos de cualquier amigo o de nuestra familia.

Las únicas sobras que deberíamos comer son las de la paella y las de pizza, ambos platos son fantásticos el día siguiente. Todo el resto es querernos más bien poco y perdernos las mieles del plato principal.

El término ‘migajero’ o ‘migajera’ hace referencia a aquellas personas que, en este caso en el amor, pero puede ser usado para muchas otras circunstancias vitales, se conforman con lo poquito que los otros le dan, es decir, algo así como comer sólo las sobras.

Paso a ilustrar: 

Sin un equilibrio de fuerzas las relaciones no acaban funcionando y acabas pensando que ese poquito que te dan es mucho más. Puesto que no se puede echar de menos lo que no se tiene, como si siempre fuese a hacer más frío afuera, generamos apegos como si sólo nos pudiese gustar esa persona en todo el planeta, esa persona que curiosamente no nos da lo que nosotros necesitamos.

Creo que nos quedamos ahí por falta de amor propio, por búsqueda inconsciente del estatus que da estar con alguien, por inseguridad o pof miedo a la soledad. Pero qué pena vivir de sobras pudiendo estar cocinando un plato principal. 

La mayoría de situaciones migajosas* están conformadas por pequeñas renuncias, no son grandes improperios, y sin embargo, van calando, como sedimentos minúsculos que hacen que tu criterio y tu voluntad se devalúen: te vas conformando y te vas apagando. Tú, que siempre deseaste que te dijesen ‘te quiero’, pues no me lo dice tampoco pasa nada. Tú, que piensas que el romanticismo se crea y acabas diciendo ‘tampoco hace falta’ y te sientas en el sofá a mirar la pared en lugar de ir de la mano a esa exposición que te apetecía. Tú, que le escribirías ‘buenos días’ todas las mañanas, no lo haces porque él no es así y a ti te da miedo abrumarlo siendo tú misma. Tú, que mueves siempre el culo para verle porque ‘lo tienes más fácil’. Tú, que te llevarías genial con sus amigos y acabas escondida pensando en qué tendrás defectuoso para no poder ir a aquel cumpleaños.

Si tenemos que pedir lo que pensamos que al otro debería nacerle: ¿perdemos nuestro valor? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por el amor de alguien que quizás no lo quiere dar? ¿O no lo quiere dar cómo nosotros necesitamos?

Porque está estudiado (por mí) que una gran muestra de vivir de migajas es justificar delante de tus amigos los feos que recibes: tú misma te ves atrapada en esos deseos que un día expresaste sin temor. Como si el hecho de borrarlos del discurso de la relación fuese la forma de no evidenciar que estás renunciando a ellos. Como si tus amigos fuesen tontos y hubiesen olvidado que te encanta tu cumpleaños y aquel idiota te lo arruinó siendo una seta.

Si es que ya lo decía el Corazón Partío:

Dar solamente aquello que te sobra

Nunca fue compartir, sino dar limosna, amor

Si no lo sabes tú, te lo digo yo

Otra clásica referencia es Carrie Bradshaw: mi adorada Carrie fue una gran migajera, tanto que si te metes en Tik Tok hay bastante vídeos de ‘momentos en los que Carrie es migajera’ y podríamos hacer una enciclopedia de momentos embarazosos en los que le hubiese venido mejor quedarse en casa y comerse un yogur.

A nadie le gusta que otros piensen que se está conformando, pero muchísimo más allá de lo que otros piensen: ¿qué piensas tú? ¿Por qué crees que merece la pena aguantar ahí? 

Hay veces que una tiene que cagarse en todo (disculpad) y tragar esa necesidad constante de ser amada y deseada por personas que no están dispuestas a dar lo mismo, y dejar de actuar como si conseguir ese amor enrevesado y entregado a minuciosas dosis fuese el trofeo de algún campeonato inventado. 

En definitiva, vivir un amor sostenido en migajas es dejar que el miedo a quedarte solo campe a sus anchas y anule la crítica. Aguantamos de citas, situationships, potenciales parejas y parejas mucho más de lo que aguantaríamos de cualquier amigo o de nuestra familia. Ese es el listón, uno que no existe cuando mendigamos las sobras. 

En más de una ocasión una tiene que tirar el trofeo por el balcón y dejar la estantería vacía, pero ni siquiera porque así pueda haber espacio para otra cosa, libros, un jarrón o unas velas preciosas. Tirarlo porque sí,  porque es feo y no vale nada, absolutamente nada.

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