Después de casi un año leyendo de forma más o menos programática la literatura en español que se está publicando en España1, y teniendo que pensarla para hacer mis críticas, quería compartir algunas reflexiones antes de ordenar y valorar (en breve, demasiado en breve, ya me disculpo) cada libro de los que he leído este 2025.
Vivimos una época de absoluta radicalización literaria, un campo de posibilidades materiales de acceso y difusión sin precedentes, y una red de autoras, textos y lecturas que lo sostiene y que quizá no conocía la lengua hispana desde principios del siglo XX.
Yo achaco esta fertilidad literaria y su radical innovación a tres factores:
1, La disolución definitiva de los géneros por el desmoronamiento del imperio cultural occidental con sus viejos formatos (novela, poesía, ensayo, teatro, cuento) ya inverosímiles tras los horrores del siglo XX, pero sobre todo por la aparición de internet, que emancipa a la escritura de su función meramente almacenante, comunicativa o de entretenimiento narrativo. Es decir, todo carácter utilitario del texto queda delegado en la nueva enciclopedia, fonoteca, videoteca audiovisual (YouTube, podcast, notas de voz), devolviendo a la escritura su sentido más esencial: la poesía.
2, La proliferación de editoriales de autor con poéticas personales de riesgo y artísticas, gracias y por culpa del abaratamiento de los medios y la precarización laboral que normaliza el trabajo pasional y miserable, en vez de bien remunerado, y por la aparición (de nuevo) de internet/informática que abarata los medios y herramientas editoriales hasta conseguir que eso, malamente, pero sí, sobreviva. Creo que cada vez es más evidente cómo son las editoriales de autor las que están marcando la vanguardia estética de la literatura del siglo XXI y los editores de mesa los verdaderos artistas literarios en este nuevo formato de la industria.
3, El enriquecimiento mutuo y las lecturas multidireccionales entre todos los países del idioma, reconstruyendo (poco a poco) el puente más largo y roto de todos (el de España con América) lo que solo nutre y mejora la tradición común del español y la literatura hispana, gracias a que (y asumo el riesgo de ser esencialista de género) en este caso han sido principalmente mujeres las que han encabezado y dirigido esta vanguardia literaria, y, en vez de competir, insultarse y desatenderse, como hicieron los señoros del Boom y los señoros de la Generación del 50, estas mujeres en su mayoría han decidido al contrario cooperar y compartir, enriqueciendo el campo y para fiesta de los lectores (incluso con todo lo perverso, zafio y mercadotécnico que tiene la cultura del festival y la feria literaria, hay que reconocer que es la que ha financiado estos encuentros), en vez de guillotinar uno de los lados como ocurrió entonces.
Esta no es una lista de “los mejores libros del año”, pues aúna persona sola no creo que pueda mapear todo lo que se publica con seriedad. Son sencillamente todos los libros que he podido leer de lo publicado en 2025 escrito en español ordenados según un criterio que no sería capaz de explicitar, mi frutero de valores y los códigos de lectura que espero se hayan ido vislumbrando martes a martes en las críticas y ensayos aquí publicados.
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No parece objetivo, parece una provocación, o un snobismo, o un capricho del gusto, no resulta neutral, ni siquiera verosímil situar como libro del año un texto tan particular, tan de nicho, tan “esquinado” (el adjetivo es de Vila-Matas en su Canon), poner en primer lugar un libro sobre fotografía, memorialístico-familiar-teórico, también lírico desde el subtítulo, y técnico en sus citas, referencias, imágenes y bibliografía, parece que no se corresponde a la categoría “libro del año”. La categoría “libro del año” fija de alguna forma un horizonte de posibilidad, a qué puede aspirar nuestra literatura, el lugar hegemónico de un texto, plural, abierto, de alcance. La novela ha dominado este imaginario con rigor totalitario hasta hace poco, hoy se aceptan libros algo más abiertos, más fluidos, pero esto es demasiado. ¿Por qué? Siguiendo a Belén Gopegui, la verosimilitud es el concepto en que se debe realizar la batalla ideológica al interior de la escritura. Que sea verosímil o no este texto como libro del año es algo que debemos discutir y disputar. En esa decisión de índole formalista se cifra la clave política de la literatura. Agradezco enormemente a Lola Nieto su entusiasmo e insistencia en que leyera este libro deslumbrante, lírico, materialista, ensayismo memorialístico técnico, que ha sido para mí la mejor lectura del año.
- Cuentos atados a la pata de un lobo, Angélica Liddell (Malas Tierras)

Cuando alguien dice que hoy en día no puede haber nada transgresor porque en nuestra sociedad no hay dogmas ni nada que transgredir, yo imagino que esa persona no ha leído a Angélica Liddell. Liddell en su obra devuelve a la literatura su orden ritual-sacrificial. Las palabras no se usan comunicativamente o de forma utilitaria, sino como conjuro. El uso particular de unas palabras para un sentido otro. En el rito lo sagrado se invoca por la vía del sacrificio. Liddell es el propio cordero para su sacrificio y se sacrifica en holocausto por nosotros en cada una de sus páginas. Esta sociedad aséptica y esterilizada quiere el revestimiento sagrado sin sus páginas contenido visceral, así que repudia a la sangrante y berreante Liddell. Provocadora, la llaman. Lo único que provoca Liddell es una fuerte conmoción humana, un sentido vital trágico, nuestra mejor literatura desde Valle-Inclán, Santa Teresa y Calderón; es la vergüenza de todo el resto de nuestra literatura, de todo el resto de nuestra cultura, de toda nuestra sociedad en general. Cuando digo que Angélica Liddell recupera el sacrificio que está en el centro de lo sagrado y nos obliga a contemplar el horror, no lo digo con alegre condescendencia. Lo digo al borde del vómito y con la repugnancia profunda que me produce cada página de Angélica. Solo con la última escena del primer cuento me dio ganas de romper el libro y mandar a esta viciosa sádica a la mierda. Qué necesidad había de escribir esa salvajada, de construir tanto dolor, qué necesidad de violar y matar un bebé ahogado bocabajo con la lengua hinchada. Qué necesidad de semejante sacrificio, qué necesidad el arte, qué necesidad vivir.
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La prosa de Begoña Méndez se escapa en todas direcciones, en cada libro conoce una forma nueva, hacia un lugar específico y distinto, de su universo particular en formación y reescritura a cada entrega. En este caso, hacia arriba para caer, caer en nada, para despotenciarse, para vislumbrar el sol negro de la decreación mística en diez místicas heterodoxas que la inspiran. Un libro que reconfigura la idea de lo que es “un libro genial” y disputa al poder hegemónico literario del genio único y solipsista, con su propuesta plural, dialogante y humilde. Un libro de humilde elegancia. Un libro inspirado e inspirador.
- Materiales para una pesadilla, Juan Mattio (Caja Negra)2
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Dice Juan Mattio que le interesa esa genealogía de la novela que pretende ir desmontando los patrones establecidos de la novela canónica del XIX; esa tradición es la novela argentina en sí misma, que nace directamente como disolución. El canon de la novela argentina es en sí mismo un anti-canon de la novela, o el canon de la anti-novela. Si uno revisa los grandes monumentos: Museo de la novela de la eterna, Adán Buenosayres, Los siete locos, Rayuela, Glosa, Respiración artificial, Mantra, El pasado, Nuestra parte de noche, son en su conjunto un catálogo de formas diversas de desactivar el artefacto novela desde sus propias premisas: novela de novelas no escritas, novela disuelta vanguardista, novela complot, novela puzzle, novela lírica, novela ensayística, novela cáncer, novela amnésica, novela vampírica. Esa es la tradición (una palabra que en la literatura argentina siempre han tenido muy clara y muy presente, y de una forma muy particular y matizada desde “El escritor argentino y la tradición”, de Borges, quizá el verdadero teórico de la anti-novela, centro y canon de la escritura argentina y ojalá en español en general, como pidió Bolaño) de Materiales para una pesadilla, la gran tradición (anti) de la novela argentina, y junto a esos títulos debe situarse. Novela ciberpunk podría ser la etiqueta más evidente para su gesto de disrupción del canon novelístico decimonónico. Otras menos evidentes y más estructurales revelan mejor creo el calado de su gesto: novela ruina, novela cut-up, novela montaje, novela cita. Una novela de fragmentos, también podríamos decir; una novela de materiales, como anuncia el título; una novela materialista que expone y denuncia su propia materialidad: ruina fragmentaria pesadillesca. Un libro de los pasajes argentino género fantástico cyborg-Borges, la contra-historia de los vencidos, memoria RAM recuperada. Una genialidad. Literatura del futuro hoy. Argentina (aunque Chile podría competirle) sigue siendo la vanguardia del idioma un siglo después. Tengo que agradecer al Instagram de Pere su insistencia con este libro y ciertas claves de lectura que aporta con tanto rigor y seducción siempre. Es utópico que un libro sobre distopía tecnológica encuentre su lugar de circulación y mejor recepción en actual tecnología distócica de los reels/tiktok, pero y sí, así funciona también. Para mí la mejor (anti)novela del año.
- Deshacer el ridículo, Julián Génisson (La Caja Books)

Leí este libro gracias a una story de Jorge Salanova donde ponía de forma provocativa algo así como que este era el único libro que le interesaba leer este año. Al leerlo descubrí que no era ningunarovocación. A mí también me parece el libro más interesante del año. No escribí la crítica de este libro porque no fui capaz. Me gustaría reflexionar en algún momento acerca de la crítica literaria del ensayo, especialmente del ensayo más técnico y poderoso a nivel teórico, como es este caso (que no por ello pierde por un segundo la tensión del estilo y la escritura literaria), porque me parece la literatura más interesante que se está haciendo ahora (el ensayo) pero resulta un problema para el crítico comentar un texto tan material sobre una materia que no domina. Es cierto que se podría decir igual de la novela o el poema, el crítico no sabrá tanto como el autor sobre sus personajes o su voz, pero precisamente por eso puede juzgar y valorar mejor qué ha hecho con eso quien escribe. Pero en el ensayo, cuando la materia teórica tiene tanto peso, es una reflexión que creo pendiente. Mientras tanto solo puedo expresar mi absoluta admiración libidinosa con este libro. Un libro de una dificultad seductora, la seducción de lo complicado, de lo antiintuitivo. El autor, como buen anticomediante, siempre busca evitar la satisfacción Podríamos resumir con un comentario de barra de bar: Si este ensayo lo publica un cineasta o un académico francés tenemos para una década de debate alrededor de él en el campo filosófico continental. Y, sorprendentemente, el hecho de explicar la risa no le quita para nada la gracia. El mejor libro de filosofía del año.

Otro que no pude comentar. Ya lo dije. No hay más que añadir. Los mejores libros a veces te enmudecen, hablan por ellos mismos. No es un error del enlace, la crítica es la cita.
- Los nombres de mi padre, Daniel Saldaña París (Anagrama)

Novela sentimental vs. Novela teórica. No nos queda otra mientras no encontremos una nueva materialidad. Esta novela señala un camino posible. Una novela sobre la herencia (de los condicionantes genéticos para una muerte temprana). Es una novela gélida como la arquitectura soviética, y de una emotividad sorda insoportable como la tristeza soviética. Qué imbricación. En este texto está todo perfectamente imbricado. Cómo puede estar todo tan perfectamente imbricado en cada frase. En el plano técnico, histórico, narrativo, afectivo, todo. El nivel de asociación múltiple es vasto y fascinante. Una frase sobre el trazado urbanístico alude al símbolo paterno central del relato y una figura de la memoria del narrador cincuenta páginas más atrás. Embarazo, paternidad, maternidad, desierto, una exnovia, ruina. La idea de la ciudad-señuelo. Cómo se puede inventar la realidad al nivel de precisión del ingeniero austríaco que diseña el entramado de túneles nazi entre campos de concentración. La capacidad de invención histórica de precisión milimétrica es demoledora. Cómo puede ser esto una novela familiar, urbana, histórica, emocional, insoportablemente mexicana que transcurre en Nueva York. Son 200 páginas pétreas, un conglomerado de una precisión y solidez infalibles, la cantidad de mundo que cabe en una novela destroza por aplastamiento la inmensa mayoría de los textos llenos de aire de bolsa de patatas fritas. En la página 76 descubrí por qué esta novela es una genialidad. El capítulo central, el 8, es un obelisco de dimensiones, de nuevo, soviéticas. A partir de ahí la fuerza del maremoto de la historia y la Historia te arrastra hacia el final. “El Distrito Federal merece el socialismo como una mediación entre el sueño y la ruina”. Esta es una novela casi antiliteraria en su textualidad, no hay libros, ni literatura, ni escritores (apenas), y se agradece enormemente limpiar de referencialidad la narración de una vez; y al tiempo Rulfo, Benjamin, Bolaño, Zambra, Kafka, Dickinson, aparecen como tradición y cimientos literarios, nunca como alusiones gratuitas estetizantes. Es, para mí, la mejor novela hispana del año. Gracias a Jorge Núñez por casi obligarme a leerla con su entusiasmo.

Cogí este libro con prejuicios negativos, preparado para descartarlo. Es difícil identificar los motivos materiales por los que se forma un prejuicio (sea positivo o negativo), por qué uno asume que sabe algo sobre algo de lo en realidad no sabe nada. Muchas veces se confirman. Sé que está mal decir esto. No significa que sean reales, sino que uno casi siempre uno sigue pensando aquello que ya había decidido pensar sobre algo tras comprobarlo. Casi siempre se confirma de alguien o de algo lo que uno ya estaba dispuesto a ver ahí. Muy al revés tiene que ser para que uno se desdiga de su error. Este libro es tan genial, tan brillante a nivel técnico y tan matizado a nivel emocional, que solo puedo celebrar a los cuatro vientos mi estúpido prejuicio derrocado por un texto magnífico que ojalá marcara el horizonte de una cierta literatura nuestra muy de moda, tan popular y tan interesante cuando se hace así de bien.

Luna Miguel es la mejor lectora que tenemos en nuestro país y seguramente de las mejores en la lengua. En este artefacto además trabaja un género naciente: el de la conferencia, el de la voz escrita. Reconfigura un clásico, Lolita de Nabokov; como ya hizo con el Ulises de Joyce en el capítulo final ya clásico de su Leer mata; como su lectura seminal del Diario de Pizarnik a través de YouTube y textos de substack, que ahora parece una obviedad pero no lo era cuando ella empezó a hacerla. Aquí narrativiza una lectura y teoriza la experiencia del cuerpo lector. Construye una distopía metaliteraria y emborracha un texto hasta hacerlo rezumar y tambalearse con ese gusto tontorrón que da un buen pedo y conoce cualquier bebedor (o exbebedor) que se precie, y siempre acaba en algo de resaca autoculpable pero qué lúcidos fuimos en ese momento. Ah, y habla de la censura de textos y lo políticamente correcto tan de hoy en día y tan difícil de hablar hoy en día. Un libro único, infinitamente legible, de inagotables relecturas (que algunas lectoras/censoras han querido descartar fardando de que se sabían las referencias literarias que dicen que le sobran, sin entender que la genialidad del texto es que efectivamente le sobran, las puedes quitar todas y debajo queda su gran teoría, su gran reflexión, su gran erótica etílica corporal textual).
- El tema, Manuel Mata (Pre-Textos)

Un poemario capaz de combinar una cita de Susan Sontag con el grito de Bulbasaur. Un poeta que trabaja el tema con Terminator, con Elton John, con Arturo Badnini, con Margot Robbie, con Roberto Bolaño. A mí los haikus salteados por el libro son los que más me impresionan, aunque los poemas largos son los que más me gustan. Leí en clase a mis chavales de filosofía de 1º de bachillerato el poema “Tú pide” para explicar el concepto de deseo porque el deseo no se explica ni es un concepto. Manuel Mata nunca conceptualiza, no deja que le obliguen a explicar nada, ni por escrito, ni charlando. —No quiso explicarme por qué las palabras se van expandiendo y desplegando por todas los huecos de la página hacia los poemas finales, y por eso sigo enfadado con él. Aún así, no voy a ser yo quien destroce su libro traicionando su sabia decisión.
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Alejandra es mi amiga, a pesar de la literatura. No coincidimos en poéticas, no me gustan los libros que me recomienda, todos los autores que me interesan a mí a ella le aburren profundamente, entendemos de forma distinta la novela, la poesía, la escritura, la lectura. Nuestro casi único punto de unión es Vila-Matas, y siempre que hablamos de él discrepamos. Seguramente por eso somos amigos. No entiendo cómo ha escrito este poemario. No entiendo cómo ha conseguido escribir un libro donde apenas parece necesitar la literatura, ella que es tan literaria, apenas parece necesitar el verso, ella que es tan poeta, el estilo, la forma, la poética. Es un libro donde directamente una voz es poesía. Leer a Alejandra es conversar con la poesía en un parque del extrarradio o en una mesa del Five Guys o paseando por el Plaza Norte 2. No hay aparataje, ni teoría, ni construcción. Una voz emancipada de toda la cáscara y engalanamientos de los altares literarios habla a lo largo de sus páginas. Este no es un libro de poesía, este libro es la poesía hablando, hablando contigo, charlando contigo, lector, amiga.
- Crisálida, Fernando Navarro (Impedimenta)
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En los raptos líricos renuncia a las comas, deja fluir una tirada de léxico por intensidad y rabia asociativa, ya solo por ese rasgo de estilo es una novela única. La violencia de los vínculos familiares, paternofiliales, filiales, el dolor de la vida viva y la crueldad humana la hacen poderosa. La precisión estructural, un frágil diseño de infalibilidad ingenieril, la hacen uno de los libros más perfectos del año. Para saber de qué va: Captain Fantastic en Sierra Nevada, pero sale mal; es decir, Captain Fantastic en la vida real, más real que la vida real; terrible, genial. Gracias a Alejandra Arroyo por decirme que era una de las novelas del año y por la profunda entrevista que le hizo al autor.
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Txetxu, querido, ya te lo dije, no comprendo. Gracias. Por devolver a la literatura al laberinto de su sentido, de su memoria, de su dolor, de su horizonte, de su forma. La forma de este libro es la forma que yo imagino de lo literario y que no podría haber imaginado antes de leerlo.
14. Cuadernística, Cristóbal Polo (Wunderkammer)
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Creo que este es el libro con el que más me emocioné este año. Ya se ha explicado muchas veces lo que es este libro. Un cuaderno sobre cuadernos. La experiencia de leerlo, la intimidad de leerlo es incomunicable. Como la diferencia entre decir que diste un paseo muy bonito y. Dar ese paseo. Hay algo de delicadeza botánica de Emily Dickinson, eso puedo decir. Leanlo, por favor.
- La naturaleza nos acabará alcanzando, Néstor Reina (Jekyll and Jill)
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Cuando me gana un fraseo ya está todo hecho. Pierdo el juicio crítico. Estoy abocado a su flujo y me entrego sin condiciones. Es como un cantante de indie que te mete en su psicotropía, hay un componente fanático, se sigue ahi hasta que él quiera. ¿Cómo voy a saber si Columpio asesino o Napoleón solo son buenos o malos? Yo estoy ahí, me entrego. Una vez Ignacio Echevarría dijo de Ray Loriga que “Ray canta bien, tiene buena voz, entonces le sigues”. Algo así me pasa y algo de Ray veo en este texto, pero algo de Levrero también y su ordinariez oversharing tan profunda y reflexiva, y del Bukowski más autoflagelante, y de las estampas de Anne Carson entre el ensayo, la poesía y la narración. Algo de la frase morosa, enrevesada, desastrada, de la trágica y borracha elegancia de Marguerite Duras. Soy fanático de este libro, yo estoy ahí para lo que quiera, me entrego.
- Hasta aquí todo va bien, Estela Sanchis (Candaya)
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Esta novela es una brutalidad maravillosa, de una finura y potencia impactantes. La fuerza de su prosa, las hostias que te pega y las filigranas con que reflexiona sobre crueldad, arte y feminismo son alumbradoras. Qué lección importante, que ejemplo de libro debut, de hibridación de disciplinas. Se hace así. Esta es mi movida, ¿quieres? Ahí va mi bomba, no haberla cogido. Esto explota y, claro, duele. Tiene algo del diario también, el estilo diarístico empieza a operar en la prosa que no se presenta como diario, y eso me interesa mucho. Está muy conseguido ese tono del autodescubrimiento inconsciente en directo pero en delay para quien lo escribe que viene de la escritura de diarios, creo. Y está tan bien construida la trama. Todo funciona, todo encaja, qué engranaje. En la página 51 aparece la reflexión sobre “el arte y el yo” más seria que he leído este año, en la 64 entendí que yo jamás sería capaz de escribir un libro así, al acabarlo ya estaba tirado en el suelo apaleado y magullado entero. Gracias a Paula Ducay por la insistencia. Como casi siempre, lo que recomienda es importante. Ojalá la autoficción fuera esto. Al margen, anécdotas editoriales: este es el segundo libro con portada rosa del año, todos los libros con portada rosa de este año me han parecido geniales, y creo que hay más libros con portada rosa de lo habitual (no pretendo competir con Pantone, pero para mí el color del año es el rosa); por otro lado segundo libro con la fotografía como tema o motivo, en esto hay resultados más dispares, pero estos dos primeros, rosa+fotografía=combinación genial. (Yo creo que detrás de estas coincidencias anda Barthes, pero también es cierto que últimamente creo que Barthes está detrás de todo).
- Contra el arte, Chantall Maillard (Galaxia Gutenberg)
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En la feria del libro de Chile de 1998, Roberto Bolaño decía que la poesía más importante del siglo XX había sido escrita en novela, que había páginas de Joyce o de Proust que habían tensado el arco como no lo había hecho la poesía en ese siglo. Hoy podríamos decir algo similar del ensayo, donde se está tensando el arco, el arco de las palabras, el arco de la poesía como en ningún otro género en este siglo XXI. Y no por casualidad las poetas están escribiendo los mejores libros de ensayo, pensamiento y filosofía de nuestro presente, donde ellas saben que la palabra tensa un arco que no es el de la ciencia o el de la historia, el de la comprobación o el dato cierto, sino un arco de palabras, palabras que ensayan verdades y buscan su forma ensayando. Luego la erudición, el estudio y las lecturas enriquecerán y harán crecer el libro y su lectura. Pero es el texto, la escritura del texto lo que lo hace nutritivo y necesario, el lenguaje el que articula sus verdades misteriosas. Si las palabras fueran mero instrumento valdría con grabarlas. En Maillard ninguna palabra es innecesaria, cada una dice exactamente lo que necesita decir de esa forma y no podría nombrarse de otra. El tema, es casi un motivo, como en la música, que nos hace bailar con ella, pero es la melodía, la armonía y el ritmo del texto lo que nos enciende. El motivo es el juguete particular y casual de cada texto concreto, el juego es lo esencial. Y es el juego de la poesía en los mejores ensayos, en los ensayos de Maillard. No puedo estar más en desacuerdo con su tesis sobre el “sacar de contexto” como perversión de la práctica artística, pero cuando la leo es ella la que tiene razón, la que dice verdad.
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Un ensayo literario. Por fin un ensayo literario. Sí se puede publicar ensayo literario. Sí hay ganas de conversación literaria. Sí buscamos un debate profundo literario. Claro, la propuesta tenía que venir de Latinoamérica, porque en España ya sabemos, lo de debatir, proponer, discutir, repensar con rigor y sin ofenderse… Claro, la recomendación de esta lectura y de este libro por todos lados tenía que venir de Luna Miguel, que es de las pocas aquí que sí que piensa el debate literario así y lo promueve y conversa y en fin. Pues eso. En esta colección de ensayos se sientan los temas de reflexión sobre narración, autoficción, estilo, construcción del discurso, la trama, la política del texto, que pienso deberían ocuparnos los próximos años.
- El cuerpo enunciado, Pablo Cerezo (Siglo XXI)

Tercer libro rosa, tercer libro genial. Pablo Cerezo tiene la tierna magia de un cuentacuentos infantil; la didáctica a prueba de adolescentes desinteresados propia de un profesor de secundaria; y la erudición infalible de un investigador de doctorado. Este libro reúne esa ternura, gamberrismo y especificidad de los tres registros y se mueve de uno a otro con una mano ligera, y la alegría de alguien que habla con pasión de lo que le apasiona. Me interesa mucho la forma en que este libro trabaja con materiales diversos, disciplinas variadisimas, de las que asumimos que el autor no es experto. Es evidente la profundidad con que las ha investigado, pero a la hora de transmitirlo en el libro resulta de una sencillez y naturalidad impecables. Me gustan mucho los ensayistas pedagógicos (como con Betina González). Creo que Cerezo sería un gran profesor, no quiere demostrar lo que sabe, quiere contártelo porque le ha interesado mucho y consigue que te interese igual. Tengo muchos tatuajes, nunca me ha encantado la historia o teoría acerca de este elemento, y este libro me ha encantado.
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Alberto Olmos cumple una función central en nuestro panorama literario: cada vez que él suelta un esputo rancio e injustificado hacia un libro de una chica resulta que ese libro es interesante. Yo leí este libro por eso y nada más que por eso, y qué suerte tuve, qué buena novela, qué clasicismo, qué refrescante, qué bien pensada y qué bien ejecutada. Un gusto, un entretenimiento en el mejor sentido. Novela.
- La siembra de nubes, Claudia Apablaza (Almadía)
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Otra muestra del momento poderoso de la literatura chilena, de la novela en concreto, del tema de la distancia, la migración, la ruptura, la lengua, la identidad. Otra novela quebrada, fragmentada, donde cada pieza encaja emocionalmente antes que en el plano lógico y donde la escritura nos va llevando a la profundización de una misma sin caer en el solipsismo, pues la política, la ecología, la industria de la siembra de nubes, la realidad material es el sustento de la experiencia de vivir hoy. Otra novela fantástica.
- Cada uno es mucha gente, Pablo García Casado (Visor)
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Margot Rot me habló de este libro en la Feria del Libro y me dijo que Pablo García Casado era su poeta favorito, y por eso lo apunté. Después me enteré de que el título alude a un verso de Fernando Pessoa, y por eso lo compré. Me gusta mucho la poesía en prosa, y me gusta mucho este libro en el que yo es otros.
- Alguien que canta en la habitación de al lado, Alan Pauls (Random House)

Alguien que canta en la habitación de al lado en mi caso es Alban Pauls. Tengo la práctica compulsiva, no sé hasta qué punto sana, de escuchar una serie de conferencias, entrevistas y charlas, al menos para mí clásicas, de mis autores fetiche, que creo que comenzó con las pocas, tan populares y tan seductoras, de Bolaño en YouTube. Con el tiempo se sumaron los que el propio Bolaño mencionaba, Fresán, Villoro, Aira, Marías, Vila-Matas, y otros que no, Piglia, Ray Loriga, Sanz, también han entrado con mucho esfuerzo pero para quedarse algunos más recientes y de los que soy igual de devoto, Enriquez, Zambra, Morales, Miguel, y contados ponentes de disciplinas laterales por motivos evidentes, Ignacio Echevarría, Andreu Jaume y Ernesto Castro. Estos nombres podrían ser el resumen de mis oídos de los últimos 10 años. Un wrapped mucho más preciso. Falta el más escuchado con diferencia: Alan Pauls. Nadie habla como Alban Pauls, nadie frasea como Alan Pauls, nadie canta como Alban Pauls. Puede ser una charla improvisada de humor cocaínico con un amigo de letras como Fresán, o una conferencia leída de casi dos horas sin alzar la vista sobre tiempo, clima y aburrimiento en Berlín; un coloquio de lucidez erudita y tono de café con pastas sobre Roland Barthes o una arltiana entrevista conspiranoica a su maestro Piglia sobre cine negro, da igual. La voz de Pauls canta para mis oídos como ninguna otra. Su flujo es adictivo como un analgésico estimulante, y sabemos que nada es tan adictivo como un analgésico estimulante. Los ensayos, notas y conferencias aquí reunidos suenan así. Admiro a los escritores capaces de escribir su registro oral, aunque sospecho de cuando es su único registro. No es el caso de Pauls, sus novelas suenan más duras, a la vez más enajenadas, menos amables, creo, más porno, más wasabi. No tengo formada una idea acerca del registro oral de un autor, hoy donde gracias o por culpa de Instagram, YouTube y la cultura del festival cada vez es más y más importante. Sí tengo claro que es una de las reflexiones contemporáneas más pendientes y pertinentes hoy, como bien ha mostrado Luna Miguel sin explicitarlo en Incensurable. Sí tengo claro que cuando hagamos el trabajo del estilo hablado (oral o escrito) de los autores del siglo XXI deberemos poner a Pauls como uno de sus primeros clásicos (Piglia, Bolaño, Enriquez, Fresán (que es el que más ha pensado sobre ello y tiene la política más definida) también). Este libro suena mejor que ninguno de los que he leído este año.
- TIM, Ray Loriga (Alfaguara)

La soledad monologada del no lugar en Compañía, de Beckett; el insomne soñoliento de Un hombre que duerme, de Perec; la inexpugnable puerta de Ante la Ley, de Kafka; algo de la sucia precariedad de pensión desmañanada del Factótum, de Bukowski; algo de la manía persecutoria en ficción especulativa realista, de Philip K. Dick; de repente la paranoia acerca del funcionamiento hotelero de un Nabokov o un David Foster Wallace. Y todo esto a la altura de la página 20. Y todas estas referencias están en el nivel estructural y estilístico, mucho más disfrutables que a base de cansinas citas y name-dropping. Y Segismundo y Quasimodo también andan por ahí. Algo así, como le da la real gana, en su solipsismo bien encontrado de un campo literario tan en diálogo, tan de fiesta y feria, tan de verse todo el rato, tan de hacerse ver más que de hacerse escribir, que tan bien se ha ganado en los años de trayectoria concentrada y en fuga de Ray, es lo que nos da en su última novela. Su mierda en el más perfecto estilo de olor a cerrado y cortante. Celebramos su solipsismo convencido y de tan alta calidad. Loriga ha decidido hacer lo que le dé la real gana, y qué bien lo hace, qué bien suena. El fraseo, el Loriga siempre es el fraseo. Y con todo y con eso, es una de las novelas más contemporáneas y que más interpelan lo contemporáneo de las que he leído este año. ¿El tema? La posibilidad de anular el deseo. En todo caso, tengo que decir, para mí la novela crecería muchísimo si hubiera terminado en la línea 20 de la página 129, en todo caso sumando la línea 17 de la página 131, y como mucho el parlamento final de TIM, páginas 132-133, quitando la última frase, en todo punto fuera del tono de la novela (no del tono del autor, en otras obras, pero en esta, para mí, no va).
- Un conjuro, Paula Melchor (Letraversal)
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Todos los libros de poesía de este año son buenos, ¿o qué pasa? Todos los que he leído yo sí. Al menos a mí me gustan. Este también. A veces uno siente al hacer estas listas que no tiene mucho sentido hacer estas listas, determinar un orden rígido y que no debería hacerlo porque no existe un criterio de valor común y eso de poner número a las cosas está fatal, bastante tengo con ser profesor y tener que poner notas que es horrible (aquí al menos me he ahorrado las notas). ¿Me estoy vendiendo al efectismo de las listas de final de curso? Me estoy vendiendo al efectismo de las listas de final de curso. En otros momentos creo en el interés de proponer un criterio y abrir el debate a qué sí y qué no, qué mejor y qué peor. Después de leer este libro no creo eso, creo que esta lista es una gilipollez y que mejor abandonen aquí y váyanse a leer poemas de Paula Melchor. No sé, me ha gustado mucho este libro, y lo del cantar medieval, el misticismo, Y la magia y miedo de su conjuro. Es un libro que toca las cosas, encuentra palabras como olmo, búho, relojes de plata carcomida, son palabras sencillas y comunes pero no vagas ni genéricas, son concretas. Amo los poemas narrativos como cuentos, los poemas como cuentos de hadas, los cuentos de hadas políticos y corporales y feministas, me recuerda en algo y no sé en qué, aunque obviamente en la reelaboración moderna del cantar de caballería, al Orlando de Woolf, pero quizá en su filtrado por Paul B., no sé. Sueño ahora con el cervatillo y la voz cursi marca de la casa Letraversal y de Melchor, y lo pongo aquí el poema igual que podría estar donde los otros libros de poesía de la lista que también me han gustado mucho pero distinto. Con la poesía es con la que más absurda me parece la idea de ordenar libros, y aún así, el ansia del orden. Si no hubiera muerte, pero la hay y no da tiempo a leer todo. Yo buscaría el hueco para este si podéis.
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Cuarto y último rosa de la lista. Maravilloso igual. En otro orden de coincidencias editoriales, las cabras también ocupan un espacio sorprendente entre las novedades del año que han llegado hasta mí. El ataque de las cabras, la portada del de Néstore, este. Yo achacaba la coincidencia, consciente o inconsciente, a la traducción literal que rula por redes de GOAT (acrónimo de Greatest Of All Time), pero afortunadamente este libro me sacó de mi ignorancia idiomática al descubrir que el Chile “las cabras” son las amigas, las panas, así que mi teoría es una estupidez madrileñante, debe ser casualidad.
- Cronofobia, Sergio C. Fanjul (Arpa)

Soy muy fan de las columnas de Sergio C. Fanjul y ciertos post suyos de Instagram que me han parecido sagaces y necesarios, siempre intentando incomodar el pensamiento hegemónico, pero este es el primer libro suyo que leo. Es un ensayo muy agradable y ligero, con alguna escena que desprende esa sagacidad que yo conocía de sus textos más breves en internet, y un estilo que en esas piezas es más efectivo que efectista, pero a lo largo de 200 páginas puede resultar engolado y un poco artificioso, en perjuicio de la fuerza y densidad de las ideas que no son para nada ligeras ni superfluas, pero que habrían agradecido un aliento mayor para poder sumergirse en ellas a mayor profundidad. Hay algo del tono canallesco macarril de ciertos hombres nacidos en los 70/80 (que en literatura fundó el padre del asunto ya mencionado Loriga en su novela Héroes, siendo luego el único capaz de salir a tiempo y con elegancia de eso, y dejando ahí la infección propagándose por toda su generación y la siguiente), esto de que también se puede leer a Proust y escuchar ópera (o ir al Museo Del Prado en Prado en la primera escena del ensayo) enfundado en una chupa de cuero, que comprendo historiográficamente la relevancia que pudo tener en un momento dado, pero que leído hoy resulta un punto forzado en tanto en cuanto es una reivindicación vacía de algo que ya no incomoda a nadie. Y por último, aunque en línea, un peso excesivo en la narración cotidiana y la anécdota personas respecto de la conceptualización, aunque sabemos que esto es un signo de los tiempos y es algo que el público (o los editores, nunca está muy claro) prefiere hoy. En todo caso, no puedo dejar de repetir lo agradable de leer y disfrutable de pensar con este texto.
- El accidente, Blanca Lacasa (Asteroide)
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El tartamudeo aséptico y mecánico, distanciado como un autómata que cambia los nombres por pronombres y casi todas las comas por puntos, y las comas solo para la acumulación, la acumulación tartamuda que matiza, entorpece y avanza, en esa frialdad errática que desde la crudeza revela una sensible emotividad dura: una vez más, la escuela Carver. A veces es un recurso facilón, a veces funciona, aquí funciona. En vez de resultar pretencioso, muestra con honestidad la sensibilidad de un breve texto sin pretensiones. Quizá sea un signo de los tiempos, que yo tengo el cerebro frito o que ahora la mejor literatura es así, pero cada vez son más breves los libros que prefiero. Luego el tratamiento del tema es más bien tópico y la historia convencional, más insulsa que contenida. Pero es tierno en su gélido retrato y conciso en su objetivo, y eso está muy bien, un poco como la serie con la que empezamos el año, “Los años nuevos”. Y el fraseo, el ritmo del fraseo suena bien también.
- La comedia de la carne, Carlos Pardo (La Bella Varsovia)
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La poesía de la experiencia3 amor, sexo, piel, soledad, habitaciones, escritura, no es la poesía que prefiero. En cambio hay una voz en este libro. Cuando lo empecé quería rechazar ciertas perspectivas, ciertos abordajes, cierto léxico, pero en cambio en la voz de este libro me sentía a gusto, quería escuchar. Hay algo en sus imágenes conocidas que me hace sentir que las veo algo distintas, como si viera algo nuevo en lo que daban por hecho. Hay algo de la sabiduría profunda de este libro que requiere un reposo y un tiempo para dejar que se elabore y se asiente, y me gustan mucho los libros que con su voz nos hacen ver un matiz en lo que creíamos conocer y que requieren un reposo y un tiempo.
- Canon de cámara oscura, Enrique Vila-Matas (Seix Barral)

Se anunciaba mucho que en este libro volvía el gran Vila-Matas, el viejo Vila-Matas de Bartleby y sus mejores textos, el Vila-Matas de siempre (excepto de su etapa Seix Barral donde sus prospecciones en el hiperpresente de la política catalana, el arte moderno o el fantástico gótico tuvieron irregulares resultados) y es cierto, quizá de forma demasiado explícita, quizá demasiado preocupado por que queden claros todos los chistes y todos los trucos, y todo eso del canon lateral, y de la ironía en la cadencia de la prosa, y de la incidencia de lo que se lee en la forma de la realidad y todo lo demás que ya sabemos (junto con esta nueva pulsion suya por todo lo nuevo que ya es inevitable en cada libro y en este toma forma de pseudo-replicantes/IAs con patas, a la Philip K. Dick, llamados Denver, y Billy Elish, y WhatsApp, y ChatGPT ya que estamos). Si a Ray le celebramos que se haya encerrado en su mierda sin importarle una mierda la mierda que le parezca a nadie lo que hace, él a lo suyo con lo suyo de siempre y a quien le interese pues mi bien; a Vila-Matas podríamos achacarle un exceso de interés en que todos entendamos que sigue con lo suyo, y lo de Walser y lo de Ribeyro y lo de Valery, y K, y el fragmento, y la cita, y todo bien la verdad porque lo suyo sigue siendo genial, y hasta resultando un poco el abuelo que te cuenta su historieta de siempre con todo lujo de detalles, quizá alargándose un poco demasiado por estar un poco demasiado preocupado de que no te pierdas, aún con todo eso, Vila-Matas es mucho más hábil, inteligente, ingenioso y divertido que cualquiera de nosotros jovencitos que venimos a hacer cosas nuevas y muy rompedoras sin saber escribir siquiera un puñetero relato bien hecho, con su equilibrio, su tono y su final. Un respeto al viejo, fantástico canon para los aprendices que se creen ya saberse todas.
- El buen mal, Samanta Schweblin (Seix Barral)

Se ha hablado mucho de que este ha sido un año de cuentos (género con tradicional poca suerte en nuestro país) me parece que con una cierta euforia por sintonizar con el aire renovador y acorde a los tiempos de brevedad, intensidad y juego. Y no, no me parece que el género literario más conservador tras el soneto sea el signo vanguardista de la literatura este año. Han sido los autores mayores o consolidados quienes han sido relevantes con un libro de relatos, que en ningún caso es uno de sus mejores libros (incluyo a mi favorita Liddell por los motivos ya expuestos), la vanguardia fragmental de los últimos años/décadas pasa por otro lado. Hace tanto que se dijo que el cuento sería el género perfecto del siglo de internet que ya resulta un poco ocurrencia que llega tarde, sin entender muy bien por dónde pasa el hecho de que la brevedad y lo quebrado está en el centro de la literatura del futuro. En mi opinión, no pasando por el cuento entendido o codificado tradicionalmente. Incluso en los casos donde adentro de la caja hay propuestas frescas, es la caja (anunciada a bombo y platillo) la que me resulta impostada. No digo que no se pueda escribir un libro genial, relevante e innovador de cuentos hoy (repito, Liddell) digo que su fuerza no pasará por decir: ey, mira, relatos, qué actual. Punto y aparte. Samanta Schweblin me parece una de las grandísimas escritoras del idioma, y es una obviedad que Distancia de rescate es un clásico contemporáneo del idioma, Raquel Congosto me recomendó con especial hincapié el cuento de este libro “El ojo en la garganta” y tiene razón, es un cuento genial, pero en todo caso hay algo del artefacto en su conjunto que no me termina de funcionar, y hay algo de la escritura de la autora que entiendo por qué es tan exportable al mundo anglosajón y la relevancia internacional, pero a mí (y esto ya no es criterio sino afinidad personal, es decir, irrelevante) no me interesa demasiado.

Cuando una novela encuentra una voz, una voz fuerte, presente, oral, rítmica, verosímil, a mí me tiene ganado. Luego la trama, personajes, descripciones, sí, por supuesto. Pero si la voz me lleva que me lleve a donde quiera. Y a mí la voz de Calabobos me lleva, me gana y yo la sigo. En la senda de Panza de burro me parece que este libro confirma una estética novelística lírica-regionalista que yo celebro y espero siga dando frutos tan sabrosos.
- Las ocas, Álvaro Cruzado (Blatt y Ríos)

Cuando un libro tiene claro lo que quiere hacer y lo hace uno lo lee contento. Ve cómo se despliega el plan y si el autor tiene maña para ir dirigiéndolo por su cauce (como es en este caso) se disfruta el despliegue de recursos, el estilo preciso para la historia, las notas ambientales que dibujan un cosmos donde el personaje tiene profundidad y se desarrolla una trama verosímil. El recurso estilístico de notas al pie como post-its como recordatorios y anotaciones formales, estructurales y estilísticas (en la tercera descubrimos que son del narrador, no del autor) es ingenioso y está bien dosificado; se suma a esto el diario personal intercalado, también del narrador, que es un signo de los tiempos pertinente, pero quizá redundante siendo ya un narrador en primera persona, más su diario, más los post-it, aunque están bien marcados los tres registros de la misma voz. Quizá la manera explícita en que se hacen aparecer en el paisaje de la novela los grandes temas de nuestro presente (crisis climática, confinamiento, acceso a la vivienda, precariedad laboral, abandono de la tercera edad…) sea un poco demasiado evidente, un plan un poco demasiado programático, pero sí aparecen al servicio de la trama y son verosímiles dentro de la distopía de tono leve. Novela muy disfrutable y notable debut.
- Vida de ricos, Emilio Santiago Muíño (Lengua de Trapo)

El punto de partida es lúcido y claro: el ecologismo no puede construir hegemonía desde un discurso catastrofista y castigador, al que ofrece como única alternativa el celibato del placer. La vida de ricos puede reconfigurar alrededor de lógicas que no pasen por el consumismo voraz desacomplejado extractivista destructor y opresor. La aportación de datos y explicaciones técnicas acerca de la materia ecologista con absoluta claridad pedagógica y la soltura con que trabaja discursos filosófico-políticos y narrativas literarias e históricas es lo mejor. Para mí, el exceso del uso de los dos puntos (:) para enfatizar, anunciar y aclarar cada definición conceptual resulta un poco agotador y roza la didáctica condescendiente, en ocasiones se encadenan varios dentro de la misma oración; por otro lado un poco empalagantes las metáforas preciosistas que decoran cada encadenamiento lógico-argumental de más de tres párrafos. En todo caso un ensayito certero, estimulante y en el equilibrio perfecto de la mejor divulgación entre técnica, pedagógica y propositiva. Gracias a Pepe Tesoro.
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- Archipiélago, Mariana Enriquez (Ampersand)

Considero importantísima esta colección de Ampersand donde escritores tan relevantes como María Moreno, Ida Vitale, Alan Pauls, ahora Mariana Enriquez reflexionan sobre la lectura y sus lecturas, y cómo leer. Falta debate literario, material, con los textos en la mano y la pasión y la teoría por delante, y no me extraña que tenga que llegarnos de escritores latinoamericanos, pero ojalá algún día se inserten con fuerza en nuestra tradición este tipo de libros de los que este año hay un buen surtido. Ya he comentado mi obsesión con las charlas literarias en YouTube y cómo Mariana ha sido una de las que más he escuchado y repetido y amado. Ver ahora todas esas ideas que llevo años oyéndole probar en público y oralmente ahora más pausadas y profundizadas por escrito ha sido tan gustoso como nutritivo. Gracias a Carmela García Prieto por el regalín, de mis mejores caprichos lectores del año.
- La próxima vez que te vea te mato, Paulina Flores (Anagrama)
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No recuerdo a quien le escuché la conexión, solo puedo decir que la idea no es mía porque yo no lo vi al leerlo, pero luego al oírselo a quien fuere me hizo sentido, y es la relación de este libro con lo infantil que siempre se le achacó a una autora como Carson McCullers. Creo que este libro tiene mucho de esa gamberrada infantil mcculersca, y bueno parece que no termina de funcionar o puede ser que seamos nosotros los equivocados como lo estuvieron los señores de su época con McCullers. También que este momento en que a mí me parece que la literatura chilena es el centro de la literatura en español, este es el tercer y último libro de una chilena en esta lista y qué decir, si este es su suelo, qué gusto de suelo y qué envidia de literatura, de lengua, de prosa, de riesgo y de propuestas. A mí me parece que la primera frase de este libro es una genialidad: “Laura se suicida en unas horas y voy atrasada a nuestra última cita. Soy lo peor”. También me parece que es un poco demasiado porque luego se cae, y es normal tropezarse con algo tan fuerte porque sostener esa frase es muy difícil. Pero creo que la ambición se debe respetar y admirar y agradecer, y luego si no sale pues no sale, y yo creo que en este libro no sale, pero es ambicioso de una forma muy particular que está ya contenida entera en la primera frase y qué genial esa ambición por el horror del humor. Y me parece un libro muy literario, que se piensa estratégicamente, me gustan los libros que se piensan, quizá no comparto la táctica, o más bien la ejecución. Por último creo que este es un libro cómico, y yo me he reído mucho, y yo un libro con el que me río mucho solo puedo celebrarlo, aunque no haya salido del todo bien, y creo que no ha salido del todo bien, pero todo bien igual. La autora dice que su protagonista es alguien que quiere controlar mucho pero que no sabe, y, de nuevo la autora, que está bien no saber a veces; y ya sabemos, no hay que hacer caso a los autores, pero igual creo que Flores tiene razón, y entonces podríamos aplicarle su dictum a la propia autora en relación con este libro, y entonces igual este libro está bien porque no sabe. Igual hay capítulos como el XX, que no me parece que no estén controlados sino que están controlados mal. Bah, no sé, ya está. Igual estoy deseando leer algo más de la Flores.
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Con este también me reí mucho y también creo que no terminó de salir. Son libros hermanas un poco para mí este y el anterior. Ya dije todo lo demás que tenía que decir en la crítica, y también sigo ansioso y muy expectante por el próximo libro de Chivite (y el anterior, Gente que ríe, que me han recomendado mucho).
- Han cantado bingo, Lana Corujo (Reservoir Books)
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Yo no termino de entender qué ha visto la gente en este libro. Se agradece cierto riesgo formal, entiendo que por momentos es emotivo, está bien equilibrado, ¿algo más? De nuevo, un producto demasiado bien hecho, sin verdadera alma literaria, al menos yo no la veo. A mí me parece sencillamente cursi, muy cursi. Cursivas, corchetes, subrayados, minúsculas, dibujo, diálogo teatral, superíndice numérico a los títulos de capítulo, ¿algo más? Seguramente soy yo.
- Comerás flores, Lucía Solla Sobral (Asteroide)

Siento que en este país se celebra por encima de todo cuando se hace bien aquello que se debe hacer. El año pasado La península de las casas vacías, este año Comerás Flores. Libros que cumplen los criterios de calidad y valor marcados a priori, como si fuera un ejercicio de técnica, intensidad y emoción bien ejecutado, como si los parámetros fueran exógenos y los escritores en fila se pusieran a demostrar su habilidad, entrenamiento y dotes, con un toquecito propio y estilo personal. Se me parece más a una competición de gimnasia en las olimpiadas, donde por orden los atletas deben hacer lo mismo a ver quién hace eso que se ha dicho que se haga con la mayor precisión posible. Efectivamente este libro es perfecto heredero de Sara Mesa, Marta Jiménez, Aixa de la Cruz, Sara Torres, autoras que hace diez años revolucionaron el panorama con su vanguardia, y no se las celebró tanto, pero ahora sí, ahora hemos decidido que son canon y queremos más de eso, a ver quién lo hace mejor. Como si a los mayores (y sí, me refiero a Babelia) les hiciera ilusión poner buenas notas a los escritores jóvenes en eso que les piden: 10/10 a Comerás flores. —Y de verdad 10/10, eh, no pretendo ser irónico ni que esto sea un ataque al libro, que está realmente conseguido, sino quizá más bien al lugar que ocupa, al sistema cultural que lo pone ahí, al campo literario, y así.
- La sangre está cayendo al patio, Elvira Navarro (Random House)

Otro de cuentos. Lo cierto es que no conocía a Elvira Navarro y descubro este año, a partir de este libro, que es una de nuestras autoras relevantes, con trayectoria y ya un nombre. Supongo que debería haber leído su obra anterior para formarme un juicio, supongo que empezar por un libro de relatos no es la mejor opción. Por lo comentado en el de Schweblin pero también porque en mi formación como lector en la universidad me fanaticé con el género y la tradición del fantástico rioplatense y los maestros Poe y Chejov, y los maestros modernos Carver y Berlin, y O’Connor y Fitzgerald y estaba convencido de que la literatura era eso y que la novela era un género vulgar y la poesía era anticuada y esas tonterías como tantos, y creo que me empaché. Hoy no soporto leer un relato a no ser que sea uno de los clásicos que amé en la carrera, y aún así me cuesta. Prefiero leer los ensayos o las conferencias de Borges que coger otra vez Ficciones, y sé que es una carencia pero es así. Así que este libro de cuentos se me ha hecho cuesta arriba por una particularidad absolutamente personal. Aún así, en este caso, no ha dejado de confirmar mis sospechas acerca del efectismo fácil con final abierto o el siniestro minimalista. No comprender no significa siempre abrir un abismo. Está muy bien escrito y tengo la sensación de que “muy bien escrito” sigue siendo la categoría fetiche de la crítica literaria en España y “muy bien escrito” significa no liarse con las subordinadas y tener un léxico florido, pero yo no puedo dejar de alarmarme con una comparación como “…la misma luz de París, es luz de lluvia persistente”. Un cuento sobre violencia machista y el miedo de la mujer a la noche en la ciudad contemporánea como es “El miedo a la ciudad” me parece explícito en el tema y vacío en la reflexión que no está insinuada, sino que no existe, y puede ser mi prejuicio ya confesado con los cuentos, pero Mariana Enriquez tiene una obra de relatos completa casi exclusivamente alrededor de este tema, que igualmente me cuesta leer, pero son infinitamente más claros y menos explicativos, más misteriosos y mucho más reveladores.
- Mamuk, Txomin Badiola (Acantilado)
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Tengo que contar la experiencia personal de lectura con este libro porque sé que me ha condicionado el juicio posterior. Había postergado bastante la lectura de la novela. Cuando por fin me puse con él y empecé a leer la primera página quedé absolutamente maravillado. No me podía creer esa prosa, ese tono mórbido y claro, esa precisión léxica anacrónica en su perfección, el rigor de la sintaxis. No me podía creer que hubiera pasado sin pena de gloria, aparte de la etiqueta en Todos Tus Libros de “Los libreros recomiendan”, que siempre suena un poco a premio de consolación para libros con mala suerte. Estaba convencido de que había encontrado la novela del año y que nadie se había enterado. Al pasar la página descubrí que esa no era la primera página de la novela, sino el comienzo del larguísimo epígrafe que la predecía, perteneciente a Victor Hugo. Si uno empieza a leer a Victor Hugo creyendo leer a cualquier otro, cuando empiece a leer a ese otro tiene todas las de perder. Esta es una novela muy bien escrita, con los anacronismos de muchas novelas actuales, la fusión de tiempo entre el presente y efectivamente una difusa edad media, la historia de una catedral, y demás. Es de verdad una buena novela, pero se hacía muy pesado este nuevo fraseo en comparación con aquel que al principio pensaba que era el propio de este libro y no, era el de mi escritor favorito del XIX. Nada objetiva mi percepción de este texto.
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Me parece difícil levantar una novela desde el estilo burocrático y la anodinia del funcionariado. Como ejercicio mimético brillante, como texto literario aburridísimo.
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En esta escala de devaluación de grandes escritores españoles al final de su carrera o en horas, quizá no bajas, pero menos altas de lo que un día fueron, el que sigue es Cercas, un escritor al que respeto profundamente literaria e intelectualmente y del que que me irrita, precisamente por el cariño y admiración que le tenía/tengo, el personaje de sí mismo en que se ha convertido4. Releo en estos días Anatomía de un instante (por la serie, claro), mi novela favorita de Cercas (coincido por desgracia con esa lista de Babelia mucho mejor de lo que queremos reconocer) y echo de menos a ese grandísimo escritor que hacía lo que hacía sin aspavientos, por primera vez en España, y no como imitación de un gesto extranjero previo, sino en sincero con la mejor literatura occidental de su tiempo. Cercas está con Rushdie, Pamuk, Carrere, Auster, pero sin duda. El problema es que lo sepa tanto, y ya solo hable de eso, como queriendo dar en la cara a esos cabrones que le jodieron hace diez años y lo dejaron tirado en el suelo, ahora que esos cabrones están en el suelo y él en los altares de la literatura universal (igual un poco demasiado alto para mí). En este libro no habla del Papa, habla de sí mismo. Y ya en las entrevistas, presentaciones y demás ni te cuento. No es solo un problema de que el ego es muy cansino, sino sobre todo de que cuando se importaba menos a sí mismo Cercas pensó en novela (ese gran artefacto de puede pensar el alma de la historia) la historia de España con una hondura y revelación intelectual que solo saben valorarle y con razón países como Francia o EE.UU., a los que sí les interesa narrarse su historia nacional y no solo usarla como arma arrojadiza o cliché. Habría sido interesantísimo ver esa genial capacidad en su época de mejor ajuste puesta al servicio de una figura como el Papa Francisco, pero no se dio. Igualmente sigue escribiendo con una gracia única, y sigue teniendo una lucidez Sancho Panza exquisita —entiéndase como el mayor elogio que la intelectualidad castellana conoce.

La respuesta que generosamente dio Sabina en Instagram a lo que yo escribí es mucho mejor que la crítica que hice, una lección de figura de escritora, de aparición en el espacio público tan complejo de las rr.ss., y de reflexión acerca de su propia práctica. No es una exageración, ni un dorar la píldora (el libro está en la posición que está y sigo pensando lo que dije), pero desde esa conversación que además después pudimos seguir en privado cambié mi forma de enfocar la crítica y repensé el lugar desde el que quería analizar los libros, y creo que algo mejoré haciendo lo que hago.
- Cara de foto, Marina Saura (De Conatus)
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Conozco esta editorial por uno de mis libros favoritos, Dicen, de Susana Sánchez Arins, y uno de mis autores últimos de cabecera, Jon Fosse, y a pesar de sus portadas imposibles le tengo enorme respeto a su propuesta vanguardista y arriesgada. Sin embargo, no siempre lo diferente es bueno, ni lo raro genial. Aquí es el trabajo sobre el álbum de fotos familiar lo que enlaza este libro, igual que ocurre en el que para mí es el mejor del año. En cambio, donde el otro es inesperado y creativo este es anodino y tópico, donde el otro es técnico y erudito, este es sentimental y repetitivo. Nunca es un problema de contenidos, sino de formas, de frases, de sentido.
- Viudas jóvenes, Tamara Grosso (Yegua de Troya)

Cuando la prosa explica la trama, y la trama explica una idea, que podría encarnar un relato genial, pero que aquí parece disponer sus tesis en diferentes fragmentos intercalados con descripciones anodinas de la cotidianeidad que se ha expuesto en las ideas que explica la prosa y la trama, se siente que al texto le importa más su posicionamiento moral, político, identitario, transmitir una idea que le parece bien más que hacer sentir una emoción compleja y abismal de necesito presente. Me parece que no funciona este libro, y podría funcionar, hay una escritura y una estructura que tiene buenas intenciones, pero confía todo a la intención y al mensaje que quiere ejemplificar y termina explicando.
Me parece que la problemática recepción de este libro no ha permitido pensarlo literariamente y me parece válido y aquí en breve no es el lugar de entrar en un debate tan complejo y sensible. No me parece que la propuesta, a nivel literario, tenga demasiado interés.
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Mi querido jefe me deja escribir de lo que quiera, cuando quiera y como quiera, y el pobre se traga vómitos de parrafadas como este sin rechistar. De vez en cuando me sugiere alguna publicación, como ocurrió con este libro, y siempre acierta en su elección. Este libro es clave para entender lo que está pasando en Madrid este año.
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Mantengo mi posición política a favor de este libro, y mi posición literaria sigue siendo muchas reservas con el resultado final y mucha admiración por la parte 4, la del diario, en la que creo que Néstore encuentra una voz y un enfoque tan personal como certero como cortante. Ojalá la desarrolle con más libertad y riesgo en próximos escritos.

En ocasiones las lecturas son las correctas, y aún así… A la vez, ya lo dije y lo repito, ojalá todos los libros fracasaran con tanta intención y radicalidad. De forma tan absolutamente propia y personal. Es su puta mierda, y eso es a lo máximo que podemos aspirar cualquiera. Lo que debe ocurrir a partir de ahí ya no está en manos de quien escribe. Azar, destino, genio.

Caso opuesto al anterior. Pocas veces un libro que acierta tanto salió tan mal. Las 3 primeras páginas son de las mejores del año. Por qué motivo no consiguió avanzar o Lumen decidió abortarlo en favor de una estructura ad hoc y un mensaje hiperexplicitado, desconozco. Ojalá la autora que ya ha demostrado su estilo radical y consciente tenga oportunidad de llevarlo más lejos en el siguiente texto. Gracias a Vir, que fue quien lo compró, a quien sí le gustó y es mucho mejor lectora, así que seguramente sea yo el equivocado.
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Ya escribí lo que opinaba de esta novela, y pormenoricé los motivos literarios por los que no la consideraba valiosa, y aporté todos los ejemplos de los que fui capaz. Si tuviera que volver a escribir sobre ella diría lo mismo. Si tuviera que volver a publicar la crítica quizá no lo haría.
Fuera de concurso:
Considero una carencia de esta lista no haber sido capaz de integrar estos dos libros en la lista general de novedades literarias de 2025. Que el hecho de ser escritos por varios autores, o que el escritor no haya escrito el texto que firma, los coloque en otro orden (y encima un orden inferior, porque aparecen más abajo) me parece un error grave que repercute una serie de ideas sobre la autoría, la originalidad y la creación carcas, confusas y negativas. Así tengo que denunciarlo, y ya aprovecho para solicitar que, aunque los motivos por los que aparecen fuera son otros y muy banales, se considere este aparte como un reconocimiento especial, una significación positiva, un esto es otra cosa. Sin duda estos dos libros para mí son de los más importantes de este año, aunque no arriesgaré un orden.
- Feliz año, Colmi (La uÑa RoTa)
- Las formas de la memoria (Almadía)
Reediciones de 2025:
Quise escribir un artículo sobre las reediciones del año y no pude. Sin embargo, considero pendiente la reflexión acerca de qué significa reeditar, por qué motivos se hace (muy diversos, muy loables, y muy perversos, según la ocasión), y por qué deberíamos o no leer un libro nuevo viejo. Propósito de 2026, acabar ese artículo con estos libros y otros anteriores.
- Las pirañas, Miguel Sánchez-Óstiz (Malas Tierras)
- Arquitectura del fantasma, Héctor Libertella (Tres editores)
- Diario del dinero, Rosario Blefari (Comisura)
- Marimonda, Mario Escobar Velásquez (Muñeca Infinita)
- La vida de Horacio, Eloy (Sexto Piso)
- Terra Nostra, Carlos Fuentes (Alfaguara)
- Europa, Luis López Carrasco (Anagrama)
- Los sorias, Alberto Laiseca (Barret)5
- Los detectives salvajes - edición ilustrada, Roberto Bolaño (Alfaguara, 2025)
—Y sí, me ha dado mucha rabia quedarme sin leer el de Fernanda Trías, el de Aixa de la Cruz, el de Gopegui, el de Nona Fernández, el de Fernández Cubas, el de Andrés Barba, el Premio Herralde que siempre lo leo, el de Halfon sobre Gombrowicz que me muero de ganas, el ensayo sobre la vida holgada de Valls Boix en Paidós que he oído maravillas, el de Lara Alonso, el de Luis Bravo, Cositas y el del dinero de Blackie, Larva en Páginas de Espuma, Estival en Sexto Piso, la novela de Juando en La Navaja Suiza, El siglo de Juan de Salas en Ultramarinos, seguro alguno más. No da. Lo mismo, ojalá algunos pronto. Ale, chau. Feliz año.
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1 Voy a ir poniendo en notas al pie todas las reflexiones, discusiones y textos que algún día querré abordar pero me parece que deben ser señaladas ya. Toda esta etiqueta tan larga “literatura en español publicada en España” habla del gran problema del idioma español, de sus lenguas en cada país, de España, de todas sus lenguas, su relación con América donde se habla su lengua u otras lenguas de su idioma, y demás movidas lingüístico-estatales-literias que afectan determinantemente al pensar nuestra literatura. No es el lugar para ahondar en cada matiz, pero no puedo entender, por ejemplo, que aceptemos sin rechistar listas de “los mejores libros en español” donde aparecen libros traducidos al español desde el catalán por otra persona que no es la autora. Yo tomé la decisión de no escribir sobre literatura traducida por acotar el terreno y sigo dando vueltas al tema y no tengo claro qué hacer con eso, pero lo que me parece inaceptable es obviarlo.
2 Este libro se ha publicado este año en España, pero su edición original es de 2021 en Argentina. Este fenómeno para mí (junto al de la primera nota) es muy problemático a la hora de pensar la crítica en general y si puedo considerarlo un libro “nuevo” de 2025, si es una reedición, o qué tratamiento merece. No me parece baladí, el momento de publicación en relación al contexto socioculturalpolítico, la recepción del texto en relación con otros de su año, el momento del autor y su relación también temporal con lo escrito, me parecen factores muy determinantes a la hora de pensar un libro y hacer la crítica. Me parece un error grave pasarlos por alto, y me parece que es otro elemento que debe llamarnos la atención de la complicada circulación de la literatura en español entre sus países, la ficción que sigue siendo hablar de literatura hispana, la fuerza que tiene el Estado como ente institucional, mercantil, político, cultural, también en lo literario, y demás movidas que creo deberían estar más presente. En todo caso, el libro es tan bueno y me ha apasionado tanto que quería ponerlo aquí, bien arribita.
3 De esto también habría que hablar alguna vez, y qué quería decir Gil de Biedma con ese concepto, y qué tienen que ver Wordsworth y Coleridge en todo esto, y la construcción del punto de vista y la objetivación de la voz subjetiva del poema a partir de los monólogos dramáticos de Shakespeare, y por qué eso, no en Biedma pero sí a partir de él, en este país, se convierte en amor, taxi, fallar y follar, que no es exactamente el caso de este poema pero sí tiene que ver y es la principal causa de mis prejuicios con este tono poético, que quizá se puede salvar —Pardo señala una salida en este libro: la teorización de esa experiencia filtrada por la memoria y la mirada—, pero aún hay mucha mierda que purgar)
4 No hay que quitarle culpa al escarnio, maltrato y abandono público que seguramente nunca se reconozca ni remiende que ha sufrido este señor los últimos diez años, cuando durante el procès fue una de las pocas voces capaces de denunciar la persecución y dogmatismo que se vivía en Catalunya, en esa época en que toda la izquierda nos comimos la mierda de los fascistas de Junts y no ser independentista implicaba por necesidad ser un dictador nacional católico centrista. A Cercas ahí lo abandonó su izquierda y no lo quiso nadie y sufrió mucho él y su familia y yo entiendo su resentimiento; tampoco ayuda que justo en ese momento empiece a ser encumbrado por EE.UU. y Francia —presidente Macron a la cabeza— como figura literaria mundial de la intelectualidad europea. Resentimiento con España+reconocimiento en Francia=Ego desbordante. Normal, también.
5 Sé que es de octubre del 24’, pero es tan, tan, tan bueno, y tan, tan, tan importante este tipo de apuestas editoriales, rescates de genios olvidados, gastarse pasta en hacer un monstruo de 1300 páginas y una portada tan salvaje, que necesito celebrarlo. El libro merece la trampa.