ToDa Mi VioLeNciA eS tUyA^^, CaRoLiNa YuStE (Barrett, 2025)

Por
Jorge Burón
21/10/2025

No alcanza la mecánica reproducción de clichés orales aludiendo a nuestra emotividad por Don Omar, Fondo Flamenco, los coches mal tuneados y las relaciones amoroso-sexuales violentas de nuestra adolescencia

“Se le llama literatura experimental cuando el experimento salió mal”, William Burroughs

No he podido acabar este libro. Sé que es el gran sacrilegio del crítico, lo imperdonable, que prácticamente te desacredita para la profesión. Pero esta no es mi profesión, yo soy profesor de instituto, no tenía más tiempo y lo que yo no voy a hacer es fingir que lo he leído. Aún así, tengo una breve explicación de mi problema con este texto, por si sirve para el debate. Solicito ayuda lo primero, pues ya digo, no he podido, no he comprendido.

Soy un firme defensor de la escritura radical, de vanguardia, que rompe normas. Por gusto personal prefiero los libros arriesgados mal escritos que las piezas perfectas copia, de copia, de copia de lo ya sabido. En cambio, en ocasiones, no vale con la intención. El estilo de este libro pretende emular la oralidad chabacana del barriobajo extremeño para incendiar las páginas de violencia, pasión y radicalidad popular dosmilera. A mí me suena artificioso precisamente porque prescinde del artificio, copia la voz, transcribe. La voz natural en literatura es un efecto del estilo, para mí en este libro no hay estilo, hay torpeza y bucle de un habla mal recordada, mal reproducida. Para mí. Para mí está mal escrito. La oralidad en escritura es un artificio de la técnica, como toda arte es primero una artesanía, el cuerpo duele pero no escribe el dolor sino la mano dirigida por la intención de recuperar y traer a lo escrito ese dolor, ni las vanguardias más automatistas consiguieron romper esta desgraciada distancia entre vivir, oír, decir, sentir y escribir, no alcanza la mecánica reproducción de clichés orales en una sucesión de escenas repetitivas más explicadas que descritas sin carga simbólica, simplemente pertenecientes al imaginario colectivo de una generación, recargadas de nombres propios hiperlocales de la subcultura dosmilera que evocan y calientan nuestra bilis negra, queriendo justificarse y encontrar su necesidad en ese imaginario colectivo, aludiendo a nuestra emotividad por Don Omar, Fondo Flamenco, los coches mal tuneados y las relaciones amoroso-sexuales violentas de nuestra adolescencia y primera juventud. Desconozco si en algún momento la trama sale a flote o continúa la acumulación de escenas todas un poco la misma. Como digo, el estilo imposible de la novela, apostado todo a la fuerza de palabras malsonantes y expresiones anti-RAE, más juegos tipográficos messenger-style, más otro QR a ver si escuchando música la cosa mejora, me expulsaron. No lo digo con desprecio sino como una derrota personal, este libro ha podido conmigo. Quizá por eso sea importante, o relevante, o genial y yo no he podido soportar su radicalidad y desconozco si en semejante exabrupto reside una genialidad, creación, propuesta estimulante. En todo caso, yo no pude comprender que esto existiera como texto literario.

Solo querría añadir algunas reflexiones acerca de que el libro decida poner en primer plano la faceta de la autora como actriz, que la editorial la conocía y admiraba como actriz, y que por eso, por ser actriz, que cuando la agente literaria de esta contactó con el sello para decirles que la actriz también admiraba la editorial, y que tenía una novela, y que le gustaría publicarla con ellos, la editorial vio que “estábamos ante una persona comprometida políticamente, y que su texto, a pesar de que tenía que crecer y transformarse, tenía una fuerza y una oralidad que conectaba perfectamente con nuestra línea editorial”. Es sorprendente cómo el propio libro es tan explícito y pone por delante del texto que este es el libro de una actriz famosa, por eso lo publicamos.

Sobre el intrusismo laboral a mí me parece otro invento del capitalismo que nos ha colado la idea de la hiperespecializacion basada en el sello de calidad burocraticoacademicoacdministrativo (muchasvecesprivatizadomercantil) y que así el capitalismo nos tiene bien ordenados por capacidades, destrezas y competencias separadas (que no se contaminen creativamente) para seguir explotando nuestra plusvalía de la forma más eficiente y controlada, y somos tan estúpidos que le hemos comprado el discurso para machacarnos entre nosotros y defender la escasísima parcela de privilegio que la precariedad laboral de ciertos trabajos “cualificados” (otra palabra de mierda) nos otorga. Más aún en las artes, disciplinas aproductivas, amercantiles, aprofesionales para mí (por muy mal y romántico y aristócrata que suene esto hoy en día que parece que solo hay que hablar de dinero), en absoluto me parece un problema que un artista pruebe en otras disciplinas.

Otra cosa es que el mercado cultural haya adoptado la dinámica de forma ya un poco ordinaria de utilizar figuras/personas validadas por su competencia en una disciplina artística concreta, comprobada su rentabilidad económica y las explote comercialmente sabiendo que si les da por probar en otra arte donde su calidad está por ver, da igual, no hace falta verla, se va a vender de puta madre y eso es lo único que importa.

De esto habló Manuel Mata aquí mucho mejor con motivo del caso Coixet-Thyssen, así que no puedo aportar mucho. Y también hay que reconocer que hace tiempo que sabemos que el mercado cultural es básicamente mercado y que llama a su producto cultura como le podría haber llamado destellos de sonrisa, algo que suena amable y vende bien y construye sociedad y democracia y todas esas cosas buenas y soleadas, y que tampoco pasa nada y siempre ha sido así y las obras de calidad, que son pocas, suelen ser capaces de salir a flote y que la mayoría de lo que se publica de “escritores no intrusos” también es muy malo así que esta novela tampoco hace daño a nadie por existir y si a la actriz le han dado la oportunidad pues mira qué bien para ella.

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No alcanza la mecánica reproducción de clichés orales aludiendo a nuestra emotividad por Don Omar, Fondo Flamenco, los coches mal tuneados y las relaciones amoroso-sexuales violentas de nuestra adolescencia
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Jorge Burón
21/10/2025

“Se le llama literatura experimental cuando el experimento salió mal”, William Burroughs

No he podido acabar este libro. Sé que es el gran sacrilegio del crítico, lo imperdonable, que prácticamente te desacredita para la profesión. Pero esta no es mi profesión, yo soy profesor de instituto, no tenía más tiempo y lo que yo no voy a hacer es fingir que lo he leído. Aún así, tengo una breve explicación de mi problema con este texto, por si sirve para el debate. Solicito ayuda lo primero, pues ya digo, no he podido, no he comprendido.

Soy un firme defensor de la escritura radical, de vanguardia, que rompe normas. Por gusto personal prefiero los libros arriesgados mal escritos que las piezas perfectas copia, de copia, de copia de lo ya sabido. En cambio, en ocasiones, no vale con la intención. El estilo de este libro pretende emular la oralidad chabacana del barriobajo extremeño para incendiar las páginas de violencia, pasión y radicalidad popular dosmilera. A mí me suena artificioso precisamente porque prescinde del artificio, copia la voz, transcribe. La voz natural en literatura es un efecto del estilo, para mí en este libro no hay estilo, hay torpeza y bucle de un habla mal recordada, mal reproducida. Para mí. Para mí está mal escrito. La oralidad en escritura es un artificio de la técnica, como toda arte es primero una artesanía, el cuerpo duele pero no escribe el dolor sino la mano dirigida por la intención de recuperar y traer a lo escrito ese dolor, ni las vanguardias más automatistas consiguieron romper esta desgraciada distancia entre vivir, oír, decir, sentir y escribir, no alcanza la mecánica reproducción de clichés orales en una sucesión de escenas repetitivas más explicadas que descritas sin carga simbólica, simplemente pertenecientes al imaginario colectivo de una generación, recargadas de nombres propios hiperlocales de la subcultura dosmilera que evocan y calientan nuestra bilis negra, queriendo justificarse y encontrar su necesidad en ese imaginario colectivo, aludiendo a nuestra emotividad por Don Omar, Fondo Flamenco, los coches mal tuneados y las relaciones amoroso-sexuales violentas de nuestra adolescencia y primera juventud. Desconozco si en algún momento la trama sale a flote o continúa la acumulación de escenas todas un poco la misma. Como digo, el estilo imposible de la novela, apostado todo a la fuerza de palabras malsonantes y expresiones anti-RAE, más juegos tipográficos messenger-style, más otro QR a ver si escuchando música la cosa mejora, me expulsaron. No lo digo con desprecio sino como una derrota personal, este libro ha podido conmigo. Quizá por eso sea importante, o relevante, o genial y yo no he podido soportar su radicalidad y desconozco si en semejante exabrupto reside una genialidad, creación, propuesta estimulante. En todo caso, yo no pude comprender que esto existiera como texto literario.

Solo querría añadir algunas reflexiones acerca de que el libro decida poner en primer plano la faceta de la autora como actriz, que la editorial la conocía y admiraba como actriz, y que por eso, por ser actriz, que cuando la agente literaria de esta contactó con el sello para decirles que la actriz también admiraba la editorial, y que tenía una novela, y que le gustaría publicarla con ellos, la editorial vio que “estábamos ante una persona comprometida políticamente, y que su texto, a pesar de que tenía que crecer y transformarse, tenía una fuerza y una oralidad que conectaba perfectamente con nuestra línea editorial”. Es sorprendente cómo el propio libro es tan explícito y pone por delante del texto que este es el libro de una actriz famosa, por eso lo publicamos.

Sobre el intrusismo laboral a mí me parece otro invento del capitalismo que nos ha colado la idea de la hiperespecializacion basada en el sello de calidad burocraticoacademicoacdministrativo (muchasvecesprivatizadomercantil) y que así el capitalismo nos tiene bien ordenados por capacidades, destrezas y competencias separadas (que no se contaminen creativamente) para seguir explotando nuestra plusvalía de la forma más eficiente y controlada, y somos tan estúpidos que le hemos comprado el discurso para machacarnos entre nosotros y defender la escasísima parcela de privilegio que la precariedad laboral de ciertos trabajos “cualificados” (otra palabra de mierda) nos otorga. Más aún en las artes, disciplinas aproductivas, amercantiles, aprofesionales para mí (por muy mal y romántico y aristócrata que suene esto hoy en día que parece que solo hay que hablar de dinero), en absoluto me parece un problema que un artista pruebe en otras disciplinas.

Otra cosa es que el mercado cultural haya adoptado la dinámica de forma ya un poco ordinaria de utilizar figuras/personas validadas por su competencia en una disciplina artística concreta, comprobada su rentabilidad económica y las explote comercialmente sabiendo que si les da por probar en otra arte donde su calidad está por ver, da igual, no hace falta verla, se va a vender de puta madre y eso es lo único que importa.

De esto habló Manuel Mata aquí mucho mejor con motivo del caso Coixet-Thyssen, así que no puedo aportar mucho. Y también hay que reconocer que hace tiempo que sabemos que el mercado cultural es básicamente mercado y que llama a su producto cultura como le podría haber llamado destellos de sonrisa, algo que suena amable y vende bien y construye sociedad y democracia y todas esas cosas buenas y soleadas, y que tampoco pasa nada y siempre ha sido así y las obras de calidad, que son pocas, suelen ser capaces de salir a flote y que la mayoría de lo que se publica de “escritores no intrusos” también es muy malo así que esta novela tampoco hace daño a nadie por existir y si a la actriz le han dado la oportunidad pues mira qué bien para ella.

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