Resulta cada vez más evidente que el odio político no nace del pensamiento, sino de su ausencia. El sueño de la razón—permíteme, Goya—produce fascistas.
Lo demuestran discursos que se parecen entre sí: una mezcla de consignas aprendidas, falsedades replicadas y una peligrosa nostalgia de la dictadura. Las del “cualquier tiempo pasado fue mejor” visten de Mulaya y de Hipercor. La realidad cada vez es más espeluznante: el fascismo del siglo XXI ya no viste uniforme; viste aros, gafas de sol pegadas al cuero cabelludo y un filtro de Instagram llamado MONO que le hace resplandecer la punta de la nariz.
Sí, Andrea. Esto va para ti.
El viernes, a las 15:41, me respondes a una historia donde aparecen banderas palestinas, preguntándome si me preocupa lo que pasa en mi país. Se te olvida el acento en “país”. Pero no te preocupes: no volveré a señalar tus faltas gramaticales en todo este texto. Sería como pedirle al viento que se peine. Escribes sin respirar, sin comas ni puntos. Prueba a darte un descanso. Detén el dedo. Toma aire. Quizá, en ese respiro, logres ordenar tus ideas y —con un poquito de suerte o un milagro— te salga un argumento que no se tropiece con el siguiente. Quizás uno verdadero, incluso. Todo es ponerse.
Te enfadas muchísimo cuando te digo que no considero que tenga más relevancia nada de lo que sucede en España en estos momentos. Considero fundamental poner los ojos en Palestina, claro está. Estamos asistiendo en directo a un genocidio. La flotilla acaba de ser interceptada. Cientos de voluntarios acaban de ser detenidos. Muchos de ellos españoles. Los de tu “raza”, como dices tú. De los tuyos. Imagino que esos no te importan mucho. Al fin y al cabo, ¿qué opinarás tú de Cataluña? ¿Te suena Ada Colau? Qué más da. Andrea prefiere hablar del Coletas, del aborto y de la mujer de Pedro Sánchez.
De base, esto me genera muchísimo aburrimiento. He discutido con tantas como ella. Aun así, espero su respuesta, por si acaso me sorprende y propone un debate digno.
Su biografía viste una bandera de España y un corazón rojo.
Nada. Cambio de planes. La niña quiere hablar de dónde acaban sus impuestos y apela a que ya le gustaría ver mi vida laboral. Jajajaja. Alega que no es pija, que es de pueblo. De pueblo profundo, intuyo.
Yo, en ese momento, abandono toda posibilidad de debatir con ella intelectualmente. Se cree que es la única verdulera. Pero aquí gritar sabemos todas. Y, además, si me pongo, estoy segura de que lo hago mejor que ella. A mí las fascistas me dan asco, no miedo. Soy más flamenca que ella, más choni y más torera.
La tal Andrea acaba tocándome las palmas. Y yo me conozco muy bien. No sabe contra quién juega y no hablo de violencia —la misma que ella expone que es necesaria contra “nosotras”, “las rojas”.
Dice textualmente:
“Ya no creo en el diálogo, ya creo en la puta violencia.”
La herramienta más eficaz que tenemos nosotros—los rojos— contra esa pedagogía del odio no es la violencia, sino la desactivación del escenario: mostrar la evidencia, enhebrar la historia, desmontar los datos tramposos.
Vuestra disciplina retórica es admirablemente mecánica: titular clickbait como argumento, pausa dramática calculada y un “¡Viva España!” para cerrar. Los más nostálgicos se atreven, lo prometo, con un “¡Viva Franco!”.
Es decir, para que lo entiendas, Andrea: confundís una noticia de TikTok con un argumento moral. Vamos, que te has aprendido los vídeos de Vito Quiles y vistes como María Pombo del Shein.
Sí, yo también tengo sueños húmedos donde soy Cantona y todas ellas Matthew Simmons. Y aún me río si pienso en aquello que dijo tras 8 meses de inhabilitación, una multa de 30.000 dólares y 130 horas de trabajos comunitarios: “Fue una sensación increíble. Me habría encantado darle más fuerte”. Pero, si pienso fríamente, no hay golpe más duro que el que da la verdad.
Umberto Eco (imagino que no te sonará, Andrea) mascaba tabaco en los últimos años de su vida y definía el fascismo con precisión de relojero:
“El fascismo apela a los humillados, a los desplazados por la historia. Les ofrece un culpable externo. Se alimenta de un nacionalismo excluyente. Se rechaza al extranjero. Se encierra la identidad. El fascista vive en guerra constante. No quiere paz. Culto al heroísmo y a la muerte. Se celebra la entrega absoluta. Manipula el lenguaje para simplificar el pensamiento.”
Vamos a analizar tus discurso. Pasito a pasito. Vamos a dejarlo por escrito para que la Historia haga lo que crea conveniente contigo.
- Lo que dice Andrea : “El crecimiento de violaciones está ligado a la inmigración ilegal.”
- Falacia post hoc (“El sol sale porque el gallo canta”): consiste en observar dos fenómenos que suben juntos y concluir que uno causa el otro. Así de simples sois.
- Falacia ecológica: atribuye el comportamiento de algunos al grupo entero. La población inmigrante como chivo expiatorio. Si unos violan, violan todos.
- Te mostraré algo que os enferma mucho. Se llaman datos: El 33 % de los condenados por delitos sexuales eran extranjeros, mientras que los extranjeros (14 % de la población), pero la mayoría de los agresores sexuales siguen siendo españoles. Fuente: Europa Press, datos 2023 del CGPJ. En violaciones en grupo, los españoles son el perfil más frecuente (~32,7 % de los agresores), frente a marroquíes (~9,5 %). Fuente: Verificat (2025).
- La sobrerrepresentación no implica causalidad biológica, cultural o “de país”, sino estructural y socioeconómica. Los factores que aumentan la delincuencia (no solo sexual) en cualquier grupo son: pobreza, exclusión, precariedad, marginalidad, y falta de tejido social y jurídico. Entre personas migrantes, esos factores son más frecuentes (empleos informales, vivienda inestable, discriminación, menor acceso a asistencia legal, etc.).
- Lo que dice Andrea: “En tu país pasa que ocupamos el cuarto puesto entre los países con mayor tasa de pobreza. Hay 1,3 millones de niños en situación de pobreza. España es el país de la Unión Europea con peor desempeño económico”.
- No son 1,3 millones, Andrea, sino 2,3-2,7 millones de menores los que viven bajo riesgo de pobreza o exclusión en España. Y España no está en cuarto puesto: está en el podio, solo superada por Bulgaria o igualando posiciones de Grecia o Rumanía, dependiendo del índice.
- Tu trampa: enfrentar a las víctimas, como si preocuparse por unas borrara a las otras. Usar a los niños para salvaguardar tus argumentos. Eres ruin. La realidad es más dura y más simple: en España hay un 30 % de infancia en riesgo de pobreza (UNICEF, 2024), sí. En Gaza, desde octubre de 2023, se registran alrededor de 19.424 niños asesinados, según seguimiento del Ministerio de Salud de Gaza. A mí me importan ambos casos. ¿Y a ti? ¿Son más niños los españoles que los palestinos?
- Es más, ¿qué va a hacer tu partido por los niños de España? Tu partido usa la falacia del mérito individual: “creando empleo y bajando impuestos”. Pero el empleo precario no alimenta, y las deducciones fiscales no llegan a quienes más lo necesitan. La verdad incómoda es esta: cuando gobierna la izquierda, con inversión social, la pobreza baja; cuando manda la derecha, la pobreza se cronifica.
- Te vuelvo a dar datos.
- Las propuestas de la izquierda incluyen: prestación universal por hijo/a (ayuda directa hasta al menos los 6 años, con deducciones fiscales universales (~1.440 €/año por hijo menor de 18 años, modulables según renta), vivienda (congelar o aliviar alquileres, subsidios y garantizar vivienda digna), servicios sociales (comedores escolares, nutrición, material escolar, salud, cuidado infantil gratuito o subvencionado) y Pacto de Estado (asegurar continuidad política de las medidas y evitar cambios con cada gobierno)
- Las propuestas de la derecha incluyen: Inversión pública condicionada (enfocada en educación infantil 0‑3 años, comedores, salud y vivienda, pero priorizando incentivos fiscales y no ayudas directas universales). Empleo como solución: promover creación de empleo para reducir pobreza, apostando por “autosuficiencia” antes que ayudas sociales. Flexibilización fiscal: reducciones de impuestos o deducciones, aunque no siempre universales ni suficientes para cubrir los costes reales de crianza.
- Lo que dice Andrea: “El aborto es legal ahora en España, pero solo debe aceptarse en casos de violación o malformación; fuera de eso no está bien”.
- Falacia de blanco o negro: Reduces la cuestión a aceptable sólo en dos supuestos: violación o malformación. Eliminas todas las demás situaciones reales como riesgo para la salud de la/el gestante, problemas socioeconómicos o decisión autónoma. ¿No eras tan feminista? ¿No te importaba tanto que hubiese 1,3M de niños en situación de pobreza?
- No es una cuestión de me parece bien o mal, eso te lo guardas para las conversaciones de bares: la ley reconoce la autonomía y la salud pública. ¿No hablabas de servicios públicos? Aquí están. Para ti también, Andrea, por si un día lo necesitases.
- Supone que la mujer no es sujeto de derecho total, sino alguien a quien se le concede permiso solo en situaciones extremas. Silvia Federici (esta sí que no te suena ni de coña) mostraba cómo el control de la reproducción ha sido históricamente una estrategia del capitalismo y del patriarcado. Negar el derecho al aborto mantiene esa lógica: el cuerpo de las mujeres como recurso público y no como vida propia.
- En resumen, la maternidad no puede volverse un mandato salvo en circunstancias extremas. Es una elección política y personal.
- Lo que dice Andrea: “El que más se preocupó fue Franco. Y hasta día de hoy no hay nadie que lo haya superado en amor a España”.
- Falacia del mito fundador: confundir pasado autoritario, una dictadura de 36 años, con auténtico amor patrio. Imagino que debes ser de las que piensan que tu novio te quiere mucho si te prohíbe salir con falda corta o si, de vez en cuando, te pega, ¿no? Lo digo por tu amor a Franco. No me malinterpretes. Que yo soy buena feminista, aunque tú digas que no, y deseo que no te suceda nada parecido.
- Falacia del cherry-picking histórico: seleccionar mitos del franquismo (orden, la creación de los puentes propulsada por Franco…) mientras se ocultan la represión, la cárcel, las ejecuciones, las fosas y la quiebra de derechos. ¿Hablamos de Lorca? ¿Del exilio? ¿De cómo Zambrano vino a morir a España en condiciones precarias después de una vida expulsada? ¿Del dolor de Cernuda? Te dejo un poema suyo. Quizás sea el primero que lees en toda tu vida.
Pero terminó la niñez y caí en el mundo. Las gentes morían en torno mío y las casas se
arruinaban.
Después amé los animales, los árboles (he amado un chopo, he amado un álamo blanco), la
tierra.
Y entonces, fija y cruel, surgió en mí la idea de mi propia desaparición, de cómo también yo
me partiría un día de mí.
Dios era ya para mí el amor no conseguido en este mundo, el amor nunca roto.
Fue un sueño más, porque Dios no existe. Me lo dijo la hoja seca caída, que un pie deshace
al pasar. Me lo dijo el pájaro muerto, inerte sobre la tierra el ala rota y podrida.
- Existe preocupación internacional (ONU y expertos) por los intentos de blanquear o minimizar esos crímenes; la historia objetiva no admite la adoración del autoritarismo. La Ley de Memoria Histórica (Ley 52/2007) fue una ley española que reconoció derechos y estableció medidas para quienes sufrieron persecución durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, buscando la reparación moral y la recuperación de su memoria personal y familiar.
- Decir “Viva Franco” es escupir sobre nuestros muertos. Es esa frialdad terrible que no titubea, que no siente el peso de cada nombre, de cada cuerpo, de cada infancia robada en cunetas y hospitales oscuros. Tú no amas España porque tú no amas nada. Te amas a ti misma como se aman los fascistas. Te amas a ti y sólo a los que se parecen a ti. No has mirado más allá de las tres calles que te amparan. Porque una persona que conoce la historia de España lo primero que siente es vergüenza, nunca orgullo. Así que termina tu espectáculo. Si el amor a España es esto —un brindis por la violencia, una elegía por la opresión— entonces declino esa forma de amar.
Yo, Andrea, amo España, pero no puedo amar la barbaridad.
Mientras tú discutes sobre “los problemas de tu país”, en Gaza hay niños que mueren todos los días. Palestina necesita que los países del mundo se unan, que los gobiernos actúen y que la comunidad internacional deje de mirar para otro lado. Hace falta presión real, sanciones, ayuda humanitaria, alto el fuego.
Andrea, te pregunto: ¿no te resulta suficiente? ¿De verdad crees que lo que sucede en España pesa más que la vida de esos niños y civiles inocentes?
Mientras yo elaboraba este texto, Andrea se cambió la foto de perfil. Ahora, una gran bandera de España ocupa casi todo el círculo. Mis amigos han contestado a sus historias, y Andrea nos propone que trabajemos y que nos vayamos a Palestina con las camisetas de rejillas y las tetas al aire.
Pura bajeza. Sumaremos a tu expediente de ruin, cruel, ignorante y racista, la homofobia.
Si hay algo que me consuela es saber que sólo la Historia juzgará. Dios ha muerto, Andrea, y tu tío Paquito me temo que también. Mientras tanto, mis amigos os darán mil vueltas en datos contrastados, educación y chulería.
Hay que reconocerle algo a la tipa: hace falta una valentía muy particular para grabarse insultando durante siete minutos, defendiendo la familia tradicional, la prohibición del aborto y alabando la figura de Franco y publicarlo con orgullo. Todo esto, quiero señalar, tras decir que no iba a perder ni un solo segundo de su siesta en contestar a una simio sin cabeza de la izquierda.
Siempre me dijo mi madre: “Hija, la ignorancia es muy atrevida.”
La próxima vez será mejor que te quedes durmiendo la mona, Andrea.