Esta es una excepcional primera novela, donde una voz de autor se propone, con fuerza y convicción, una estética personal aparece, conocedora de su tradición, consciente de la poética, temática y gesto que quiere proponer, que lleva sus intuiciones hacia adelante, con todo, sorprende, impacta, falla en ciertos puntos, aún no ha encontrado su solidez, pero conoce su lengua, su camino y la literatura que quiere hacer y ofrecernos.
¿Acaso se le puede pedir algo más a una novela debut? Qué gran literatura si empezara así siempre.
Es desesperante la cantidad de novelas actuales que llegan perfectamente estructuradas, con una trama equilibrada de principio a fin, personajes ponderados, conflictos internos, relaciones relevantes entre sí, léxico variado pero no pedante, estilo personal pero no abigarrado, tonteo con la experimentación pero sin caer en la torpeza de la vanguardia. Novelas perfectas que parecen diseñadas por un equipo de guionistas con las ideas, los temas, y la cara, la cara bien grande, de un escritore joven con buenas intenciones y muchas ganas de publicar (dispuesto a dar la vuelta a su texto por publicar).
Es cansino leer, una tras otra, novelas de escuela de escritura creativa.
No se permite a los autores fallar, por tanto no se les permite escribir, ya hay un equipo editorial que se encargue de pulir, adecentar, normalizar y hacer comunicable el texto. Los autores no pueden crear, no pueden proponer, no pueden arriesgar, no pueden ser autores.
Se supone que los grandes grupos se podrían permitir, por su holgura económica e influencia en el mercado, venir con propuestas rupturistas y dar tiempo al autore a construir su obra a lo largo del tiempo, novela a novela, una carrera reposada, reflexionada, con nuevos pasos de cada texto al siguiente (y a veces lo hacen, aunque sea por error, no hay que ser injustos), pero están obsesionados con la coherencia de la colección, el estilo pulido, el estándar de calidad, la comunicabilidad con el público, que se lea.
Por otro lado, la gran proliferación de editoriales pequeñas, como hongos en el llovido bosque otoñal, editoriales de autor, donde una gran mente literaria, apasionada y kamikaze, porque sabe de antemano que ese no es un buen negocio, que no va a forrarse precisamente, se supone que gente con tanto criterio, con tan buen ojo como buena mano, deberían ser los que nos salvaran (y reconozcámoslo, de cuando en cuando se pegan un tiro en el pie de sus cuentas trimestrales para salvarnos) pero la precariedad, el riesgo a quebrar, la necesidad de pegar un pelotazo antes o después que mantenga las siguientes apuestas, termina muchas veces llevándoles a la mesura, la homogenización, la prudencia, el estilo personal está bien pero nunca se debe olvidar al público.
El público mientras tanto siente sus lecturas como una infinita playlist de Spotify que se va regenerando y realimentando de su propio uso, convergiendo cada vez más con el general, se siente cada vez más atrapado en un sonido aplanado que le agota y le da confort, le aburre pero le ha hecho muy limitado para dar tiempo y tener ganas de otras músicas, incluso músicas más antiguas que siempre le habían apasionado y ahora se le hacen áridas y lentas y pesadas. Y termina volviendo una y otra vez a sus listas algorítmicas donde sabe que se va a aburrir pero va a escuchar lo que quiere, lo que necesita para apagar el cerebro, disfrutar un poquito, tirar con calma. Y compra el último Anagrama o Random House o Seix Barral o Alfaguara, y tira. A veces es una joya, el resto da para ir tirando. Cada vez menos joyas.
Esta novela es lo contrario, esta novela es el caso que se salva. Dosmanos es de esas editoriales pequeñas que podía arriesgar y arriesgó. Se les agradece el riesgo. Y sí, viene avalada como Mejor obra literaria inédita de Chile 2022, y el epílogo de Sara Barquinero; en todo caso, no hay más que abrir la novela para ver que no estamos ante un texto convencional.
Crucigramas, dibujos, frases censuradas, tipografías, taxonomía, química orgánica, cartelería callejera... Esta novela es formalmente vanguardista de verdad, su estructura propone la divergencia centrípeta. El tema es un espacio vacío que da lugar a las esquirlas de una existencia, memoria, teoría, reflejo que aparece, desaparece, entra, sale, no se explica y se siente. La conexión entre los cachos y la lógica orgánica que imbrica con la idea biológica de lo vegetal, central en la propuesta narrativa, tiene la forma de un rizoma deleuziano, pero no aparece la palabra rizoma ni el nombre de Deleuze por ninguna parte, y esto es algo que le agradecemos inmensamente al autor. Tampoco aparece el nombre de Nicanor Parra, Juan Luis Martinez, Alejandro Zambra, poéticas fuertemente presentes en el texto, formal y estilísticamente, pero no como emulación, sino como tradición de la vanguardia nacional y que se elaboran desde una escritura muy consciente y formulada en su presente, pues seguramente en Chile, país de la anti-poesía y La nueva novela, país de pura vanguardia, rigor y experimentación en página, este texto no impacte tanto y resulte coherente pero sí muy bien trabajado. (Esto me dicen mis fuentes chilenas, que también vieron con buenos ojos esta novela debut). Pero sobre la tradición literaria del país larguito y por qué es quizá la mejor literatura en español actual (y quizá hace ya) hablaremos la semana que viene.
Este texto no se justifica en el tan invasivo y demasiado frecuente namedropping cool under, nuevo canon de divergencia, casi más pedante aún que el antiguo porque además no les conoce nadie. Este texto se justifica en su absoluta coherencia, sorprendente atrevimiento y seguridad, gesto casi radical para no decir nada acerca de todo, y el tan estimulante espacio a que se cometan fallos.
Por supuesto que la estructura en ocasiones pierde pie y uno teme que se desmorone. Que ciertas escenas son brillantes y sutiles, pero otras se las va viendo venir quizá demasiado preparadas. Que algunos elementos psicológicos de los personajes podrían estar más matizados. Ya. Y qué bien que un autor escriba su primera obra con tanto descaro, con tanto trabajo, con tanta honestidad y la presente en su radical personalidad lo cual no significa todo vale sino para mí solo podía ser así, y que la editorial le deje hacerlo así, como es, una obra de autor. Y ojalá que en la siguiente y la siguiente solo suba la apuesta y seguro que por ese camino las piezas irán encajando con más fuerza y solvencia sin perder su intensidad.