Viendo los highlights del partido de Sinner y Bublik de anoche (6-1, 6-1, 6-1 para el primero) no sé cómo Carlos, si todo va bien (y si gana hoy ello implica, con toda seguridad, ganar a Djokovic en la semifinal, lo cual nunca debe darse por hecho) va a meterle mano en la final. Bublik comentó en el reel de Instagram: AI, lo cual es justo lo mismo que yo escribí en mi entrada del 17 de julio sobre la final de Wimbledon:
La IA no es ChatGPT: la IA es Jannik Sinner porque ChatGPT se equivoca.
Sinner perfecciona el tenis1, lo lleva un grado más allá de Djokovic, que ya era él mismo una especie de cyborg. Sinner es Skynet: frío, calculador, quirúrgico, letal. Cuando está bien en el fondo de pista (que es el 99% del tiempo) es imposible hacerle daño. Variar el juego, las dejadas, bandejas, voleas, globos y demás, está muy bien cuando tu rival te da un respiro; cuando adviertes una grieta en su tenis y puedes escurrirte por ella. Pero, cada vez más, Sinner ha sellado esas grietas. Ha aprendido del trauma de Roland-Garros y no va a permitir que se repita. No es suficiente. Carlos debe no sólo ser brillante: debe ser un Dios del tenis; debe ser Zeus con una raqueta. La esperanza reside en que Carlos consigue justo eso en momentos clave, cuando está contra las cuerdas y se produce de pronto un misterio de talento, hambre e intuición: las bolas limpian la línea, el servicio impacta como un misil, las dejadas acarician la red y mueren en la orilla. Si eso es posible, entonces este US Open es de Carlos. Pero, si no, mucho me temo que nos encaminamos a otra final de Wimbledon. Crucemos los dedos.
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1 Perfecciona el tenis lo mismo que se perfecciona una máquina: un coche, un cohete, un fusil de precisión. Pero el tenis no es una máquina. Si Carlos enamora es porque es una excepción a la regla, un desvío grácil, virtuoso como lo pudo ser Federer.