(Podéis encontrar la tercera parte de la Biblioteca Roberto Bolaño aquí)
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“Ni siquiera los seguidores de Parra han podido con Parra”.
Roberto Bolaño
Algunos han querido ver en este amor de Bolaño por la vanguardia perdida y la gran literatura del pasado una actitud elegíaca y romántica, una nostalgia rozando con el conservadurismo del amante de las bellas letras. De nuevo, algunos no saben leer.
Roberto Bolaño no es un escritor elegíaco, es de los pocos escritores que cree todavía en la utopía revolucionaria en este mundo de mierda.
Se compara muchas veces su decadente romanticismo frente al crudo y cínico realismo crítico de su maestro Parra, verdadera vanguardia, sin concesiones, sin cursilerías, negándolo todo. Parra el despiadado poeta crítico antirromántico vs. Bolaño el mal poeta cursi nostálgico de un pasado perdido.
Pero para construir futuro hace falta romanticismo, ingenuidad, creer en algo. El cinismo es pura muerte, el criticismo es la etapa destructiva de la revolución (a la Parra, y a la Bolaño), pero sin ilusiones no se construye mundo, ni humanidad, ni amor, que es la única mierda que importa en esta jodida vida. Y la literatura.
El amor y la literatura es lo que le importa a Bolaño, así construye, no una obra crepuscular, sino una obra cargada de futuro.
Lo que resulta extraño es que un escritor tan literario, tan pestilente, tan desagradable de trato, sea el gran icono literario de estos tiempos acelerados, limpios y buenistas. ¿Qué interesa tanto del perro romántico desdentado y enfermo?
No es su fanática pasión por la literatura, el canon, la bronca, la revolución, ni el futuro, sino la imagen nostálgica, la nostalgia de la enfermedad, la nostalgia de la revolución, la nostalgia de literatura, la nostalgia de futuro, y la exaltación nostálgica de “la figura de escritor”.
El chileno sirve como icono antisistema, negación poética del mundo acelerado y consumista. Pero solo icono, solo imagen. Sin su mal olor, sin su mal humor, sin la honestidad, sin la exigencia literaria, ni la precariedad económica de la garita de acceso al camping.
Bolaño nos enseña valentía y honestidad, que no todo es lo mismo ni vale lo mismo, y que la literatura es algo muy importante, y que debemos bajar al barro para defender esa convicción. Pero no estamos dispuestos.
Lo que pasa es que lo que nos interesa a nosotros es otra cosa.
Somos mojigatos, callados y arribistas.
Moralistas corruptos censores y aprovechados, interesados en “lo literario” y no en “la literatura”. Queremos figurar, que se nos vea, la cara principalmente, y por encima de todo, lo más importante, no molestar a nadie, por educación, o por si cae una beca, o un taller online, o una publicación el año que viene. Aquí, quien más quien menos, estamos todos pringados.
Y lo cierto es que Bolaño se avergüenza de nosotros y le damos un asco terrible.
Bolaño muerto nos escupe en la cara y nos repudia gritando como un espectro desde la tumba:
Por suerte, ni siquiera los seguidores de Bolaño hemos podido con Bolaño. Basta con leerlo para ver que él sigue ahí, y su obra infinita, lanzada hacia el futuro, mientras el sol luzca.
Pues a Bolaño, como al Quijote, puede caerle encima una tormenta de mierda, y seguiría ahí, igual de genial, único e incorruptible. La literatura, la buena literatura, lo puede soportar todo. Incluso el horror fascista que hizo gran literatura, mal que nos joda (ahí están Heidegger y Céline), como nos enseñó la literatura del mal de Bolaño en tantas obras; y también puede soportar la inquisición moralista de la izquierda corrupta corrupta, arribista y complaciente con el poder, las becas, y las administraciones públicas y los fondos privados que les financian y sostienen su acomodado tren de vida (ahí están, bueno, todos los que están), como denunció Bolaño en tantas entrevistas.
Esa es la tormenta de mierda que soporta la literatura, que soportan el Quijote y Bolaño.
Eso es Bolaño y eso deberíamos conmemorar (aunque conmemorar a Bolaño suena tan estúpido y él se reiría tanto de nosotros), y difundir y hacer llegar a todos los públicos, genial, cuántos más mejor, cuánta más lecturas más para todos. Pero a todos los públicos que tengan ansias de literatura, y literatura, y literatura, y de mierda, mal, crimen, arte, fascismo, amor, vida, sangre, belleza, juego, y de nuevo LITERATURA, no de caricaturas mexicanizantes con jovencitos calentorros, bebiendo absenta y un poco barbudos mal.
Porque si reducimos Los detectives salvajes a un poeta borracho follando en el desierto entre calaveras y cactus, mejor que muera y caiga en el olvido de los infinitos libros y autores que se olvidaron y los que desaparecerán, a los que Bolaño dedicó toda su obra.
Si total, se va a apagar el sol. Qué importa otro libro olvidado, otro autor caído en el olvido. Qué importa nada.
No lean a Bolaño si no quieren. No tengan su Biblioteca Roberto Bolaño, no hay necesidad. Mejor el olvido que esto.