La isla desnuda, Lola Nieto (La Caja Books, 2024)

En el libro se cuentan historias, se encarna la idea. En el ensayismo mágico la experiencia se hace texto

“Escribir como levantar una mano ensangrentada, sin dedo”.

*

El budismo zen comprende que la contradicción es el estado de reposo de la naturaleza. La isla desnuda alcanza no en pocas ocasiones la imagen que nos revela sin palabras esa paradoja, encarnada en palabras.

*

“No hay alguien que habla y alguien que escucha. Sucede el discurso”.

*

En el budismo todo es siempre a la vez. El yo occidental, unívoco, se angustia allí. Sin embargo, solo quien se halla en reposo en la contradicción llegará a saber algo, llegará a conocer al buda, y Lola Nieto parece haberlo comprendido tantas veces en su viaje como relatos nos presenta en este libro. El yo se dice de muchas formas, con ella nos convertimos en “puñado de arroz”.

*

En La isla desnuda reposamos en contradicciones, etimologías sonoras, memorias familiares, daimones que no existen pero son, realidades reveladas por la mentira, y se hace feliz la incomprensión de algo fascinante que se nos abre a cada página, que tardaremos en comprender, que nos aterra como el monstruo y nos seduce como el monstruo. Palabras que esperan en reposo sobre la contracción a que seamos capaces de grabarlas en nuestro ser, en nuestro cuerpo, en nuestra mente. Mente, monstruo, mentira. 

*

Quien no sea capaz de soportar el horror puede convocar al baku, monstruo comesueños del folclore chino, con cuerpo de oso, nariz de elefante, ojos de rinoceronte, cola de toro, patas de tigre y piel verde moteada, pues toma la forma de los miles de sueños que ha tragado, que en ciertas prefecturas del Japón los niños invocan para que se coma sus pesadillas bajo la letanía: “el sueño de anoche se lo regalo al baku”.

*

Pienso que este libro pertenece a un género de reciente creación llamado “ensayismo mágico” acuñado, según tengo noticia, en una conversación ferial de 2024 entre Luna Miguel, Ernesto Castro y Raúl E. Asencio, y que tendría como primer momento de enunciación la 3ª edición de Leer mata, libro escrito por la primera, dedicado al segundo, y editado por el tercero, en esta misma editorial.

*

La modernidad del siglo XVI-XVII encontró agotada la épica, así como el destino trágico de sus héroes, y tuvo que inventar el extraño artefacto de la novela y el carácter descreído, mundano y fracasado de su antihéroe, para poder contarse su mundo y el recién nacido sujeto. En este presente sentimos hace tiempo que se nos agotó el orden, la coherencia y el sentido novelístico, con personajes de psicología profunda y ordenada, que buscan dar sentido a unas vidas que siempre se les escapan dramáticamente, y la fantasía fabular de esas historias nos resulta ya ingenua, su coherencia y encadenamiento algo artificial, su extensión sin duda excesiva, sus capítulos concatenados, todos de la misma extensión, todos sucesivos en un problema casi político. El ensayismo mágico es el nuevo medio en que hemos encontrado la forma de narrarnos.

*

El interés por un detalle o por un ámbito más o menos lateral de la cultura para explotarlo, minarlo e imaginarlo. La cantidad, cuanto mayor mejor, de datos reales y comprobables, pero originalmente ordenados para construir nuevas filosofías, entendimientos e ideas. La conexión material-corporal de ese objeto ensayado (música tecno, pintura renacentista, los cubiertos a lo largo de la historia, la cama doble como fundamento político y social de la monogamia) con nuestro yo (ya sea memoria, ya sea viaje, ya sea el mero proceso de investigar el tema). La creencia, finalmente, de que hablando de un otro, material, concreto, que habita este mundo y podemos comprobar todos, encontraremos la mejor forma de decir algo de nosotros (el yo del autor, el nosotros de la sociedad que interpela). La evidencia de que nunca esa investigación, esos datos, ese ensayo son una verdad científica, sino mucho más certeramente la creación mágica de la literatura.

*

Sin tener permiso ni derecho a dar una definición de lo que podría ser el ensayismo mágico, esta es la que tentativamente yo daría.

*

¿No encajaría aquí al menos parte de lo mejor que se ha escrito en nuestro contexto literario en los últimos años? ¿No se definirían así los libros de Benjamín Labatut, tomando la ciencia como mitología de la modernidad, su misticismo, malditismo, arte y política genocida? ¿No es esta la visión que Rafael Argullol lleva trayéndonos desde hace años y en silencio desde el fondo del mar? Pero no es solo vanguardia literaria, de igual forma el ensayismo mágico es la literatura más popular, y es algo que deberíamos celebrar que en el plano comercial también se innove y se avance, con ejemplos como El infinito en un junco o los libros de antropología y ciencia de Millán y Arsuaga. No es un debate sobre calidad, es identificar una transformación.

*

El ensayismo mágico nos permite narrar nuestro tiempo porque deja atrás la idea tradicional de narración novelística para la que ya no estamos dotados, renuncia a la mera ficcionalización del individuo, su psicología y su destino, y en cambio, descreído y resignado, utiliza materialmente el texto, lo llena de materia, y construye materialmente un artilugio textual que informa, propone, discute, combina; en cambio, lo brujo, lo fabular, lo ilógico, lo inesperado, es lo que adjetiva, aquello que le da su carácter: mágico —en el sentido más ingenuo y tierno del término —en el sentido más violento y político también.

*

En La isla desnuda se cuentan historias, se encarna la idea. Historias del Japón, tradicional y actual, historias familiares, memorialísticas y comprobables, historias de la vida presente, etimologías fabulares, fábulas etimológicas. En el ensayismo mágico no se ofrecen teorías vacías o definiciones abstractas. La experiencia se hace texto y ofrece un relato como símbolo de lo indefinible, de lo misterioso que se explora y ensaya. Igual que el maestro zen sabe que el buda no reside en ninguna conceptualización sofisticada sino en el gesto silencioso de alzar el dedo; pero más aún, en el dedo mutilado y sangrante que alza su vacío y es su mejor formulación, encarnada y descarnada en el dolor y el saber. El saber que trasciende cualquier verdad, y las contradice.

*

El sentido del oído reside en la compasión y el miedo fascinado por el silencio.

*

En La isla desnuda se lee: “...solo obtuve la insistencia, el ritornelo, la tautología”. Estas tres podrían ser las tres piedras de base para el ensayismo mágico.

*

Más adelante: “Cuando el habla se profiere en la realidad secundaria o mundana, las palabras se inscriben en un intercambio normal que podemos entender como discurso. Cuando las palabras, sin embargo, se pronuncian desde la dimensión primaria de la realidad, el habla cae en una situación de extrema excepcionalidad”. Y en el ensayismo mágico se emplean ambas. El lenguaje secundario nos coge de la mano y nos lleva dando pasos seguros por caminos desconocidos, para llegar a parajes imposibles donde es el lenguaje primario el que nos habla de forma directa, es decir, en silencio, para revelarnos lo inefable que se esconde en el fondo de esa isla desnuda o el denso boscaje que es cada ensayo mágico.

*

“El acto de no-hablar del budismo consiste, en parte, en no desaprender a hablar mientras se desaprende a hablar”.

*

Este texto fragmentario alberga la lógica contradictoria o coherencia ilógica o discurso anti-racional que se propone en las tesis de la antinovela.

*

Si alguna de aquellas tesis es oscura o abstracta, en este texto se abren las paradojas y la materia de los relatos revela su forma contradictoria en una bella fábula, un recuerdo familiar, una etimología posible. Las poetas de verdad son capaces de nombrar las cosas y no utilizar palabras huecas. El texto que tiene materia es el que más evidencia su textualidad, su pura forma. Así la poesía de verdad encarna los conceptos inefables, mientras que la torpe teoría no puede más que enredarse y complicar más aún la idea ya por sí disgusta de tanto darle vueltas, de tanto querer nombrar lo innombrable. La verdadera poeta hace vivir lo innombrable, el torpe crítico querría al menos no matarlo.

*

A mí me gustaría haber escrito este libro en vez de teorías sobre antinovela, fragmento, o incluso tener que robar palabras como ensayismo mágico para conceptualizar lo que puede ser presentado en su materialidad. Puro texto, puro gesto. La isla desnuda, de Lola Nieto.

*

¿Qué es el gesto? La fuga de la coherencia. Fuga constante. (En fuga, no ser fuga).

*

Se ha dicho que en el siglo XX, un cierto agotamiento de la narración hizo que muchos novelistas fracasaran en su intento de escribir teatro, y sin embargo los poetas fueron los únicos capaces aún de hacer que las palabras se encarnaran en acto a través de este género minotauro (Brecht, Lorca, Beckett —al que yo considero, sin duda, de la forma más coherente, poeta en prosa).

*

Quizá en este siglo XXI, la poeta sea la única capaz de escribir eso que seguimos llamando novelas aunque no deberíamos, que aquí nombramos anti-novela, aunque sería preferible una categoría que afirme, y no que niegue (la prosa de Anne Carson, la prosa de Chantal Maillard, la prosa de Lola Nieto). Podría estar pronto el día en que las poetas de nuevo ocupen toda la literatura, y la literatura vuelva a ser toda poesía. El uso inesperado e imposible de la palabra que tanto necesitamos. Esperemos que llegue pronto ese día.

*

Envidio a las poetas capaces de inventar palabras y decir cosas que en palabras, pura forma, toman materia, se deshacen y vuelven a concretarse, siempre con una leve alteración o novedad, en cada lectura. Quizá esa es la magia del ensayismo mágico.

*

Leo este libro y siento que el budismo zen me es propio, la fuga del buda que descansa en la contradicción. Oigo los pájaros en el oído de un tío enfermo que no he tenido nunca, me susurra su melodía y me enloquece dulcemente. Me puedo bañar en la misma isla desnuda, el agua está tibia, aunque no he estado allí nunca. La realidad encarnada en palabras hace lo mágico carne. La escritora, en el texto, para quien lo lea.

*

Pero es la forma, es el sonido el canal, el que transmite inmaterial la cosa, la carne, la materia que sentimos en las palabras de un texto bien escrito. Este, La isla desnuda. El sonido viene de las serpientes. Las serpientes silban, seducen, sentencian. Hablan en silencio. Así nos enloquecen, un silbo en la mente. Matan dulcemente. “La música mata y sana”.

*

La etimología sonora urde aquí las mentiras de las que se nutre la mente para producir sus mejores monstruos. Etimologías que aquí no me atreveré a reproducir, pues deben ser exploradas con el rigor mágico que ofrece el libro, pero que abundan en el relato y se disfrutan mejor en la lectura completa del libro. Un libro que invita a la celebración de la palabra encarnada, al sonido que nos enloquece. Una cumbre de la anti-novela. Un ejemplo brillante del ensayismo mágico. No puedo evitar mostrar un absoluto entusiasmo. No quiero ocultarlo en nada.

*

“Propongo escribir palabras. Engarzar palabras sin lógica. Comer el ruido y silbar”.

*

La autora que declara en un momento: “Puesto que nunca seré madre, llegué a una tierra apartada y abrí mis caderas para criar la lengua. Sin encubrir el miedo. Ascendí hasta la etimología para desbaratar el lenguaje y cuidar el sueño, lo real, sin hipótesis. Para poner en evidencia el imán de lo verdadero”. Nos da a luz una lengua y con ella un mundo, una estructura y una sintaxis, para habitar y escribir, en silencio. Ojalá merecer ser hijos suyos en el violento sueño de la literatura y aprender ese lenguaje secreto, de monstruos, mentiras y mente, que se habla en silencio. 

*

“Cortar las palabras.

Cuidar el silencio”.

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La isla desnuda, Lola Nieto (La Caja Books, 2024)

En el libro se cuentan historias, se encarna la idea. En el ensayismo mágico la experiencia se hace texto

“Escribir como levantar una mano ensangrentada, sin dedo”.

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El budismo zen comprende que la contradicción es el estado de reposo de la naturaleza. La isla desnuda alcanza no en pocas ocasiones la imagen que nos revela sin palabras esa paradoja, encarnada en palabras.

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“No hay alguien que habla y alguien que escucha. Sucede el discurso”.

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En el budismo todo es siempre a la vez. El yo occidental, unívoco, se angustia allí. Sin embargo, solo quien se halla en reposo en la contradicción llegará a saber algo, llegará a conocer al buda, y Lola Nieto parece haberlo comprendido tantas veces en su viaje como relatos nos presenta en este libro. El yo se dice de muchas formas, con ella nos convertimos en “puñado de arroz”.

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En La isla desnuda reposamos en contradicciones, etimologías sonoras, memorias familiares, daimones que no existen pero son, realidades reveladas por la mentira, y se hace feliz la incomprensión de algo fascinante que se nos abre a cada página, que tardaremos en comprender, que nos aterra como el monstruo y nos seduce como el monstruo. Palabras que esperan en reposo sobre la contracción a que seamos capaces de grabarlas en nuestro ser, en nuestro cuerpo, en nuestra mente. Mente, monstruo, mentira. 

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Quien no sea capaz de soportar el horror puede convocar al baku, monstruo comesueños del folclore chino, con cuerpo de oso, nariz de elefante, ojos de rinoceronte, cola de toro, patas de tigre y piel verde moteada, pues toma la forma de los miles de sueños que ha tragado, que en ciertas prefecturas del Japón los niños invocan para que se coma sus pesadillas bajo la letanía: “el sueño de anoche se lo regalo al baku”.

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Pienso que este libro pertenece a un género de reciente creación llamado “ensayismo mágico” acuñado, según tengo noticia, en una conversación ferial de 2024 entre Luna Miguel, Ernesto Castro y Raúl E. Asencio, y que tendría como primer momento de enunciación la 3ª edición de Leer mata, libro escrito por la primera, dedicado al segundo, y editado por el tercero, en esta misma editorial.

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La modernidad del siglo XVI-XVII encontró agotada la épica, así como el destino trágico de sus héroes, y tuvo que inventar el extraño artefacto de la novela y el carácter descreído, mundano y fracasado de su antihéroe, para poder contarse su mundo y el recién nacido sujeto. En este presente sentimos hace tiempo que se nos agotó el orden, la coherencia y el sentido novelístico, con personajes de psicología profunda y ordenada, que buscan dar sentido a unas vidas que siempre se les escapan dramáticamente, y la fantasía fabular de esas historias nos resulta ya ingenua, su coherencia y encadenamiento algo artificial, su extensión sin duda excesiva, sus capítulos concatenados, todos de la misma extensión, todos sucesivos en un problema casi político. El ensayismo mágico es el nuevo medio en que hemos encontrado la forma de narrarnos.

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El interés por un detalle o por un ámbito más o menos lateral de la cultura para explotarlo, minarlo e imaginarlo. La cantidad, cuanto mayor mejor, de datos reales y comprobables, pero originalmente ordenados para construir nuevas filosofías, entendimientos e ideas. La conexión material-corporal de ese objeto ensayado (música tecno, pintura renacentista, los cubiertos a lo largo de la historia, la cama doble como fundamento político y social de la monogamia) con nuestro yo (ya sea memoria, ya sea viaje, ya sea el mero proceso de investigar el tema). La creencia, finalmente, de que hablando de un otro, material, concreto, que habita este mundo y podemos comprobar todos, encontraremos la mejor forma de decir algo de nosotros (el yo del autor, el nosotros de la sociedad que interpela). La evidencia de que nunca esa investigación, esos datos, ese ensayo son una verdad científica, sino mucho más certeramente la creación mágica de la literatura.

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Sin tener permiso ni derecho a dar una definición de lo que podría ser el ensayismo mágico, esta es la que tentativamente yo daría.

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¿No encajaría aquí al menos parte de lo mejor que se ha escrito en nuestro contexto literario en los últimos años? ¿No se definirían así los libros de Benjamín Labatut, tomando la ciencia como mitología de la modernidad, su misticismo, malditismo, arte y política genocida? ¿No es esta la visión que Rafael Argullol lleva trayéndonos desde hace años y en silencio desde el fondo del mar? Pero no es solo vanguardia literaria, de igual forma el ensayismo mágico es la literatura más popular, y es algo que deberíamos celebrar que en el plano comercial también se innove y se avance, con ejemplos como El infinito en un junco o los libros de antropología y ciencia de Millán y Arsuaga. No es un debate sobre calidad, es identificar una transformación.

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El ensayismo mágico nos permite narrar nuestro tiempo porque deja atrás la idea tradicional de narración novelística para la que ya no estamos dotados, renuncia a la mera ficcionalización del individuo, su psicología y su destino, y en cambio, descreído y resignado, utiliza materialmente el texto, lo llena de materia, y construye materialmente un artilugio textual que informa, propone, discute, combina; en cambio, lo brujo, lo fabular, lo ilógico, lo inesperado, es lo que adjetiva, aquello que le da su carácter: mágico —en el sentido más ingenuo y tierno del término —en el sentido más violento y político también.

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En La isla desnuda se cuentan historias, se encarna la idea. Historias del Japón, tradicional y actual, historias familiares, memorialísticas y comprobables, historias de la vida presente, etimologías fabulares, fábulas etimológicas. En el ensayismo mágico no se ofrecen teorías vacías o definiciones abstractas. La experiencia se hace texto y ofrece un relato como símbolo de lo indefinible, de lo misterioso que se explora y ensaya. Igual que el maestro zen sabe que el buda no reside en ninguna conceptualización sofisticada sino en el gesto silencioso de alzar el dedo; pero más aún, en el dedo mutilado y sangrante que alza su vacío y es su mejor formulación, encarnada y descarnada en el dolor y el saber. El saber que trasciende cualquier verdad, y las contradice.

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El sentido del oído reside en la compasión y el miedo fascinado por el silencio.

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En La isla desnuda se lee: “...solo obtuve la insistencia, el ritornelo, la tautología”. Estas tres podrían ser las tres piedras de base para el ensayismo mágico.

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Más adelante: “Cuando el habla se profiere en la realidad secundaria o mundana, las palabras se inscriben en un intercambio normal que podemos entender como discurso. Cuando las palabras, sin embargo, se pronuncian desde la dimensión primaria de la realidad, el habla cae en una situación de extrema excepcionalidad”. Y en el ensayismo mágico se emplean ambas. El lenguaje secundario nos coge de la mano y nos lleva dando pasos seguros por caminos desconocidos, para llegar a parajes imposibles donde es el lenguaje primario el que nos habla de forma directa, es decir, en silencio, para revelarnos lo inefable que se esconde en el fondo de esa isla desnuda o el denso boscaje que es cada ensayo mágico.

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“El acto de no-hablar del budismo consiste, en parte, en no desaprender a hablar mientras se desaprende a hablar”.

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Este texto fragmentario alberga la lógica contradictoria o coherencia ilógica o discurso anti-racional que se propone en las tesis de la antinovela.

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Si alguna de aquellas tesis es oscura o abstracta, en este texto se abren las paradojas y la materia de los relatos revela su forma contradictoria en una bella fábula, un recuerdo familiar, una etimología posible. Las poetas de verdad son capaces de nombrar las cosas y no utilizar palabras huecas. El texto que tiene materia es el que más evidencia su textualidad, su pura forma. Así la poesía de verdad encarna los conceptos inefables, mientras que la torpe teoría no puede más que enredarse y complicar más aún la idea ya por sí disgusta de tanto darle vueltas, de tanto querer nombrar lo innombrable. La verdadera poeta hace vivir lo innombrable, el torpe crítico querría al menos no matarlo.

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A mí me gustaría haber escrito este libro en vez de teorías sobre antinovela, fragmento, o incluso tener que robar palabras como ensayismo mágico para conceptualizar lo que puede ser presentado en su materialidad. Puro texto, puro gesto. La isla desnuda, de Lola Nieto.

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¿Qué es el gesto? La fuga de la coherencia. Fuga constante. (En fuga, no ser fuga).

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Se ha dicho que en el siglo XX, un cierto agotamiento de la narración hizo que muchos novelistas fracasaran en su intento de escribir teatro, y sin embargo los poetas fueron los únicos capaces aún de hacer que las palabras se encarnaran en acto a través de este género minotauro (Brecht, Lorca, Beckett —al que yo considero, sin duda, de la forma más coherente, poeta en prosa).

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Quizá en este siglo XXI, la poeta sea la única capaz de escribir eso que seguimos llamando novelas aunque no deberíamos, que aquí nombramos anti-novela, aunque sería preferible una categoría que afirme, y no que niegue (la prosa de Anne Carson, la prosa de Chantal Maillard, la prosa de Lola Nieto). Podría estar pronto el día en que las poetas de nuevo ocupen toda la literatura, y la literatura vuelva a ser toda poesía. El uso inesperado e imposible de la palabra que tanto necesitamos. Esperemos que llegue pronto ese día.

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Envidio a las poetas capaces de inventar palabras y decir cosas que en palabras, pura forma, toman materia, se deshacen y vuelven a concretarse, siempre con una leve alteración o novedad, en cada lectura. Quizá esa es la magia del ensayismo mágico.

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Leo este libro y siento que el budismo zen me es propio, la fuga del buda que descansa en la contradicción. Oigo los pájaros en el oído de un tío enfermo que no he tenido nunca, me susurra su melodía y me enloquece dulcemente. Me puedo bañar en la misma isla desnuda, el agua está tibia, aunque no he estado allí nunca. La realidad encarnada en palabras hace lo mágico carne. La escritora, en el texto, para quien lo lea.

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Pero es la forma, es el sonido el canal, el que transmite inmaterial la cosa, la carne, la materia que sentimos en las palabras de un texto bien escrito. Este, La isla desnuda. El sonido viene de las serpientes. Las serpientes silban, seducen, sentencian. Hablan en silencio. Así nos enloquecen, un silbo en la mente. Matan dulcemente. “La música mata y sana”.

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La etimología sonora urde aquí las mentiras de las que se nutre la mente para producir sus mejores monstruos. Etimologías que aquí no me atreveré a reproducir, pues deben ser exploradas con el rigor mágico que ofrece el libro, pero que abundan en el relato y se disfrutan mejor en la lectura completa del libro. Un libro que invita a la celebración de la palabra encarnada, al sonido que nos enloquece. Una cumbre de la anti-novela. Un ejemplo brillante del ensayismo mágico. No puedo evitar mostrar un absoluto entusiasmo. No quiero ocultarlo en nada.

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“Propongo escribir palabras. Engarzar palabras sin lógica. Comer el ruido y silbar”.

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La autora que declara en un momento: “Puesto que nunca seré madre, llegué a una tierra apartada y abrí mis caderas para criar la lengua. Sin encubrir el miedo. Ascendí hasta la etimología para desbaratar el lenguaje y cuidar el sueño, lo real, sin hipótesis. Para poner en evidencia el imán de lo verdadero”. Nos da a luz una lengua y con ella un mundo, una estructura y una sintaxis, para habitar y escribir, en silencio. Ojalá merecer ser hijos suyos en el violento sueño de la literatura y aprender ese lenguaje secreto, de monstruos, mentiras y mente, que se habla en silencio. 

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“Cortar las palabras.

Cuidar el silencio”.

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