¿Sabías que Tierno Galván trajo a los Smiths a San Isidro?

Ya no hay debate ideológico sobre el gasto público: éste queda superado por una cuestión de gusto. Del gasto al gusto.

Los políticos están haciendo hermosas piruetas para colarse en el feed de nuestras redes sociales. Ahora se disfrazan de influencers y copian los formatos propios de los vídeos breves diseñados para pudrirnos el cerebro: aparecen vestidos de calle y, sujetando con los dedos un pequeño micrófono de peluche, nos cuentan sus películas favoritas. Así, vemos estos vídeos como si fuesen una distracción más y nos comemos cualquier consigna política con patatas. Tiempos interesantes para la propaganda.

El otro día vi un vídeo de Rita Maestre que, con este nuevo formato, recalentaba un mito que ya dura cuarenta años: bajo la excusa de enumerar los cinco mejores conciertos celebrados en las madrileñas fiestas de San Isidro, recordaba que el mejor de todos fue aquel mítico concierto de los Smiths en 1985 (al que no pudo asistir porque aún no había nacido). Creo que llevo veinte años escuchando esta historia.

Ya de adolescente, cuando compraba la revista Rolling Stone, alguien se encargaba de recordarme periódicamente el evento: en 1985, época de explosión cultural en la capital gracias a la movida madrileña, el entonces alcalde de Madrid Tierno Galván decidió ser generoso con el presupuesto y traer a los Smiths a Madrid para que dieran, gratis, un concierto. El estatus mítico que ha alcanzado este evento con el paso del tiempo es cosa de admirar, pues es probable que se trate del concierto más rentable (políticamente) de todos los tiempos.

Al principio el concierto era un ejemplo más de la lucha clásica entre la promoción de la cultura con dinero público versus la austeridad presupuestaria. Si uno investiga los conciertos de San Isidro a lo largo del tiempo, verá que a medida que se termina la década de los 80, los grandes nombres —Smiths, Kinks, Genesis, Zappa…— van desapareciendo en favor de bandas nacionales, concursos de nuevos talentos y música popular más barata en general: esto coincide con el paso de alcaldías de izquierdas a alcaldías de derechas —de Tierno Galván y Barranco (PSOE) pasamos a Sahagún (CDS) y de ahí todo fue PP (Álvarez del Manzano, Gallardón y Botella) hasta Manuela Carmena— y es un reflejo de dos formas discutibles pero perfectamente legítimas de entender el gasto público. Imagino que por ser más noble y equilibrada esa batalla entre gasto y contención (ambas opciones con sus pros y contras), se decidió saltar al barro de una pelea más irracional y difusa: la de quién es más guay.

En algún momento alguien decidió recordarnos a todos que los alcaldes de izquierdas eran más guays porque traían a los Smiths, nada menos. Por mucho que un alcalde de derechas decidiera inflar los presupuestos de las fiestas de San Isidro, jamás tendría el buen gusto de traer a un grupo tan exquisito, tan bien escogido. Ya no hay debate ideológico sobre el gasto público: éste queda superado por una cuestión de gusto. Del gasto al gusto. Brillante forma de cambiar de tema.

Así, nos queda una agigantada e idealizada memoria de un concierto al que cada vez acudieron más personas: ayer eran 150 000 asistentes; hoy son 300 000; mañana, quién sabe. Un momento mágico en el que un afable alcalde —el viejo profesor— decidió que el vulgo merecía escuchar las exquisitas composiciones de una de las bandas más aplaudidas por la crítica musical de los últimos cincuenta años. Madrid fue un público culto en una vorágine de explosión musical sin precedentes y todo ello quedó inevitablemente asociado a una alcaldía de izquierdas.

Fascinante ver cómo el relato se fragua a golpe de mercadotecnia ignorando incluso la realidad misma ¿Y si ahora se contratase a Morrisey para actuar en las fiestas de San Isidro? Ya no funcionaría tan bien traer a un tipo —que actuará este verano en las Noches del Botánico— envejecido y entregado a los discursos anti inmigración, con un disco secuestrado por su discográfica en el que canta con su ácido estilo sobre atentados islamistas. A lo mejor ahora a los políticos de derechas les da por mitificar el reciente concierto de Carolina Durante en las fiestas del Dos de Mayo, aunque sería asumir definitivamente la derrota ideológica: el dinero hay que gastarlo siempre en pan y circo, pero en pan artesanal y Cirque du Soleil. Sea como sea, esta batalla la han perdido.

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Ya no hay debate ideológico sobre el gasto público: éste queda superado por una cuestión de gusto. Del gasto al gusto.

Los políticos están haciendo hermosas piruetas para colarse en el feed de nuestras redes sociales. Ahora se disfrazan de influencers y copian los formatos propios de los vídeos breves diseñados para pudrirnos el cerebro: aparecen vestidos de calle y, sujetando con los dedos un pequeño micrófono de peluche, nos cuentan sus películas favoritas. Así, vemos estos vídeos como si fuesen una distracción más y nos comemos cualquier consigna política con patatas. Tiempos interesantes para la propaganda.

El otro día vi un vídeo de Rita Maestre que, con este nuevo formato, recalentaba un mito que ya dura cuarenta años: bajo la excusa de enumerar los cinco mejores conciertos celebrados en las madrileñas fiestas de San Isidro, recordaba que el mejor de todos fue aquel mítico concierto de los Smiths en 1985 (al que no pudo asistir porque aún no había nacido). Creo que llevo veinte años escuchando esta historia.

Ya de adolescente, cuando compraba la revista Rolling Stone, alguien se encargaba de recordarme periódicamente el evento: en 1985, época de explosión cultural en la capital gracias a la movida madrileña, el entonces alcalde de Madrid Tierno Galván decidió ser generoso con el presupuesto y traer a los Smiths a Madrid para que dieran, gratis, un concierto. El estatus mítico que ha alcanzado este evento con el paso del tiempo es cosa de admirar, pues es probable que se trate del concierto más rentable (políticamente) de todos los tiempos.

Al principio el concierto era un ejemplo más de la lucha clásica entre la promoción de la cultura con dinero público versus la austeridad presupuestaria. Si uno investiga los conciertos de San Isidro a lo largo del tiempo, verá que a medida que se termina la década de los 80, los grandes nombres —Smiths, Kinks, Genesis, Zappa…— van desapareciendo en favor de bandas nacionales, concursos de nuevos talentos y música popular más barata en general: esto coincide con el paso de alcaldías de izquierdas a alcaldías de derechas —de Tierno Galván y Barranco (PSOE) pasamos a Sahagún (CDS) y de ahí todo fue PP (Álvarez del Manzano, Gallardón y Botella) hasta Manuela Carmena— y es un reflejo de dos formas discutibles pero perfectamente legítimas de entender el gasto público. Imagino que por ser más noble y equilibrada esa batalla entre gasto y contención (ambas opciones con sus pros y contras), se decidió saltar al barro de una pelea más irracional y difusa: la de quién es más guay.

En algún momento alguien decidió recordarnos a todos que los alcaldes de izquierdas eran más guays porque traían a los Smiths, nada menos. Por mucho que un alcalde de derechas decidiera inflar los presupuestos de las fiestas de San Isidro, jamás tendría el buen gusto de traer a un grupo tan exquisito, tan bien escogido. Ya no hay debate ideológico sobre el gasto público: éste queda superado por una cuestión de gusto. Del gasto al gusto. Brillante forma de cambiar de tema.

Así, nos queda una agigantada e idealizada memoria de un concierto al que cada vez acudieron más personas: ayer eran 150 000 asistentes; hoy son 300 000; mañana, quién sabe. Un momento mágico en el que un afable alcalde —el viejo profesor— decidió que el vulgo merecía escuchar las exquisitas composiciones de una de las bandas más aplaudidas por la crítica musical de los últimos cincuenta años. Madrid fue un público culto en una vorágine de explosión musical sin precedentes y todo ello quedó inevitablemente asociado a una alcaldía de izquierdas.

Fascinante ver cómo el relato se fragua a golpe de mercadotecnia ignorando incluso la realidad misma ¿Y si ahora se contratase a Morrisey para actuar en las fiestas de San Isidro? Ya no funcionaría tan bien traer a un tipo —que actuará este verano en las Noches del Botánico— envejecido y entregado a los discursos anti inmigración, con un disco secuestrado por su discográfica en el que canta con su ácido estilo sobre atentados islamistas. A lo mejor ahora a los políticos de derechas les da por mitificar el reciente concierto de Carolina Durante en las fiestas del Dos de Mayo, aunque sería asumir definitivamente la derrota ideológica: el dinero hay que gastarlo siempre en pan y circo, pero en pan artesanal y Cirque du Soleil. Sea como sea, esta batalla la han perdido.

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