Acabo de venir de hacer la compra en un supermercado de letras verdes y que antes se las daba de vender muy barato y ahora no tanto, y creo puedo asegurarles que no he pasado tanto frío en todo el año. Una jornada gélida en la montaña, con las temperaturas desplomadas y una ventisca sin igual, es un oasis si lo comparan con el aire acondicionado y los pasillos de refrigerados y congelados de muchas grandes superficies. Es imposible atravesar los lineales tratando de hacer la compra con tanto frío, dicen que hasta se han empezado a ver pingüinos y osos polares por diferentes establecimientos de nuestro país.
Uno va con su ropa veraniega, algunos con pantalones cortos y todo, y cuando traspasa la puerta automática empieza a tiritar, a echar de menos la térmica, el plumas, un gorro, guantes, unos calzones marianos. ¿Quién programa esa temperatura para el ambiente y los congeladores y neveras? ¿Quieren acabar con parte de la población y esta es una medida encubierta? ¿Dónde está el fantoche de Iker Jiménez cuando se le necesita para cosas serias y de verdad?
Hago una petición para que se nos brinde a los usuarios la oportunidad de alquilar ropa de abrigo para transitar estas zonas glaciales, y si es necesario que brinden la posibilidad de contratar a un sherpa que avance por los invernales estantes y nos ayude a hacernos con el helado, los guisantes o los yogures. Sería un buen desempeño para todos esos profesores de esquí que durante la época estival están en el dique seco del empleo.
Y una de las peores cosas de este frescor inhumano, es que la mayoría de las veces que me acerco a coger una bebida fría de la nevera, languidece a temperatura ambiente entre las paredes acristaladas del expositor. De qué nos sirve padecer la posibilidad de fallecer congelados, si luego el trago que tratamos de echarnos a la boca en la calle asfixiante está a la misma temperatura que una piscina para niños.
Llega agosto, a la peligrosidad de las altas temperaturas veraniegas, ahora debemos sumarle la del termómetro desplomado en los súper. Nadie dijo que la vida fuese fácil, pero sí lo es un poco más si estás cerca del mar, donde todo es mejor. Pásenlo bien, y no se olviden del abrigo, por si tienen que hacer la compra.