“Vengan a ver lo que no quieren ver”
Querido escritor,
Gracias por escribir un libro del que no entiendo nada.
Gracias por escribir frases tan largas que no sé si son verso o prosa, y hacerme sentir de verdad por fin que da igual, y solo ver frases.
Pero no solo veo frases, paseo por Viena, Copenhague, Madrid, el futuro, el infierno, el surco que abren las larvas en el barro.
Gracias por escribir un libro inexplicable, sin sentido, lleno de frases, juegos y tragedia y anodinia.
¿Qué es esto? Es Beckett. No entendía el sinsentido en la lectura de un texto así desde Beckett. Pensaba que tras Beckett no había más que hacer con el sinsentido.
Nuestro amigo Beckett, “Sin”:
Ruinas refugio cierto por fin hacia el cual de tan lejos tras tanta falsedad. Lejanos sin fin tierra cielo confundidos ni un ruido nada móvil. Rostro gris dos azul claro cuerpo pequeño corazón palpitante solo en pie. Apagado abierto cuatro lados derribados refugio cierto sin salida.
No entiendo nada, gracias por este libro.
Ventana abierta
“Diremos que el lenguaje es la larva de lo que no será pero podrá contarse”
Querido Txetxu,
¿De verdad tienes cáncer?
¿O he entendido mal? ¿He leído mal?
No sé por qué te pregunto esto en público, la verdad. Lo siento.
Pero me importa, me importas, y la verdad que empiezo a sentir que somos algo parecido a amigos, y entonces, ¿por qué no te lo pregunto en privado, por Instagram?
Espero haber leído mal. Pero son las palabras enfermas las más necesarias.
Yo canto al cuerpo enfermo.
¿Qué hacen las palabras sino enfermarnos? ¿Qué hace la enfermedad sino hacernos entender las palabras?
La cercanía intimida y es pudorosa, mientras que la distancia de la literatura permite hablar de las cosas serias y preguntar de verdad. Las palabras duras duelen porque son certeras.
¿Quién decía que publicaba sus diarios para guardar los secretos? Creo que era la Liddell.
Me acuerdo ahora del verso de Dickinson porque se lo he escuchado a Zambra hoy en un vídeo de YouTube:
Esta es mi carta al mundo que nunca me escribió.
Creo que es algo así lo que quiero decir, es lo que se dice en voz alta y en público lo más íntimo, ¿puede ser?
Yo escribí un diario clínico, o poemario fechado, o ensayo cronológico sobre mi ansiedad, y gracias a tu libro entiendo un poco más qué hice, o qué quise hacer, lo que querría haber hecho si hubiera sido mejor escritor.
Escribí mis dolores, la visión paranoica. El miedo a escribir. El miedo a vivir.
No sané porque escribí. Enfermé más, luego sané. Ya no escribo.
No entiendo tu libro, Txetxu, y ahora me entiendo mejor a mí. Y mis palabras.
Gracias por escribir un libro incomprensible que me hace entenderme un poco más y pasear por tu cuerpo, y mis textos, y tus ciudades, tus infiernos, tu barro plagado de larvas, tu futuro, mi futuro, el futuro de la literatura: tu libro.
Nos vemos en el futuro.
“No escribir produce contractura y neuropatía
Escribir produce contractura y neuropatía”
Verano de 2025. Ribadesella.
Paso el verano en Asturias con mi familia, en una casa grande en Ribadesella.
Leo en el jardín Si te preguntas por qué un poco. Leo en el porche porque llueve.
Quiero escribir. Pero leo Si te preguntas por qué un poco.
Si escribiera querría que las frases fueran así. No frases.
Si pudiera hacer poesía querría. No versos.
Pero no puedo, leo Si te preguntas por qué un poco.
No tomo notas. No subrayo. No comento, ni pienso, ni escribo yo nada mío como siempre que leo algo bueno y creo que así yo también podré si lo hago justo seguido.
No puedo. Leo Si te preguntas por qué un poco.
Es esto un libro. No lo creo.
Es esto poesía.
El dolor es la forma en que el pensamiento se denuncia.
La vida es una inflamación de la realidad.
Esto es texto.
Termino de leer.
He completado el crucigrama del principio. Estaban todas mal. Mis palabras están mal. Querría otras palabras, por favor. Pero no puedo. Dolor es dolor. No hay otras palabras. No hay palabras mejores. Hay las que hay. Todas mis palabras están mal.
Las del libro también están todas mal.
Todas las palabras están mal.
Creo que voy a volver a leerlo. No para entender, para leer.
“Este es el problema de qué-hacer-con-la-información-que-es-sentimiento”
Verano de 2049. El lindero del zaguán.
Nuestras palabras abren túneles en el mundo y tras ella el cuerpo horadado supura.
Al borde de la asfixia sacamos la cabeza como un gusano enfermo y ciego a contemplar la realidad.
Y la belleza nos aterra tanto, nos ciega con su sol y volvemos a la húmeda existencia subterránea del lenguaje.
Un paso sobre el adoquín de una calle desconocida me trae de vuelta un recuerdo de infancia con mi hermana. Llovía. Estoy seguro de que llovía, pero no sé dónde estamos ni qué estamos haciendo.
Ojalá ella se acuerde también. Ojalá habláramos todavía.
Tengo cita a las 13:35.
No quiero ir.
Al final no fui. ¿Por qué me da tanto miedo la vida cotidiana? ¿Por qué no entiendo las cosas más normales?
Cada vez que lo miro en el espejo siento que ha crecido.
Por eso cada vez miro menos. Cada vez miro menos. Miro menos.
Me aterran los espejos.
Los espejos son terribles porque multiplican a los humanos. Un gusano que saca la cabeza del lenguaje y se aterra con la belleza del mundo limpio y brillante.
Luego vuelve a esconderse en el húmedo subterráneo de sus palabras enfermas supurantes.
Surcos que supuran y destruyen la tierra.
Somos la inflamación de la tierra.
El virus de lo real.
Una enfermedad extraterrestre. Un cyborg enfermo de lenguaje que enferma el cuerpo que habita. Todo, todo, todo es real.
Si hubiera emociones sin palabras, si pudiéramos vivir las emociones sin palabras y ya está. Pero para desear esas emociones sin palabras necesitamos palabras.
Para compartir la angustia del lenguaje necesitamos palabras.
Hoy, que el mundo es ya solo lenguaje oscuro, que los surcos lo atravesaron todo, el mundo es la realidad virtual del lenguaje enfermo y no hay mundo exterior que nos aterrorice con su belleza brillante al que sacar la cabeza, unas extrañas palabras nos recuerdan que tuvimos cuerpo, dolor, lluvia, césped fresco del bosque y hasta ciudades bellas y crueles.
Las palabras de un viejo libro nos señalan el camino de vuelta hacia el futuro, es un surco múltiple, muy complejo, hecho de ramales y bifurcaciones y entrecruzamientos múltiples, un surco que supura y atraviesa y destruye la tierra con su enfermedad como todos los surcos del lenguaje, pero su canto lamenta el daño, se disculpa del sinsentido y abraza a quien lo escucha, y no se entiende nada porque se adentra en el misterio, conoce lo imposible, lo señala. Las palabras de un libro que destruyen pero denuncian y cantan al recuerdo de lo perdido una plegaria por el dolor propio que es el de todos, y alivian un poco el inevitable dolor:
Si te preguntas por qué un poco.
“Su transferencia incluye una lista de costuras que a su vez han de relacionarse con la topografía, la calidad del sustrato o los cuellos de botella”