¿Por qué es importante leer a McEwan?

Porque, para mí, es el mejor escritor británico de lo que llevamos de XXI (con el permiso de Amis).

A Paula, por la edición y la inspiración.

Porque plantea unos conflictos morales interesantísimos. En el que tal vez sea mi libro favorito suyo, La ley del menor, la historia arranca con la crisis matrimonial de Fiona Maye, jueza londinense que descubre que su marido le es infiel tras enterarse de que tiene clamidia y como lleva toda la vida acostándose con el mismo hombre, blanco y en botella. Tras confrontarle, él le dice que sí, que es verdad y que es más, que va a seguir haciéndolo. Que la quiere y que no quiere divorciarse pero que tras 30 años de matrimonio, pues como que ya no le pone mucho y que, o lo acepta, o que no tiene ningún problema en irse con la otra. Comentando esto el otro día en mi despacho, note una brecha generacional respecto a qué hacer en esta situación. Todos los jóvenes afirmábamos que no lo perdonaríamos ni de broma y que seríamos incapaces de convivir con una persona que nos hace esto. Los que ya peinan canas y están casados no lo veían tan claro . Pues no contento con el golpe que te pega en la página 30, el libro continúa contándote la historia de Adam, testigo de Jehová de 17 años, que se niega a recibir una transfusión de sangre que le salvará la vida y Fiona, aplicando la Ley del Menor británica, se pasa su deseo por el forro y ordena que se le haga la transfusión. ¿Ha hecho bien? ¿Ha hecho mal? Leeos el libro y decidid por vosotros mismos (brevísimo apunte: aunque suene absurdo, pocas veces he visto el tema de la negativa religiosa a recibir transfusiones que salvarán la vida de sus seres queridos tratado con mayor delicadeza y profundidad intelectual que en el episodio Livin´ on a prayer de Padre de familia).

Porque ha escrito una de las mejores novelas distópicas sobre el futuro de los humanoides que hay, Máquinas como yo (el título completo es Machines Like Me and People Like You pero Anagrama estimó oportuno pasarse por el forro la segunda parte). En esta se cuenta la historia de Charlie y Miranda, una pareja que compran a Adam, un androide. A partir de ahí los líos habituales con esta clase de novelas (Adam se enamora de Miranda etc), pero la verdadera fuerza del libro subyace en la definición de ser humano que hace Ian McEwan, en las profundísimas reflexiones que hace acerca de lo que nos hace diferentes de las máquinas, aunque éstas sean perfectas (no por nada, pero empieza el libro con este puñetazo: "En términos más elevados, aspirábamos a escapar de nuestra mortalidad, a enfrentarnos o incluso reemplazar la divinidad mediante un yo perfecto. En términos más prácticos, pretendíamos diseñar una versión mejorada, más moderna de nosotros mismos y exultar de gozo con la invención, con la emoción del dominio". Finalmente, tiene un razonamiento muy inteligente y veraz acerca del futuro de la IA, que puede servir de diagnóstico, de augurio o de aviso: "Mientras la gente artificial vaya pareciéndose más a nosotros, y luego se convierta en nosotros, y luego llegue a superarnos, jamás podremos cansarnos de ella. Está condenada a sorprendernos."

Porque ha escrito Sábado. Me gustan mucho las novelas y las películas que transcurren en un día o en un período de tiempo corto y me gustan aún más aquellas que solamente son una conversación o una escena concreta (de películas recomiendo La soga, Un dios salvaje y aunque no hace falta que nadie hable de ellas buenísimas ambas, especialmente la primera) y de libros recomiendo Los santos inocentes y La caída de Madrid. En cuanto a Sábado, cuenta la historia de Henry Perowne, un exitoso médico y lo que le sucede durante un único día de su vida, en el cual se convoca una manifestación contra la guerra de Irak. Es un libro buenísimo y muy interesante, con un marcado tono político y en el cual a Ian se le ven un poquito las costuras.

Porque me encanta, en serio me encanta, que se le acuse de plagiador y que a él le dé completamente igual. Hay un caso muy conocido en el cual se le acusó de fusilar un pasaje de Lucilla Andrews (una escritora de novelas románticas) en la que tal vez es su novela más conocida, Expiación (que por cierto, es un libro buenísimo del cual se hizo una película que es también estupenda). Ante esto, él dijo que sí, que ok, que se había inspirado pero que lo había dicho en su momento y que él creía que a ella no le hubiese importado para nada. Básicamente, que todos lo que le acusaban, que se peinasen. Esta es la acusación más conocida y de la cual se zafó con más elegancia pero hay una aún mejor. Su novela debut El jardín de cemento es muy (pero que muy similar) en cuanto a la trama a un libro poco conocido: Our mother´s house. Leyendo de que van ambas (research purposes para este artículo), la verdad es que me parto de la risa, porque el bueno de Ian dijo que no tenía ni puta idea de que existía ese libro y que no le incordiasen. Brevemente expongo de que van ambos y que decida el lector: un grupo de hermanos, tras la muerte de su madre, ocultan el cadáver en su propia casa para evitar ser separados. ¿Casualidad? No sé yo…

Porque ganó el Booker por Amsterdam, cuando claramente no lo merecía. En estas páginas he escrito mucho acerca de premios que debieron darse y no se dieron (aunque me he leído varios libros de Hang Kang desde que la critiqué en el artículo de Paul Auster, que os dejo aquí: Es buenísimo, leedlo e igual tengo que cerrar la boquita) y por una vez me voy a dar el gustazo de hablar de un premio que no debió darse y se dio. O sea, el libro no está mal. Tiene partes muy buenas, es muy interesante y ameno e incluso tiene chispazos de genio, pero es probablemente el segundo peor libro que me haya leído de Ian y, no por nada, pero The Guardian coincide plenamente conmigo y dice, respecto al premio, que "how McEwan's worst novel won the Booker is a deep mystery". McEwan también coincide en que no se lo merecía, aunque lo dice de manera mucho más elegante, afirmando que le ayudó a escribir sus siguiente libros y que "It sort of liberated me.". Además no creo, además que las 50.000 libras de premio (de 1998, o sea, unas 115.000 a día de hoy), además de la enorme repercusión editorial y mediática que tuvo le hiciesen daño ninguno. Sin embargo no recomiendo a nadie que se inicie con este libro aunque sin duda me parece mucho mejor que Chesil Beach, al que no le dieron palo alguno y que me parece francamente malo. En caso de que alguno queráis empezar con uno de sus libros más cortos y menos ambiciosos, recomiendo encarecidamente La cucaracha, una reacción visceral ante el Brexit, en el cual hace una reinterpretación de La metamorfosis y narra las aventuras de una cucaracha que un día se despierta convertida en el premier británico.

Porque, para mí, es el mejor escritor británico de lo que llevamos de XXI (con el permiso de Amis). Hay una lista muy conocida publicada por The Times, que se llama "The 50 greatest British writers since 1945" y ahí sale en el número 35 así que, probablemente yo no tenga ni puta idea. No he leído nada comparable a él, y sin duda me parece que esta lista pierde todo su prestigio cuando pone a Salman Rushdie en el 13 (unos cojones de toro y toda la fatwa que quieras pero los dos únicos que me leído suyos, Los versos satánicos y Los hijos de la medianoche me parecieron unos ladrillos importantes). Añado, para seguir criticando esta lista que Ishiguro es el 32, que Burgess es el 17 y que Martin Amis es el 19, pareciéndome todos a años luz tanto de Rushdie como de algún otro que está en los primeros puestos. Que cada uno saque sus propias conclusiones pero madre mía.

Porque, como muchos de los autores que me gustan, no ha sabido quedarse callado. Aunque luego se la envainara un poco, dijo lo siguiente acerca del islam: "And I myself despise Islamism, because it wants to create a society that I detest, based on religious belief, on a text, on lack of freedom for women, intolerance towards homosexuality and so on - we know it well." y, no contento con eso, en su siguiente aliento dijo, acerca del cristianismo: "I find them equally absurd. (…) I don't like these medieval visions of the world according to which God is coming to save the faithful and to damn the others." No me podéis decir que no es francamente admirable, para una figura pública tan reconocida y tan dependiente de la opinión de la gente y de caer bien (al fin y al cabo, sus libros se venden en todo el mundo), tener las agallas de decir lo que opina y ofender a la mitad de la población mundial.

Así que leed a Ian McEwan. No hagáis ni caso de la gente que le acusa de copión, no hagáis caso a las voces que dicen que es un escritor normalito, no hagáis caso a The Times, no hagáis caso a The Guardian. Hacedme caso a mí, que siempre tengo vuestro mejor interés en mente. Leedlo.

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Porque, para mí, es el mejor escritor británico de lo que llevamos de XXI (con el permiso de Amis).

A Paula, por la edición y la inspiración.

Porque plantea unos conflictos morales interesantísimos. En el que tal vez sea mi libro favorito suyo, La ley del menor, la historia arranca con la crisis matrimonial de Fiona Maye, jueza londinense que descubre que su marido le es infiel tras enterarse de que tiene clamidia y como lleva toda la vida acostándose con el mismo hombre, blanco y en botella. Tras confrontarle, él le dice que sí, que es verdad y que es más, que va a seguir haciéndolo. Que la quiere y que no quiere divorciarse pero que tras 30 años de matrimonio, pues como que ya no le pone mucho y que, o lo acepta, o que no tiene ningún problema en irse con la otra. Comentando esto el otro día en mi despacho, note una brecha generacional respecto a qué hacer en esta situación. Todos los jóvenes afirmábamos que no lo perdonaríamos ni de broma y que seríamos incapaces de convivir con una persona que nos hace esto. Los que ya peinan canas y están casados no lo veían tan claro . Pues no contento con el golpe que te pega en la página 30, el libro continúa contándote la historia de Adam, testigo de Jehová de 17 años, que se niega a recibir una transfusión de sangre que le salvará la vida y Fiona, aplicando la Ley del Menor británica, se pasa su deseo por el forro y ordena que se le haga la transfusión. ¿Ha hecho bien? ¿Ha hecho mal? Leeos el libro y decidid por vosotros mismos (brevísimo apunte: aunque suene absurdo, pocas veces he visto el tema de la negativa religiosa a recibir transfusiones que salvarán la vida de sus seres queridos tratado con mayor delicadeza y profundidad intelectual que en el episodio Livin´ on a prayer de Padre de familia).

Porque ha escrito una de las mejores novelas distópicas sobre el futuro de los humanoides que hay, Máquinas como yo (el título completo es Machines Like Me and People Like You pero Anagrama estimó oportuno pasarse por el forro la segunda parte). En esta se cuenta la historia de Charlie y Miranda, una pareja que compran a Adam, un androide. A partir de ahí los líos habituales con esta clase de novelas (Adam se enamora de Miranda etc), pero la verdadera fuerza del libro subyace en la definición de ser humano que hace Ian McEwan, en las profundísimas reflexiones que hace acerca de lo que nos hace diferentes de las máquinas, aunque éstas sean perfectas (no por nada, pero empieza el libro con este puñetazo: "En términos más elevados, aspirábamos a escapar de nuestra mortalidad, a enfrentarnos o incluso reemplazar la divinidad mediante un yo perfecto. En términos más prácticos, pretendíamos diseñar una versión mejorada, más moderna de nosotros mismos y exultar de gozo con la invención, con la emoción del dominio". Finalmente, tiene un razonamiento muy inteligente y veraz acerca del futuro de la IA, que puede servir de diagnóstico, de augurio o de aviso: "Mientras la gente artificial vaya pareciéndose más a nosotros, y luego se convierta en nosotros, y luego llegue a superarnos, jamás podremos cansarnos de ella. Está condenada a sorprendernos."

Porque ha escrito Sábado. Me gustan mucho las novelas y las películas que transcurren en un día o en un período de tiempo corto y me gustan aún más aquellas que solamente son una conversación o una escena concreta (de películas recomiendo La soga, Un dios salvaje y aunque no hace falta que nadie hable de ellas buenísimas ambas, especialmente la primera) y de libros recomiendo Los santos inocentes y La caída de Madrid. En cuanto a Sábado, cuenta la historia de Henry Perowne, un exitoso médico y lo que le sucede durante un único día de su vida, en el cual se convoca una manifestación contra la guerra de Irak. Es un libro buenísimo y muy interesante, con un marcado tono político y en el cual a Ian se le ven un poquito las costuras.

Porque me encanta, en serio me encanta, que se le acuse de plagiador y que a él le dé completamente igual. Hay un caso muy conocido en el cual se le acusó de fusilar un pasaje de Lucilla Andrews (una escritora de novelas románticas) en la que tal vez es su novela más conocida, Expiación (que por cierto, es un libro buenísimo del cual se hizo una película que es también estupenda). Ante esto, él dijo que sí, que ok, que se había inspirado pero que lo había dicho en su momento y que él creía que a ella no le hubiese importado para nada. Básicamente, que todos lo que le acusaban, que se peinasen. Esta es la acusación más conocida y de la cual se zafó con más elegancia pero hay una aún mejor. Su novela debut El jardín de cemento es muy (pero que muy similar) en cuanto a la trama a un libro poco conocido: Our mother´s house. Leyendo de que van ambas (research purposes para este artículo), la verdad es que me parto de la risa, porque el bueno de Ian dijo que no tenía ni puta idea de que existía ese libro y que no le incordiasen. Brevemente expongo de que van ambos y que decida el lector: un grupo de hermanos, tras la muerte de su madre, ocultan el cadáver en su propia casa para evitar ser separados. ¿Casualidad? No sé yo…

Porque ganó el Booker por Amsterdam, cuando claramente no lo merecía. En estas páginas he escrito mucho acerca de premios que debieron darse y no se dieron (aunque me he leído varios libros de Hang Kang desde que la critiqué en el artículo de Paul Auster, que os dejo aquí: Es buenísimo, leedlo e igual tengo que cerrar la boquita) y por una vez me voy a dar el gustazo de hablar de un premio que no debió darse y se dio. O sea, el libro no está mal. Tiene partes muy buenas, es muy interesante y ameno e incluso tiene chispazos de genio, pero es probablemente el segundo peor libro que me haya leído de Ian y, no por nada, pero The Guardian coincide plenamente conmigo y dice, respecto al premio, que "how McEwan's worst novel won the Booker is a deep mystery". McEwan también coincide en que no se lo merecía, aunque lo dice de manera mucho más elegante, afirmando que le ayudó a escribir sus siguiente libros y que "It sort of liberated me.". Además no creo, además que las 50.000 libras de premio (de 1998, o sea, unas 115.000 a día de hoy), además de la enorme repercusión editorial y mediática que tuvo le hiciesen daño ninguno. Sin embargo no recomiendo a nadie que se inicie con este libro aunque sin duda me parece mucho mejor que Chesil Beach, al que no le dieron palo alguno y que me parece francamente malo. En caso de que alguno queráis empezar con uno de sus libros más cortos y menos ambiciosos, recomiendo encarecidamente La cucaracha, una reacción visceral ante el Brexit, en el cual hace una reinterpretación de La metamorfosis y narra las aventuras de una cucaracha que un día se despierta convertida en el premier británico.

Porque, para mí, es el mejor escritor británico de lo que llevamos de XXI (con el permiso de Amis). Hay una lista muy conocida publicada por The Times, que se llama "The 50 greatest British writers since 1945" y ahí sale en el número 35 así que, probablemente yo no tenga ni puta idea. No he leído nada comparable a él, y sin duda me parece que esta lista pierde todo su prestigio cuando pone a Salman Rushdie en el 13 (unos cojones de toro y toda la fatwa que quieras pero los dos únicos que me leído suyos, Los versos satánicos y Los hijos de la medianoche me parecieron unos ladrillos importantes). Añado, para seguir criticando esta lista que Ishiguro es el 32, que Burgess es el 17 y que Martin Amis es el 19, pareciéndome todos a años luz tanto de Rushdie como de algún otro que está en los primeros puestos. Que cada uno saque sus propias conclusiones pero madre mía.

Porque, como muchos de los autores que me gustan, no ha sabido quedarse callado. Aunque luego se la envainara un poco, dijo lo siguiente acerca del islam: "And I myself despise Islamism, because it wants to create a society that I detest, based on religious belief, on a text, on lack of freedom for women, intolerance towards homosexuality and so on - we know it well." y, no contento con eso, en su siguiente aliento dijo, acerca del cristianismo: "I find them equally absurd. (…) I don't like these medieval visions of the world according to which God is coming to save the faithful and to damn the others." No me podéis decir que no es francamente admirable, para una figura pública tan reconocida y tan dependiente de la opinión de la gente y de caer bien (al fin y al cabo, sus libros se venden en todo el mundo), tener las agallas de decir lo que opina y ofender a la mitad de la población mundial.

Así que leed a Ian McEwan. No hagáis ni caso de la gente que le acusa de copión, no hagáis caso a las voces que dicen que es un escritor normalito, no hagáis caso a The Times, no hagáis caso a The Guardian. Hacedme caso a mí, que siempre tengo vuestro mejor interés en mente. Leedlo.

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