Javier Goez
1. Utilizar bolígrafos Clipen
Me crucé con estos bolígrafos en la tienda del MoMa y desde entonces no me he separado de ellos. Son ergonómicos y ligeros, y se enganchan como un clip a los cuadernos, de ahí su nombre. Su diseño ha sido galardonado en varios premios de diseño y fue ideado en 2012 por Design Rangers, una agencia surcoreana. Encuentro fascinante que se pueda seguir innovando en diseños tan sencillos.

2. Leer periódicos locales
Está de moda decir que es importante aburrirse, que sin aburrimiento no hay espacio para la creatividad, y hay algo de razón ello. Sólo en los lugares en los que no pasa nada queda hueco para las noticias sorprendentes. En la imagen, el periódico local de las parroquias de Murano con el Papa León XIV teniendo que pasar por el mal trago de escuchar una canción delante de su autor. Otra de las joyas que he encontrado este año puede leerse aquí.

3. Demostrar la universalidad de la silla Monobloc
Tal vez influenciado por la portada del disco de Bad Bunny, he desarrollado la costumbre de fotografiar cualquier silla Monobloc que encuentro, con preferencia por los lugares desolados. Quiero validar mi tesis a base de imágenes.




Carmen S
> 1. A Matter of Radiance, el Pabellón de Uzbekistán en la 19ª Biennale de Venezia
El lema de la Biennale de este año fue Intelligens. Natural. Artificial. Collective. Los comisarios del Pabellón de Uzbekistán tradujeron esto en una exposición en torno al Instituto solar de Uzbekistán (1981), una macroconstrucción soviética que entiende la inteligencia como progreso y se cuestiona el futuro y la paradójica naturaleza de esta estructura. Mis partes favorita son el grabado que se hizo en una placa sobre la ladera donde más tarde se asentaría el Heliocomplex donde pone algo parecido a Por voluntad del Partido, por el deseo del pueblo, el Complejo del Sol será construido aquí, y el dibujo de la sección, donde aparece un misterioso personaje volando sobre un carro alado.
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> 2. Las aventuras de Tao Lin y los jabalíes que viven cerca de su casa
Agradezco que el mundo sea tan infinitamente vasto como para que el que fuera estrella de la alt lit de los 2010s ahora viva en dios sabe donde rodeado de animales salvajes junto a su gato autista Nini y yo tenga una ventanita internetil por la que contemplar su misteriosa y bucólica vida.
> 3. El cine de Eugene Kotlyarenko

Aleix Gomila Pons
1. El ramen
Olvídate de la sopa, esto no va de sopa. Lo que he descubierto en 2025 es una religión grasa y caliente. El ramen no se come, se ingresa en el cuerpo. Es entender que la paciencia, si se hierve durante dieciocho horas, se convierte en un caldo denso, colaginoso, casi obsceno, que te pega los labios al terminar. Obsesionarse con esto es la búsqueda frenética del fideo alcalino perfecto y perderle el miedo al ruido: hay que sorber fuerte, hay que hacer esa música gutural que en Occidente nos han prohibido, porque es el único aplauso que le importa al cocinero. Sentarse solo frente a ese cuenco, con el vapor empañándote las gafas y dejándote ciego ante el mundo, mientras el huevo marinado brilla ahí en medio como un ojo de ámbar que todo lo ve, ha sido mi única forma real de parar el tiempo. Un abrazo por dentro. Una salvación líquida.
2. Olivia Dean
Si el sol de media tarde tuviera garganta, cantaría como Olivia Dean. Ha sido mi medicina y mi banda sonora, el bálsamo para los días en los que la vida pesaba un quintal. Lo suyo no se escucha, se habita; es un soul que cruje, que tiene grano, imperfectamente humano, una voz con textura de miel y lija que te invita a abrazar tus propios desastres con una media sonrisa de "qué se le va a hacer". Recomiendo obsesionarse con ella en 2026 porque nos falta verdad, nos faltan instrumentos que suenen a madera y dedos, y nos falta música que se sienta como volver a casa descalzo después de un viaje eterno. 'Cause I make it so easy to fall in love... y tanto.
3. La vista sur desde el Empire State
He descubierto que Nueva York te miente a ras de suelo, y que la verdad está suspendida ahí arriba, colgada del cielo, concretamente mirando hacia el Sur desde el Empire State. Ni Central Park ni leches; el calambrazo ocurre cuando le das la espalda al verde y miras hacia el vértice donde la isla se suicida contra el mar. Ver el Distrito Financiero desde las alturas es ver cómo la cuadrícula racional de la ciudad colapsa y se apelotona en un bosque de acero histérico, con el One World Trade Center vigilando como un cíclope entre la bruma. Hay que mirarlo en 2026, y hay que hacerlo al atardecer, cuando los edificios dejan de ser oficinas grises y se incendian en oro. Es una bofetada de perspectiva: ahí arriba, con el viento cortándote la cara, tu novia al lado y la ciudad brillando a tus pies como una placa base infinita, te sientes una mota de polvo ridícula y, al mismo tiempo, el dueño absoluto de todo este caos.
Mj Bernáldez
1. Nuestra Señora de Wonderwall
Para el 2026 espero la Segunda Venida de Nuestra Señora Wonderwall. Después del advenimiento de Oasis, me he dado cuenta de que la juventud tiene bastantes ganas de coger la guitarrita y ponerse a hacer lo que quiera que resulte ser el postbritpop. Disfrázalo de jangle, disfrázalo de indie sleaze, espero encontrarme guitarras alegres o, por lo menos, acordes pegajosos, por donde quiera que vaya. En cualquier idioma, me da igual. Desempolvemos las guitarras, aprendámonos estribillos, dejemos que salga el sol, cantemos todas juntas. Y reunámonos en 30 años para recordarlo.

2. Elige tu propio Cameron Winter
Ahora que ya ha pasado la era del postpunk y todo lo oscuro se disipa, una nueva manera de cantar parece que va a apoderarse del panorama de 2026. Sí, amiga, a Cameron Winter sólo le falta aparecer presentando las Campanadas y como su manera de componer es más difícil de imitar, su voz, ese tono “barítono aturdido” (real que se llama así) nos hará mirar dos veces si es él o the next best thing.

3. Chile
Recuperaremos para 2026 con ilusión renovada una obsesión que nos ocupó mucho tiempo de escucha y que habíamos dejado un poco de lado: Chile. 2025 ha abierto el camino para bucear de nuevo en su música, sus compositores, sus estridencias, su acento, su merkén. Electrónica, punk, cantautoras, guitarritas, voces barítonas. Todo nos sirve, queremos empaparnos de todo lo que venga desde allí y quedarnos pegadas como nos ha pasado, como anticipo, con esto de Candelabro.
Marina Munar
1. Yogur Koukakis
El mejor yogur griego que he encontrado hasta la fecha. Es cremoso pero no es empalagoso, tampoco es muy amargo ni muy dulce. Es perfecto y punto. Lo probé de casualidad y tuve que suplicarle al camarero que por favor me dijera la marca, imagínate. Te recomiendo echarle un poco de miel y fruta. De verdad, es una auténtica maravilla. Este yogur sin duda alguna se encuentra en mis top 3 descubrimientos del año, espero que se convierta en el tuyo también.

2. Olivia Dean
Estoy obsesionada con esta mujer. Es el hallazgo musical que no sabía que necesitaba encontrar. Combina la calidez del neo-soul con pop y R&B a través de letras que hablan del amor moderno y de la vida contemporánea. El universo estético que la rodea es elegante sin llegar a ser pretencioso. ¿Podríamos llegar a categorizarla como diva? Yo creo que sí. Me da una pena terrible que no venga a España en su gira por nuestro continente, peeeero quizás si se la descubro a la gente adecuada, puede que no tarde en aparecer por aquí.
3. Casa Nereta
No sé si fueron las ganas que le tenía a Cadaqués, el buen tiempo que nos hizo o que fuimos justo el fin de semana de las fiestas del pueblo, pero este viaje cumplió todos mis expectativas. Nos alojamos en Casa Nereta, un hotel boutique —aunque deteste esta nomenclatura— que anteriormente había sido el hogar de Joan Ponç, pintor y amigo de Dalí. Es una casita de estilo mediterráneo en toda regla, decorada con mucho gusto, muebles de diseño y que mantiene prácticamente íntegra su estructura original. De este hotel me encantó todo: desde el mimo con el que cuidan cada detalle hasta las golondrinas que revolotean a su alrededor y que dan origen a su nombre (oreneta en catalán). Es de mis mejores hallazgos del año, repetiría 4839984%.

Ángel Insua

1. Al carajo
No tanto un hallazgo como una predicción. Una predicción, por lo demás, que ya ha predicho todo el mundo. La IA se va a ir al carajo y vamos a tener una revolución cultural de las buenas. Se me ocurre será algo parecido a lo que pasó con la pintura y la fotografía. La fotografía usurpó la representación de lo real, y a cambio la pintura tuvo que remar en dirección contraria, hacia atrás, hacia adentro. Veo lo mismo pasando con el slop y el arte. Subreddits como r/RealOrAI (86K miembros a fecha de escritura) están llenos de gente confundida acerca de si tal o cual foto o vídeo son reales o ídem. Por lo general son representaciones casi perfectas, estilizadas, bucólicas. En cierto post pude comprobar cómo niños en Estados Unidos dicen ya “that’s AI” para referirse a la tradicional bullshit, al darse gato por liebre. Lo perfecto, en fin, va a oler a chamusquina, y en cambio la gente (y en particular, la gente joven, sí, esa gran denostada) se inclinará por lo sucio, lo imperfecto, lo original pero cutre. Lo genuino. Lo vemos ya en cosas como Geese o 28 años después. Todo lo que sea difícil, ambiguo, abstracto va a brotar a la superficie, y tendremos así un arte (sobre todo arte visual, pero también musical, y al tiempo literario) nuevo, inconfundiblemente humano. Nos libraremos quizás del móvil. Saldremos a la calle, a vernos y a tocarnos. ¿Iremos al cine?
No lo sé, quizá más que una predicción sea una esperanza.
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Publicaremos las siguientes entregas de los Hallazgos estos próximos días